Prólogo: Bucky tiene una pesadilla, por lo que le ayudas a calmarse.

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Su misión era acabarte. El Soldado del Invierno se acercaba cada vez más a ti, mientras tú intentabas alejarte de él, arrastrándote por el suelo, debido a que no podías caminar por todos los golpes que resiviste de él.

Te tomó del tobillo, y te arrastró hacia él.–¡NO SUÉLTAME!

Trataste de zafarte de su agarre, lanzándole patadas y puñetazos, pero no le hacían ningún daño, y parecía no inmutarse por tus intentos de alejarte de él.

Te tomó del cuello con su brazo izquierdo, levántandote del suelo, cortando el paso para que el aire llegara a tus pulmones.

–Bu-cky... s-soy yo... p-por-r favor...–Trataste de hacerle entrar en razón, pero sus ojos no demostraban emoción alguna. Definitivamente ese no era el hombre que amabas, estaba perdido en su propia mente.

En el fondo sabía que lo que estaba haciendo no era correcto. Quería e intentaba soltarte y dejarte ir, pero le era imposible. No tenía control sobre su propio cuerpo, así que tuvo que limitarse a ver como asesinaba al amor de su vida sin poder hacer nada para evitarlo.

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Te despertaste al sentir que Bucky se movía en la cama, respirando agitado dentro de su sueño.

–¿James?–Susurraste aún algo dormida, pasando tú mano por tus ojos, antes de darte vuelta en su dirección y comenzar a sacudirlo.–Bucky despierta.–

Su respiración estaba muy agitada y un sudor frío le recorría el cuerpo. Estaba temblando y los ojos los tenía apretados con fuerza al igual que sus dientes.

–Muñeca no... perdóname... por favor...–Sollozó aún dormido, mientras lágrimas corrían por su rostro.

–¡James despierta!–Le gritaste mientras le sacudías con fuerza.

Bucky se sentó de golpe en la cama, su cuerpo temblando y un sudor frío recorriendole entero, mientras las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas.

–¿Bucky?–Le hablaste suavemente, posando tu mano en su hombro, haciendo que se sobresaltara levemente.–Hey, tranquilo, soy yo. Estás en casa.–

Poco a poco, comenzó a despertar completamente, viendo a su alrededor que se encontraba en la habitación que compartían en su departamento.

–Respira... solo fue una pesadilla.–Le dijiste con voz suave, tomando sus manos en las tuyas, tratando de calmarlo.

Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, sollozando desesperado. Te recostaste en la cama, dejándolo a él sobre ti, para poder jugar con su cabello y tranquilizarle.

–N-no quise... y-yo t-te...–Trató de formar una frase coherente entre sollozos, aferrándose a tú cuerpo, sintiendo que en cualquier momento desaparecerías. O que tal vez esto no fuese real, y despertaría en una cama completamente sola y fría.

Al escucharlo, pudiste deducir que en su pesadilla, probablemente te había dañado, e incluso asesinado. Por lo que simplemente te limitaste a abrazarlo y jugar con su cabello, dejándole pequeños besos en la cabeza.

–No fue real... fue solo una pesadilla. No me hiciste nada, te lo aseguro. Estoy aquí contigo, y no me voy a ir a ningún lado.–Le aseguraste susurrándole tiernamente, sobándole la espalda para tranquilizarlo.

–Te amo tanto, muñeca...–Susurró ya más calmado, dejando un largo beso en tú pecho, justo donde se encontraba tu corazón.

–Y yo a ti James. Nunca lo olvides, jamás te voy a dejar.–Le respondiste acariciando su cabeza, antes de que cayera en un profundo sueño.