Soldada del Invierno Junior (Bucky x hija)
Prólogo: Hydra convierte a la hija de Bucky en una Soldada del Invierno (en este oneshot tienes 15 años).
Les traigo una vez más un pedido, espero te guste, y como siempre, disfruten. Escríbanme por privado para hacer sus peticiones de lo que sea que quieran.
Word count: 1894
Ocho años tenías la última vez que Bucky te vio. Y jamás podría ser capaz de olvidar aquel día, sin importar que haya sido hace siete años.
La desesperación que sintió al perderte de vista en aquel centro comercial. El miedo que le recorría el cuerpo día tras día al ver que no aparecías. Ni si quiera con la ayuda de los demás pudo encontrarte y traerte a casa con él.
Eso, hasta la misión de hoy.
Steve, Bucky, Nat, Wanda y Tony, fueron a una base de Hydra para robar información, pero jamás se imaginaron encontrar a un Soldado del Invierno, con el mismo brazo de metal de Bucky, pero versión mujer. O más bien dicho, adolescente.
El traje de Tony te escaneó, y logró descifrar que eras una adolescente de no más de quince años. Tu brazo había sido amputado hace siete años, y era evidente que te habían lavado el cerebro y puesto códigos en él. Al igual que en el de Bucky.
Steve y Bucky decidieron hacerse cargo de ti, mientras los demás buscaban la información necesaria.
Ninguno de los dos quería hacerte daño porque sabían que eras solo una niña, pero cuando comenzaste a atacarlos, no les quedó más opción que defenderse.
–¡Ten cuidado de no lastimarla!–Le dijo Steve a Bucky, a la vez que evitaba los golpes que lanzabas.–¡Tal vez podamos llevarla a Wakanda!
En un momento, el ex Soldado del Invierno te dio una patada en el estómago, haciéndote caer y rodar hacia atrás, tú máscara cayendo en el proceso, dejando tu rostro a la vista.
No fue hasta ese momento, en el que ambos se dieron cuenta de contra quien estaban peleando.
–¿T/N...?–Preguntó Bucky con voz temblorosa.
–¿Quién diablos es T/N?–Dijiste a la vez que te acercabas a ellos para seguir peleando.
–Como se nota que es ella, tu hija. De tal palo a tal astilla.–Comentó Steve, mientras evitaba tus golpes.
Bucky se acercó a ti por detrás, y te abrazó, impidiéndote seguir peleando, atrapando tus brazos en los de él, dejando tu espalda en su pecho a la vez que intentabas liberarte.
–¡Muñeca, hija soy yo! ¡Soy Bucky, tú papá!–Trató de hacerte entrar en razón, sin soltarte a pesar de tus intentos por safarte.
–¡NO TE CONOZCO!–Gristaste sin dejar de moverte.
Steve tomó el lugar de Bucky para sostenerte, y así él pudiera ponerse frente a ti y que vieras su rostro.
–T/N Rebecca Barnes, mírame.–Te ordenó con voz demandante y suave a la vez, esquivando las patadas que lanzabas.
–¡NO!
–¡Vamos T/N! ¡No seas testaruda y mira a tú papá!–Te dijo Steve con los dientes apretados, haciendo lo posible por no soltarte.
El soldado ante ti tomó tu rostro con ambas de sus manos, forzándote a verle.
–T/N, hija... soy yo...–Te dijo con voz temblorosa.
De un momento a otro, dejaste de intentar zafarte, y te le quedaste viendo con expresión confundida y lágrimas amenazando con salir. En tus ojos haciéndose notorio el conflicto interno que tenías.
–Muñeca, por favor... ven a casa conmigo.–Susurró, acariciando tus mejillas.
Wanda llegó justo en el momento en el que ibas a lanzarte un golpe en la cara con tu brazo de metal izquierdo, y te hizo dormir con sus poderes, cayendo en los brazos del Capitán detrás de ti.
–Lo siento pero iba a atacarlos.–Se disculpó la pelirroja, viéndote con expresión triste.
–¿Puedes ver en su mente lo que le ocurrió?–Le preguntó Nat llegando junto a Tony.
