II - Popsicle

En la semana no hubo otro indicio de acoso por parte de Minho, al menos no peligroso a la perspectiva de Jisung. Invadía su espacio personal a propósito para agarrar carpetas, le acariciaba el hombro en las reuniones, lo tomaba de la cintura si estaba desprevenido mirando por la ventana, jugueteaba con su corbata al saludarlo y tomaba su mano con suavidad al despedirse. A decir verdad... ¡Estaba acosándolo todo el tiempo!

— Ugh, qué fastidio — se dijo a sí mismo al sentarse en su oficina. — Claro, solo porque necesito el puesto cree que puede aprovecharse de la situación.

¿Hyunjin le habría contado de su decisión sobre cambiar de empleo? Porque si fuera el caso, sería una broma cruel. No era coincidencia que hubiera solicitado su renuncia de la empresa Hwang's. Durante un evento de aniversario, Hyunjin había estado bebiendo de más, comportándose más imprudente de lo usual. No supo de dónde sacó la coordinación para abalanzarse sobre él en medio de la mesa, claro, confundiéndolo con Lee Félix. Aun así no se salvó de las lamidas en el cuello y los apretones en sus glúteos, sin mencionar el escándalo que se formó cuando Félix los miró.

Hyunjin le había prometido compensarlo por lo ocurrido y por fortuna había conseguido un puesto prestigioso con Lee's, pero se preguntaba si Minho lo tomaba en serio o solo era un macho incorregible. Bueno, ya había lidiado un par de veces con tipos como él que solo lo miraban como un pedazo de carne. Siempre había tenido ese problema de atraer a hijos de puta dominantes.

Despejó su mente de todo pensamiento vergonzoso y empezó a hacer llamadas para arreglar la agenda del australiano. Jisung manejaba dos teléfonos y odiaba tener que levantarse para alcanzar uno de ellos. No tenía una línea externa conectada a su escritorio por la infraestructura del lugar, solo una línea interna para marcar a los servicios del edificio; pero era un dolor de cabeza tener que caminar dos metros para hacer una llamada a líneas directas.

— Buen día, hablo de parte de Lee Minho... Sí, para confirmar la cita sobre el anuncio publicitario del próximo mes.

Mientras atendía el teléfono, notó que su jefe entraba sin recato alguno, observándolo.
Le hizo una seña para que continuara con la llamada.

— A las 15:00 estaría perfecto... Claro, las proyecciones están listas, solo esperamos fecha de lanzamiento por parte de la productora... Si, el señor Lee estará encantado con la idea...

Minho había caminado hacia él, pero no le prestó atención. Se arrepintió de haberlo perdido de vista. Bastaron dos malditos segundos para que el rubio se postrara detrás y comenzara a masajear su cintura.

— Dame el teléfono, Jisung.

El inglés obedeció, pero no tuvo tiempo de hablar porque la enorme mano de Minho cubrió su boca. Seguía detrás suyo.

— Oh, Sunghoon qué sorpresa saludarte... No, solo me preguntaba si podríamos posponer la reunión para mañana... Sí, me ha surgido un compromiso de último momento.... ¿En serio? Eres increíble, recuérdame devolverte el favor... Adiós

Colgó el aparato. Seguía sin soltar la boca del otro y sonrió de lado.

— Jisung, ¿recuerdas lo que te dije que iba a ocurrir si volvías a llamarme "señor Lee"?

Aunque quisiera responder, no podía hacerlo teniendo semejante manopla de béisbol cubriendo su cara. Solo negó con la cabeza y se sostuvo del brazo de Minho. Podía sentir la respiración del hombre en su nuca, pegando sus labios contra su oído... Mierda, ¿por qué no podía huir y ya?

— ¿Y bien? — preguntó Minho, esta vez metiendo dos dedos dentro de la boca de Jisung, provocando que el inglés saltara sorprendido. — Vamos, sé que puedes responder.

— Ah... Cas...tigo...

— Correcto — aseveró el australiano, sacando los dedos, aun con un hilillo de saliva, y alejándose de él. Lamió sus propios dígitos, lo que hizo ruborizar a Jisung al grado que buscó un lugar para sentarse. — Uhm, tienes un sabor dulce. ¿Te importa si lo pruebo yo mismo?

— ¿Qué?

— Bromeo, no voy a espantarte tan rápido.

¿Tan rápido? ¿Tan rápido, maldito? Oh, eso no. Ni que se le ocurriera intentar besarlo o lo golpearía. Sí, definitivamente lo golpearía en ese rostro varonil tan altanero y condenadamente atractivo que tenía. Tomó una postura más erguida. Esto era una contienda para defender su dignidad.

— Pero no te salvarás de tu castigo. Acompáñame — ordenó Minho, indicándole con los dedos que lo siguiera a su propia oficina.

Debió haberse negado, debió haber corrido, o quizá debió renunciar y ya, pero algo hizo que se quedara. La curiosidad mató al gato, y efectivamente, Jisung estaba por comprobar ese dicho. Observó que Minho caminaba hacia la mini heladera instalada en una esquina. Para su confusión sacó una paleta de hielo (popsicle).

— Tu castigo es comerte esta paleta.

— ... ¿En serio? — la imagen del jefe macabro y super pervertido se destrozó en segundos cuando le dijo aquello. — ¿Tiene droga?

— No — respondió riéndose. — Es una paleta normal, pero no te he explicado cómo vas a comértela. Arrodíllate.

