Capítulo 9.
El resto del semestre estuvo tranquilo. Faltaban pocas semanas para salir de vacaciones de invierno, así que Álvaro aprovechaba pasar más tiempo con Ciara antes de que dejaran de verse por casi un mes. Ese hecho no estaba en sus planes, él deseaba invitarla a su departamento o a algún lugar bonito pero la chica le comentó que iría a visitar a sus abuelos paternos, que vivían en otro país, así que no tendrían comunicación más que por redes sociales y mensajería instantánea.
Álvaro tomó la mejilla de la joven frente a él y profundizó el beso que le estaba dando. Cuando se separaron, ella le hizo un cuestionamiento que le molestó.
—¿Qué vendrá en el examen de la siguiente semana?
—Ya les di el temario la clase pasada —contestó con tono estoico.
—¿No puedes ser más específico conmigo? —Hizo un puchero—. ¿De qué me sirve ser tu novia si no vas a ayudarme en los exámenes? —Bromeó, no obstante, a Álvaro no le hizo nada de gracia.
—Cuando empezamos a salir te dije que no tendría preferencias contigo —le recordó.
—Ya lo sé, mi amor, no te exaltes. —Acarició su mejilla con dulzura. Álvaro se ruborizó por perder los estribos por una simple broma.
—Lo lamento —dijo luego de unos segundos—. Es que... Ya sabes cómo soy, no me gusta ser injusto en esas cosas.
—Lo sé. —Le sonrió—. Por eso te quiero.
Volvieron a juntar sus labios con ternura. Estuvieron a punto de profundizar el beso pero el sonido de la puerta queriéndose abrir los detuvo, ¡al menos esa vez pusieron el seguro! En seguida alguien tocó la puerta.
—¡Voy! —Se levantó en lo que Ciara acomodaba su cabello.
Al abrir, le sorprendió ver al director Joaquín enfrente de él.
—¡Joaquín! —Exclamó con sorpresa.
—Hola, doc. ¿Interrumpo alguna sesión? —Vio de él hacia la rubia, que tenía la mirada fija en el suelo.
—Para nada, ya terminamos... Ciara —se dirigió a ella—, puedes retirarte. Ten en cuenta lo que te dije, ¿sí? Y ven el lunes, cualquier cosa me avisas.
—Claro, doctor —dijo con tono quedito. Sin agregar más tomó su bolso, que estaba en el suelo, se lo colgó en el hombro y salió del lugar.
Una vez que quedaron a solas, el ambiente se tornó tenso. Álvaro decidió interrumpir esa incómoda atmósfera.
—Toma asiento —lo invitó.
Ambos se sentaron, uno frente a otro, y se vieron con interés. El director casi nunca iba a su oficina, mucho menos sin avisar, ¿qué quería? Joaquín respiró profundo y comenzó a hablar.
—¿Ya te llegaron los exámenes para medir el coeficiente intelectual?
—Sí, ¿por? —Alzó una ceja.
—La madre de Georgina Leal quiere que le apliques uno a su hija.
—Oh... —Hizo memoria, ¿quién era? De repente la recordó, era la mejor amiga de Ciara—. Sí, si gusta puede venir mañana o la siguiente semana, solo que programe una cita con Maribel —mencionó el nombre de su secretaria.
—El lunes a las cuatro estaría bien.
—Oh, no —dijo con rapidez. Joaquín lo miró con la ceja levantada—. Es que a esa hora tengo una sesión con Ciara Azúcar, la chica que acaba de irse.
—Ah... —Lo miró con atención, analizándolo. El otro hombre no tuvo un buen presentimiento, así que tragó grueso—. Álvaro, sabes que te aprecio bastante, ¿verdad?
<<¿A qué viene esto?>>.
—Sí, yo también te aprecio.
—Hemos sido amigos durante bastantes años —continuó Joaquín—. Y has trabajado aquí mucho tiempo.
—Sí, es cierto. —Lo miró con expectativa—. ¿Qué tiene que ver?
—¿Por qué tenías el seguro en la puerta...? —Sus propias artimañas le hacían sospechar de Álvaro, aunque en la última ocasión a él mismo se le pasó poner el pestillo. Su compañero lo miró con duda—. Cuando quise entrar no pude porque estaba puesto.
Álvaro comenzó a sudar frío, ya se imaginaba para dónde iría la conversación.
—Tenía una sesión con una estudiante, no puedo dejar que nadie me interrumpa.