Los ojos de la bruja se tornaron de un tenue color rojo, antes de que las lágrimas comenzaran a salir sin parar de sus ojos, y se llevara una mano a la boca ante el asombro.
–Wanda, ¿Qué le hicieron a mi hija?–Le preguntó Bucky acariciando tú cabeza, luego de haberla puesto en su regazo.
–Lo mismo que a ti. Le borraron la memoria, solo que le amputaron el brazo manualmente.–Explicó mientras lloraba sintiendo tu dolor, antes de que Nat la abrazara y la bruja escondiera su rostro en el cuello de la rusa.
–Contactaré al rey T'challa para que puedas llevarla a Wakanda lo antes posible para quitarle los códigos de la cabeza.–Dijo Tony, para luego comenzar a caminar hacia la nave.
—————
Cuando te llevaron a Wakanda, seguías inconsciente, así que lo mantuvieron así mientras te quitaban los códigos, para luego despertarte.
Al volver a estar consiente nuevamente, estabas muy confundida, hasta el punto en el que intentaste a atacar nuevamente a Bucky, pero te detuvieron antes de hacer nada.
Eso fue hace ya dos semanas. Te otorgaron una habitación para ti en el castillo, custodiada por las Dora Milaje, y se te permitía salir, aunque siempre acompañada. Pero casi nunca lo hacías.
Hasta el momento, con la única persona que hablabas era Okoye, quien estaba encargada de cuidar de ti. Y a veces con Shuri ya que ella necesitaba saber sobre tu progreso. Pero nada con Bucky.
Eras muy distante y fría con él. Casi ni le hablabas, y le evitabas cada vez que podías. Te negabas a verle cuando iba a tu habitación, a pesar de los consejos de Okoye.
Pero el soldado no se rendía. Anhelaba con toda su alma el poder acercarse a ti nuevamente. En los siete años que te perdió, jamás dejó de buscarte, y ahora que te tenía, su objetivo era que volvieras a casa con él.
(.....)
Un día en el que le pediste a Okoye que te llevara a la orilla del río para respirar aire fresco, te sentase cerca del agua, sin tocarla realmente. Mientras ella te observaba desde atrás para darte algo de espacio y no te sintieras sofocada.
–¿Cómo ha estado?–Le preguntó Bucky llegando a su lado, sin hacer tanto ruido para no alterarte.
–Por lo que Ayo me dijo acerca de la guardia que hizo anoche, T/N tuvo muchas pesadillas. Me pidió que la trajera aquí hace tres horas, y no se ha movido de su posición, ni si quiera ha desayunado.–Le explicó algo preocupada.
–¿Podrías dejarme a solas con ella?–Le preguntó algo nervioso el soldado, jugando con la ciruela en sus manos.
–Sargento Barnes, sabe que no puedo hacer eso. Tengo órdenes que cumplir.
–Por favor Okoye. Es mi hija, necesito poder acercarme a ella, y no puedo hacer eso si no estamos a solas.–Le suplicó el soldado.–Puedo manejarla en caso de que me ataque. Por favor... estoy seguro de que T'challa entenderá.
Okoye soltó un pesado suspiro, viendo en tu dirección afligida, antes de volver a dirigir la vista hacia el hombre ante ella.–Bien. Pero no puedes dejarla sola en ningún momento.
–Gracias.–Soltó el aire que estaba aguantando, ahora más aliviado.
Una vez que Okoye se fue, Bucky comenzó a acercarse lentamente hacia ti, cuidadoso de no asustarte y pensando en lo que diría.
Realmente te quería hacer reír. Ni una sola vez desde que habías vuelto, te había visto reír, ni si quiera una pequeña sonrisa. Y eso es lo que más extrañaba. Antes, una sonrisa siempre adornaba tu rostro, y ahora, nada.
–Hola muñeca.–Te saludó Bucky, haciéndote dar un pequeño salto, sacando el pequeño cuchillo que hiciste tú misma que llevabas escondido en la manga de tu suéter.–Lo siento, no quise asustarte.
Desviaste la mirada hacia atrás buscando a Okoye, pero no la encontraste en ningún lado.
