XVI - Juntos
"Kim Dahyun pretendía casarse con Lee Minho para adueñarse del 50% de su compañía y proporcionar ese dinero a la organización de mafia rumana para la que trabaja."
"Ahora, estimado público, si revisan sus butacas, encontrarán sobres que contienen toda la información que han visto en el transcurso de este video por escrito. Cada detalle y descripción está contenida ahí. Corrobórenlo bajo su propio criterio."
"Previamente se ha dado aviso a las autoridades pertinentes para detener esta estafa. En breve arribará la policía del estado. Les suplicamos mantener la calma... Una disculpa por la inusual interrupción."
Con estas frases había finalizado el video en el Fashion Week.
El primero en revisar el sobre bajo su asiento fue Jisung, abriendo apresuradamente el cordón que lo mantenía cerrado, extrayendo un bonche de hojas unidas por un clip. Había más de treinta páginas con detalles sobre la mujer, su participación con la organización "Inked", fotos cuidadosamente acomodadas para seguir el ritmo de lectura y múltiples conjeturas sobre lo que pretendía hacer una vez obteniendo el falso matrimonio. Entonces no pretendía dejarlo todo en una simple extorsión de imagen pública, sino concretar un matrimonio legal para poder llevarse aquella parte de la compañía durante el divorcio.
Jisung sintió náuseas al leer todo. Por poco pudo perder a Minho.
Espera... ¿Qué hubiera pasado si todo hubiera seguido su curso? ¿El habría tenido el coraje de enfrentarse a Dahyun, a los medios de comunicación, a la destrucción social que conllevaran sus acciones? ¿Se habría sacrificado como Minho lo había hecho?
— Tranquilo — escuchó la voz de Chaewon, volteando para encontrar una cálida sonrisa. — No sé cómo, pero sé que Minho ya tenía planeado todo.
"Vaya que sí" pensó el inglés, devolviéndole el gesto. — Siempre me dijo que lograría resolverlo de algún modo.
Minho seguía en el escenario, fingiendo indignación con Dahyun. Aunque, siendo franco, no imaginaba que sus motivos para chantaje fueran de tintes internacionales. Indudablemente era ilegal la extorsión que planeó en un principio, pero destinar su compañía para "Inked" era otro asunto. Jeongin probablemente le respondería más preguntas al respecto. Miró hacia el techo, sabiendo que Yang tenía control sobre las cámaras y entendería el gesto de agradecimiento que le dedicaba.
Como si fuera magia, varias escoltas del FBI se adentraron en el recinto, cercando todas las instalaciones. El momento más impactante había sido el arresto público de Dahyun. Las cámaras y cualquiera que tuviera un teléfono moderno habían grabado aquello.
Seungmin condujo a Momo fuera del camerino, con la pistola sobre su espalda, obligándola a salir por la puerta de atrás, donde se hallaban varios agentes custodiando. Solo la empujo y regresó tan rápido como llegó, ninguno de los policías se percató de su movimiento; solo notaron una modelo bastante perturbada en el suelo que les suplicaba que la sacaran de ahí. Aunque hubiera rogado de rodillas o lamido las botas de los oficiales, su cara también estaba dentro del reporte enviado al FBI, acusándola de cómplice en el fraude financiero.
— Tenemos algunas preguntas para usted, señorita... ¿Spirlea? ¿Hirai? — mencionó un cuerpo de seguridad, levantándola para llevarla hacia una patrulla.
Seungmin tomó una de las escaleras que dirigían hacia el techo, cuidándose de no ser detectado, hasta por fin alcanzar la azotea y de ahí escalar en el pilar donde se encontraba Jeongin. Le era peculiarmente molesto trabajar con su traje de gala. Prefería los pantalones de mezclilla y la chaqueta de cuero. Cabían más cajetillas de cigarro.
Al alcanzar la cima, observó a su jefe, pero no a Jackson Wang.
— ¿Dónde está? Le prometiste que le entregaríamos a Dahyun y a Momo.
— Hice un trato con el jefe del FBI antes de llamarlos para acá — respondió Jeongin cerrando su laptop y desconectando cada cable. — Tendrán en custodia a las chicas. Jackson Wang ya tiene los datos de la casa de refugio donde las hospedarán.
