Día de tormenta
Prólogo: Bucky no se siente muy bien durante los días de tormenta, así que vas a visitarlo.
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Si había algo en el mundo que Bucky odiara más que a todo, aparte de Hydra, eran las tormentas eléctricas. Toda esa lluvia, relámpagos y truenos le traían malos recuerdos de su pasado, pesadillas plagaban sus sueños, y casi ni podía dormir. Sin contar todos los ataques de pánico que tenía en una misma noche.
Los días previos, ya habían avisado que habría una tormenta, así que Bucky juntó todas las cosas necesarias que sabía que usaría para así no tener que salir de su departamento.
Apenas comenzó a llover, se llevó una manta y una almohada a su closet, y se encerró ahí, con la esperanza de que no escucharía nada y podría mantenerse calmado. Pero no lo consiguió.
El viento era demasiado fuerte, lo cual hacía que la lluvia golpeara con ferocidad en las ventanas y paredes. Los truenos y relámpagos se escuchaban con fuerza, y al tener el serum, podía oírlos con más intensidad.
Su cuerpo temblaba, y un sudor frío le recorría de pies a cabeza. Trataba de taparse los oídos, pero eso no impedía que pudiera seguir escuchando los fuertes sonidos. Trataba de calmarse y hacer los ejercicios de respiración que le habías enseñado, pero simplemente no podía, y las lágrimas corrían por sus mejillas, sollozando con fuerza.
De pronto, el sonido de alguien llamando a la puerta captó su atención, y se quedó quieto por un par de segundos, reuniendo el valor para poder ir a abrir.
Se envolvió en la manta, y caminó con lentitud hacia la puerta de entrada, cuando un trueno le hizo dar un pequeño salto, así que corrió y al abrir la puerta, te vio completamente empapada y temblando.
–¿T-t/n? ¿Qué estás haciendo aquí?–Te preguntó con voz temblorosa y ronca de tanto llorar.
–¡S-sorp-presa!–Le dijiste con una pequeña sonrisa, temblando de frío.–S-sé que te d-dan mied-do las tormen-ntas... así que p-pensé en ven-nir a hacert-te compañía. ¿T-te molesta s-si entro?
–Lo siento, ven, pasa... estás empapada muñeca.–Te dijo dándose una cachetada interna por no haberse dado cuenta de que aún estabas en el pasillo.
Cerró la puerta, y fue al baño para traerte una toalla con la que pudieras secarte.
–No tenías que hacer esto, ¿sabes? No era necesario que salieras a mojarte solo para venir hasta aquí.–Te dijo con una tímida sonrisa, aún con los ojos rojos y secando tu cabello con otra toalla.
–Lo sé, pero aún así quería asegurarme de que estuvieras bien.–Le dijiste viéndole a los ojos, aún con la sonrisa intacta.
Bucky también te quedó viendo con una sonrisa, hasta que un gran trueno sonó, y le hizo soltar un pequeño grito y dar un salto al asustarse. Se sentó en el suelo y cubrió su cabeza con sus brazos, pegando sus piernas a su pecho.
–Hey, hey, hey... tranquilo... no pasa nada, no estás solo, ¿si? Ahora me tienes aquí.–Le susurraste con voz suave, arrodillándote a su lado para abrazarlo y besar su cabeza con ternura.
Bucky te abrazó de vuelta, y se quedaron así por un par de minutos, hasta que se dio cuenta lo fuerte que estabas temblando, a la vez que escuchaba el sonido que hacían tus dientes por el frío.
–Estás congelada, mejor ven.–Te dijo con la voz aún algo ronca, tomándote de la mano para guiarte al baño.–Date una ducha con agua caliente, mientras te traigo algo de mis ropas para que puedas usar.–Te dijo con una sonrisa, dejando un beso en tu mejilla, haciendo que te sonrojaras.
Pasados unos minutos, mientras aún seguías en la ducha, escuchaste la puerta del baño abrirse.
–Aquí te dejo la rop—¡MIERDA!–Bucky fue interrumpido por un trueno, dando un pequeño salto.
–Puedes quedarte aquí si quieres, no me molesta. Solo cúbrete los ojos.–Le dijiste con una sonrisa, asomando la cabeza por la cortina del baño, haciendo que el soldado se sonrojara ligeramente.
Sin decir nada, se sentó junto a puerta, mirando hacia abajo mientras jugaba nervioso con sus manos. Cuando sintió que el agua de la ducha dejó de correr, se dio vuelta hacia la puerta, dejando su espalda en tu dirección, para así darte privacidad y que pudieras vestirte.
–Aún no entiendo porqué viniste hasta acá en medio de una tormenta como ésta.–Te dijo con voz suave, pasados unos pocos minutos mientras te vestías.
–Porque me preocupo por ti, James. Sé lo mucho que te afectan los días así, por eso prefiero quedarme contigo porque también sé que las pesadillas no te dejan dormir.–Hablaste acercándote a él para arrodillarte a su lado, ya completamente vestida y ofreciéndole una dulce sonrisa, tomando su mano en la tuya.–Ahora ven.–
Le ayudaste a levantarse y lo guiaste hasta su habitación, donde abriste la cama y te recostaste ahí, atrayéndolo a ti para que se recostara encima tuyo, y pudiera apoyar su cabeza en tú pecho para escuchar los latidos de tu corazón, a la vez que acariciabas su espalda y jugabas con su cabello.
–Gracias muñeca...–Te susurró dejando un tierno beso en tu cuello, a la vez que te abrazaba con fuerza y dejaba que las silenciosas lágrimas cayeran con facilidad por sus mejillas.
Una gran sonrisa se dibujó en tu rostro, y besaste su frente con delicadeza.–No tienes porqué agradecerme, Buck. Siempre voy a estar aquí para ti.–
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