—Me imagino que era una sesión muy importante —recalcó.
—Sí —siseó—. Todos mis pacientes y alumnos son importantes para mí.
—¿Algunos más que otros?
—No, para nada, solo que respeto mucho las citas y horarios establecidos —aclaró, tratando de controlar sus nervios.
—Ah... ¿Y por qué tienes los labios hinchados?
—Me... —Se quedó pensando una excusa—. Me mordí —dijo finalmente lo primero que se le ocurrió.
—Claro... —calló un momento y lanzó un suspiro—. Álvaro, si te digo esto es porque en verdad te aprecio: no vayas a arriesgarte por algo que no vale la pena.
—¿Eh?
—Lo que digo. Créeme que entiendo perfectamente tu situación, como no tienes idea, pero yo soy un caso perdido, soy más de dar consejos que de llevarlos a cabo. —Álvaro lo miró con duda, ¿qué quería decir?, ¿y a dónde quería llegar?—. Sin embargo tu situación es más complicada.
—No entiendo...
—Sí lo haces —lo interrumpió—. No solo te estás involucrando con una chica a la cual le doblas la edad sino también con una que es tu paciente y tu alumna, ¿sabes cuántos problemas te podría causar esto?
Álvaro apretó los puños con fuerza.
—Me ofende la acusación.
—¿Ah, entonces lo niegas? —Rio con diversión.
—¡Por supuesto! —Exclamó haciéndose el indignado, creyendo que con eso disminuirían las sospechas.
—Es bueno saberlo. —Asintió con la cabeza repetidas veces—. Yo puedo hacerme de la vista gorda por los años que llevamos de amistad pero otra persona podría enterarse, y si alguien va con la acusación y pruebas a mi oficina, no podré hacer nada para ayudarte. —Álvaro frunció los labios, decidido a no hablar—. Tú serás despedido y ella expulsada —dijo lo que él ya sabía—. ¿En serio vale la pena arriesgarse por algo que no funcionará? —Su compañero estuvo a punto de replicarle pero no se lo permitió—. Porque es obvio que su relación no tiene futuro.
—Estás diciendo sandeces —masculló.
—Eso espero, por tu bien.
—¡Yo no tengo nada con esa chica! Es solo mi alumna y ya, punto.
—Sí... —Se quedó pensando en su propia situación—. Es absurdo cómo a veces arriesgamos todo por algo que no funcionará. Ponemos en peligro nuestra reputación, nuestro trabajo, nuestra familia, solo por unos minutos efímeros de placer —soltó una risa burlona—. Los seres humanos en verdad somos complicados.
—¿Crees que no es bueno arriesgarse por alguien que amas? —Preguntó sin pensar. Joaquín entrecerró los ojos—. ¡De nuevo aclaro que no tengo nada con esa chica! —Movió las manos de un lado a otro—. Sin embargo me parece curioso tu comentario.
—Supongamos que tú tienes algo con esa joven. —Álvaro frunció el entrecejo con enojo—. Ya aclaramos que no pero es una suposición —agregó—. ¿Por qué arriesgarse a perderlo todo por una veinteañera? Porque es obvio que ella busca cosas muy diferentes a ti. A esa edad uno busca divertirse, salir, no responsabilidades. En unos años se dará cuenta que estar con alguien que le dobla la edad no es divertido sino contraproducente, y no dudará en dejarte por alguien más joven y lleno de vitalidad.
El doctor Villegas sintió como si le enterraran una estaca al corazón porque era justo lo que él especulaba, los pensamientos que se negaba a que florecieran, los mismos que enterraba en el fondo de su mente para que no salieran a flote.
—Y suponiendo que nos amáramos, ¿no valdría la pena arriesgarse por eso? —Preguntó cohibido, no queriendo oír la respuesta.
—El amor se acaba —musitó con frialdad—. Además ella es una niña rica, tiene todo. Tú tienes un salario decente pero no es suficiente para llevar un estilo de vida al que ella está acostumbrada. Y tomando en cuenta que si alguien se entera de lo suyo, te despedirían, no tendrías ingresos para mantenerla. Y ya conoces el dicho, el amor sale por la ventana cuando el dinero no entra por la puerta.
Álvaro se sintió aún más miserable al cavilar en esa posibilidad que antes no tomó en cuenta.
—Oh.
—Pero lo bueno es que todas son suposiciones —agregó sonriente—. Ten listo el examen para Georgina, lo más seguro es que venga la siguiente semana.
—Claro —dijo con voz apagada.