–¿Dónde está Okoye? ¿Qué le hiciste?–Le preguntaste, apretando el cuchillo en tú mano.
–Tranquila, no le hice nada. Solo le pedí que nos dejara para así poder hablar contigo.–Te dijo sentándose a tu lado, a la vez sorprendido de que le hayas respondido. Desde que te había rescatado que no escuchaba tu voz.
–No tengo nada que hablar contigo. Quiero a Okoye.–Le dijiste guardando el cuchillo, y apegando tus piernas a tu pecho, para esconder tu rostro en ellas.
–Creí que tendrías hambre así que te traje una ciruela.–Te dijo suavemente cambiando de tema.–Solían ser tus favoritas, no sé si aún lo sean.
Al no obtener respuesta pasados unos segundos, volvió a intentar.–Okoye dijo que no habías comido, tal vez la ciruela te hará bien. Debes comer algo o te puedes sentir mal.
–He pasado días sin comer. Un par de horas no es nada.–Le dijiste aún con el rostro escondido.
–Ya no es necesario que pases días así, ahora puedes comer cuando lo desees.–Te dijo con una pequeña sonrisa, feliz de que al menos estaba entablando una conversación y no hacía un monólogo donde ni te molestabas en responderle o mirarle.
–No confío en ti.–Le respondiste, aún en la misma posición.
–Lo sé, pero de verdad me preocupa que no comas nada muñeca.
–¿Sí acepto la ciruela, vas a dejar de molestarme?–Le preguntaste molesta, levantando la vista y viendo totalmente seria en su dirección.
–Es lo unico que te pido.–Respondió extendiéndote la fruta.
Tomaste la ciruela, y comenzaste a jugar con ella, mientras se te hacía agua la boca y combatías las ganas que tenías de comerla.
–No está envenenada ni podrida, si es lo que te preguntas.–Te aseguró sabiendo perfectamente lo que pasaba por tu cabeza.
–Ya te dije que no confío en ti. Además, solo dije que la aceptaría, no que la comería.–Dijiste fríamente, sin dejar de ver a la fruta en tus manos.
–Sí, pero te mueres por hacerlo, y lo sabes.–Te dijo con una pequeña sonrisa algo arrogante.
Pasados unos segundos, comenzaste a comerla sin decir nada. La sonrisa sin borrarse del rostro del soldado, al ver que aún te conocía como la palma de su mano.
–¿Te gustó?–Preguntó una vez terminaste, extendiéndote una servilleta para que te limpiaras.
–Puede ser.
–Okoye mencionó que tuviste pesadillas anoche, ¿Quieres hablar de eso?–Te preguntó con voz dulce.
–Métete en tus asuntos, viejo.–Le dijiste, haciéndole reír ligeramente.
–¿Aún sigues llamándome así, pequeña sanguijuela?–Te preguntó divertido.
–No soy una sanguijuela.–Le respondiste seria, ocultando la sonrisa que quería formarse en tú rostro.
–Claro que lo eres. ¿O acaso ya olvidaste tu primer día en el jardín infantil?–Volvió a preguntarte, viendo que sus intentos para acercarse a ti sutilmente estaban dando resultado.
–Sí mi memoria no me falla, eras tu quien no me quería dejar ir, viejo pegajoso. No querías soltarme.–Le dijiste con la sonrisa ya evidente en tu rostro.
–¿¡Yo?!–Exclamó haciéndose el ofendido.–¡Eras tu quien estaba abrazada a mi cuello y no quería soltarme!
–Ya quisieras papá.–Le respondiste rodando los ojos con una sonrisa, sin darte cuenta del cómo le habías llamado.
–Lo que tú digas hija.–Te dijo, aguantándose las lágrimas de felicidad.
Bucky sabía que aún le faltaba mucho para volver a tener tu confianza, pero al menos ya había progresado en algo. Había logrado hacerte sonreír, y que le llamaras "papá" nuevamente. No importa que haya sido por accidente. Al menos ahora sabía que tenía la oportunidad de recuperarte, y ayudarte a superar todo lo que te había ocurrido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top