Prólogo: Bucky tiene una pesadilla y sin querer te lastima, por lo que ahora tienes miedo de que querrá irse para evitar que esto ocurra otra vez.

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Cuando Bucky volvió tener conciencia de lo que estaba haciendo, o más bien dicho después de que realmente despertó de la pesadilla, se encontró a él con su brazo de metal alrededor de tu cuello, sujetándote contra la pared.

Una gigantesca sensación de miedo le recorrió el cuerpo, e inmediatamente te soltó y te atrapó antes de que tú cuerpo se estrellara contra en suelo.

Comenzaste a toser mientras que intentabas recuperar el aire, pasando tu mano por tú cuello.

El corazón de Bucky latía con ferocidad, y te llevó hasta su cama para sentarte ahí y traerte un vaso de agua.

–Muñeca, yo—Te dio el vaso e intentó alejarse de ti, pero tomaste su mano izquierda para evitar que se siguiera apartando.

–¿Estás bien, papá?–Le preguntaste con voz ronca, pero con preocupación evidente en ella e ignorando el dolor en tu cuello. Dejaste el vaso en la mesita de noche, y te acercaste a él.

–N-no te acerques, T/N... no quiero volver a—Trató de hacerse hacia atrás por miedo a lastimarte, pero envolviste tus brazos alrededor de él, dejando que escondiera su rostro en tú cuello, dejándole llorar con libertad.

Al principio dudó sobre sí abrazarte o no, pero tu misma pusiste sus brazos alrededor tuyo, para luego acariciar su cabeza, dejando que llorara en tu hombro.

–Tranquilo papá... estoy bien, no me hiciste ningún daño...–Susurraste en su oído con voz suave, sabiendo los miles de pensamientos que pasaban por su cabeza en ese instante.

–P-perd-donam-me hij-j-a...–Sollozó abrazándote, pero con temor a apretarte con fuerza y volver a lastimarte.

–Okey... tranquilo... no estoy enojada...

–Y-yo n-no quer-ría las-tim-marte... per-d-dón...

Ambos se quedaron en la misma posición por un par de minutos, hasta que la respiración de Bucky volvió a la normalidad, aunque lágrimas seguían saliendo de sus ojos.

Tomaste sus manos y lo guiaste para sentarte en la cama junto a él.

–¿Te sientes mejor?–Le preguntaste aún preocupada por él.

Bucky levantó solo un poco la vista para ver tu cuello, que tenía marcada su mano ya en un tono morado.

–¿Qué fue lo que pasó...?

–Estabas teniendo una pesadilla... te escuché gritar desde mi habitación así que vine para tratar de despertarte...–Le explicaste acariciando su mano izquierda.–De verdad no tienes porqué sentirte culpable, papá. Te prometo que estoy bien...

–Aún así te lastimé... y eso es algo que nunca me voy a poder perdonar...–Te dijo con voz temblorosa, bajando la mirada.

Te acercaste a él y volviste a abrazarlo con fuerza, pequeñas lágrimas corriendo por tus mejillas.

–Solo te pido que por favor no me dejes, pá...–Susurraste en su oído, sorprendiéndolo al escucharte.–Por favor no te vayas... sé que tienes miedo de volver a hacer algo así... pero yo te necesito... y te prometo que voy a ayudarte...–Sollozaste sin querer dejarlo ir.

Bucky acarició tu cabeza, y te dejó un pequeño beso en ella, devolviéndote el abrazo y también llorando en silencio.

–Te lo prometo... no me voy a ir...–Te dijo con suavidad.