—Y ya hablando en serio, espero, por tu bien, que termines con esa chica antes de que alguien más se entere su relación. —Al ver el semblante triste de su amigo Joaquín se colocó junto a él y le dio unas palmaditas en el hombro—. ¡Ánimo! —Segundos después, salió del lugar.
***
No pasaron cosas interesantes para Katia, solo las desveladas que se dio estudiando para los exámenes finales. Ni siquiera tuvo tiempo para salir con sus amigos, todos estaban dando lo mejor de sí mismos para no reprobar ninguna materia. Liderazgo no le preocupaba, el doctor Álvaro le dio a entender que obtendría una calificación perfecta pero las demás materias sí que la estresaban. <<¿Cómo no encontré al maestro de Cálculo Vectorial besándose con el de Física para que ambos me pusieran diez...? Debí abrir más puertas>> pensó.
En la última semana dieron las calificaciones finales y casi bailó de alegría al ver que sacó un promedio muy bueno. No obstante, los compañeros que se fueron a extraordinario refunfuñaban que los profesores los odiaban. Cuando se encontró a Ciara en el pasillo, le preguntó cómo le había ido, a lo que le respondió que no tan bien como deseaba pero al menos no reprobó ninguna materia, eso ya era ganancia.
—Iré con Ray y los demás a la pizzería que está a la vuelta, ¿quieres venir?
—No puedo, tengo sesión con Álvaro. Debo aprovechar que es el último día que lo veré hasta que volvamos a entrar —añadió en un susurro.
—Entiendo. —Le guiñó el ojo.
Le preguntó cómo iba con Ray pero ni Katia sabía la respuesta. Lo cierto era que no habían avanzado de modo romántico, simple y sencillamente se llevaban muy bien, eran buenos amigos, aunque todos creían que no tardarían en volverse pareja. Por su parte, con Sebastián las cosas estaban extrañas, le molestaba su cercanía con Ray, era algo que le dejó en claro desde el cumpleaños de Gina, sin embargo, después de esa vez no se volvió a mostrar grosero con ella, al contrario, era muy amable y siempre tenía una gran sonrisa al verla. La chica presintió que no se sentía digno de reclamar nada, no después de su situación.
Se despidió de Ciara con la mano y le mandó un mensaje a Ray para que le dijera dónde estaban. Cuando le indicó fuera de qué aula se encontraban, fue hasta allá.
—Hola, chicos —saludó en cuanto estuvo a unos pasos de ellos.
—¡Katia! —Olga la abrazó—. ¿Cómo te fue en los exámenes?
—Me fue bien —admitió—. ¿Y a ustedes?
—Bien, pero Ray tendrá que hacer extraordinario de varias materias —lo acusó. Katia vio al rubio de mala manera pero él no parecía afectado.
—¡Mi amor! —Ray y Katia hicieron una mueca de fastidio al escuchar el chillido de Gina. La tipa se colgó del cuello de su novio.
—Hola, amor. —Sebastián volteó hacia ella con una gran sonrisa.
Katia y Ray se dieron la media vuelta y empezaron a avanzar por diferentes motivos, a la chica le fastidiaba la presencia de la castaña y el rubio no quería ver a Sebastián siendo cariñoso con ella.
Mientras caminaban hacia su destino, Ray entrelazó su mano con la suya. Katia no supo con qué motivo lo hizo, si para darle celos a Sebastián, para que Gina no la molestara o porque le dio la gana, así que lo vio con una ceja levantada. Él le regresó la mirada pero no pudo hallar nada en ella, ese chico a veces era un enigma.
No le afectaba que Ray la tuviera agarrada de la mano, así que lo dejó. Al llegar a la pizzería, ordenaron y Olga le dio cuerda a Gina, pues empezó a preguntarle acerca del matrimonio entre ella y Sebastián.
—¿Ya empezaron los preparativos?
—Todavía no pero mi madre y yo ya estamos viendo diseños de vestidos de novias.
Se veía tan ilusionada que a Katia le dio lástima. Ray le contó que le puso un ultimátum a Sebastián y ninguno de los casos terminaba bien para Gina. En el primero su novio la dejaba por su mejor amigo, en el segundo terminarían poniéndole los cuernos.
La morena miró de reojo a Sebastián con su eterna sonrisa; todavía no entendía cómo le hacía para fingir tan bien, incluso parecía feliz. Volteó hacia Ray y tenía su expresión indiferente. En verdad admiraba la capacidad que tenían esos dos para ocultar sus emociones. Le dio un mordisco a su pedazo de pizza, pensando que de seguro Ciara la estaba pasando mucho mejor que ellos tres.
