00 : music program
MAMÁ ME SONRIÓ AL ENTRAR EN LA COCINA, SINTIENDO COMO SE ACERCABA POR DETRÁS PARA PLANTAR UN BESO CONTRA MI SIEN. Sonreí sin poder evitarlo. Mamá después me dio las gracias cuando le entregué su matutina taza de café mientras susurraba un te quiero y un buen día.
Para mí, todo se trataba de monotonía y rutina. Mis días comenzaban temprano en la mañana para prepararme el desayuno antes de partir a la escuela, luego ne aseguraba de hacer el de papá y mamá también. Siempre se encontraban el comedor listo una vez me alistaba para irme y mis padres siempre me deseaban buena suerte cuando estaba en la puerta, el maletín de mi guitarra colgando de mi mano y mi mochila al hombro.
Pero esta mañana fue un poco diferente a las demás, pues en vez de quedarse en el desayunador para tomarse su café en silencio, mamá me siguió hasta la habitación cuando terminé mi trabajo en la cocina.
Le sonreí, pero arrugué el ceño de todas formas.
—¿Sucede algo? —le pregunté, solo curioseando.
Mamá no respondió de inmediato. Daba unos cortos sorbos a su café mientras me veía dar vueltas por la habitación.
—Hoy tienes tu presentación...
Le estaba dando la espalda, así que ella no pudo ver la mueca de confusión que hice.
—Todavía te falta un camino largo para llegar a tu punto, mamá —impliqué y casi de inmediato ella resopló. Puedo jurar haber sentido como ponía los ojos en blanco.
—¿Sabes qué vas a hacer? —me preguntó entonces.
—Claro que sé lo que voy hacer. Haré un cover de Saturn y voy hacer que a la señora Harrison se le exploté la cabeza.
—Pero no literalmente —Mamá arqueó una ceja hacia mí.
—No, mamá —suspiré—. No literalmente.
Ella asintió, aunque no sonreía. Creo que volvió a olvidarse lo que era el humor negro.
De todas formas, no pasé por alto la manera en la que le echó una mirada a mi habitación, sus ojos melancólicos y dolidos por sólo una fracción de segundo.
Pero aquel segundo fue suficiente para mí.
Sabiendo exactamente lo que estaba pensando, me acerqué y le besé la frente. Era fácil para mí hacerlo porque solo era unos centímetros más alta que ella, y con el objetivo de hacerla olvidar—no del todo, pero lo suficiente como para que regresase su luz—, la muestra de afecto hizo que mamá volviera a centrar sus bonitos ojos azules en mí.
De repente aquella tristeza ya no estaba a la vista, reemplazada por felicidad y calma.
Mamá alzó una mano y su palma, más cálida de lo normal por la taza caliente que sostenía, acunó mi mejilla. Me incliné hacia el tacto con un suspiro.
—¿Puedo ir a comer en casa de los Molina hoy? A Julie todavía le quedan de los espaguetis.
Ella se rió suavemente, asintiendo.
—Bien, le diré a tu padre. Pero no te quedes hasta tarde, ¿sí?
—Trato.
Cerré la puerta tras su espalda cuando ella se marchó de la habitación, reclinándome contra la madera al escuchar el suave click que hizo al cerrarse. Y ahora a solas, aproveché el momento para echarle un propio vistazo al lugar, ahora convertida en lo que mi madre se había transformado minutos antes.
Alguien en duelo.
Esta habitación no solía ser mía, ni siquiera formaba parte de este mundo cuando su auténtico dueño la usaba. Mis padres no llegaron a pensar en tener otro hijo, pero según papá me había confesado un par de años atrás, mamá había estado algo resentida de tener que cambiar la habitación de su primogénito para ambientarla para mí una vez que nací.
Mis padres batallaron una guerra para regresar a una vida en donde su hijo Luke, mi hermano mayor y la luna y estrellas de mamá, ya no formaba parte de la suya tras haber fallecido por envenenamiento.
Siete años después, mi llegada fue totalmente inesperada.
De pequeña vivía observando los marcos de fotos donde un chico de sonrisa brillante y ojos soñadores vivía permanente de esa manera, en tinta y papel. Ese es tu hermano Luke, me decían mis padres, y cuando yo les preguntaba por qué mi hermano no estaba en casa, ellos decían que se había ido. Era un cantante, decían, y recorría el mundo haciendo sus sueños realidad junto a sus compañeros de banda, llamados Sunset Curve.
Crecí con esa idea por ocho años... hasta que supe la verdad.
Mi hermano sí se había ido, pero no para viajar alrededor del mundo... sino al más allá.
Mi hermano Luke estaba muerto.
Yo era pequeña en ese entonces, y mis padres creyeron que solo estaba siendo curiosa y que mi mente era demasiado imaginaria para lo que les pedí.
—¿Podemos ir a verlo?
