X - Confianza

"No es necesario que respondas ahora mismo, solo que lo sepas." Eso le había dicho Minho a Jisung antes de tomar su mentón y besarlo una vez más.

Bien que mal, Jisung le daba la razón: darle una respuesta sería prematuro de su parte. No es que no estuviera feliz; por supuesto que estaba en la gloria, y más en sus brazos, pero no es lo mismo hablar por el calor del sexo a decir "te quiero" sin rodeos. ¿Le diría "te quiero"? No lo sabía, estaba confundido.

"¿Ves? Por eso necesito meditarlo" pensó para sí mismo mientras le sonreía al rubio. Pasó sus dedos en medio de sus pectorales siguiendo la línea hasta la mandíbula y jugando con un mechón rubio que caía por su oreja. Minho tenía ese aire masculino irresistible, y sabía usarlo a su conveniencia. Importaba poco el inicio de las cosas, si sus palabras tenían ese tinte de seguridad y confianza. Le pesaban los párpados, no recordaba que tener sexo sería exhaustivamente placentero.

— ¿Recuerdas lo que te dije al principio? — preguntó el australiano, a lo que Jisung lo miró confundido. — No pensaba dejarte dormir.

Y Lee Minho siempre cumple sus promesas.

Al día siguiente el rubio se había levantado más temprano, dándose el tiempo de deleitarse con la sola imagen de Jisung durmiendo y pasando su mano a través de sus rizos castaños. Era comprensible que no se hubiera despertado con las rondas largas, tupidas y excesivas que habían tenido. Por suerte no rompió la cama.

Sabía que era sumamente afortunado de compartir ese único instante.

Le dio un beso casto en la frente, levantándose de la cama. Se colocó el bóxer como pudor mínimo y buscó su teléfono en el pantalón. Lo primero que vio en la pantalla al encenderlo fueron varios mensajes de coordinadores del Fashion Week, algunos recordatorios de la empresa, confirmaciones de citas, y algo que, aunque quisiera ignorar, no podía: llamadas perdidas y buzones de voz de Dahyun.

Todo podía esperar, pero la impaciencia de su ex no. Como si no la conociera.

Con un bufido, decidió escuchar los múltiples mensajes:

22:30 hrs. "— Minho, ¿estás bien? Estaba esperando tu llamada."

22:40 hrs. "— ¿Sigues ocupado? Avísame al menos si hoy podremos hablar."

23:00 hrs. "— Minho, no va a haber llamada, ¿cierto? ¿Por qué no me avisaste que estarías más ocupado?"

23:10 hrs. "— Es el colmo, te estoy marcando y me manda directo a buzón de voz. ¿Me estás ignorando? Porque no creas que cederé fácilmente si luego te arrepientes de no contestar. Por todos los cielos, Minho, vine desde España para verte. ¿Eso no cuenta? De verdad quiero arreglar las cosas; no me gustaron en los términos en los que quedamos. Creí que me querías."

23:25 hrs. "— Bebé, contéstame. Recuerda todo lo que pasamos juntos. Me equivoqué con el divorcio. Por favor, hablemos."

00:00 hrs. "— Eres lo peor del mundo. ¿No te importa lo que me suceda? Estamos destinados a estar juntos y lo sabes."

En el último mensaje, Dahyun tenía la voz rota, y probablemente estuviera llorando.

Minho estaba en un dilema. Obviamente no hablaría con ella en esas condiciones, y mucho menos acabando de resolver su discusión con Jisung. Claro que guardaba un poco de aprecio por la mujer, pero esto rayaba en lo ridículo. Por otro lado, no quería que cometiera una locura, por lo que significó alguna vez su relación. ¿Cómo podría resolverlo?

Rodó los ojos. Había una solución, pero no quería recurrir a eso. Solo existía una persona en todo Nueva York que entendía a las mujeres como Dahyun, amigo de Hyunjin por supuesto, pero la última vez que hablaron, Minho lo llamó "pelotudo lava-cerebros". No estaba en condiciones de pedirle consejos... O sí.

Buscó el contacto. Si, todavía lo conservaba. El rubio suspiró fastidiado y texteó un mensaje.

9:34 hrs.

