t h r e e
T H R E E: THE DARK WITCH
SHIELD OFFICES
La salud de Pietro se encontraba en su mejor estado. No tenía ninguna secuela y podía integrarse a los entrenamientos del equipo lo antes posible si él así lo quería. Lo que no me esperaba era la actitud de Wanda después de esto. Se encontraba demasiado servicial para mi gusto, no dejaba de preguntarnos a mí y a su hermano si necesitábamos algo.
-¿De verdad no necesitas nada Brooke? -insistió la pequeña de los Maximoff por décima vez.
-¿Sabes qué? si. ¿Me puedes llevar a la cafetería? Necesito un poco de azúcar para reponer las energías gastadas.
-Claro que si, ven conmigo.
-Y Wanda..
-¿Si?
-No es necesario que veles por mí de esta manera, se que sientes que estás en deuda conmigo pero no, por supuesto que no es así. Puedes tratarme como a una más, no te preocupes. Lo que hice por Pietro fue un placer y lo volvería hacer si se necesitara de nuevo.
-Yoo.... Muchas gracias Brooke. De verdad. Me has devuelto lo que por mucho tiempo me ha faltado y créeme que siempre te lo voy a agradecer.
Cuando llegamos a la estancia que sería la cafetería tomé una gaseosa y un pan dulce, necesitaba cargar energías y luego darme una siesta para así estar dispuesta y empezar con todo este asunto de la misión.
Decidimos volver a la sala de juntas donde estuvimos la primera vez porque lo así lo creí conveniente. Sabía que cierto doctor y cierto millonario estarían encantados de preguntar hasta cansarse sobre lo que acabo de hacer hoy.
Y me hubiera encantado quedarme a responder todas esas dudas, hasta que me llegó una notificación de mi staff, informándome que debo estar a tiempo para atender a mi segundo cliente del día. Natt y los demás comprenderán.
"Srta. Alianovna, requerimos de su presencia en las instalaciones.
Su segunda y última cita del día llegará en cuarenta y cinco minutos."
Parravicini I. Staff
Cuando ví lo que redactaba aquel mensaje supe que era mejor que la Maximoff que tenía a mi lado se despidiera por mí. Luego tendríamos más tiempo para investigar y ponernos al corriente.
-Wanda, avísale a los demás Vengadores que me he tenido que retirar. Asuntos de negocios. Nos mantendremos en contacto. -le dije deteniendo nuestra caminata.
-De acuerdo, y muchísimas gracias de nuevo. -me agradeció.
(......)
En las Industrias Parravicini se encontraba esperando una persona a la presidenta de dicha empresa. Vaya sorpresa se llevaría. Cuando Brooke llegó al edificio subió directamente a su oficina, ordenó que no la molestaran mientras atendía a su cliente. Apenas entró se llevó una desagradable sorpresa, no pudo dar ni tres pasos cuando algo retuvo todo su cuerpo. Una mujer alta, de cabellos negro intenso se encontraba parada frente a su gran ventanal. Se dirigió a la pelirroja.
-Hola, querida.
La ojiverde, aunque quisiera; no podía emitir ninguna palabra. Las romanova casi no sentían miedo, pero sin embargo Brooke se encontraba preocupada. ¿Quién era aquella mujer y qué quería con ella?
-Oh, ya veo. No puedes hablar, arreglemos eso.
Sintió que su rostro había dejado de tensarse y así pudo articular la pregunta.
-¿Quién eres y qué haces aquí?
-Me llaman por muchos nombres, de los cuales tú no eres digna de pronunciar.
-Vuelvo a repetir, ¿qué haces aquí? -insistió la chica.
-Sé que saber que mucha gente ha desaparecido, la luna sangrienta se acerca y un sacrificio grande hará que las brujas oscuras seamos inmortales. Esta misma situación sucedió hace muchísimo tiempo, sin embargo una de tus ancestros pudo detenernos; Bernadette, la gran Bruja Blanca junto a su hermano nos arrebataron la victoria de nuestras manos.
-¿Y ella que tiene que ver conmigo? ¡Eso sucedió hace mucho!
-Que ingenua niña, tú eres su doppelgänger. Su doble, su línea directa. Lo único que hace falta para que mi elixir funcione es el corazón de una Bruja Blanca. Tú corazón Anastazyia. ¡Eres la solución a nuestros problemas!
El antes pronunciado corazón de la joven latía con desesperación. Esta bruja loca llegaba y le decía que tenía una ancestro que interrumpió su plan hacen cientos de años. Su día iba cada vez peor.No sabía si este iba a ser su fin, si lo era; no habría podido despedirse de su hermana, su casi hermano Clint, Laura, sus pequeños sobrinos los Barton; todas aquellas personas que apreciaba y que amaba con todo su corazón, aquel que se le iba a ser arrebatado.
-Tranquila brujita, todavía no es tu momento de morir. La luna sangrienta tiene que estar en su punto más alto para que tu corazoncito me sea de utilidad. Pero estoy aquí para advertirte que esta vez el mal va a triunfar, así que te recomiendo que tu y el grupito de héroes incompetentes deje de buscar donde no los llaman. No basta con luchar. -le alzó la voz.
-Por supuesto que no, es el espíritu que nos acompaña en la lucha el que decide esa cuestión. Y te aseguro que haré hasta lo imposible por derrotarte. Si bien siempre gana. -le reprochó la pelirroja.
-¡Cállate! Estúpida insolente, frente a ti están años de experiencia. Tú eres solo una pequeña bruja novata. -se rió.
-Tú tienes la experiencia, yo tengo el poder. Un poder que se me otorgó de nacimiento, mas tú tuviste que suplicar al más vil de los demonios para poseer lo que tienes. ¡No eras nadie¡ ¡Y no lo serás ahora para nadie!
Aquella bruja no permitió que ella le hablara así, ¡se esforzó por cientos de años! Y al fin iba a conseguir lo que anhelaba, solo había que esperar unos días más. Por lo tanto se retiraría. Lo siguiente que Brooke sintió fue un fuerte golpe en su pómulo izquierdo, cayó precipitadamente al suelo por el hecho que dejó de ser sostenida por aquella magia. Quedó en una especie de ilusión, se veía a ella misma con ropa un poco antigua y encadenada a una especie de prisión.
Y a Bernadette junto a su hermano, no pudo evitar exaltarse al ver el parecido con Clint. Eran idénticos. Si de verdad ellos eran sus doppelgängers, tenían que ganar la guerra otra vez. La oscuridad no debe de dominar el mundo ni hoy ni nunca. Para esto nació.
Cuando salió totalmente de la ensoñación se paró como pudo, miró a su alrededor y notó que nadie se dió cuenta de lo que allí había sucedido. A pesar del riesgo ella no iba a dejar que el miedo la dominara. Una Romanoff no entra en pánico. Pero en ese momento solo quería ir a casa y enrrollarse en sus sábanas para creer que todo estaría bien. Porque estaba segura que le costaría mucho esfuerzo a ella y al equipo para erradicar este peligroso mal.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top