B
Hubo una vez en la que se le quedó mirando. Su mirada estaba repleta de escarcha imaginaria y espolvoreada con amor.
Pero su amor no era cómplice de su consciente por eso nunca supo describirlo.
La primera vez que sucedió aquello se infló una burbujita pequeña, del tamaño de un dedal; rojita de vergüenza y poco luminiscente.
A los diez segundos reventó, no le dio tiempo de tocarlo pero jamás le dijo nada a nadie.
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