Capítulo 16
Narra Santiago
Sabía que la cena iba a ser un reto, un escenario en el que estaría frente a los hermanos y primos de Esther, todos decididos a analizar cada palabra y gesto mío. No me molestaba; entendía que querían protegerla. Pero lo que no esperaba era la insistencia de Esther en acompañarme.
—No vas a ir solo —dijo, con ese tono firme que no dejaba lugar a discusiones.
—No quiero que esto sea más incómodo para ti —respondí, tratando de suavizar la situación.
—Si tú vas, yo voy —insistió, cruzando los brazos.
Acepté. Al final, no tenía sentido discutir. Además, saber que ella estaría a mi lado me daba cierta tranquilidad. Pero algo en el aire me decía que las cosas no iban a ser tan simples.
Estaba trabajando desde el departamento cuando mi teléfono sonó. Era el conserje del edificio.
—Señor Santiago, hay un pedido para usted en la recepción. Necesita bajar a firmarlo.
Fruncí el ceño. No había pedido nada. Además, normalmente los paquetes se entregaban directamente en la puerta del departamento.
—¿No pueden subirlo? —pregunté, extrañado.
—Lo siento, señor, pero dijeron que es algo que necesita su firma personalmente.
Algo no encajaba, pero decidí bajar de todos modos. Dejé mi computadora en el escritorio, me puse los zapatos y tomé el ascensor hasta la planta baja.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo primero que vi fue un grupo de hombres en la recepción. Eran once en total, y reconocí de inmediato a los hermanos de Esther: Spencer, Adler, Luther, Casper, Enger y Chester. Pero también había otros cinco hombres, claramente los primos de Esther, que aún no conocía.
Antes de que pudiera preguntar qué estaba pasando, Spencer dio un paso al frente, con una sonrisa que no sabía si era amistosa o amenazante.
—Santiago, hemos venido por ti.
Parpadeé, desconcertado.
—¿Qué?
Adler cruzó los brazos, apoyándose contra una pared.
—Es sencillo. Esther no va a interponerse en nuestros planes. Así que vinimos a buscarte.
—¿Buscarme? —pregunté, dando un paso hacia atrás.
—La cena —intervino Luther, como si fuera obvio—. ¿Recuerdas?
—Sí, pero Esther dijo que vendría conmigo —respondí, tratando de mantener la calma.
Casper sonrió con algo de diversión.
—Eso no va a pasar. Esto es entre hombres.
—¿Entre hombres? —repetí, confundido y algo molesto—. Pero ella dijo que...
Spencer levantó una mano para detenerme.
—Mira, no queremos ser groseros, pero esta es nuestra forma de hacer las cosas. Esther es importante para nosotros, y necesitamos asegurarnos de que estás a la altura.
Miré alrededor, intentando evaluar la situación. Estaba rodeado, y claramente no iban a aceptar un "no" como respuesta.
—¿Y si no quiero ir? —pregunté, cruzándome de brazos.
Enger, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso al frente.
—No es una invitación.
Suspiré, sintiendo que no tenía opción. No quería causar problemas con Esther ni con su familia, pero esto se estaba saliendo de control.
—¿Y qué pasa si Esther se da cuenta de que me llevaron? —pregunté, buscando alguna salida.
Chester se encogió de hombros.
—Ya nos encargaremos de eso. Tenemos nuestros métodos.
No sabía si reírme o preocuparme. Esto parecía una película de acción más que un encuentro familiar. Finalmente, decidí rendirme.
—Está bien. Vamos.
Los once hombres sonrieron, satisfechos, y comenzaron a salir del edificio como si hubieran ganado una batalla. Mientras caminaba con ellos hacia la salida, no podía evitar preguntarme cómo iba a reaccionar Esther cuando descubriera que me habían llevado sin su consentimiento.
Algo me decía que esta noche sería mucho más larga de lo que había anticipado.
Llegar al lugar fue toda una experiencia. Los once hombres me llevaron directo a una discoteca que, según me dijeron, pertenecía a Spencer y uno de los primos, Zabdiel, quien no estaba presente porque estaba ultimando detalles para su boda con los padres de su novia. A pesar de lo incómoda que era la situación, no pude evitar admirar el lugar. Era un espacio moderno, lleno de luces brillantes y música que hacía vibrar las paredes.
—Bienvenido a nuestro pequeño reino —dijo Spencer, con una sonrisa de orgullo mientras me guiaba hacia una mesa reservada en una esquina.
—Pequeño, claro —respondí, observando el ambiente lleno de energía.
Mientras nos acomodábamos, comenzaron a presentarse uno a uno.
