En los brazos de papá (Bucky x hija)

Prólogo: Hydra te secuestró y Bucky por fin logra encontrarte.

JuliethDanielaOlaveO
Word count: 794
Advertencia: ⚠️Pesadillas, menciones de violencia y abuso sexual. Por favor no leer si se sienten incómodas⚠️

Los últimos tres meses habían sido una completa montaña rusa de emociones para Bucky. Y no de las buenas. Hacía tres meses que no te veía porque Hydra te había secuestrado, y aún no podían localizarte.

Mientras tanto donde ellos te tenían, te golpeaban, torturaban, abusaban de ti, y te trataban muy mal. Aún así, tenías la esperanza de que tu papá te encontraría y te sacaría de ese infierno que estabas viviendo.

Cuando por fin obtuvieron tu ubicación, T'challa, Okoye, Ayo y Steve lo acompañaron a buscarte ya que los demás tenían misiones que no podían posponer, y los Wakandianos se habían ofrecido a buscarte ya que también eras muy importante para ellos.

Estaban a punto de matarte cuando Bucky entró junto con los demás y te sacaron de ahí. Mientras Bucky te tomaba en sus brazos y salía lo más rápido que podía de ahí con Okoye siguiéndole de cerca, los otros peleaban y les daban su merecido.

T'challa le dijo que te llevara a Wakanda para que los doctores de ahí pudieran revisarte y también que se quedaran ahí para tu recuperación.

Estuviste una semana entera en coma debido a los múltiples daños y heridas que habían en tu cuerpo, pero Bucky no te dejó en ningún momento. Se quedó a tu lado durante todos esos días, y para lo único que salía de tu habitación, era para ir al baño y ducharse  mientras T'challa se quedaba contigo.

Cuando abriste los ojos, Bucky sintió un alivio enorme y te abrazó como nunca antes lo había hecho. Llenó de besos tu rostro, haciéndote reír ligeramente. Lo cual le llenó el corazón y le hizo sentirse feliz.

Cuando ya te dieron el alta, ambos se fueron a quedar a la pequeña cabaña de Bucky un poco alejado de la ciudad, donde ambos podían estar tranquilos y él ayudarte con tus pesadillas que tenías y a recuperarte.

Una noche, cada uno estaba durmiendo en su habitación. Cuando un grito de desesperación mezclado con miedo le despertó.

Corrió lo más rápido que pudo hasta tu cuarto, casi que tropezandose en el camino. Y cuando llegó, te vio llorando en una esquina de la habitación con la cabeza agachada y las piernas apegadas al pecho, temblando de pies a cabeza.

–¿T/N estás bien?–Puso una mano en tú hombro.

Cuando sentiste el contacto con tu piel, diste un pequeño salto y trataste de alejarte de él, arrastrándote hacia atrás en el suelo.

–¡Por favor no me toques! ¡No me hagan daño se los pido por favor! ¡Ya déjenme! ¡Quiero irme de aquí!–Gritaste asustada, tomando tú cabeza con ambas manos sin dejar de llorar.

–Hey, hey, hey... muñeca tranquila. Soy yo, tu papá, Bucky... estás a salvo aquí en casa. Estamos en Wakanda, donde nadie podrá jamás encontrarte ni volver a lastimarte...–Te habló con suavidad, acercándose muy lentamente hacia a ti.

–¿P-papá...?–Preguntaste con voz temblorosa, levantando un poco la vista.

–Así es, hija. Soy yo.

Te levantaste y acercaste rápidamente a él para abrazarlo con fuerza, ambos sentados en el suelo mientras llorabas en su pecho y él trataba de calmarte.

–P-pen-nsé q-que es-stab-ba ahí de-e n-uev-vo...–Sollozaste desconsolada en sus brazos, mientras él te apretaba con fuerza, pero sin lastimarte. Mientras dejaba besos en tú cabeza para intentar tranquilizarte.

–Lo sé, muñeca... pero estás en casa, conmigo... estamos en Wakanda, nunca nadie va a poder encontrarte aquí, hija... ni T'challa, ni Okoye, ni Ayo, ni nadie va a dejar que te vuelvan a lastimar. Mucho menos yo... te voy a cuidar y jamás te voy a dejar sola... aquí estoy, ¿está bien?–Te habló con suavidad, meciéndote a la vez que tú respiración volvía a la normalidad, tu llanto cada vez disminuía y ya no temblabas tanto.

–G-gracias pap-pá...–Le susurraste, cerrando los ojos y dejándote llevar por el sueño, sabiendo que estarías segura en sus brazos.

–No tienes nada que agradecerme, hija. Siempre voy a estar aquí para ti... te amo.–Susurró dejándote un beso en la cabeza.

Una vez supo que ya estabas profundamente dormida, te tomó en sus brazos con muchísima delicadeza y cuidado, y te recostó en tu cama nuevamente, él posicionándose a tu lado.

Le abrazaste con fuerza aún dormida, y él envolvió sus brazos alrededor tuyo, dejando que las lágrimas que se había estado aguantando corrieran libremente por sus mejillas. Aún tratando de convencerse a sí mismo de que al fin estabas de vuelta en sus brazos en casa, y que estabas viva.

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