Miedo de padre
Prólogo: Bucky tiene miedo de que sí se acerca a su hija, le va a hacer daño.
LizziexOscar_
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Desde que su pequeña bebé Denise había nacido, Bucky andaba al borde del colapso mental. Le daba muchísimo miedo acercarse a ella y lastimarla, que apenas estaba a un metro de distancia de ella o de ti cuando la tenías en tus brazos.
Las primeras tres semanas que ella llegó al departamento con ustedes fue así. Y creías que no podría ser posible ya que no era muy grande su hogar, pero de alguna forma, Bucky consiguió mantenerse alejado de ella a la perfección.
Intentaste de muchas maneras acercarlo y asegurarle de que ella estaría bien, pero aún así, Bucky tenía miedo. Así que preferiste dejarlo tranquilo para que cuando se sintiera listo, él mismo fuera acercándose poco a poco.
Era muy tarde por la noche. Todo el día habías estado pendiente de Denise, lo cual no te molestaba para nada, la amabas con todo tu corazón, pero hacerte cargo de ella tu sola era agotador. Bucky no había estado en todo el día, y aunque se hubiese quedado en casa, no habría sido de mucha ayuda tampoco.
Denise comenzó a llorar, pero al estar tan cansada, ni si quiera la escuchaste.
Bucky al tener el serum del super soldado, su audición estaba mejorada, lo cual le ayudaba mucho al tener una bebé en casa. Podía ir su respiración, sus pequeños quejidos e incluso cuando se movía en la cama. Por lo que escuchó sus llantos.
Se sentó en la cama y se volteó hacia ti, viendo que estabas profundamente dormida. Y sin pensarlo dos veces, se levantó y caminó lo más silencioso posible hasta la habitación de su pequeña hija.
Abrió la puerta y aún algo dudoso, se acercó a la pequeña cuna donde Denise estaba.
–Hey...–Le saludó en voz baja, acercando su temblorosa mano derecha con cuidado a ella.
Denise tomó su dedo índice en su pequeña mano, y lo apretó para no dejarlo ir.
Los ojos de la niña se encontraron con los de el soldado, y no fue hasta ese momento que se dio cuenta que eran iguales a los suyos.
Denise dejó de llorar, y extendió ambas manos hacia él.
–¿Q-quieres que te tome en brazos?–Preguntó como si ella le fuera a responder.
Debatió internamente por un par de minutos de si hacerlo o no, tenía miedo se dañarla. Pero aún así, lo hizo.
Casi que por instinto, la tomó con mucha delicadeza y la pegó a su pecho descubierto ya que no tenía playera puesta. Dejó su mano izquierda debajo de su trasero para sujetarla, y la otra en su espalda.
Su oído quedó a la altura de su corazón, y comenzó a moverse lentamente alrededor de la habitación, meciéndola para dormir.
No estaba sucia, y definitivamente no tenía hambre. No sabe cómo, ni cuándo, pero aprendió a diferenciar sus llantos, al igual que tú lo hacías. Éste era simplemente porque se había despertado en mitad de la noche y estaba sola.
–Shhh... tranquila, mini muñeca... todo está bien.–Susurró mientras acariciaba su espalda con delicadeza.–¿Sabes? Aún no me he presentado. Soy Bucky, tu papá...
Lamento mucho haber estado contigo antes. No es porque no te quiera, al contrario, tu y tú mamá lo son todo para mi. Las amo más que a nada en el mundo. Es solo que... s-solo estaba asustado, no quería lastimarte. Hacerte daño a ti, o a tu mamá es mi mayor miedo. Y yo sé que la lastimé, al igual que a ti al no acercarme como ahora. Pero te prometo, mini muñeca, que eso va a cambiar. Te prometo que voy a intentar ser el mejor padre que pueda.–Le dejó un beso en la cabeza, y la llevó de vuelta a su cuna al ver que ya se había dormido.
La arropó y pasó su dedo por la mejilla de Denise, para después levantarse y dirigirse fuera de la habitación. Pero al darse vuelta, te encontró parada en la entrada del cuarto, con una gran sonrisa y lágrimas en los ojos.
Bucky caminó hacia ti y salieron de la habitación, dejando la puerta junta, y se quedaron en el pasillo.
–Eres un maravilloso papá, James.–Le dijiste tomando su rostro con ambas manos.
–Perdóname, muñeca... de verdad, perdóname por—Le interrumpiste dejando un tierno beso en sus labios, mientras él ponía ambas manos en tus caderas.
–Está bien... lo entiendo. Sé lo difícil que es para ti, pero con esto ya puedes estar tranquilo de que nunca le vas a hacer nada.–Acacriciaste sus mejillas con ternura, dejando un pequeño beso en su nariz.
–No te imaginas cuánto las amo.–Te susurró con la misma gran sonrisa, para después abrazarte y tomarte en sus brazos, caminando de vuelta a su habitación.
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