— ¿A cambio de qué?
— Tengo que trabajar para ellos en los siguientes operativos.
Seungmin miró con mala cara a Jeongin. — Odias trabajar para el gobierno.
— Bueno, no podía rehusarme en esta ocasión. Además, así podría vigilar de cerca a Minho.
El castaño rodó los ojos, metiendo las manos en las bolsas del pantalón. — No siempre vas a poder salvarlo.
— Lo sé — respondió Jeongin, acomodando todo su equipo en su mochila y cargándosela al hombro. — No será necesario que lo salve de ahora en adelante.
— Minho siempre se mete en problemas.
— Aprendió a defenderse de ellos y asumir las consecuencias — defendió. — Aunque ya
tiene a alguien por quien preocuparse.
— Jisung es su pareja, ¿y qué? — no tenía celos, solo que Minho seguía siendo inmaduro a su criterio. — Una persona terca y revoltosa no cambia su personalidad por otra.
Jeongin sonrió de lado. A pesar de que Seungmin fuera uno de sus mejores aprendices, le faltaba experiencia en otros campos. Le palmeó el hombro y le indicó con la mirada que lo siguiera. Ambos hombres armaron un arnés básico para poder descender el pilar y escapar de los interrogatorios del FBI por esa noche, saltando hacia edificios vecinos.
Jeongin empezaba a cansarse de todo ese trabajo de campo. Otra razón por la que unirse al FBI no sonaba tan descabellado.
Después de un retén de tres horas, cada invitado dio por fracasado el Fashion Week de ese año. Quizá para el mundo de la moda les saldría caro un golpe tan escandaloso por contratar un par de criminales como modelos, pero los medios de comunicación habían sido condescendientes con las críticas por petición de las autoridades, sobretodo porque jamás faltaba el control y manipulación de la información. El FBI haría que la prensa escribiera lo que ellos quisieran revelar. El trato principal que Yang Jeongin había pactado era perjudicar directamente a Dahyun y Momo, pero proteger a Minho y la frágil reputación que perdería si alguien especulaba cosas equivocadas.
Bueno, no estaba alejado de la verdad, así que a conciencia de Yang estaba intacta. Ironía considerando que la mayor parte de sus acciones para contactar al FBI fueron ilegales.
Todos en el grupo de amigos habían terminado de ser interrogados por protocolo. Minho fue el último en salir por obvias razones.
Decidieron quedarse juntos por esa noche solo por seguridad en la mansión de Hwang Hyunjin.
Minho no había comentado mucho en todo el camino sobre el acontecimiento, aunque era obvio que todos preguntarían al final qué coño fue aquel milagro del video. Le debía muchas explicaciones a Jisung también.
Al menos podía respirar con calma.
Se instalaron todos en la sala, siendo atendido por los mayordomos y mucamas. La mayoría pidió una bebida para acompañar, excepto Chaewon y Jisung. Hyunjin pidió tres whiskies seguidos.
— Bueno, beach boy, ¿nos dirás por qué tu ex terminó siendo un peón de la mafia rumana? Porque todos sabemos que la locura y la avaricia ya venían de fábrica. — preguntó el excéntrico Hwang.
— No hay truco, según el video llevaba varios años involucrada con negocios turbios que claramente salieron mal — dijo Minho sentado a un lado de Jisung. — Por más increíble que suene, yo tampoco tenía idea de su verdadera intención detrás de la extorsión.
— Minho, no evadas la pregunta — dijo firme Félix. — Dijiste que había un plan para que Dahyun retirara sus palabras. El video no fue generación espontánea. ¿Qué clase de abogado contrataste?
— De todas formas, si es obra suya, ¿es legal? — secundó Yunjin.
Minho no estaba seguro que contarles absolutamente todo, porque involucraba temas ilegales en los que él alguna vez participó. Las cicatrices que ocultaba de todos no fueron gratis: las peleas y enfrentamientos con pandillas y después dentro de un cuerpo elite de espías. Jeongin siempre fue la mente maestra, él solo actuaba por la fuerza; negociaba muy fluidamente, pero no sabía hackear. El camino de terminar la universidad y viajar a Nueva York para dirigir su propia empresa lo eligió sabiendo que los contactos en el mundo del espionaje y tratados ilegales no se borrarían de su historial, pero Jeongin había sido prudente para no involucrarlo demasiado como para que pudiera regresar a tener una vida normal.