Y se volvió a reconstruir la imagen del jefe malnacido que tenía. Jisung tensó su mandíbula. No hablaría en serio, exacto, debía estar bromeando.... No. Los ojos se clavaban en él, esperando que obedeciera. Debía obedecer. No podía quedarse sin empleo, porque era muy probable que si se negaba, Minho lo corriera. Diablos, tenía respaldo legal para denunciar el acoso, pero... Sencillamente estaba congelado, al igual de la jodida paleta.

Cuando Jisung se arrodilló, Minho sostuvo la paleta a altura de su cremallera y la colocó horizontalmente, simulando que era su pene.

— Ahora sí, cómela Jisung. — ordenó.

El inglés tragó saliva, sonrojado. Cerró los ojos para evadir lo que estaba a punto de hacer y empezó a lamer la punta. Era sabor cereza. Cereza en yogurt. Deslizó su lengua contra el helado, saboreando genuinamente, se maldecía por no poder terminarla de dos mordiscos porque quería evitar que se enfriara su cabeza.

— Te ves tan adorable — mencionó Minho bajando su mirada. Dioses, era tan sensual tenerlo de rodillas. Ningún otro empleado había hecho ese reto, especialmente porque Minho no tenía el interés o morbo suficiente para pedírselos en la primera semana, pero con Jisung era diferente. Maldita sea, tenía la culpa por ser tan jodidamente atractivo, con ese acento y esa boca. Se le antojaba besarlo ahí mismo, se le antojaba robarle el aliento y escuchar cómo gemía su nombre.

Jisung hizo caso omiso del cumplido y continuó lamiendo la paleta. Por todos los dioses, ni siquiera había derretido un cuarto de la longitud. Desesperado, intentó lamer con apremio para acelerar el proceso y no seguir la humillación. Una parte de sí mismo admiraba a Minho por lo que representaba en la industria de mercadotecnia, pero conociéndolo como persona era pésimo, patán, engreído, aficionado por el sometimiento... Y muy atractivo.

— Agh... — tuvo que detenerse porque pensar en Minho informalmente le abrumaba. Tenía manchas alrededor el labio. — Minho, ¿tengo que terminármelo?

— Por supuesto. Si tienes mucha prisa, te sugeriría abrir tu boquita y succionarlo todo a la vez.

— Pero, yo...

— Tengo toda la tarde Jisung. Si tienes asuntos pendientes, deberías considerar acabar lo más pronto posible.

Sabía lo que significaba. Aunque fuera una paleta de hielo, era muy morboso. ¡Qué rayos! Necesitaba conservar su dignidad y ahora le declaraba la guerra abiertamente a Minho. Si él pensaba que podía torturarlo, le demostraría que no se doblegaría tan fácil.

Abrió la boca y metió por completo el helado para lamerlo y derretirlo. Goteaba por sus labios el yogurt, manchando parte de su barbilla y cuello. Sintió de repente la mano de Minho tomándolo de sus rizos castaños para acercarlo más. Minho movía el palillo hacia delante y atrás, como si quisiera ahogar a Jisung.

¡Le estaba violando la boca con un puto helado de cereza, dioses!

— Nhg... — replicó todavía con la garganta fría. — Min... Ngh... Ya...

No podía zafarse porque el australiano lo mantenía unido a la paleta, quedando peligrosamente cerca de la entrepierna. Si no tuviera los ojos cerrados, podría haber jurado que el miembro de Minho estaba endurecido contra el pantalón.

Finalmente, cuando el helado se derritió en su boca y estaba por caerse del palillo de madera, Minho soltó el cabello castaño y Jisung pudo respirar mejor.

La imagen era sumamente erótica para Minho, viendo como el yogurt resbalaba por las comisuras labiales hasta su barbilla y Jisung con la lengua hacia fuera, intentando comer lo último del helado. Se deleitó lo más que pudo de aquel fantástico y se arrodilló junto con él. Con su índice, removió parte del helado derramado en sus labios y lo probó.

— Mnh... Delicioso.

— ¿Ya terminamos? — comentó Jisung, bajando la cabeza y limpiándose el resto con su propia manga.

— Uh, eres muy cruel conmigo, Jisung.

Minho lo tomó del mentón y lo examinó. Era demasiado hermoso para las palabras. Su mano bajo a la nunca y tuvo unas ganas tremendas de besarlo, nada se lo impedía, el inglés estaba prácticamente a su merced.

Pero contuvo sus impulsos.

Acercó sus labios al oído del castaño y lentamente le susurró: — Buen chico, Jisung. — depositó un beso pequeño en el cuello de éste y se levantó.

Jisung también se puso de pie, apenado hasta los cojones. Quiero irme a casa

— Adelante — respondió Minho alzando el brazo. — Solo no olvides que mañana tendremos la reunión y que habrá una reunión en el quinto piso, necesito que las proyecciones queden impecables.

— S-Sí.

Salió lo más apresurado que sus pies le permitieron, tomó un taxi y se dirigió a casa. Joder, no podía seguir así, ya no era acoso inocente, rayaba en tintes más fuertes. Un día de estos terminaría en algo peor... Se encogió en su asiento, tratando de relajarse. Todavía podía sentir la mirada de Minho perforándolo, hipnotizándolo, provocándolo. Todo. No, debía hacerle frente, debía ser más inteligente que ese troglodita. A partir de mañana, adoptaría una postura neutral. Además, el otro era un crío comparado con él. ¡Le llevaba dos años de edad, por todos los santos! ¿ser intimidado por alguien más joven? Ridículo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top