Corazón del Invierno
Prólogo: Fuiste enviada para traer a Bucky a Hydra nuevamente, pero las cosas no salieron como se habían planeado desde el principio.
Word count: 1561
Advertencia: Menciones de tortura, sangre, asesinato.
–¿De verdad creíste que ella podría enamorarse de alguien cómo tú?–Le preguntó Rumlow al Bucky, quien estaba sujeto a una silla con amarras de metal incorporadas en ésta. El soldado tenía la mirada perdida y el dolor en sus ojos era evidente.
El techo de la pequeña habitación era alto, y arriba, habían unos paneles de espejo, que por detrás ellos, estabas tú junto a Pierce.
Veías como lo golpeaban y torturaban, mientras que Bucky no se oponía ni resistía a los malos tratos. Si no que simplemente observaba a la nada frente a él, con el dolor y traición evidentes en su mirada. Esto te partía el corazón, pero era simplemente un trabajo más.
–Excelente trabajo, T/N.–Te dijo Pierce acercándose a ti donde estabas parada frente a la venta en la que podías ver como torturaban al hombre que ocupaba tus pensamientos día y noche, para entregarte un vaso de whisky.–Te felicito por lo que hiciste. Sin ti, no podríamos haberlo traído de vuelta.
–Solo hice mi trabajo, Señor.–Le dijiste viendo hacia el vaso, moviendo el contenido dentro de él.
–Aún así, tengo la leve sensación de que no te encuentras satisfecha. En anteriores ocasiones tú misma te has ofrecido para darle su castigo a tus misiones.–Habló tomando un sorbo de su bebida.
Levantaste la mirada y te encontraste con que Pierce ya te estaba observando. Y vio el conflicto en tus ojos.
No cabía duda de que eras la mejor asesina que Hydra jamás haya podido tener, a parte del Soldado del Invierno. Y Pierce te había criado él mismo, es por eso que él era a la única persona que no podías mentirle.
–¿Debes estar bromeando, verdad?–Te dijo con una pequeña sonrisa, haciendo que volvieras a bajar la vista.–¿De verdad te enamoraste de él? ¡¿La gran Corazón del Invierno se enamoró de una de sus misiones?!–Rió dejando el vaso en una mesa cercana.
Dos años atrás, te habían enviado a buscar a Bucky para traerlo de vuelta a Hydra y hacerle pagar por su traición. La misión era simple. Hacer que confiara en ti, seducirlo, enamorarlo, y luego entregárselo a Pierce. Al fin y al cabo, para eso fuiste entrenada. Seducir y matar.
Pero las cosas no salieron como las planeaste realmente. Terminaste enamorándote de él en el trascurso, y cuando decidiste decirle la verdad para que escapara, no importaba que te dejara a ti atrás, Rumlow y sus hombres llegaron para llevárselo. Y no pudiste hacer nada para evitarlo, o al menos no sin que sospecharan de ti. Por lo que simplemente los dejaste, sabiendo que no podrías vencerlos a todos. Pero verle sufrir, te estaba matando por dentro.
–¡Querida! ¡Él jamás va a amar a alguien como tú! ¡Mucho menos ahora que sabe quien realmente eres!–Te dijo posando ambas manos en tus brazos.–Mira, ¿por qué no te tomas unos días libres? Piensas en lo que quieres y—
Sus palabras fueron interrumpidas porque rompiste tu vaso en su frente, para luego darle una patada y hacer que el espejo se rompiera, haciéndole caer desde esa altura a una poca distancia de donde Bucky estaba.
–¡Ataquenla!–Ordenó Rumlow a los otros tres hombres que estaban en la sala junto a ellos al verte arriba, Bucky sin entender lo que estaba ocurriendo.
Sacaste tres cuchillos pequeños que siempre llevabas contigo de tu cinturón, y los lanzaste dándoles a los tres en el cuello, para luego sacar tu pistola y dispararles en la frente a cada uno.
Saltaste desde arriba y caíste a un metro de donde estaba Rumlow, Pierce aún inconsiente en el suelo y Bucky observando lo que estabas haciendo, con aún el trapo amarrado en la boca.
–¿Qué crees que estás haciendo? Somos tu familia.–Te dijo con los dientes apretados, con la mano cerca del estuche donde tenía su pistola amarrada a su muslo derecho.
–Ustedes nunca fueron mi familia.–Le dijiste con expresión seria.
–Así que la mujer sin sentimientos ni corazón, resultó ser que sí los tenía. Veo que tu nombre Corazón del Invierno no le hace honor a lo que eres.–Te dijo con una pequeña sonrisa, Bucky tratando de zafarse lo más silencioso que podía tras él.
–Sí tengo corazón, solo que le pertenece a él. No a ti, Brock.–Le dijiste sin dejar de verle a los ojos. La sonrisa se borró de su rostro, y justo cuando iba a sacar su pistola, Bucky soltó un pequeño grito al asustarse.