— El abogado de Minho también es un detective privado — dijo con apremio Jisung. — No sé cuáles métodos ocupó, pero prometió desde el inicio que Minho permanecería a salvo.
El australiano miró sorprendido el modo en que Jisung recalcaba sus palabras, es decir, parecía defenderlo a capa y espada de otro interrogatorio por parte de sus amigos. Eso le provocó un calor en el pecho nuevo.
— Yo también tengo dudas sobre Jeongin — continuó el inglés. — Pero Minho me aseguró que era una persona de confianza y que su palabra era verídica. Además, cumplió lo que prometió: Minho sigue libre y con el nombre en alto. Se han borrado especulaciones gracias a las acciones de su abogado.
Todos en la sala guardaron silencio, cada uno concluyendo lo que quisiera con la declaración de Jisung. El mismo castaño estaba en incertidumbre y a pesar de que nadie conocía la versión completa de los hechos, excepto Minho y él, lo innegable era que Jisung ignoraba el trasfondo de la relación con Yang y "S".
...Pero había decidido depositar confianza ciega en él.
— Creo que es coherente lo que dice — rompió el silencio Chaewon, tratando de enderezarse sobre su asiento. — No hay que ser rudos ahora. Minho apenas se zafó de un escándalo descomunal y ninguno de nosotros hubiéramos tenido los medios para desmentir a Dahyun.
— O quizá le agradas mucho a alguna deidad para que te dé sus favores. — intervino Yunjin, bebiendo su copa.
La tensión se aligeró en el grupo, pudiendo hablar sin ser inquisitivos con el rubio. Como habían acordado quedarse a dormir todos para evitar cualquier revuelo de camino al hogar de cada uno, discutieron sobre la organización de los huéspedes ya que las parejas obviamente no querrían dormir por separado.
— Minho, Jisung, prométanme que no van a hacer escándalo. — solicitó Félix.
— Hey, ¿me crees un maniaco sexual? — se defendió el australiano.
"Un poco" sería la respuesta perfecta de parte de Jisung, pero estaba tan apenado y rojo que decidió no interferir en la plática. Ya era bochorno suficiente por esa noche. Era evidente que los demás apoyaban la relación, pero seguía con ese pudor inicial de toda pareja que continúa sin asimilar cada derecho que otorga estar a un lado de la persona que quieres.
— Si bueno, ¿quién tiene hambre? — preguntó Hyunjin. Con el traqueteo del Fashion Week los policías habían prohibido que se acercara a sus amados canapés.
Minho y Jisung cenaron un sencillo sándwich de queso con jamón y un vaso de jugo. A decir verdad no habían quedado con apetito después del susto con la intervención del FBI. Minho conocía solo una tercera parte del plan de Jeongin, así que la sorpresa había sido auténtica para él, y se lo agradecía infinitamente. Hyunjin les había prestado muchos de los conjuntos para dormir que compraba por capricho, ya fuera por el color o el diseño. La mayoría no era de su talla así que no hubo dificultades para que eligieran pijama. Minho erstaba más acostumbrado a la vieja escuela usando únicamente su bóxer.
01:00 AM. Mensaje de Y. J.
"Hey, big boy, "S" y yo estamos en tu apartamento. Las cuentas con el FBI ya quedaron aclaradas. Mañana nos despedimos. Disfruta la noche con Jisung."
Minho sonrió de lado, respondiendo brevemente y mirando desde la cama al inglés, que permanecía en el balcón. Jisung tenía esa extraña costumbre de admirar la luna al silencio de la madrugada, o a la hora que tuviera que acostarse. Era su manera de respirar aire fresco y limpio, imaginaba.
Se levantó para acompañarlo, retiró la cortina transparente de la puerta corrediza y lo abrazó por la espalda. Jisung dio un pequeño brinco, como si hubiera sido despertado de un trance; correspondiendo en seguida el abrazo.
