Capítulo 5.


El ansiado fin de semana llegó pronto. Ciara, como buena samaritana, se ofreció a ir a casa de Katia para ayudarla a arreglarse. Para que no hubiera problema con la hora, la invitó a quedarse a dormir, indicando que su papá las llevaría e iría por ellas, a lo que aceptó gustosa.

—Es mi deber social —había dicho—. Nunca has ido a una fiesta, debes saber cómo vestir, qué combinar. Tienes suerte de que vaya a ayudarte.

—Uy, cuánta suerte —murmuró sarcástica.

En ese momento se encontraba frente al espejo mientras Ciara usaba su plancha para hacerle algunas ondas. Una vez que terminó, procedió a maquillarla.

—No uses tanto maquillaje —se quejó—. Voy a parecer payaso.

—Claro que no, me ofende que dudes de mi buen gusto. —Colocó la mano en su pecho—. Es de noche, así que no se verá mal.

—Pero siento la cara pesada.

—Te acostumbrarás. —Puso los ojos en blanco—. Ahora déjame terminar.

En lo que concluía su tarea, Katia decidió hacer un cuestionamiento que le surgió de repente.

—¿El doctor Álvaro no tiene problemas con que vayas a la fiesta?

—¿Debería? —Alzó una ceja.

—Pues no pero eres una de las chicas más bonitas de la facultad, hay muchos chicos que andan tras de ti —recordó, colocando su dedo índice en la barbilla—. Por eso era mi pregunta.

—Álvaro confía en mí —aseguró—. Sabe que no lo dejaré por algún universitario.

—¿Por qué no? —Ladeó la cabeza.

—Él es mejor que ellos.

—Emm, voy a hacer una pregunta, espero no sonar tan atrevida.

—¿Cuál es? —Dejó de ponerle sombra de ojos para mirarla con atención.

—¿Por qué te arriesgas tanto estando en una relación así? —Ciara frunció en el entrecejo con molestia—. Sé que te puede molestar mi falta de tacto, y perdón si te inoportuno pero creo que es importante que te lo plantees, ¿no crees?

—Sí, lo sé. —Soltó un suspiro—. Muchas veces me he preguntado lo mismo: ¿vale la pena? ¿Funcionará a largo plazo? Y la respuesta que me doy nunca cambia: no sé si vaya a funcionar pero vale la pena tomar el riesgo. Estoy enamorada de él —afirmó.

—Oh, entiendo. ¿Puedo hacerte otra pregunta? —Ciara apretó los labios—. No tiene que ver con Álvaro.

—Está bien.

—¿Por qué estás aquí conmigo? ¿No deberías estar con Gina y Karen?

—Bah, ellas se arreglan bien, no les hago falta. —Movió su mano para restarse importancia. No obstante, su respuesta no le hizo gracia a Katia, ¿tal mal se veía cuando iba a la universidad?

—Ah, bueno, gracias.

—¡No me refiero a que tú te veas mal! —Movió sus manos—. Me refiero a que... Es agradable estar contigo —bajó la voz—. Eres más divertida que ellas, además... Contigo puedo hablar de mi relación con Álvaro, me hace bien poder comentarlo con alguien más —sonrió.

—Oh, es solo por conveniencia. —Rodó los ojos.

—¡No! Ya te dije que eres más divertida, no me malinterpretes, quiero mucho a mis amigas pero a veces pueden ser un poco molestas. —Colocó la mano en su cuello.

<<Tú igual me parecías así>> pensó la morena. <<Pero te juzgué mal>>.

—Bastante molestas. —<<De seguro también estoy juzgando mal a Karen pero no me consta>>—. Sobre todo Gina —agregó.

—Es algo manipuladora.

—Es malvada —afirmó.

Ciara soltó una pequeña risa, negando con la cabeza, y siguió maquillándola. Cuando terminó con ella, se dispuso a arreglarse a sí misma.

Katia se miró en el espejo y casi no se reconoció, ¡se veía muy bonita! Llevaba una falda blanca, botines del mismo color y una blusa rosa. En cuanto al maquillaje, acentuaba sus facciones y pómulos, y resaltaba sus ojos. Su cabello se veía suave y sedoso.

Una vez que Ciara terminó de arreglarse, la morena la vio con atención. A diferencia de su amiga, ella se alació el cabello, se puso un vestido rojo que acentuaba sus curvas y zapatillas de tacón alto; llevaba sombra de ojos oscura, sus labios voluminosos pintados de carmesí y pestañas largas y rizadas. Parecía toda una femme fatale... Katia empezó a entender al doctor Álvaro.

—¿Y bien? ¿Ya vamos? —Preguntó expectante. Katia pensó que para ella, al estar acostumbrada a ir a ese tipo de eventos, la fiesta de Sebastián no tendría gran significancia pero lucía más emocionada que ella y ya era mucho.

El padre de la joven las llevó a la casa de Sebastián.

—¿A qué hora las recojo? —Preguntó.

