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ONE: HEY, SISTER.

Parravicini Industries.

—Buenos días Kristen –saludé a mi asistente en cuanto entré al piso de mi oficina.

—Buen día señorita Alianovna, la primer cita de la agenda de hoy acaba de llegar.

—Gracias cariño, y por favor comunícate con el departamento de finanzas; necesito que envíen el reporte del mes.

Me sentía rara, para mucha gente sería sumamente extraño caminar por las calles y ver gente que ya no existe más en la tierra de los vivos. Después de todo te acostumbras, pero siempre hay días más sombríos que otros. Y eso aveces era preocupante.

Al entrar en mi oficina veo una mujer pelirroja de espaldas a quién yo podría reconocer hasta con los ojos vendados. Tal vez por eso el día de hoy se sentía tan serio.

—Hola, hermanita. –me acerqué a ella y le di un abrazo.

—Hola Stassie, recuerda que soy mayor que tú. –me replicó.

—Eso no me impide llamarte así Nat. –le regalé una sonrisa y ella sonrió de lado.

—Como sea, quiero hablar contigo de algo importante. –me dijo tan seria como siempre.

—Dime qué pasa.

—Hemos detectado que demasiada gente está desapareciendo. Es como si fuera un...

—Patrón.

—Exacto. Fury me indicó que te comunicara pero no quiero que te involucres más en esto.

—Nat, creo que esto necesita que me involucre más de lo que yo creía. –le dije cuando me asomé al gran ventanal que se encontraba en el fondo. En el cual se podría admirar la cuidad de Nueva York.

—¿De qué hablas? –no se oía para nada contenta.

Podré parecer una persona normal pero la verdad es que no lo soy. Desde que tengo uso de razón poseo el don de ver a las personas que ya han fallecido y un don de sanación increíble, al parecer no son los únicos. Cada vez descubro más. Dentro de todo bien hay mal, pues, también me toca ver unas criaturas monstruosas salir desde el mismísimo infierno. Se alimentan de la muerte, preferiblemente injustas y violentas. Siempre rodean a esa persona hasta el lecho de su muerte.

Y el día de hoy había más de esas criaturas de las que hubiera querido ver.

—¿Recuerdas que alguna vez te dije sobre esas criaturas que puedo ver?

—Por supuesto, por la forma en que te expresas de ellos deben ser monstruosos. –me miró con confusión– ¿Qué es lo que está pasando Stass?

—Hay demasiados, la muerte los llama. Si no, no estarían aquí. Algo grande va a suceder Nat, tengo que ayudarles.

—Eso si que no Brooke Anastasiya Romanoff, ya te perdí una vez.

—Es mi deber, si tengo este don es por una razón. Y el dejarlos solos en esto sería la peor de las cosas que yo podría hacer.

Natasha y yo no tuvimos una buena vida, quedamos huérfanas a muy temprana edad. Cuando estábamos en La Mano de Madripoor siendo aprendiz de asesina, Nat siempre se destacó en ello. En la última prueba teníamos que demostrar que éramos capaces de poder matar a alguien. Yo no pude hacerlo. Es por ello que se deshicieron de mi, de las peores torturas que me tocó vivir; pero Nat prometió que ella me encontraría cuando saliera de ese lugar.

Yo por mi parte deambulé herida por la ciudad, no sabía realmente donde estaba ni la certeza del día en el que nos encontrábamos. Pasé hambre y frío por muchísimos días. Pero por fortuna una pareja, ya algo mayor, me encontró. Estaban de visita en el país. Me ayudaron demasiado, y se convirtieron prácticamente en mis abuelos. Ellos no tenían hijos, y por lo tanto tampoco nietos. Así que decidieron quedarse conmigo y traerme a América. Me dijeron que querían darle su patrimonio a alguien que lo mereciera, que fuera digno.

Nat cumplió su promesa años más tarde. Mantuvimos contacto desde que ella me encontró pues no era tan difícil. Quienes me acogieron eran grandes empresarios, sus nombres eran muy sonados en el mundo de las grandes empresas. Y yo fui su legado, heredé su patrimonio y desde entonces me he esforzado por honrarlos.

Mi hermana mayor ha pasado por tanto junto a los Vengadores, cuando el ejército de Loki invadió Nueva York, la caída de S.H.I.E.L.D, el enfrentamiento con aquel robot maniático en Sokovia, la guerra civil. De esto hace ya unos años.

—Tenemos que ir con Fury, el sabrá qué hacer.

—Lo dudo pero aún así iré. -dije tomando mi bolso- Vamos.

—Andando, ya nos esperan.

(....)

La actual base de los vengadores estaba un tanto alejada de la cuidad, en parte eso me gustaba. Al llegar al lugar me dieron mi identificación para poder circular por el lugar sin problema alguno. Nat y yo nos dirigimos hacia la sala de conferencias. Estaba nerviosa, de todos los vengadores, sólo conocía a tres. Natasha, Clinton y Anthony; a éste último había tenido la fortuna de conocerlo en juntas de negocios anteriores. Mi hermana tocó la puerta.

— Adelante. -ese definitivamente es Nicolas- Vengadores, les presento a Brooke Alianovna Romanova. Mejor conocida como Brooke Romanoff, la hermana menor de la Viuda Negra.

El ambiente estaba un poco tenso, aún después de que hayan pasado unos años desde la guerra civil los vengadores estaban tratando de llevarse en paz.

—Hola Brooke –saludó el vengador dueño de Industrias Stark y mejor amigo Clinton.

—Hola Tony y Clint –les saludé de vuelta.

—Veo que se conocen. –preguntó el capitán.

—Conozco a Brooke de hace años gracias a Nat.

—Grandes empresas deben ser amigas. –aclaró mi socio y amigo Tony– Y bueno ellos son Capipaleta, el hail hydra, negro volador, brujita, y el que se enoja gana.

Solté una pequeña risa pero esta demás decir que el resto de los integrantes del grupo lo tenían tres metros bajo tierra con sus miradas.

—Bieeen, Steve Rogers, James Barnes, Sam Wilson, Wanda Maximoff y Bruce Banner.

—Hola –pronunciaron disparejos.

Hubo un incómodo silencio allí después de esas presentaciones. Se podía sentir demasiado. Así que Nick habló para salvar el día.

—La razón por la que la señorita está aquí es que ella es una clave para resolver esta situación a la que nos enfrentamos.

—Con todo respeto Fury, no creo que la dueña de un imperio de moda ayude mucho en este caso. —cuestionó Anthony.

—Creo que estás un poco equivocado, por no decir mucho. La señorita Romanoff posee habilidades que podrían ser de gran ventaja para nosotros.

— ¿Como cuáles? — habló la sokoviana.

—Uno de los dones que poseo es ser médium clarividente, a lo largo de los años he visto muchas cosas que no mucha gente puede. Últimamente he visto cosas que no deberían estar aquí, creo que está ligado a esto que está pasando. 

—Es por ello que la necesitamos aquí, aunque no quiero que se involucre tanto tengo que aceptar que ella va a ser de gran apoyo. —comentó mi hermana.

— Entonces hay que ponernos a trabajar e idear un plan. ¿De acuerdo? 

— Si. —dijeron al unisono.

Espero ser de gran ayuda no solo para la misión sino para la convivencia de este equipo, que vuelva a recuperar los pilares de su confianza.  

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