Ambos quedaron callados unos minutos, tan solo disfrutando de la compañía ajena. Jisung se dejaba mecer entre los brazos del rubio, calmándose con pequeños besos en su cabello.
— ¿Podemos quedarnos así, Minho?
El rubio asintió enternecido, besando su hombro. — Ya lo merecemos, ¿no crees?
Sí.
Pero, ¿sería demasiado pronto para cantar victoria para ellos? ¿Sería todo un sueño pasajero? ¿Estaría todo en la imaginación de ambos? ¿Sería un capricho querer estar juntos? Jisung solía cuestionarse diario todo lo anterior, pero había abandonado ese hábito hasta esa noche. Habían atravesado cuatro infernales días con las mentiras y la presencia de un fantasma del pasado que atormentaba su tranquilidad. Si lo pensaba bien, en dos días cumplirían un mes de estar juntos oficialmente... ¿Qué otros retos habría que afrontar?
— Tener miedo es normal — escuchó a Minho como si leyera sus pensamientos.
— ¿En serio?
— Claro, a diario tengo miedo de que me dejes.
— Pero es absurdo. ¿Por qué te dejaría si sabes lo que siento por ti? — se volteó para poder encararlo. — Es un miedo infundamentado, Minho.
— Pero es totalmente válido — respondió, sosteniendo firme su cintura. — Siempre tendré miedo de que nuestra relación no se mantenga firme. Siempre habrá inseguridades de parte de ambos y algunas situaciones estarán fuera de mi control.
El rubio decía todo con calma y esbozando una sonrisa incluso. No una sonrisa maliciosa, sino franca. Jisung no entendió su modo de ser desde el primer momento que se conocieron, porque Minho había llegado a su vida para darle un giro de 360 grados, quitándole la tranquilidad de la rutina; llegó para regalarle dudas existenciales, quejas, enojos, preocupaciones, y en lugar de darse media vuelta para rechazarlo, se hallaba ahí: abrazado a él e intentando contener su euforia por tenerlo sin ataduras.
Porque quererlo duele.
— Pero tener miedo no significa que voy a huir — volvió a hablar. — Nunca voy a rendirme, Jisung. Por eso si tengo mil miedos, los evaporaré con dos mil razones que me dejen permanecer contigo. ¿Crees que no me asusté cuando Dahyun me amenazó? Estuve a punto de cagarme encima del jodido terror, pero ya no se trataba solo de mí; era de ambos, de algo que amenazaba nuestro futuro, los planes que nos faltan por realizar. Tengo que protegernos.
El corazón de Jisung repiqueteó, su respiración se cortó. Se acercó más hacia el australiano y con cautela buscó sus labios. Deseaba besarlo con todas sus fuerzas, porque irónicamente las palabras se habían agotado de su léxico; sentía que su alma abandonaba su cuerpo y retornaba con cada beso vibrante que le daba en silencio. Ahora mismo solo deseaba alimentar ese sentimiento en su interior con aquel beso, como si el universo perdiera dimensión y coherencia dentro de lo que transmitían a través de él. Nunca sintió el poder tan formidable de un solo contacto entre labios hasta ese momento. Ahora entendía a las personas que decían morirse por besar a quien aman.
"Te quiero, Minho."
— Te quiero, Jisung — dijo el australiano contra su boca.
Sabía que volverlo a besar era una manera de corresponder sus palabras, de terminar aquella conversación, de darle permiso a Minho de recorrer cada parte de su cuerpo únicamente con besos.
Regresaron para recostarse, mirándose en la cama. Sonrieron sin pensarlo dos veces.
— ¿Quieres hacerlo? — preguntó el rubio.
— No sé por qué me preguntas si es muy obvio que lo vamos a hacer.
— Sí, pero con los modales ingleses nunca se sabe.
Jisung negó con la cabeza. — De una forma u otra siempre logras convencerme. Eres impredecible en tus actos.
— Así sabremos a qué atenernos en nuestra relación — dijo pasando su dedo sobre el cabello de Jisung. — ...Manteniendo el elemento sorpresa.
Sin miedo a nada, y miedo a todo lo que les esperaba.
¡Cualquier error no duden en avisarme! ¡Mañana subiré los últimos 4 capítulos!
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