Capitulo 1


En las calles de Gotham, donde las sombras danzan con la luz de la luna, dos figuras se paseaban de la mano, compartiendo risas y miradas cómplices. Bruce Wayne y Lizzy Espósito, novios desde la adolescencia, eran la personificación del amor eterno y la conexión profunda. Para ellos, cada día juntos era una bendición, cada momento compartido un tesoro invaluable en su viaje como almas gemelas.

Bruce, con su elegancia natural y su porte noble, veía en Lizzy la encarnación de todos sus sueños y esperanzas. Ella era la luz en su vida, su guía en la oscuridad, y cada día que pasaba a su lado solo servía para reforzar su convicción de que estaban destinados a estar juntos para siempre.

Lizzy, con su sonrisa radiante y su corazón generoso, era todo lo que Bruce había soñado encontrar en una pareja. Su amor por él era tan profundo como el océano, tan inquebrantable como la roca más sólida. Para ella, Bruce era su príncipe encantado, su protector y confidente, el hilo rojo que la unía a él en un vínculo indestructible.

Mientras paseaban por las calles, sus manos entrelazadas y sus corazones latiendo al unísono, Selina Kyle los observaba desde las sombras, su mirada llena de envidia y deseo. Para ella, Bruce representaba todo lo que anhelaba en un hombre: poder, riqueza y un corazón noble. Pero aunque sabía que nunca podría competir con Lizzy en el corazón de Bruce, no podía evitar sentir una punzada de celos cada vez que los veía juntos.

Por otro lado, Jeremiah Valeska contemplaba a Lizzy con una mezcla de obsesión y deseo desde su escondite secreto, su mente maquiavélica trabajando en planes para ganarse su corazón. Para él, Lizzy era la musa de su imaginación retorcida, la única que podía comprender la profundidad de su genio. Y aunque sabía que ella estaba destinada a Bruce, no podía evitar fantasear con un mundo en el que fueran solo ellos dos, unidos en un vínculo de amor y locura.

Mientras Bruce y Lizzy continuaban su camino, perdidos en su propio mundo de amor y complicidad, Selina se reunía con sus secuaces en la oscuridad, compartiendo sus pensamientos y estrategias para ganarse el corazón de Bruce. Mientras tanto, Jeremiah hacía lo mismo con sus propios seguidores, susurrando planes oscuros y retorcidos para asegurarse de que Lizzy nunca pudiera escapar de su alcance.

Pero en el mundo de Bruce y Lizzy, solo existía el amor eterno y la felicidad compartida, unidos por un lazo que ni el tiempo ni la distancia podrían romper. Y mientras el destino los guiaba hacia un futuro incierto, sabían que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara, fortalecidos por el poder del amor verdadero.

Bruce y Lizzy caminaban por los amplios pasillos de la mansión Wayne, sus manos entrelazadas y sus corazones latiendo al unísono. La chimenea crepitaba suavemente en la sala de estar, llenando el ambiente con un calor reconfortante mientras Alfred preparaba una bandeja de té en la mesa central.

Bruce detuvo a Lizzy frente a la enorme ventana que ofrecía una vista impresionante del jardín iluminado por la luz de la luna. "Mira", murmuró, su voz suave y llena de emoción. "Es como si el mundo entero estuviera a nuestros pies."

Lizzy asintió, su mirada perdida en la belleza de la noche. "Es hermoso", susurró, su voz llena de admiración. "Pero no se compara contigo."

Bruce se volvió hacia ella, sus ojos azules brillando con ternura. "Tú eres mi mundo, Lizzy", declaró, su voz llena de sinceridad. "Sin ti, nada tendría sentido."

Lizzy sonrió, sus ojos brillando con amor. "Y tú eres el mío, Bruce", respondió, acercándose a él con un brillo en sus ojos celestes. "Siempre lo has sido."

Bruce la rodeó con sus brazos, atrayéndola hacia su pecho con ternura. "Te amo más de lo que las palabras pueden expresar", susurró, su aliento cálido rozando su mejilla. "Eres todo para mí, Lizzy."

Lizzy se acomodó en los brazos de Bruce, sintiendo su corazón latir al ritmo del suyo. "Y yo te amo más de lo que crees posible", confesó, sus labios curvándose en una sonrisa radiante. "Eres mi luz en la oscuridad, mi razón para seguir adelante cada día."

Alfred, que había estado observando la escena con discreción desde la distancia, se acercó con la bandeja de té en la mano. "El té está listo", anunció, su voz suave y reconfortante. "Quizás les apetezca disfrutarlo juntos."

Bruce asintió, agradecido por la presencia de Alfred en ese momento tan íntimo. "Gracias, Alfred", dijo, su voz llena de gratitud. "Eres como un padre para mí, y te estoy eternamente agradecido por todo lo que has hecho."

Alfred sonrió, su mirada llena de afecto hacia ambos jóvenes. "Es un honor servirles, señor Wayne", respondió, su voz llena de calidez. "Ahora, por favor, disfruten de su té. Estaré aquí si me necesitan."

Bruce y Lizzy asintieron, agradecidos por la presencia reconfortante de Alfred en sus vidas. Mientras se sentaban juntos en el sofá, compartiendo el té y el calor del fuego, sabían que no importaba lo que el futuro les deparara, siempre estarían unidos por el poder del amor verdadero.