Fuiste más rápida y sacaste tu katana que tenías en la espalda, y le cortaste la mano, e hiciste dos cortes más. Uno en su cuello y el otro en su pecho, haciendo que cayera al suelo. Y marchándote un poco con sangre.
–Que asco.–Dijiste con disgusto, sacando un pequeño trapo de tu bolsillo para limpiar tu rostro, y luego tirarlo al suelo, guardando tu katana de vuelta en su lugar.
Te acercaste a Bucky para arrodillarte ante él, y sacaste el trapo de su boca, posando una de tus manos en su mejilla y la otra en su pierna.
–Voy a sacarte de aquí cariño, ¿si?–Le hablaste con suavidad, dejando un beso en su frente para luego comenzar a quitar las amarras de metal.
Liberaste uno de sus brazos, así que comenzaste a soltar el otro.
–¿Por qué hiciste eso?–Te preguntó con voz ronca, viéndote a los ojos.–¿Por qué te acercaste a mi para traerme aquí y después liberarme?–
Te detuviste para poder verle, dejando tu mano sobre la de él para acariciarla, y la otra en su pierna.
–James yo te iba a decir todo, sin importar que quisieras dejarme e irte lejos para no verme nunca más. Eso ya lo había aceptado, pero cuando te lo iba a contar, Rumlow y sus hombres llegaron y no tuve oportunidad de hacerlo. No sabes cuánto lamento que te hayan lastimado, si hubiese podido ser yo quien estuviera sentada es ésta silla, créeme que estaría bien con eso, mientras tú estés bien.
–¿Algo de lo que alguna vez dijiste fue real?–Te preguntó con las lágrimas amenazando por salir.
Justo cuando ibas a responder, te llegó un disparo en el hombro izquierdo, haciéndote caer hacia atrás. Bucky intentó llegar a ti, pero aún estaba amarrado a la silla.
Pierce caminó hacia ti, su rostro cubierto de sangre y cojeando levemente, apuntándote con el arma.
–Hiciste todo este esfuerzo por un hombre que cuando todo acabe, te va a dejar o probablemente asesinar.–Te dijo aún con la pistola en dirección hacia ti.
–Sí eso es lo que él quiere, pues entonces por mi está bien. Al menos estaré tranquila de que no murió a manos tuyas.–Le dijiste con los dientes apretados, tratando de ignorar el dolor en tu hombro.
–Mmm... bueno. Linda forma de morir, lástima que no se va a poder y ambos van a terminar muriendo a manos mías.–Te dijo con una pequeña sonrisa, mientras Bucky silenciosamente estiraba la mano hacia la mesa junto a la silla en la que estaba, para tomar una tijeras que habían allí.–¿Tus últimas palabras, hija mía?
Bucky se estiró y le enterró las tijeras por la parte de atrás en el hombro, haciendo que soltara la pistola.
En un rápido movimiento pateaste su rodilla, haciendo que se rompiera y gritara de dolor y cayera al suelo. Te acercaste por atrás y rodeaste su cuello con un brazo, el otro manteniéndolo en su cabeza, poco a poco cortando el paso del aire a sus pulmones.
–Nunca fuiste mi padre. Nunca fuiste mi familia. Me entrenaste para ser una máquina de matar, ¿qué se siente saber que tu más grande logro es también la causante de tu muerte?–Susurraste en su oído.
–T/N... no lo hagas... no seas lo que él dice que eres.–Te dijo Bucky tratando de convencerte.
–Des-p-pués de es-to t-te van a e-ncerrar de tod-das maneras...–Te dijo Pierce entre fuertes respiraciones.
–Esto es lo único que conozco.–Dijiste, para luego romperle el cuello y dejarlo caer al suelo sin vida.
Volviste a levantarte y te acercaste a Bucky para liberarlo por completo, y una vez fue libre de las amarras, retrocediste un par de pasos, haciendo presión con tu mano en tú hombro donde la bala te impactó.
–Ya eres libre, James...–Le dijiste con una pequeña sonrisa, las lágrimas cayendo silenciosas por tus mejillas.–Eres libre de irte... o matarme si eso es lo que quieres. Nadie te lo va a impedir, somos solo nosotros dos ahora. No hay nadie más en este lugar.–Hablaste con la pequeña dolorosa sonrisa intacta en el rostro, bajando la mirada.
–Por más que intente odiarte, muñeca... simplemente no puedo...–Suspiró llorando en silencio, haciéndote levantar la vista.
Lentamente se acercó a ti y posó ambas manos en tu rostro, para luego acercarse y besarte con ternura, mientras comenzabas a llorar más fuerte.
Se alejó un par de centímetros para verte a los ojos con una sonrisa pasando un mechón de cabello tras tu oreja, para luego abrazarte con fuerza. Ambos llorando en los brazos del otro.
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