—Yo soy Charlie, el mayor de los primos —dijo un hombre de porte serio, pero con una sonrisa amable—. No suelo involucrarme mucho en esto, pero Esther es especial, así que aquí estoy.
Luego intervino Luther, señalando con un gesto hacia el grupo.
—Zabdiel es el siguiente después de Charlie, pero está ocupado con su boda, así que hoy no pudo venir.
Otro hombre levantó la mano, con una sonrisa que lo hacía parecer inofensivo.
—Soy James, el gemelo de Shane. Aunque Shane tampoco pudo estar aquí porque sus gemelos están enfermos y se quedó ayudando a su esposa.
—¿Gemelos? —pregunté, sorprendido. En esta familia abundaban, ya que Luther y Casper también son gemelos, aunque no se parecen tanto.
—Sí, ambos tienen gemelos. Es un caos hermoso —respondió Charlie, riendo.
Después de eso, Bryson, otro primo, habló con un tono tranquilo.
—Soy Bryson, policía. Al igual que algunos de los demás, estoy aquí porque quiero asegurarme de que Esther esté bien cuidada.
Finalmente, Brandon y Jordán, los más joviales del grupo, se inclinaron hacia mí, con sonrisas traviesas.
—Somos Brandon y Jordán. Piensa en nosotros como los encargados de poner las pruebas más... interesantes —dijo Jordán, riendo.
"Interesantes" era un eufemismo, porque no pasó mucho tiempo antes de que me dieran la bienvenida con algo más que palabras.
Primero, trajeron unas copas, insistiendo en que tenía que beber. Intenté rechazar el alcohol, pero era como intentar razonar con una tormenta.
—Solo un trago. Es parte de la tradición —dijo Spencer, ofreciéndome un vaso.
Un trago se convirtió en varios, y aunque al principio intenté mantenerme sobrio, era imposible seguirles el ritmo. Luego vino la siguiente "prueba".
Brandon y Jordán desaparecieron por un momento y regresaron con dos mujeres que claramente habían sido invitadas a unirse. Ambas eran atractivas y no dudaron en coquetear conmigo de manera descarada.
—¿Así que tú eres el novio de Esther? —dijo una de ellas, apoyándose demasiado cerca para mi gusto.
Respiré hondo, tratando de mantener la compostura.
—Sí, así es —respondí, con una sonrisa educada, pero dando un paso atrás.
—¿Y estás seguro de que ella es suficiente para ti? —preguntó la otra, con un tono provocador.
—Absolutamente —dije, sin dudar.
Desde la mesa, Brandon y Jordán observaban con miradas traviesas, claramente esperando que cayera en su trampa. Pero no lo hice. Rechacé cortésmente a las mujeres y me alejé, sintiendo que había pasado al menos una prueba.
—Buen trabajo —dijo Charlie, con una sonrisa de aprobación.
Sin embargo, la noche no terminó ahí. Siguieron los tragos, y aunque traté de moderarme, pronto comencé a sentir los efectos del alcohol. Mi visión se nublaba, y mi cabeza empezaba a dar vueltas.
Justo cuando pensaba que las cosas no podían complicarse más, mi teléfono comenzó a sonar. Apenas pude ver la pantalla, pero reconocí el nombre de Esther. Antes de que pudiera contestar, Jordán tomó el teléfono de mis manos.
—¡Hola, prima! —dijo, con una voz demasiado entusiasta.
—¡Jordán! ¿Qué haces con el teléfono de Santiago? ¿Dónde están? —preguntó Esther, claramente molesta.
Jordán se rió, ignorando el tono de advertencia en su voz.
—Estamos en la discoteca de Spencer. No te preocupes, lo estamos cuidando bien.
—¿"Cuidando"? ¡Pásame a Santiago ahora mismo!
—Lo siento, Esther, pero está un poco ocupado con nosotros. Ya sabes, asuntos de hombres.
Podía escuchar a Esther gritar algo más, pero Jordán terminó la llamada antes de que pudiera responder. Me miró, riendo.
—Creo que está un poco molesta.
Suspiré, sabiendo que estaba metido en un gran problema. Si algo había aprendido de Esther, era que no iba a dejar esto así. Y algo me decía que esta noche no iba a terminar bien para ninguno de nosotros.
Narra Esther
Entrar a la discoteca fue una mezcla de emociones. Por un lado, estaba furiosa con mis hermanos y primos; por otro, el miedo me estaba destrozando por dentro. Había pasado horas pensando en lo peor: que Santiago pudiera haber perdido la memoria de nuevo, que no recordara quién era yo, que se hubiera ido sin dejar rastro. El simple pensamiento me aterrorizaba.
Cuando llegué, las luces, la música y el bullicio casi me hicieron retroceder, pero vi a Jordán cerca de la entrada, riéndose como si nada. Me acerqué con pasos firmes, mi enojo creciendo con cada paso.