—¿Ir a ver a quién, amor?
—A Luke. A donde lo enterraron.
Pero yo no estaba curioseando ni me estaba tomando el tema a la ligera. Sabía perfectamente de lo que estaba hablando. Mis profesores siempre me decían lo inteligente que era y estaban en lo cierto, más aún cuando a esa edad mi tenacidad era impecable, y no paré de pedir que me llevaran con mi hermano hasta mis padres por fin me hicieron caso.
Su pilar estaba en medio de sus dos otros amigos que fallecieron la misma noche con él, Alex y Reggie. Leí sus inscripciones, grabé sus fechas de muerte en mi mente y toqué los tres pilares, dejando una pequeña margarita entre los ramos de flores resecas que tenían los pilares de Alex y Reggie. Luego, me planté frente a la de mi hermano, dejándolo para el final.
Podía escuchar los leves sollozos de mamá a mis espaldas y las suaves palabras de aliento de papá, pero no les hice caso. Mi atención estaba en Luke.
No me importó que aquel día estaba usando mi vestido azul favorito, me senté frente al pilar y crucé mis piernas. Tracé el nombre de mi hermano con mis pequeños dedos y volví a leer su inscripción, sabiendo lo mucho que mamá y papá verdaderamente lo amaban. Después, tomé mi última margarita y la enterré frente a su pilar, sin importarme la tierra bajo mis uñas.
—Hola, Luke. Me llamo Amber. Es un gusto por fin conocerte.
Al timbre sonar y dar por finalizada la clase de historia, todos salimos y fui en busca de mi casillero. Todos los que estaremos presentándonos hoy tendremos la excusa de faltar a las clases siguientes y como quería ensayar un poco, apresuré el camino.
Encontré a Julie alcanzando el suyo a una distancia de mí, la cabeza enterrada en el interior del suyo bajo la gorra que llevaba puesta.
Negué con la cabeza.
—Estoy segura de que no hace tanto sol acá dentro.
Julie sacó la cabeza al escucharme, soltando un bufido.
—Hola para ti también.
—Uy, hoy se levantó una leona —bromeé y me acerqué, reclinándome de la pared de casilleros—. ¿Has visto a Flynn hoy?
—¡Tu reina está justo aquí, amor mío! —Flynn se plantó a mi lado y yo rodé los ojos, sonriendo—. Bajo rendimiento, ¿cómo estás?
—Decepción, ¡qué alegría verte! —Julie le sonrió.
—Mira, sé que no quieres que te lo recuerde, pero ¿ya sabes lo que harás para hoy?
—Lo sabré en el momento —suspiró Julie—. Me reconforta saber que Amber está igual que yo.
Cuando ambas chicas se concentraron en mí, yo solo me encogí de hombros. Luego, al Julie darse cuenta, su mandíbula cayó.
—¡Ay no! ¡Amber! ¡Me estás haciendo ver mal!
—Pero si eso lo logras tu solita, Molina.
Flynn carcajeó.
—Te juro que la adoro. —La sonrisa de Flynn desapareció—. Hablando en serio, Julie, sabes que hoy es tu última oportunidad. Tienes que darles algo.
Julie se encogió de hombros.
—Estuve ahí. Lo recuerdo muy bien.
Compadeciéndome por la puertorriqueña, me abstuve de comentar al respecto.
Julie era una artista increíble, su voz tenía la ferocidad de un león y su autenticidad no se comparaba con nada, pero tras la muerte de su madre hace un par de meses, Molina se perdió en una ruta neblinosa y aún no ha encontrado la manera de salir.
No la podía culpar, en realidad, pero por más que me duela admitirlo, su mejor amiga tenía razón; si Julie no presentaba algo hoy, lo que sea, la sacarán del programa. Sin mencionar como sus notas bajas la estaban empujando más y más lejos, mientras todos los demás éramos empujados hacia adelante.
He hecho todo lo que he podido para ayudarla, desde tratar de componer algunas canciones con ella hasta quedarme a dormir en su casa para explicarle un par de clases. Julie simplemente se ha... encerrado en una burbuja, negada a hacer lo que sea que le recordase a su madre.
Eso implica todo, pues como la chica frente a mí, la madre de Julie solía ser una artista innata. Julie se centró en la música gracias a ella y ahora que la perdió, creo que ya no le encuentra el sentido a las melodías.
—¿Y aquella qué estará planeando ahora? —hablé, apuntando con la mirada hacia Carrie.
—¿Desesperación, tal vez? —bufó Julie.
Flynn y yo murmuramos en acuerdo.
Los tacones de Carry repiqueteaban cuando ella se nos acercó y nos dio a cada una invitación.
—Aquí tienen —nos dijo, soltando falsas risitas—. Mi grupo y yo nos presentaremos en la asamblea motivacional de mañana. Seguro que ustedes no tienen nada mejor que hacer que venir, ¿no?