***
Álvaro no quería que dieran las cuatro de la tarde. Miró con nerviosismo el reloj, faltaban cinco minutos para la hora indeseada. Tragó grueso y aflojó el nudo de su corbata.
Toda la semana estuvo cavilando las palabras de su amigo y, aunque le dolía la decisión que había tomado, pensaba que a la larga era lo mejor para ambos. <<No solo yo estoy en riesgo, ella también, no puedo arruinar su futuro por mis deseos egoístas>>.
Ciara entró a su oficina a las cuatro en punto y cerró la puerta con seguro. Mientras hacía eso, Álvaro la observó con atención. Se vea tan hermosa que estuvo a punto de echarse para atrás en su decisión. <<No, tengo que ser firme>> pensó, levantándose de su asiento.
Caminó hacia la rubia y sintió su corazón latir con desenfreno cuando ella lo abrazó.
—¡Mi amor! —Exclamó—. Hay que aprovechar el tiempo que tenemos, ¿sí? —Lo miró sonriente pero su expresión cambió al ver la seriedad en el rostro del hombre frente a ella—. ¿Qué sucede?
—Ciara, yo... —Tomó sus manos entre las suyas para que dejara de abrazarlo—. Tenemos que hablar.
Una sensación de opresión se apoderó de ella, ¿por qué le hablaba con ese tono?
—¿Qué sucede? —Preguntó cohibida, bajando la mirada.
Álvaro soltó un suspiro antes de continuar.
—Tú... yo... Nosotros no podemos seguir con esto.
—¿Qué?
Álvaro la vio a los ojos y se maldijo en sus adentros al notar su mirada entristecida. En seguida se fijó en la pared para no seguir torturándose con la joven frente a él.
—Eso mismo, ya no podemos seguir arriesgándonos por algo que no tiene futuro.
—Pe-pero... —dijo con voz trémula—. Nos amamos, Álvaro.
Escucharla decir eso terminó de romper su corazón, ¿por qué tuvieron que conocerse en circunstancias tan poco provechosas? Para lograrla convencer de su decisión tenía que ser más duro.
—Tenemos que parar —masculló.
—Álvaro, si es por lo que dije del examen no me lo tomes en serio, sabes que era una broma, jamás estuve contigo porque buscara preferencias en mis calificaciones —explicó con desesperación. ¿Cómo podía demostrarle al hombre frente a ella que en verdad lo amaba, que no buscaba beneficiarse de esa relación?
—¡Lo sé! —Exclamó con fuerza. En seguida carraspeó y bajó su tono—. Digo, eso me queda claro, y créeme que te aprecio bastante, por lo mismo he decidido esto. Lo que tenemos no nos lleva a nada bueno y debe parar.
—¿Por qué? —Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y sin quererlo soltó un sollozo. En seguida llevó las manos a su boca para cubrirla.
—Yo podría perder mi trabajo y tú podrías echar a perder tu futuro —explicó fijando su vista en el suelo. No se atrevía a regresarle la mirada, se sentía como un patán, uno que hacía llorar a la mujer que amaba. <<Es lo mejor>> pensó, tratando de ser firme.
—¡Álvaro! —Exclamó y sin decir más se soltó a llorar—. Por favor, piénsalo —agregó con un sollozo.
—Ya lo pensé. El director sospecha de lo nuestro —decidió contarle parte de la verdad—. Estamos en riesgo, no puedo permitir que sigamos exponiéndonos tanto.
—Podemos ser más discretos —dijo como solución—. Solo son dos años más, me apresuraré a tomar más materias para salir pronto, no... No tienes que terminar conmigo. ¿O es que acaso ya no me amas?
—En dos años pueden pasar muchas cosas —murmuró—. Debemos terminar. Los sentimientos de las personas cambian y no quiero lastimarte más tiempo, romper con esto es lo mejor para ambos. —Ciara estuvo a punto de replicar pero no le dio oportunidad—. Ya lo decidí —dijo con firmeza.
Ciara cubrió su rostro con ambas manos, llorando desconsolada, y él no se atrevió a decirle ni una palabra de consuelo. Después de varios segundos, la chica salió de la oficina con paso veloz, dejando a Álvaro devastado. Se dirigió a su asiento en modo automático y, una vez que rememoró lo que hizo, no pudo evitar soltarse a llorar.