"¿Tu consulta sigue en el mismo precio? Necesito resolver varias dudas"

9: 35 hrs. Mensaje de Psiquiatra Bang:

"Qué sorpresa. Vuelve el ególatra, con complejo de ninfomanía y un alto grado de proyección, sobrecompensado con violencia... Claro, puedo agendarte el siguiente jueves, a las 18:00. ¿Te parece?"

9:36 hrs.

"No te pedí mi perfil psicológico, gracias. Si, supongo que es adecuado el horario."

9:36 hrs. Mensaje de Psiquiatra Bang:

"Ok, ya estás agendado. Sé puntual."

Minho negó con la cabeza y dejó el teléfono en la cómoda lateral de la cama. Su mal humor cambió cuando notó que Jisung espabilaba sobre las sábanas, tratando de abrir sus ojos. Parecía un gato estirándose con elegancia. Incluso en eso poseía gracia el muy hijo de la gran perfección. Se sentó a su lado, besando su ceja izquierda.

— Buenos días.

— Mmmh, buen día. — saludó en su adorable acento inglés, enfocando mejor al rubio. — Caramba, debe ser tarde. ¿Qué hora es?

— Oh, de hecho ya es domingo. Dormiste todo el día.

Eso logró despertar de golpe a Jisung, sentándose de inmediato. — ¡¿Qué?!

Minho lo consideró tan tierno, que no se resistió a darle un beso en los labios. — Es broma, es sábado. Son casi las 10:00.

— Bobo — sonrió mostrando sus dientes de perla. Aunque no quisiera admitirlo, tener la imagen matutina de Minho lo gratificaba enormemente. — Bueno, no podemos quedarnos aquí para siempre. ¿Quieres desayunar algo?

— Uhm, a ti...

Jisung se sonrojó en segundos. Apenas había mencionado aquello, los recuerdos de la noche anterior golpearon su cabeza sin aspavientos. En seguida se cubrió con el cobertor, lleno de pena. Seguía desnudo, para variar. Escuchó la maldita risa irresistible del rubio y se cubrió con más fuerza cuando sintió los brazos de Minho abrazarlo encima.

— ¿Por qué te escondes?

— Porque me cohíbes demasiado.

— Sabes que si planeamos estar juntos, no voy a contenerme, ¿cierto?

— Es que... No es justo.

Minho destapó lo suficiente para ver su rostro. — No me puedo resistir a ti. Lo de desayunarte lo dije muy en serio. — pero notó el susto en los ojos aqua, así que lo calmó con su palma sobre su cabello. — Iremos a tu ritmo, por hoy; y porque es tu casa.

Después de que Jisung se negó a abandonar la cama mientras estuviera desnudo, Minho le dio otro beso y prometió no espirar mientras se vestía. Pero algún día lo tomaría desprevenido. Bajó a preparar el agua para el té antes de apreciar a Jisung bajar por las escaleras en ropa casual. Toda la puñetera ropa le quedaba como anillo al dedo, fuera lo que fuera que vistiera.

Al tomar té y galletas de avena, salió el tema del Fashion Week. Como si fuera un imán, el teléfono de Minho se inundo de mensajes de proveedores, contratistas, diseñadores, que logró sacarle un bufido desesperado.

— Me ausento unas horas y el mundo se les pone de cabeza. — se quejó en voz alta. — Lo siento, Jisung. Tengo que ir con estos mentecatos, aunque sabes que me gustaría pasar el fin de semana contigo.

Jisung se cruzó de brazos. — ¿Compromisos laborales?

— Demasiados.

— Bueno, puedes pedirme ayuda. Después de todo sigo trabajando para ti.

— Sí, pero estos asuntos solo los debo resolver yo. — notó que Jisung lo reprochaba con la mirada. — Créeme, son reuniones aburridas que implican ir a las casas de cada uno. Es raro que me desocupe los fines de semana. No quiero interrumpir tu descanso.

— Pero...

— Sé que te preocupas por mí, y no podría estar más feliz por eso, pero esto lo debo manejar — enfatizó tomándole la mano. — Por ahora me basta y sobra con las funciones de asistente. Y estoy resolviendo proyectos enormes para poder relajarme por completo en un futuro.

— Te exiges demasiado, Minho.

— Sí, pero si planeo estar contigo, no me importa sacrificarme unos meses — se levantó de su asiento, rodeando la mesa para tomarlo del rostro. — ¿Confías en mí?