—¡Vaya! ¡Gracias, Carrie! —Flynn fingió estar alagada.
Ni siquiera me molesté en mirar la hoja. Me despedí de mis amigas y me alejé, dispuesta a poner tanta distancia entre Carrie y yo como se me fuese posible.
A pesar de que su presencia hacía que me saliera humo de las orejas, no era ella quien se metía bajo mi piel.
Su padre sí.
Pero esa era una historia para otro momento.
—"You taught me the courage of stars before you left." —Comencé a cantar, dedos presionando las teclas, mis pies sobre los pedales—. "How light carries on endlessly even after death."
Los demás se balanceaban al ritmo lento y sereno.
—"With shortness of breath you explained the infinite, how rare and beautiful it is to even exist. I couldn't help but ask for you to say it all again, I tried to write down but I could never find a pen. I'd give anything to hear you say it one more time, that the universe was made to be seen by my eyes."
Con los ojos cerrados, sonreí feliz. Me sentía como en casa.
—"I couldn't help ask for you to say it all again, I tried to write it down but I could never find a pen. I'd give anything to hear you say one more time, that the universe was made just to be seen by my eyes."
Respiré hondo mientras la intensidad de mi interior se calmaba, todavía con los ojos cerrados. Solté una risita, contenta, emocionada.
—"With shortness of breath I'll explain the infinite, how rare and beautiful it truly is that we exist."
En el suave silencio, abrí los ojos como si estuviera despertando de un sueño.
Emitiendo un suspiro de satisfacción, me alejé del piano justo cuando los aplausos resonaban por la sala completa y la asentimiento de la señora Harrison me dijo que estaba fuera de peligro. Julie y Flynn eran las que más lograba escuchar entre el vitoreo, paradas y aplaudiendo con fuerza. Les lancé besos y agradecí por la atención de todos, regresando a mi asiento.
—Esa fue una muy bonita presentación, Amber —sonrió aprobadoramente la señora Harrison—. Me gusta más cuando cantas baladas que cuando estás con tu guitarra eléctrica.
SYo solo me encogí de hombros. Era bueno tener dos caras de la misma moneda.
Tras mi presentación, la señora Harrison llamó a Nick y el chico jugó con los acordes de su guitarra, teniéndonos a todos comiendo de la palma de su mano. Nick era bueno en el Lacrosse, pero en la música también y esto lo confirmaba. Le aplaudimos y algunos también le vitorean con silbidos y palabras de aliento.
Sonreí, sabiendo perfectamente cómo se sentía al hacer un estilo libre y simplemente dejarte llevar por la sensación.
No creo que exista algo tan exhilarante como eso.
—Buen trabajo, Nick. Casi tan impresionante como tu partido contra Glendale. —Todos reímos ante el comentario, y Nick, sabiendo que su momento de brillar acabó, se fue a regresar la guitarra a su lugar—. Muy bien, nos queda una última presentación, chicos. Julie, ¿te importaría pasar al frente?
Flynn y yo intercambiamos miradas antes de enfocarnos en Julie, que se levantó de su silla y se aferró a sus hojas como si su vida dependiera de ello. La señora Harrison la acompañó hasta el piano. La sala completa estaba bajo un silencio espectacular; podría caer un alfiler y estaba segura de que lo escucharía.
No me di cuenta de que me que estaba inclinándome hacia adelante, expectante y ansiosa, hasta que casi resbalo fuera de mi asiento. Flynn solo me dio una mirada preocupada antes de volverse a concentrar en Julie, que acercaba las manos a las teclas, respiraba hondo y...
Julie se alejó.
Flynn se levantó de su asiento.
—Lo lamento —le dijo la chica a la maestra, encogida de hombros y completamente rendida.
Me hundí en mi lugar.
Oh, Julie.
—¿Aquí es donde se aplaude? —se burló Carrie, y viendo como Julie sale corriendo por el comentario, ella bufó—. ¿Qué, dije algo malo?
Y así de simple, Julie estaba fuera del programa de música.
OMG! Primer capítulo! Ah! No saben no emocionada que estoy. Ayer me la pasé escribiendo los tres primeros capítulos y creo que hoy voy a escribir un poco más, pues hoy aquí es día feriado y no tengo clases.
Al principio la canción que Amber iba a cantar era Red Desert de 5sos, luego la cambié a Best Part y terminó cantando Saturn de Sleeping At Last porque decidí combinarlo con las canciones de la playlist del libro.
En todo caso, espero que les haya gustado tanto como a mí. Díganme, hasta ahora qué piensan de nuestra Amber.
Ahora sí, este capítulo solo lo subí para que tengan algo, pero los demás capítulos de ahora en adelante se publicarán LOS DOMINGOS.
Y hasta aquí por hoy. Nos leemos pronto.
Love,
Wolf Queen
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