La mañana siguiente, Bruce se encontraba en la sala de estar de la mansión Wayne, revisando algunos documentos importantes, cuando escuchó un suave golpeteo en la puerta. Al levantar la vista, vio a Selina Kyle entrar con su característica elegancia felina.

"Bruce", saludó Selina con una sonrisa traviesa en los labios. "Espero no interrumpir."

Bruce asintió cortésmente, su mirada atenta mientras observaba a Selina acercarse con gracia. "Por supuesto que no, Selina", respondió, su voz tranquila pero cautelosa. "¿Puedo ayudarte en algo?"

Selina se acercó aún más, sus caderas balanceándose con un movimiento seductor mientras se sentaba frente a Bruce en el sofá. "Solo pensé en pasar un rato contigo", admitió, su voz suave y melodiosa. "Espero que no te importe."

Bruce luchó por mantener su compostura, su mente dividida entre el respeto por Lizzy y la curiosidad ante el encanto de Selina. "Por supuesto que no", respondió diplomáticamente, su voz sin revelar ninguna emoción. "Siempre es un placer verte, Selina."

Selina sonrió, sus ojos brillando con diversión mientras se inclinaba hacia adelante, acercando su rostro al de Bruce de manera tentadora. "Eres tan educado, Bruce", murmuró, su aliento cálido rozando su mejilla. "Tan diferente de los hombres que suelo conocer."

Bruce sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la proximidad de Selina, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba por mantener la distancia. "Yo... aprecio tus palabras, Selina", respondió, su voz apenas un susurro en el aire tenso entre ellos. "Pero estoy comprometido."

Selina se apartó lentamente, su sonrisa desapareciendo para revelar una expresión de decepción en su rostro. "Por supuesto", dijo, su voz apenas audible. "Debería saberlo. Lizzy es una chica afortunada."

Bruce asintió con solemnidad, su corazón lleno de gratitud por la presencia de Lizzy en su vida. "Sí, lo es", admitió, su voz llena de amor y devoción. "Y yo soy un hombre afortunado de tenerla a mi lado."

Selina se puso de pie con elegancia, su semblante enmascarando sus verdaderos sentimientos mientras se alejaba hacia la puerta. "Bueno, supongo que debería dejarte trabajar", dijo con una sonrisa forzada. "Gracias por tu tiempo, Bruce."

Bruce asintió en silencio, su mente dando vueltas mientras observaba a Selina alejarse con gracia. Sabía que su lealtad y amor por Lizzy nunca vacilarían, pero no podía evitar sentir una chispa de curiosidad ante el misterio y el encanto de Selina Kyle.

Lizzy se encontraba absorta en la majestuosidad de la biblioteca de la mansión Wayne cuando Jeremiah Valeska, con una sonrisa amistosa, entró en la habitación.

"Lizzy", la saludó Jeremiah con calidez, su voz suave y melodiosa. "Qué agradable sorpresa verte aquí. ¿Te estás divirtiendo explorando los libros?"

Lizzy levantó la vista, sorprendida pero encantada de ver a Jeremiah. "¡Jeremiah! Sí, estoy disfrutando mucho", respondió con entusiasmo, su sonrisa iluminando su rostro. "Esta biblioteca es simplemente increíble."

Jeremiah se acercó con gracia, admirando a Lizzy mientras exploraba los estantes de libros. "Me alegra que te guste", dijo con una sonrisa encantadora. "Los libros son mi refugio, un lugar donde puedo escapar y dejar volar mi imaginación."

Lizzy asintió con interés, admirando la pasión de Jeremiah por la literatura. "Debe de ser maravilloso perderse en las páginas de un buen libro", comentó con sinceridad. "Es inspirador verte disfrutar tanto de la lectura."

Jeremiah asintió, agradecido por el interés de Lizzy. "Sí, es un verdadero placer", admitió con humildad. "Pero no solo me apasiona la literatura, también tengo un amor por la ingeniería. Me encanta trabajar en proyectos que desafíen mi mente y me permitan crear cosas nuevas."

Lizzy sonrió, intrigada por la versatilidad de Jeremiah. "Eres realmente talentoso", elogió con sinceridad. "Es admirable que puedas equilibrar tu pasión por la lectura con tu trabajo como ingeniero."

Jeremiah se sintió halagado por el cumplido de Lizzy. "Gracias, Lizzy", respondió con gratitud, su mirada brillando con aprecio. "Significa mucho para mí escuchar eso de ti."

Mientras continuaban hablando, Jeremiah no pudo evitar sentirse cada vez más atraído por la dulzura y la amabilidad de Lizzy. Quería confesarle sus sentimientos, decirle cuánto significaba para él, pero temía que fuera demasiado pronto o que ella no correspondiera a sus sentimientos.

Lizzy, ajena a los sentimientos de Jeremiah, siguió compartiendo historias y risas con su amigo, disfrutando de su compañía y de la conexión que compartían. Y aunque no sabía lo que el futuro les deparaba, estaba agradecida por tener a Jeremiah a su lado, apoyándola y consolándola en los momentos difíciles.

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