Jisung sabía que Minho no le había contado muchas cosas, y no esperaba saberlas todas de golpe e intentaba entenderlo. El mes y medio en Lee's no lo había entrenado lo suficiente para actuar ante los cambios de humor o decisiones que tomaba el australiano, y la mayoría del tiempo lo consideraba un decrépito pervertido que sacaba sus frustraciones con sus empleados. Nunca escuchó que gritara enrabietado cuando alguien se equivocaba, pero su tono de voz era suficiente intimidación. Con él era un asunto diferente y muchas veces se cuestionó por qué optaba por tocarle el trasero en lugar de un regaño cada que no entregaba un informe a tiempo.

A tientas de todo lo ocurrido y que Minho permanecía como un completo misterio, su corazón estaba seguro de querer permanecer a lado suyo. Era inexplicable, tan solo sentía que era lo correcto. Ese australiano que tanto lo atormentaba jugó la mejor de las cartas: enamorarlo. ¿Cómo? Quizá nunca lo sabría.

— Sí — respondió.

— Entonces confía en que estaré bien — acarició su mejilla con un pulgar. — Podemos seguir en contacto el resto del fin de semana, ¿vale? Mándame mensajes. Así nos quedamos tranquilos.

No era el único que estaría desesperado por tener que separarse tan temprano, pero era una responsabilidad visualizada a futuro.

Después de que Minho lo besara diez veces, Jisung lo acompañó a la salida. Todavía en la puerta lo tomó por la cintura para besarlo, pues no se verían hasta el lunes. Sintió la pasión del rubio contra sus labios, logrando arrancarle suspiros y un gemido al separase.

— Anda, prométeme que disfrutarás tu fin de semana. — dijo Minho contra los labios del inglés, dándole una nalgada suave y caminando rápido hacia su carro antes de que Jisung pudiera reclamar.

Definitivamente no había nada más adorable que verlo sonrojarse.

— Cálmate querida, seguramente habrá una explicación a que no haya respondido.

— ¿Qué clase de explicación? Dejarme colgada en medio de llamadas y encima tener que enviar buzones de voz.

Dahyun estaba furiosa y lo siguiente. Qué fastidio era ser ignorada, ¿cómo se atrevía ese hijo de la madre tierra a hacerle eso? Menos mal que su amiga estaba ahí para hacerle campo y controlarla en un momento de ansiedad.

— Ah, en fin, tienes razón. No debo sonar tan frustrada. Momo, ¿crees que debo enviarle un mensaje de reconciliación? — preguntó la española admirándose en el espejo con su nuevo vestido.

— Deberías, si tanto deseas proclamarte dueña de Lee's — respondió Momo, limándose las uñas. — Sigo creyendo que es excesivo que quieras la mitad de los derechos de Lee's

— ...Tengo motivos suficientes.

— ¿Dinero?

— Ja, tengo una buena pasta con el negocio de modelaje, pero mi madre siempre dice que debo ser ambiciosa — comentó mientras se probaba diferentes sombreros de lana. — Una mujer siempre tiene ases bajo la manga.

Momo tomó una copa de cristal y bebió de la sidra de manzana. Conoció a Dahyun en el mundo del modelaje y, a juzgar por su carácter intenso, si había decidido buscar al tal Minho después de diez años, fingir que seguía enamorada era muy conveniente.

— Entonces, ¿cuál es tu as bajo la manga?

— Oh, querida. Lo sabrás a su debido tiempo. Primero necesito evaluar qué tan accesible está conmigo, de todas formas faltan tres semanas para el Fashion Week, y ahí no podrá evadirme. — aseguró la rubia, girándose para lucir un bello vestido con estampados florales. — ¿Y? ¿Qué tal? A que mola mogollón.

— Sabes que no entiendo el acento español.

Dahyun rodó los ojos. — Que el vestido me queda fantástico.

Momo estaba más entretenida leyendo la revista Vogue que viendo la pasarela privada de la habitación del hotel donde se hospedaban junto con el elenco que portaría los diseños de Pia Rossini, sin embargo, asintió ante su compañera. No era malvada solo por oír esos planes; y en todo caso, actuar para perjuicio de un empresario multimillonario sonaba divertido.

Maratón 3/5

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