—Yo te aviso. —Katia alzó su celular.

Su padre se fue y ambas entraron al lugar. Había música estridente, luces y alcohol.

—¡Nunca había estado aquí! —Ciara alzó la voz para que la escuchara sin problemas.

Katia omitió el hecho de que ya había estado en ese lugar, así que negó con la cabeza, haciendo alusión a un "yo tampoco".

—¡Hola, chicas! —Sebastián se acercó a ellas—. ¿Quieren algo de beber?

Ambas asintieron, así que las dirigió a la mesa donde estaban las botanas y bebidas. La morena hizo una mueca al notar que solo había alcohol pero tenía sed, así que se dispuso a beber, al igual que los demás.

No recordaba hacía cuánto no la pasaba tan bien, esa noche se rio, bailó con algunos compañeros, y después de algunos tragos empezó a acostumbrarse al sabor del alcohol.

En un momento un compañero propuso jugar a la botella. Gina, que andaba pegada como garrapata a Sebastián, protestó pero al final su novio la convenció de que se trataba de un simple juego. De su grupo de amigos, solo él y Ray estaban ahí, los demás se encontraban bebiendo en la cocina.

Se sentaron en el suelo, formando un círculo, y el anfitrión fue el primero en girar la botella. Katia se quedó perpleja cuando la boquilla se detuvo frente a Raymundo pero los demás empezaron a reír.

—Mjm —carraspeó Sebastián—. Volveré a girarla.

—¡Eso es trampa! —Rio una chica—. Dale, son tan amigos que no me extrañaría que se besaran entre ustedes.

—Amor, no se vale volver a girar —comentó Gina. La muy tonta prefería que Sebastián besara a su amigo que a alguna otra chica, no sabía que su principal rival era él.

Sebastián soltó una risita nerviosa, negando con la cabeza, pero ellas insistían.

—Vamos, Sebas, no creí que tuvieras tu masculinidad tan frágil como para preocuparte por un simple beso.

—Exactamente, amor.

Katia enfocó a Ray, que tenía una expresión molesta en el rostro. Era la primera vez que lo veía así, le enojaba que fueran tan insistentes con Sebastián. Decidió intervenir.

—No se vale que hagan esto, chicas, déjenlo volver a girar la botella.

—Buu, Katia, no seas aguafiestas —se quejó otro chico.

—No es eso. —Negó con la cabeza.

—Lo que tú quieres es que te bese a ti, ¿a qué sí? —Como siempre, Gina y su gran imaginación sacaban las cosas de contexto—. Ansias que mi novio gire la botella y que tú seas la afortunada.

—¡Claro que no! —Se quejó, levantándose en el acto.

—Claro que sí, ¿crees que no te conozco? Eres tan patética que estás en la universidad y no has dado tu primer beso, solo eres una mustia hipócrita y urgida...

—¡Gina! —Reclamó Ciara pero ella la ignoró.

Katia siempre pensó que Gina era una víbora venenosa, no prestaba atención a sus comentarios burlescos porque no le eran relevantes, pero en ese momento dio justo en el clavo. Se sintió humillada de que hubiera dicho eso delante de los demás, ¿por qué eran tan cruel? Abrió la boca para refutarle pero de ella no salió ninguna palabra.

—Gina, basta. —Se entrometió Sebastián.

—¡Sé que quieres que sea amable con ella pero no puedo! ¡No cuando anda tras de ti!

—Estás malinterpretando todo.

—¡Claro que no! ¡La conozco! —La señaló—. Y la entiendo a la pobrecita, ¿quién no ha dado su primer beso en la universidad? De seguro solo ella, pero me molesta que sea tan cínica como para querer seducir a alguien con novia.

—¡No es así!

Katia se levantó y estuvo a punto de salir corriendo para que la discusión no llegara a más pero fue una sorpresa para todos que Ray la imitara y se colocara frente a ella.

—Ray, ¿qué...?

Antes de concluir su pregunta, los labios de Ray se fusionaron con los de ella. Su cerebro se desconectó por completo, creyó escuchar las exclamaciones de los demás pero no podía concentrarse, no cuando su amigo la besaba de esa manera. No reaccionó, no lo empujó, simplemente se quedó ahí parada mientras él metía su lengua en su boca. Después de unos segundos, se separó de ella, no sin antes darle un pequeño mordisco en el labio inferior.

—Ya dio su primer beso. —Le palmeó el hombro—. Así que deja de joder con eso, Gina.

Los demás chicos comenzaron a aplaudir, chiflar y vitorear, a excepción de Sebastián y su novia. El primero lucía consternado y la segunda, no soportando el haber quedado mal, salió del círculo y se fue corriendo.

<<Carajo, ¿qué rayos acaba de suceder?>> Alcanzó a pensar Katia.


***


A comparación del principio, el resto de la fiesta fue más ameno. Sebastián, por compromiso, fue detrás de su novia, pero los demás siguieron jugando a la botella, incluso a Katia le tocó besarse con Santiago. Ciara también jugó pero ella solo daba pequeños picos a quien le tocaba besar, logrando que los chicos le reclamaran su falta de entusiasmo.