—¡Jordán! —grité, haciendo que se girara de inmediato.
—¡Esther! —exclamó, visiblemente sorprendido.
—¿Dónde está Santiago? ¿Qué demonios están haciendo aquí?
Jordán no tuvo tiempo de responder porque los demás comenzaron a acercarse, claramente conscientes de que estaban en problemas. Spencer fue el primero en hablar, levantando las manos en un gesto de paz.
—Calma, Esther. Todo está bien.
—¿Calma? —espeté, mirando a todos los presentes—. ¿Calma? ¿Saben lo que he estado pensando? ¿Cómo han podido llevárselo sin siquiera avisarme? ¡Creí que le había pasado algo grave!
Los once hombres intercambiaron miradas incómodas. Luther dio un paso al frente, con el ceño fruncido.
—No fue nuestra intención asustarte. Solo queríamos ponerlo a prueba.
—¿Ponerlo a prueba? —repetí, incrédula—. ¿Qué clase de juego enfermizo es este? ¡No tienen derecho a hacer algo así!
Mis palabras resonaron en el grupo. Vi a Charlie y a los demás bajar la mirada, claramente arrepentidos.
—Lo sentimos, Esther —dijo Charlie, con sinceridad—. Pensamos que era necesario. Santiago parece un buen tipo, pero queríamos estar seguros de que era digno de ti.
—¡Eso no les corresponde a ustedes! —grité, sintiendo que mi enojo se mezclaba con el alivio de saber que Santiago estaba a salvo.
Bryson se adelantó, con una expresión seria.
—Lo entendemos. Fue un error. Pero, por favor, no te enojes más. No queríamos hacerte daño.
Tomé aire, tratando de calmarme, pero el nudo en mi pecho seguía allí.
—¿Dónde está Santiago?
Spencer señaló hacia una mesa en la esquina. Allí estaba él, visiblemente afectado por el alcohol, pero aún despierto. Me acerqué rápidamente, ignorando a los demás.
—Santiago —dije, tocando su hombro.
Él levantó la cabeza, sus ojos tardando un momento en enfocarse.
—Esther —murmuró, con una sonrisa débil—. Estás aquí.
—Claro que estoy aquí —dije, sintiendo que las lágrimas querían salir—. ¿Estás bien?
—Sí, solo... me hicieron beber un poco —respondió, riendo suavemente.
Mi enojo volvió con fuerza, pero esta vez estaba dirigido hacia mi familia. Me giré hacia ellos, que ahora estaban en semicírculo, observando la escena con expresiones de culpa.
—¿Están contentos? —pregunté, señalando a Santiago—. ¿Era esto lo que querían? ¿Demostrar que pueden controlarlo todo?
Brandon se rascó la nuca, claramente incómodo.
—Lo sentimos, Esther. De verdad. No pensamos que te lo tomarías así.
—¿Qué esperaban? ¿Qué me quedara tranquila mientras ustedes se llevaban a mi novio como si fuera un prisionero?
El grupo murmuró disculpas, y James dio un paso al frente.
—Solo queríamos asegurarnos de que te cuidará bien. No sabíamos que esto te haría sentir así.
Suspiré, sintiendo que el enojo comenzaba a disiparse, dejando solo el miedo.
—No es solo esto. Es... es que cada día temo que Santiago recupere sus recuerdos y me deje atrás. Y cuando ustedes lo llevaron, pensé que eso había pasado.
El silencio que siguió fue pesado. Mis palabras parecieron impactar a todos, especialmente a mis hermanos.
Spencer se acercó, colocando una mano en mi hombro.
—No queríamos hacerte sentir así. Prometemos no volver a interferir.
Miré a Santiago, que ahora me observaba con una expresión preocupada.
—No tienes que temer, Esther —dijo él, con un tono serio, a pesar de su estado—. No importa lo que recuerde o no, tú eres mi presente y mi futuro.
Mis lágrimas finalmente cayeron, y lo abracé con fuerza, ignorando todo lo demás. Mis hermanos y primos, al ver mi angustia, comenzaron a murmurar disculpas y promesas de no volver a meterse.
Al final, la noche terminó con un acuerdo tácito: ellos no volverían a interferir, y yo me aseguraría de que Santiago supiera cuánto lo amaba, sin importar mis miedos.
NOTA: ESPERO LES ESTE GUSTANDO ESTA HISTORIA, TENGO MIS DUDAS PORQUE ESTAN MUY CALLADITAS, DE VERDAD PARECEN FANTASMA. ESPERO SUS COMENTARIOS, PARA SABER QUE PIENSAN DE ESTA HISTORIA
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