02 : back from the dead... sort of

     SOÑÉ MIL MANERAS DE CONOCER A MI HERMANO, TODAS EN DIFERENTES ESCENARIOS Y BAJO DISTINTAS CIRCUNSTANCIAS, Y EN CADA UNO DE MIS SUEÑOS LUKE NO MORÍA. Solo estaba lejos de casa. Yo lo guiaba de regreso. En uno de esos sueños, yo me lo encontraría sentado frente a un lago dentro del Central Park, en Nueva York, y Luke estaría componiendo canciones usando un periódico y su guitarra, los patos extrañamente reunidos cerca de él mientras lo escuchaban cantar y trabarse con las palabras.

En todos mis sueños Luke siempre me reconocía, sabía que yo era su hermana.

Siempre.

Pero ahora...

Luke arrugó el ceño al escucharme.

—¿Te conozco?

Oh cielos.

Esto no puede ser cierto, ¿no? Tengo que estar alucinando, o estoy una pesadilla. En una muy horrenda pesadilla.

—¿Alex? —susurré, temerosa, completamente muerta de miedo. El rubio levantó los ojos hacia mí. Oh santo cielo—. Y, ¿Reggie? —El mencionado me sonrió, saludándome con la mano.

Tropecé, casi cayendo. Luke se lanzó hacia adelante, como si pensara ayudarme, pero yo ya estaba fuera de su alcance. Volví a tropezar, esta vez con una mesa de café y yo la rodeé para dejarme caer en el sofá, incapaz de poder mover otro músculo. Escondí el rostro entre mis manos, jadeando por aire.

Podía escucharlos hablar en murmullos.

—¿Se encuentra bien? ¿Qué debemos hacer?

—A mí no me miren. Nunca pude entender a las chicas.

—Sí, por eso prefieres a los chicos.

—Exacto. Gracias, Luke.

—Oye, yo tengo una camiseta igual a esa.

Me ahogué con mi propia respiración.

Lentamente, muy lentamente, levanté la cabeza para encarar los ojos de Luke.

Mis ojos.

Dios mío, creo que voy a vomitar.

—Yo... bueno... Yo...

—Está bien, tómate tu tiempo —Alex me sonrió una sonrisa de lado—. A mí también me cuesta unir las palabras en una oración coherente, descuida.

Pero yo sabía perfectamente lo que quería decir. Lo que tenía que decir. Y, aun así, no podía. De todas formas, yo quería decirle a Luke que era mi hermano, que la camiseta que llevaba puesta era justo la suya y que por fin pude escucharlo cantar y, aunque fue muy poco, cantó increíble y la guitarra sonaba espectacular y...

Julie regresó.

Con una bendita cruz en las manos.

—Sabía que vi algo —masculló ella para sí misma—. No estoy loca, ¿cierto, Amber?

Luke sonrió de lado.

—Todos estamos un poco locos.

Julie abrió la boca para gritar, pero Alex la calló.

—¡Por favor no grites!

Julie cerró la boca.

—¿Quiénes son y qué están haciendo en el estudio de mi mamá?

—¿De tu mamá? Este es nuestro estudio —Luke se le acercó, pero Julie volvió a apuntarle con la cruz y él se alejó, sentándose sobre el piano—. Este piano de cola es nuevo y mi sofá... ¡Oh Dios mío, mi sofá! —Luke se lanzó al mismo mueble en el que estaba sentada.

Yo salté fuera de él antes de que cayera.

—Aunque ésa no es mi guitarra —Luke frunció el ceño. Luego se fijó en el ambiente, observando el techo y los otros espacios del garaje. Lo vi levantarse del sofá, pasando literalmente sobre la mesa de café—. Oye, ¿les importaría si nos dan un minuto?

Ensimismada, asentí. Julie solo lo apuntó con su cruz.

Espantada, sintiendo que el mundo me daba vueltas, vi a Luke reunirse con sus amigos y los tres se pusieron a hablar entre sí. Traté de no mirarlos tanto, de no mirar a Luke tanto, pero era imposible y volví a tropezar con otra cosa mientras me acercaba a Julie.

Dios mío, las manos me temblaban demasiado. ¿Cómo hago que paren?

—¿Estás bien? —me susurró Julie y yo negué enseguida.

—Estoy lejos de estar bien.

—Igual.

Necesito salir de aquí. Tengo que correr a casa y decirle a papá y a mamá que Luke estaba aquí y no muerto y... ¿Cómo demonios yo pretendía explicarles que su hijo cayó de un hoyo brillante del techo? A papá le daría un infarto ahí mismo y mamá volvería a llevarme a mi psiquiatra, quien otra vez me pondría bajo medicación porque creerá que mis nervios volvieron a dispararse o que tuve otro ataque claustrofóbico.