***
Katia iba por su quinta rebanada de pizza, escuchando sin mucho ánimo la conversación general. Llevaban media hora hablando de lo mismo y ya empezaba a hartarse. Todos estaban igual de fastidiados excepto Olga y Gina, ellas parloteaban con emoción acerca de lo grandiosa que sería la mentada boda. De repente su celular vibró, así que lo desbloqueó y lo enfocó.
Ray: En serio, si siguen hablando de lo mismo van a matarme de aburrimiento.
Soltó una risita discreta y decidió responder.
Yo: X2.
Ray frunció el entrecejo en su dirección, preguntándose por qué respondía de una manera tan simple pero estaba comiendo, que no molestara. En seguida su celular volvió a vibrar pero esta vez no se trataba de un simple mensaje sino era una llamada. Tragó el pedazo de pizza, se fijó en el identificador y vio el nombre de Ciara; le pareció extraño que le hablara. <<Pensé que estaría aprovechando su tiempo con Álvaro>>. Aun así respondió.
—¿Sí? —No entendió nada de lo que le dijo, solo escuchaba sollozos de su parte. Se preocupó bastante—. ¿Qué pasa?
—Es que... él... Katia, yo no sé por qué me hizo esto —volvió a sollozar.
—A ver, Ciara, cálmate y respira, ¿sí? —Dijo con voz lenta. La chica al otro lado de la línea comenzó a hacerle caso—. Eso, inhala y exhala.
Los demás la miraron con curiosidad, excepto Gina, ella parecía molesta.
—¿Estás hablando con Ciara? —Masculló.
—Sí —respondió con tono estoico.
—De seguro está teniendo una de sus crisis existenciales, ¿o me equivoco? —Katia la miró mal, ¿por qué decía esas cosas delante de los demás? Y además de una forma tan insensible. Entendía que ella supiera de sus problemas, pues era su mejor amiga, pero no tenía derecho a exponerla delante de unos desconocidos, porque eran amigos de Sebastián, no de ellas—. Agh, ¿y por qué te habla a ti en vez de a mí? —Se quejó—. Se supone que soy su mejor amiga, no te debería buscar a ti...
Ignoró a Gina y se centró en la llamada.
—¿Dónde estás? ¿Sigues en la uni?
—Sí —respondió y sorbió por la nariz.
—¿En qué parte?
—Afuera de la biblioteca.
—Voy para allá, ¿sí?
Después de que le confirmara que la esperaría, se levantó de la mesa y se excusó con todos, indicando que tenía una emergencia. Todos dijeron que entendían y se despidieron de ella con gentileza. Dejó pagada su parte y se dispuso a irse pero Ray indicó que la acompañaba. Colocó el dinero encima del que ella dejó y ambos se pusieron en marcha, camino hacia la universidad.
—No tenías que acompañarme, pudiste quedarte con tus amigos. —Se dirigió a Ray.
—¿Bromeas? Aproveché para escapar de la tonta conversación de Gina —le respondió con una sonrisa de medio lado—. Además quiero ver cómo está Ciara.
—¿Eh? —Recordó las palabras de Sebastián—. ¿Acaso... ella te gusta?
—Es bonita. —Colocó las manos en sus bolsillos. Eso no le confirmaba nada.
—¿Pero te gusta?
—Me atrae pero nada serio, yo quiero a Sebastián.
—Ah.
El portero los dejó pasar sin problemas y fueron hacia la biblioteca. Mientras avanzaban hacia su destino, notaron a su amiga sentada en el pasillo, tenía la cabeza escondida entre sus rodillas y temblaba ligeramente.
—Ciara —dijo cuando estuvieron cerca de ella. La rubia levantó el rostro y, al ver a Katia, se lanzó en sus brazos, llorando con fuerza—. Ya, ya. —Palmeó su cabeza con delicadeza.
Ray, que casi siempre aprovechaba para molestarla, no dijo nada, se limitó a sobar su espalda. Mientras ambos la consolaban, Katia no pudo evitar pensar en el doctor Villegas. <<¿Qué fue lo que le hizo?>>.
u.u
Pobre Ciara. A partir de este momento se viene más drama.
Espero que les haya gustado el capítulo.
¿Y ya vieron la nueva portada? Quedó hermosa *w* Está hecha por loquefue Vayan a seguirla en su perfil e Instagram, es demasiado talentosa.
¡Gracias por leer! Nos vemos pronto.
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