Capítulo 17
Narra Santiago
Despertar la mañana siguiente fue un desafío. Mi cabeza parecía estar dividida entre un martillo golpeándome y un tambor resonando, todo al mismo tiempo. La noche anterior con los hermanos y primos de Esther había sido intensa, por decir lo menos. A pesar de las pruebas, las bromas pesadas y los litros de alcohol, parecía que finalmente me habían aceptado.
La confirmación llegó esa misma mañana, cuando Luther, en nombre de todos, me dio un mensaje claro:
—Anoche fuiste sometido al "ritual de iniciación", y aunque no fue nuestra mejor idea, lo pasaste. Eres oficialmente uno de nosotros.
Spencer y algunos de los otros hermanos me invitaron a la boda de Zabdiel, quien, aunque no había estado presente la noche anterior, ya sabía de mí gracias a las conversaciones familiares. Era evidente que todos en la familia estaban al tanto de nuestra relación, incluso los que aún no me conocían, como Shane y el propio Zabdiel. Sin embargo, un trato era un trato, y los primos y hermanos acordaron que no habría más "interrogatorios" ni pruebas absurdas.
En los días que siguieron, todo fue más tranquilo. A través de Esther, conocí a Jazlynn, una de sus primas más cercanas. Jazlynn tenía una energía contagiosa, y desde el primer momento nos llevamos muy bien.
—Me encanta cómo miras a Esther —me dijo durante una cena familiar. Su sinceridad era desarmante—. Ustedes dos son adorables juntos, ¿lo sabías?
Sonreí, agradecido por su apoyo. Era reconfortante sentir que no todos en la familia estaban empeñados en ponerme a prueba.
Sin embargo, unos días antes de la boda, algo inesperado cambió nuestros planes. Recibí una llamada de una fuente que había estado ayudándome a rastrear mi pasado. Había surgido una nueva pista en España.
Cuando le conté a Esther, vi cómo su rostro se oscurecía con preocupación.
—¿España? —preguntó, con una mezcla de miedo y desconcierto en su voz—. ¿Tienes que ir?
—Es una oportunidad importante, Esther. Podría ser la pieza que falta en todo este rompecabezas.
Su silencio lo decía todo. Aunque trataba de mantenerse fuerte, sabía que tenía dudas. Finalmente, habló.
—Quiero ir contigo. No puedo quedarme aquí mientras tú buscas respuestas.
La tomé de las manos, intentando transmitirle calma.
—Lo sé, pero esta es la boda de tu primo. Es importante para ti y para tu familia. Además, no estaré solo. El detective tiene contactos allí que me ayudarán.
—¿Y si algo pasa? —preguntó, su voz quebrándose un poco—. ¿Y si encuentras algo que te haga querer dejar todo atrás?
Sentí un nudo en el pecho al escuchar eso. Sabía que una parte de ella siempre tenía miedo de que mis recuerdos volvieran y con ellos, el deseo de una vida diferente.
—Esther, pase lo que pase, siempre voy a volver a ti. Tú eres mi hogar, mi presente y mi futuro.
Ella asintió lentamente, aunque sus ojos aún estaban llenos de dudas.
—Prométeme que si algo se complica, me lo dirás de inmediato.
—Te lo prometo.
La despedida fue más difícil de lo que imaginé. Ver sus ojos llenos de incertidumbre mientras me alejaba del aeropuerto fue como cargar con un peso extra en el pecho. Pero sabía que tenía que hacer esto. Necesitaba respuestas, no solo para mí, sino también para nuestro futuro juntos.
Mientras subía al avión, con el corazón dividido entre la emoción y el miedo, no podía dejar de pensar en ella. Sabía que España podría traerme más preguntas que respuestas, pero también sabía que sin importar lo que encontrara, mi promesa a Esther era lo único inquebrantable. Volvería a ella, siempre.
Narra Esther
El día de la boda de Zabdiel y Chiara llegó con un aire de emoción y calidez familiar. La casa de mis tíos había sido transformada en un lugar mágico, digno de una celebración tan especial. El jardín estaba decorado con un camino de pétalos de rosas blancas y amarillas que conducía al altar, colocado bajo la imponente copa de un árbol centenario. Sobre él, un arco floral decorado con delicadas guías de luces parecía unir el cielo con la tierra, creando un ambiente íntimo y encantador.
Chiara lucía deslumbrante. Su vestido estilo sirena abrazaba sus curvas de manera elegante, con un escote ilusión y mangas transparentes adornadas con encajes que añadían un toque romántico. La cola, discreta, pero con detalles exquisitos al final, completaba el look con perfección. Una obra personificada por Azul, la esposa de mi primo Shane. Todos los ojos estaban sobre ella mientras caminaba por el sendero de pétalos, y el rostro de Zabdiel reflejaba pura adoración.
La ceremonia fue sencilla, pero hermosa, justo como ellos querían. Sus votos fueron sinceros y llenos de amor, arrancando suspiros y aplausos de todos los presentes. Cuando llegó el momento de felicitar a los novios, me acerqué a Zabdiel con una sonrisa amplia.
—¡Felicidades, primo! Chiara es maravillosa, y estoy tan feliz por ustedes dos. —Le di un abrazo cálido antes de girarme hacia ella—. Bienvenida oficialmente a la familia, Chiara. Aunque creo que siempre lo has sido.
