❧Ayato Sakamaki
✎Ruta: Dark Fate (Brute ending)

❝Porque incluso el esfuerzo es en vano, y los finales felices no son para todos❞

❝Ayato-kun❞

Que tan momentáneo puede ser el tiempo, tan eterno que sólo dura como vela en el aire frío.

Reposo entre nuestra inmensa cama, donde sólo existe una diminuta existencia y un alma que se va entre lo vacío de la infinita soledad.

Entre aquella mansión que llamamos “hogar”, hablamos de nuestro embriagante amor y la ternura que yace sobre cada corazón, y entonces, tus orbes miran con devoción los míos y me preguntó... ¿Por qué será de oro y no piedras de esmeralda?

Me encuentras presurosa por encontrar la respuesta, y tú solo calmas mi alivio con uno de los tantos besos que marcas en mi pálida piel. Tan febriles, que queman cada recuerdo de una ilusión.

Siento en el aire tu respirar, tu manera tan egocéntrica de amar, tu orgullo corriendo cada fibra de tu ser marchito, y cuando tu presente estás, todo aquello se vuelve cenizas en el frívolo tacto de tus manos. Lloró ante todo lo que juramos, estás tan cerca, pero realmente muy lejos de mí.

Dime, amado mío, ¿donde queda esa  cabellera rubí?, como reloj de arena cada punta de ti se vuelve platinada, como si fueras un producto de mi enferma imaginación.

Pero no es cierto, ¿verdad?, tú eres aquel hombre de todos los días de mi vida.

Déjame creer que estoy en lo correcto.

❝Te amo❞

Que melancólico suena eso cuando tus pálidos labios lo dicen, pareciera que no eres tú quien lo siente. Que catastrófico es existir así.

Paseando por la penumbra y oscuridad me encuentro, presiento que es el único lugar donde te encuentro, pisada por pisada, y aún así sigo sin saber tu paradero; oh dulce pena, llévame de una vez.

Miro lo que soy y pude ser, ¿que tan inevitable es que un corazón roto no lloré?, todo se distorsiona en un instante y finalmente puedo observar con claridad que lo que siento por ti, lo estaba sintiendo por alguien que te arrebato el último suspiro de tu ronco pecho.

Pecado de ira, te pido en rodillas que me dejes sentirte una sola vez, consagrame ese sentimiento tuyo y recorre toda mi destrozada alma.

Por favor.

Escucho ecos por toda la casa, me está buscando con desesperación, tiene temor a que mi silencio sea señal de horror, a que yo deje de pertenecerle y deje de amarle.

Pobre tonto.

Veo hacia arriba de mí, y pido clemencia a mi creador por mis pecados, no existe un punto de retorno para estos momentos, el perdón de un insensato demonio no evitará mi odio que aguardo muy dentro de mí. Y entonces, todo aquel deseo lascivo e inmoral que alguna vez entrelazamos por creer que yo te estaba adorando, se deshace en aquel frío tacto de un filo incrustado en lo que yo puedo dar de vida. Dulce carmín que corre como río, extiendete más y acaba mi agonía.

—¡NOOOO!

Justo a tiempo, mi querido impostor.

El ruido se hace presente como un invitado inoportuno, por fin la alcoba tiene sonido y deja de estar tan callada como antes. Que hermoso canto escuchar su voz a punto de quebrarse, tan a dolorida, como si le hubieran arrebatado lo que más ama.

Tal y como hizo conmigo.

Alzó mi mano bañada en rojo y acarició "tu mejilla" con ternura piadosa. Contemplo con final esa mirada; triste y llorosa, es como observarme a mí misma pero transformada en tu presencia.

—Por favor, quedate conmigo... No te vayas— exclamaste deprimido.

Suavemente se desliza mi caricia y con ella se desconecta lentamente mi existencia, la flor que llevó dentro de mi se había marchitado en mi despidada y amarga venganza; que infortunio haber sido tan cruel con algo que al fin de cuentas era mío, se rompen las cadenas que mantenían  presa la razón, las mismas que confundí con cintas blancas, se quiebra la locura que no me dejaba ver más allá de un corrupto amor, se desvanecen las ilusiones que me apresaban de mi realidad, y se cierran mis ojos como muestra de que me abrazo la muerte.

Oh, mi querido Ayato, no puedo llamar a esto un paraíso si no están tus ojos esmeralda.