No, definitivamente tengo que callarme la boca esta vez. Odio estar bajo medicación, dentro de mi mente todo se siente borroso, y tocar siempre era complicado. Me hacía sentir estúpida, retardada, y simplemente arriesgar caer en la medicación una vez más queda fuera de lista.

Alex se separó de los chicos y se nos acercó, sonriéndonos una sonrisa sueva. Luego...

—¿Por qué rayos están aquí?

Julie se movió.

En realidad, no tengo ni la menor idea de lo que pretendía hacer con esa bendita cruz, pero lo que sea que era claramente no funcionó, porque cuando extendió el objeto... su mano y la cruz traspasaron el cuerpo de Alex. Literalmente.

Tropecé nuevamente.

—¿Cómo diablos hiciste eso? —chillé, dispuesta a salir huyendo de aquí.

Alex chasqueó la lengua.

—Obviamente no están entendiendo el asunto —Luke y Reggie asintieron, de acuerdo con él—. Miren, nosotros somos fantasmas, ¿sí? Somos tres fantasmas que están muy feliz de volver a casa. Gracias por las flores y la decoración, iluminan bien la habitación, pero ya se pueden ir.

La cabeza me daba vueltas.

Fantasma... Alex era una fantasma... Y si él era su fantasma, entonces Reggie también y Luke...

Luke seguía muerto. Y yo lo podía ver.

Sip, es un hecho. Me he vuelto loca.

—Estamos en una banda llamada Sunset Curve —nos dijo Luke y yo por mero instinto asentí.

—Ya lo sé.

Los tres chicos sonrieron.

—¡Bien! Dile a tus amigos —me apuntó Reggie.

Julie resopló a mi lado, sacando su celular de su bolsillo. Me entregó la cruz y yo me quedé mirándola sin saber qué hacer con ella, pero Julie simplemente me levantó el brazo y la extendió contra los chicos, como si verdaderamente creyera que esto iba a detenerlos.

—¿Qué haces?

—Investigo —murmuró ella.

—Oye, ¿qué es esa cosa? —Luke apuntó a su móvil.

—Es mi teléfono. —Luego, Julie rodó los ojos—. Noup, no voy hacer esto. No estoy hablando con nadie aparte de Amber, ¿sí? No existen los fantasmas bonitos.

—Uh, ¿somos lindos? —Reggie sonrió como un idiota.

Alex se inclinó para ver.

—¿A quién llamas?

—Estoy googleando "Sunset Swerve."

Entonces los cuatro dijimos:

—¡Es Sunset Curve!

Loa cuatro nos miramos. Pude sentir los ojos de Julie pasando de mí a ellos. Yo no le hice caso al rubor que me subió a las mejillas.

—Deja eso —suspiré, bajando la cruz y apagando el móvil de Julie. Ella protestó, pero la callé—. El rubio de aquí es Alex, el de la chaqueta de cuero Reggie y este es Luke.

Tragué en seco, mareada.

Julie parpadeó, tomada por sorpresa, mientras los chicos lucían confundidos.

—¿Cómo sabes...?

—Formaban parte de una banda en los noventa llamada Sunset Curve. Eran muy buenos —sonreí. O eso intenté—. Ustedes murieron la noche que se iban a presentar en el Orpheum, ingirieron algo y murieron por envenenamiento.

Reggie se rascó la nuca.

—No debimos haber comido esos hot-dogs.

Alex y Luke asintieron.

—Sí, pero ustedes no murieron anoche —les dijo Julie, y por alguna razón ella me miró.

Yo me encogí en mi lugar, pero miré a Luke directamente a esos ojos que tanto se parecían a los míos.

—Tiene razón, no murieron anoche —les dije—. Sino hace veinticinco años. Llevan muertos veinticinco años, chicos.

—¿Qué? Eso es imposible —se quejó Reggie—. Solo hace una hora flotamos de la ambulancia y estuvimos en esa habitación oscura donde Alex lloró como un bebé.

—Creo que puedo hablar por todos y decir que estábamos alterados, ¿no?

—Pero Reggie lo dijo, fue hace como una hora —replicó Luke—. Acabamos de aparecer.

Julie también se encogió de hombros, todavía leyendo el artículo en su celular.

—Lo siento, pero Amber dice la verdad. Este es el año dos mil veinte y ustedes murieron en el noventa y cinco, cuando tenían diecisiete años y... —Julie ahogó una exclamación de repente.

