La princesa y su guardia real (Realeza AU)
Prólogo: Bucky es asignado como tú guardia personal.
Word count: 1053
Cuando cumpliste la mayoría de edad, tus padres te asignaron un guardia solo para ti, que te acompañaría donde quiera que fueras. Ese "guardaespaldas real" era nada más ni nada menos que James Buchanan Barnes, el mejor amigo y mano derecha del Capitán de la guardia real.
Al principio era demasiado serio, y ni si quiera hablaba contigo. Solo lo justo y necesario, pero nada más. Y eso te aburría.
Pero con el pasar del tiempo, empezó a hablar, a entablar conversaciones contigo, incluso a reír contigo. Hasta el punto en el que se convirtió en tú mejor amigo y confidente.
(.....)
Durante cinco años, Bucky no fue nada más que eso. Tú mejor amigo, confidente, y por sobre todo tú guardia real quien debía mantenerte a salvo. Pero él quería más.
No podía negar que durante los cinco años que ha estado a tú cuidado, a caído perdidamente enamorado de ti. Por tu forma de hablar que le llenaba el corazón, de reír que era música para sus oídos, tu personalidad. Todo de ti le enamoraba, pero sabía que eso jamás iba a poder ser posible.
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Durante esos cinco años que has pasado con Bucky, no pudiste evitar enamorarte de esos bellos ojos azules que te hacían saber donde está tu hogar. De su risa, o su sonrisa que te hacía sentir esas mariposas en el estómago. O su personalidad, que nunca permitiría que nada ni nadie te haga daño, incluso sí él mismo tiene que salir herido para que eso no te ocurra a ti, y no solo porque ese sea su trabajo.
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Pero en el fondo de sus corazones, sabían que jamás podrían vivir su romance, así que preferían callar lo que sentían por el otro, aunque eso les partiera el alma y corazón. Sin importar cuanto anhelaban estar en los brazos del otro, disfrutando de su caricia y amor por el resto de sus vidas.
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–¿James cuándo vamos a llegar?–Le preguntaste asomando la cabeza desde el carruaje por la pequeña ventana que daba directo a la parte delantera, donde Bucky iba dirigiendo los caballos por el camino.
–Aún falta mucho, su majestad, no se estrese.–Te respondió riendo, volteando la cabeza por un segundo para verte, y luego seguir mirando hacia el camino.
–Okey, número uno.–Dijiste mientras te pasabas por la pequeña ventana hacia adelante, para sentarte junto a Bucky.
–¿Esos son mis pantalones?–Preguntó jugando a estar ofendido.–Usted sabe que estas no son formas de vestir para una princesa.
–¡Ay cállate James! Son mucho más cómodos que el vestido que mi madre me ha obligado a usar esta mañana. Todo para que un rey que lo único que quiere es desvestirme, me vea más apetitosa.–Dijiste molesta, cruzándote de brazos una vez que ya estabas sentada.
–Solo estoy jugando muñeca, no te enojes.–Te dijo riendo, mientras pasaba su brazo por tus hombros, y te dejaba un beso en la cabeza.
El pequeño gesto te hizo sentir las típicas mariposas en el estómago, y estabas casi segura que tus mejillas estaban teñidas de un ligero color rosado.
–Como sea.–Dijiste apartando su brazo.–Número uno, te he dicho millones de veces que no me digas "su majestad".–Gesguraste con los dedos para hacer comillas.–Y segundo. ¿Por qué no escapamos juntos, y en lugar de llevarme ante el rey Brock, que lo único que quiere hacer es... bueno... tener... ha-hacer... eso, conmigo, no nos vamos juntos por ahí?
Bucky soltó un suspiro molesto al oír las intenciones del rey Brock.–Muñeca, tú sabes que te quiero mucho, y créeme, haría todo porque no te casaras con él. Pero tus padres han hablado, y no podemos faltar a la palabra de nuestros reyes.
–¡Pero yo no me quiero casar! Al menos no con él. Todos saben que tiene miles de amantes, y que incluso tiene intimidad con sus propias doncellas del palacio.–Dijiste afligida.–Esa no es la vida que yo quiero.–Murmuraste la última parte, apoyando la espalda en el carruaje, y cruzándote de brazos mirando hacia el camino.
Al verte, Bucky detuvo el carruaje, para luego tomarte las manos y girar su cuerpo en dirección a ti.–Créeme cuando te digo muñeca, que esa tampoco es la vida que yo deseo para ti.
Te mereces el mundo entero. Eres la mujer más maravillosa que he tenido el privilegio de conocer, y no me gusta la idea de tener que llevarte ante un hombre que lo único que desea es desvestirte y llevarte a sus aposentos para hacerte... para... para hacerte suya.–Te dijo con el conflicto evidente en su voz.
–¿Y de qué me sirve todo eso sí no es suficiente para nadie?–Hablaste con voz temblorosa, y las lágrimas amenazando con salir.–Él rey Brock jamás va a verme de esa manera. Así que no importa lo que yo sienta o desee, para él siempre voy a ser un objeto que puede utilizar a su conveniencia.–
Bucky secó tus lágrimas con su mano, y se acercó para abrazarte fuertemente, dejando un pequeño y real beso en tú cabeza.
Le dolía verte así, aún más sabiendo que él podría tratarte de la forma en la que te mereces. Tal vez no podría darte una vida llena de lujos como la que tienes en el castillo, pero estaba seguro de que podría amarte de la forma en la que nunca jamás nadie podría hacerlo.
Se encargaría de demostrartelo todos los días de su vida, hasta que el frío abrazo de la muerte se lo impidiera.
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Tú por otro lado, deberías de contraer nupcias con un hombre que sólo te vería como un objeto, y que muy probablemente terminaría siéndote infiel con cualquier mujer que se le cruce por delante. Deseando en el fondo de tu corazón, a aquel soldado que fue asignado para velar por tu seguridad, sin importar el qué.
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Ahora Bucky tendría que llevarte hasta el infierno mismo, teniendo la posibilidad de escapar contigo y llevarte lejos al alcance de sus manos, pero también corriendo el riesgo de que lo encerraran en el calabozo por traición en caso de que lo encontraran. O aún peor, que lo decapitaran.
Pero haría eso y mucho más solo por ti. Ahora solo le quedaba decidir.
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