Chiara me devolvió la sonrisa, sus mejillas sonrojadas por la emoción.
—Gracias, Esther. Es un honor formar parte de algo tan especial como esta familia.
Después de las fotos y algunos brindis, sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo. Me alejé del bullicio, buscando un lugar tranquilo cerca de una pérgola cubierta de flores. Al contestar, escuchar la voz de Santiago fue como un bálsamo para mi corazón.
—Hola, Cariño —dije, apoyándome en una de las columnas.
—Hola, cielo. —Su voz era cálida, pero había un dejo de cansancio—. ¿Cómo va la boda?
Le conté sobre la decoración, el vestido de Chiara y lo felices que se veían Zabdiel y ella. Podía imaginar su sonrisa al otro lado de la línea.
—Suena increíble. Estoy seguro de que estás disfrutando cada momento.
—Lo estoy, pero me gustaría que estuvieras aquí.
Él suspiró.
—Lo sé. Y créeme, yo también quisiera estar allí contigo.
—¿Cómo va todo por España? —pregunté, tratando de mantener la voz tranquila.
—La pista fue un callejón sin salida —respondió, con cierta frustración—. Pero quiero cerciorarme de algo antes de regresar. No quiero dejar cabos sueltos.
Asentí, aunque sabía que no podía verme.
—Haz lo que tengas que hacer, pero vuelve pronto, ¿sí?
—Lo prometo —dijo, y su tono fue tan firme que no pude evitar creerle.
Mientras hablaba con Santiago, sentí cómo mi corazón se relajaba. Su voz siempre tenía ese efecto en mí, un bálsamo que lograba calmar incluso los días más tensos. Después de ponernos al día sobre la boda, nuestra conversación giró hacia anécdotas y recuerdos familiares.
—¿Sabías que Bryson y Luther, mi primo y hermano, fueron asignados como guardaespaldas de una actriz famosa de España que está actualmente en Atlanta? —le conté, sonriendo al recordar la historia.
—¿En serio? No me lo habías mencionado. ¿Cómo sucedió eso?
—Fue un favor personal de su jefe. Además, de que es la hermana de Azul, esposa de mi primo Shane. Resulta que Mar, una actriz española muy conocida, recibió amenazas mientras grababa una película en una locación remota. Necesitaban a alguien confiable, y Bryson y Luther eran perfectos para el trabajo.
Santiago rió, intrigado.
—Déjame adivinar, ¿tu hermano y tu primo se tomaron el trabajo como si fuera una misión de película de acción?
—Exacto. —No pude evitar reírme también—. Luther insistió en que su trabajo era protegerla a toda costa, pero Mar era más independiente de lo que ellos esperaban. Según Bryson, se escapaba constantemente de su equipo de seguridad para ir a comprar churros o pasear por los mercados locales. no tienen el menor sentido de preservación de su propia vida.
—Suena como alguien difícil de controlar —comentó Santiago, divertido.
—Lo es, pero también tiene un encanto único según Luther, aunque debo confesar que ella no me cae bien, se ve alguien frívola y sin sentimientos. Luther dice que Mar le llama a Bryson "su sombra inseparable" y siempre le ofrece una taza de café cuando se cruzaban en el set. Que podías sentir las chispas entre ellos dos. Aunque Luther bromea diciendo que nunca volvería a trabajar con una celebridad porque tiene "poca paciencia para divas", al igual que Bryson.
Santiago soltó una carcajada.
—Eso suena como algo que diría tu hermano.
—Sí —Mi tono se suavizó al decirlo—. Te encantará saber que, aunque a veces sean un poco intensos, son increíbles.
—Ya lo creo. Si son como tú, estoy seguro de que lo son.
Hubo un momento de silencio en la llamada, pero no fue incómodo. Era uno de esos silencios en los que ambos sabíamos lo que sentíamos sin necesidad de decirlo.
Finalmente, Santiago habló.
—Gracias por compartir esa historia conmigo. Me encanta escuchar más sobre tu familia.
—Siempre quiero que conozcas más sobre ellos, pero también quiero que sepan lo increíble que eres tú.
—Ya lo saben, Esther. Estoy seguro de que poco a poco se darán cuenta de que estoy aquí para quedarme, pase lo que pase.
—Eso espero, Santiago. De verdad lo espero.
Colgamos poco después, y mientras guardaba mi teléfono, no podía evitar sentirme agradecida. Aunque la distancia entre nosotros era difícil, estas conversaciones mantenían mi corazón conectado al suyo.
Esa noche, bajo las luces del jardín y con el sonido de la música y las risas de fondo, me prometí una cosa: seguir creyendo en nosotros, incluso cuando las dudas o los miedos quisieran entrometerse. Santiago y yo éramos un equipo, y eso era lo único que importaba.
Volví al grupo, tratando de concentrarme en la boda y disfrutar del momento. Mirar a Zabdiel y Chiara me dio una sensación de esperanza. Su amor era fuerte y verdadero, y aunque mi situación con Santiago era diferente, sabía que también teníamos algo especial.
Al final de la noche, mientras las luces del jardín brillaban suavemente y las risas llenaban el aire, miré al cielo y susurré una pequeña oración: Que él vuelva pronto, y que, pase lo que pase, podamos enfrentar juntos lo que venga.
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