Yo le eché un vistazo para ver qué le sucedía, sin embargo, al darme cuenta de lo que estaba leyendo, quise que la tierra misma me tragase. Vi que algo en su expresión cambió de confundida, luego sorpresa y después compasión.

Levantó la mirada de la pantalla, pasándola de Luke a mí.

—Oh Dios —susurró ella, un hilo de voz apenas audible—. Oh Dios, Amber, Luke es... Ese tu... Oh, Amber.

Cerré los ojos, hundiendo los hombros. La pesadez en mi pecho regresó y me sorprendí de lo mucho que ha pasado desde la última vez que sentí mi corazón estrujarse de esa manera.

Sucedió en el cumpleaños número veinte de Luke, hace cuatro años. Como todos los demás, que siempre comprábamos un pastel y apagábamos la vela juntos, ese día decidimos cambiar de planes y en vez de hacerlo en casa, lo haríamos en el cementerio junto a Luke. Todo iba bien, el día estaba perfecto y soleado y habíamos colocado una manta en el suelo, los tres sentados frente al pilar de mi hermano, hasta que llegó el momento de soplar la vela y felicitarlo.

Los tres, abrazados, lloramos desconsoladamente, incapaces de poder hacerlo.

No logramos comer el pastel y el viento apagó la vela. Ninguno de nosotros se atrevió a volverla a encender, sufriendo. Yo creí que mi corazón se partía en mil pedazos lentamente y que aquel punzante dolor jamás parecía irse, y cada vez que papá nos decía a mí y a mamá que estaba bien, que estábamos bien, pedazos de mi corazón se desprendían como tiras.

Y aquí estaba otra vez, ese dolor asfixiante.

Luke nos miraba a ambas, confundido... y asustado.

—¿De qué estás hablando? —cuestionó. Luego, al ver que Julie no le iba a responder, me miró y dio un paso hacia mí—. Amber, ¿no?

Apreté las manos en puños, el casete del CD todavía en mi mano libre. Dios, el nudo en la garganta me bloqueaba las palabras.

Temblando, afirmé con la cabeza.

—Bien —asintió Luke de regreso—. Tu amiga. ¿De qué está hablando?

Es aquí, ¿no? Este era el momento.

Aquí es donde le digo la verdad. El cómo lo conozco a él y a sus amigos.

Oh Dios, no estoy lista.

Luke volvió a decir mi nombre, pero yo meneé la cabeza, agachándola. El labio inferior me temblaba, los ojos me ardían y no estaba del todo segura de poder contener las lágrimas por más tiempo. El tren estaba a punto de arrollarme y no había manera de liberarme de mis ataduras, y yo me iba a quebrar en mil pedazos tal y como antes.

Respiré hondo por la nariz, sorbiendo mocos. Cuando levanté la mirada otra vez me sentía con fuerzas, sí, pero sabía que no me iban a durar. En el instante en que hable, todo se irá.

—Hola, Luke —murmuré, voz rasposa y temblorosa—. Es un placer por fin conocerte. Me llamo Amber L. Patterson.

Al escucharme, Luke retrocedió. Tenía cara de haber sido golpeado, y sus amigos palidecieron. Curioso, porque son fantasmas y se supone que deberían lucir pálidos siempre, no tan vivos como se veían ahora. Pero ellos regresaron de la muerte... o algo así.

Traté de sonreír, pero el labio me temblaba demasiado. Una lágrima se me escapó y supe que estaba al borde del abismo.

—Soy tu hermana, Luke.

Tremendo final, ¿no? Seguro quieren matarme por el cliffhanger, pero díganme ustedes, si me matan, ¿quién les va a dar contenido de Brother? Seguro no pensaron eso, ¿no?

Les dije que esta historia es muy emotiva y lo que vieron aquí es solo el comienzo. Vuelvo y les recomiendo que tengan sus pañuelos listos porque las voy hacer llorar como nunca.

En el siguiente capítulo Luke va a asimilar la verdad, ¿cómo creen ustedes que reaccionará?

En cuanto a los capítulos anteriores, quiero agradecerles por el apoyo que le han dado a la historia. Aprecio mucho lo mucho que les ha gustado, me encantaron sus comentarios y como adoran a Amber. De verdad que significa mucho para mí.

Nuevamente les pido a los LECTORES FANTASMAS que dejen lo paranormal a nuestros chicos de Sunset Curve y voten y comenten. Tengo los ojos fijos en ustedes.

Gracias por leer y nos vemos el próximo domingo, amores.

Love,

Wolf Queen

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