El error (Bucky x hija)

Prólogo: Bucky tiene una hija de diez años, y ésta le dice que la su cita saldrá mal. Pero no le hace caso.

Esta es una petición que me hicieron, espero te guste y lo disfruten. Cualquier cosa me escriben por privado.

Word count: 816
Advertencia: Descripciones de muerte. Suicidio.

–Papá, no la traigas. La cita no va a terminar bien.–Le dijiste desde la puerta del baño, donde Bucky estaba terminando de arreglarse para recibir a una chica en su casa.

–T/N, nada va a pasar, ¿Okey? Es solo una cita. Tu quédate en tu habitación, y ya luego nosotros jugaremos a algo, lo que tú quieras.–Te dijo, agachándose para quedar a tu altura, posando ambas de sus manos en tus brazos.

–Bien...–Le dijiste caminando hacia tu habitación.

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–¿Te molesta si uso el baño?–Le preguntó Cinthia, la cita de Bucky.

–Para nada, sube las escaleras. Al fondo y a la derecha.–Le respondió con una sonrisa, levantándose y caminando hacia la cocina para lavar las copas de vino.

Una vez subió las escaleras, se encontró contigo en el baño, mientras te lavabas las manos.

Al verte, sus ojos se iluminaron, y se acercó para darte un gran abrazo como si te conociera de toda su vida.

–Daisy, hija... te ves tan hermosa, pero algo despeinada.–Te dijo alejándose levemente, para dejar un beso en tú frente, y sentarse en el borde de la bañera, para comenzar a peinarte, dejando una pistola sobre el lavabo. Mientras tu no sabías qué hacer.

Pasados unos minutos, Bucky fue a ver si todo estaba bien en el segundo piso, y al llegar al baño, se encontró contigo llorando silenciosamente, mientras Cinthia te peinaba. Al ver el arma, un miedo tremendo le recorrió el cuerpo.

–Cinthia... ¿Qué estás haciendo con mi hija?–Le preguntó con voz temblorosa, tratando de sonar lo más calmado posible sin perder de vista el arma.

–¿Tú hija?–Susurró, levantando lentamente la vista hacia el soldado.–Ella. Es mi hija. Se llama Daisy. Después de todos estos años, tu eras quien la tenía lejos de mi.

Cinthia había escapado de un hospital psiquiátrico donde la tenían internada después de prácticamente haberse vuelto loca por haber perdido a su hija durante un paseo.

–No... ella es mi hija, se llama T/N...–Le dijo tratando de acercarse a ti, estirando su mano para tomar la tuya  mientras lágrimas corrían por tus ojos.

–¡ELLA ES MI HIJA!–Le gritó tomando el arma, y poniéndola en tu nuca.

–¡Papá!–Dijiste con voz temblorosa, tratando de correr a los brazos de Bucky. Pero Cinthia disparó el arma, matándote al instante.

–¡NOOO!–Gritó Bucky, atajando tu cuerpo antes de que impactara en el suelo.

–Nunca nadie más va a quitármela.–Susurró ella, posando el arma en su cabeza, lágrimas cayendo de sus ojos.

Segundos después, se escuchó otro disparo. Cinthia se suicidó, mientras Bucky lloraba sobre tu cuerpo sin vida acariciando tú cabeza y secando las lágrimas que habían aún en tus mejillas.

–Perdóname muñeca...–Susurró llorando desconsolado.–Debí escucharte... debí haberte escuchado cuando me dijiste que saldría mal... perdóname...

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Todos los Vengadore asistieron a tu funeral, mientras que Bucky solo observaba tu tumba, sin expresión alguna y la mirada perdida. Podía verse en sus ojos que estaba destrozado, y que su alma y corazón estaban hechos pedazos.

Después de ello, volvió a casa, y comenzó a beber, y a beber, y a beber. Desesperado porque el alcohol no le hacía efecto.

Se encerraba en tu habitación, con tus cosas, extrañándote cada día más que el anterior, y el vacío que sentía en su interior no podía llenarlo con nada.

Así que tomó la decisión de terminar con su dolor, y reunirse contigo donde quiera que estuvieras.

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Al despertar, estaba en una playa, vestido completamente de blanco, y ya no tenía su brazo de metal, si no que el suyo de carne y hueso. Su barba estaba mucho más corta al igual que su cabello.

–¿Papá?–Escuchó a sus espaldas, aquella voz que jamás olvidaría, y la que deseaba volver a escuchar desde la última vez que te vio.

Al darse la vuelta, las lágrimas ya corrían por sus mejillas, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro, al igual que en el tuyo.

–Muñeca...–Susurró feliz, comenzando a caminar en tu dirección.

–¡Papá!–Exclamaste emocionada, corriendo hasta a él, saltando en sus brazos y abrazándolo con todas tus fuerzas.–¡Te extrañé mucho! A veces te iba a visitar, pero no me escuchabas.–Le dijiste posando ambas de tus manos en sus mejillas.

–Ahora estamos juntos de nuevo, eso es lo que importa.–Te dijo poniendo su mano izquierda sobre la tuya, besándola tiernamente, antes de volver a abrazarte.–Perdóname hija, lo siento tanto. Si te hubiera escuchado esto no habría pasado.

–Está bien papá... todos cometemos errores alguna vez.–Le tranquilizaste, acariciando su cabeza tiernamente.

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