Único
—Por favor, llévame con él.
Gavi suplicó al gran lobo gris con la voz temblorosa.
Hace diez lunas que Robert no ha vuelto de una caza, hoy, solo su lobo Alfa, su fiel amigo fue el único en volver a la aldea.
Pablo sabía lo que significaba, pero no iba a creerlo hasta por lo menos tener el cuerpo de Robert con él. Sin embargo, el gran lobo gris solo pego su frente con la suya, chillando quedito como si fuera un cachorro.
Sudor frío y un agudo dolor se clavo en su pecho, cuando la bufanda roja de Robert cayó a sus pies.
No había visto que el gran lobo gris la llevaba en el hocico.
Su vida se desmorona, no solo por la cruel realidad de perder a su pareja, de que la aldea perdiera a su líder, sino porque ahora sus cachorros no tenían un padre.
Él no era un Omega, pero había podido dar a luz a los cachorros de Robert, quién era un Alfa con demasiados sacrificios de por medio y él... Ahora ya no estaba.
Jamás sabría sobre el tercer cachorro creciendo en su interior.
Pablo se dejó caer de rodillas al piso.
Ferran se acercó a él, compartiendo su dolor porque Pedri tampoco había vuelto.
Un llanto desgarrador, cargado de insultos a cualquier deida en el cielo, se perdió prontamente entre la ventisca de aquella noche de invierno, la misma en la que Robert se perdió y pereció.
No me maten....
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