Prólogo: Pierdes a tu bebé durante una misión (tienes cinco semanas).

Word count: 455
Advertencia: Embarazo, aborto.
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La verdad es que no recordabas nada, o no mucho. De lo último que podías realmente acordarte es que sentiste un dolor muy fuerte un poco más abajo del abdomen. Después de eso, todo era oscuro. Escuchabas los gritos de los demás a través de los comunicadores, pero no podías deducir lo que decían.

Cuando comenzaste a abrir los ojos, una fuerte luz proveniente desde fuera te cegó de inmediato.

–¡Muñeca!–Escuchaste a Bucky suspirar aliviado.–Espera, voy a cerrar las cortinas.–Pudiste sentir cómo se levantaba y caminaba alrededor de la cama para hacer lo que dijo.

Una vez la luz se fue, comenzaste a abrir los ojos y pasaste tus manos por ellos.

–¿Dónde estoy...?–Tú voz era ronca y áspera.

Bucky te ofreció un vaso de agua y te ayudó a beberla, para después dejarlo en la mesa y sentarse junto a ti en la cama, tomando tú mano en la de él.

–Estamos en el hospital. Terminaste herida durante la misión. Unos agentes te dispararon, afortunadamente Pietro estaba cerca y te trajo aquí.–Sus manos acariciaban la tuya y evitaba verte a la cara.

–James qué ocurrió.–Le dijiste viéndole a los ojos, temiendo que algo le hubiese ocurrido a tu bebé.

–M-muñeca... ahora debes descansar, hablaremos de esto desp—

–No, James. Dime qué fue lo que pasó.

Bucky soltó un pesado suspiro, y por fin levantó la cabeza para verte a los ojos.

–T/N... m-muñeca nuestro bebé no... no sobrevivió...–Su voz se quebró mientras hablaba, a la vez que lágrimas inundaban sus ojos.

–¿Q-qué...? N-no... por favor no...–Susurraste a la vez que empezabas a llorar y apretabas sus manos.–James dime que es mentira por favor...

–Lo siento tanto, muñeca...–Susurró a la vez que se acercaba a ti para abrazarte y dejarte y llorar en su hombro.–Los doctores hicieron todo lo posible... pero ya no había nada que hacer cuando llegaste. Así que se enfocaron en salvarte a ti...

–Fue mi culpa... yo insistí en ir a esa misión...–Sollozaste mientras te abrazabas a él cómo si tu vida realmente dependiera de ello.

–No... hey, muñeca, no.–Tomó tu rostro en sus manos para que le vieras a los ojos, ambos llorando.–Esto NO es tu culpa. ¿Cómo podías saber que algo así iba a ocurrir?

–Pero yo insistí en ir...

–Y tuviste cuidado, sólo que no se pudo evitar todo...–Susurró acariciando tus mejillas, para después dejar un beso en tu frente y abrazarte otra vez.–No te voy a dejar sola, ¿okey? Jamás. Vamos a salir adelante juntos. Te lo prometo...