Luego de un rato, Katia le mandó un mensaje a su papá pidiendo que pasara por ellas a petición de su compañera. Buscó a Sebastián por toda la casa para agradecerle el haberla invitado —aunque pensaba que tal vez se había arrepentido— y para despedirse pero no lo encontró por ningún lado. De repente su mirada se centró en Ray, que bebía cerveza con un gesto impasible, recargado en la pared.

Se dirigió hasta el rubio sin saber cómo proceder. ¿Debía agradecerle el salvarla de la humillación? ¿O reclamarle por besarla así sin más? Se colocó frente a él, logrando que la enfocara.

—¿Vienes por otro beso? —Pasó la mano por sus rizos. La chica se ruborizó tanto que sintió que sus mejillas y orejas se calentaron.

—¡No! —Respondió con rapidez—. Vengo a despedirme.

—Oh, ya... Que te vaya bien.

—Gra-gracias... —Se quedaron callados un momento—. Ray, ¿te puedo preguntar algo? —Él hizo una seña para que hablara—. ¿Por qué...? ¿Por qué me besaste?

—Gina te estaba haciendo quedar mal, no podía permitir eso —respondió con obviedad.

—Oh. Y... ¿Sebastián no se molestará conmigo por eso?

Nah. —Le restó importancia—. Siempre tengo que ver cómo le mete la lengua a Gina, es justo que por una vez él sienta lo mismo que yo.

Lo miró con atención, por la forma en que dijo las cosas, supo que la relación de Sebastián le afectaba más de lo que aparentaba.

—Si tanto te molesta, ¿por qué no hablas con él?

—¿Para qué perturbarlo más? Suficiente con aguantar a su familia y a su novia como para que también tenga que oír mis reclamos —suspiró—. Yo soy su respiro, su salvavidas, no puedo hacerle eso.

—Pero es importante para ti. —Le hizo ver—. Algún día tendrá que hacerles frente.

—Tal vez, pero no será hoy —sentenció.

Se quedaron callados y, de no ser por la música estridente, el silencio habría sido incómodo. Fue una suerte que Ciara se apareciera frente a ellos.

—Katia, ¿ya viene tu papá? No me siento muy bien.

—Tranquila, en un momento llega. —Se acercó a ella.

—¿Dónde hay un baño? —Le preguntó a Ray, conteniendo sus arcadas. La rubia bebió muchísimo y el alcohol empezaba a surtir efecto en ella.

—Hay un medio baño en la entrada. —Señaló el camino.

Ciara salió corriendo y Katia negó con la cabeza.

—Es todo un caso.

Quince minutos después, las chicas iban camino a casa. Ciara se sentía tan mal que recargó su cabeza en el regazo de su amiga. Katia, por su parte, se limitó a palmearle la frente con delicadeza.

Una vez que llegaron a casa, se despidieron del señor González y subieron a su cuarto. Ciara pasó al baño para hacer sus necesidades y lavarse los dientes y en seguida se recostó en la cama. Katia la imitó y, una vez que se acostó, no pudo evitar recordar el beso que le dio Ray... Su primer beso.


***


Álvaro revisaba las tareas de sus alumnos de tercer semestre. Justo terminó con la de Katia, a pesar de que no era un trabajo perfecto, le puso un enorme diez encerrado en un círculo y una carita feliz, notaba que la chica se ponía contenta al ver esas caritas adornando la hoja principal. No había ningún problema, Katia siempre fue una alumna ejemplar, que le subiera puntos o le pusiera una buena calificación no hacía que sus compañeros se extrañasen.

No había hablado con ella acerca del incidente pero Ciara lo tranquilizó, indicándole que ella se encargó de todo y que Katia se llevaría su secreto a la tumba. Lanzó un suspiro y se dispuso a calificar la tarea de su amada pero frunció el entrecejo al terminar de revisar el trabajo. <<Le dije que no sacara toda la información de Internet... Y para colmo solo copió y pegó>> caviló tocándose el puente de la nariz.

Estuvo a punto de escribir un siete pero recordó que la última vez que le puso esa calificación, la chica se molestó bastante, incluso en su encuentro anterior en vez de platicar con él o besarlo —como prefería pasar el tiempo—, se la pasó reclamándole toda la hora. Al final decidió ponerle un ocho. <<Con esto debe conformarse, es más de lo que merece>>.

Con ella en mente, decidió mandarle un mensaje preguntándole por su bienestar. Después de algunos minutos, vio su celular pero no había ninguna contestación. Se extrañó por eso, ella solía responderle casi de inmediato. De pronto recordó que el día anterior tuvo una fiesta y una sensación extraña se apoderó de él. <<Ella todavía pasa el tiempo de esa manera>>.

Él pensaba que podían tener algo formal cuando ella terminara la universidad, pero en el fondo le preocupaba que la diferencia de edad fuera un inconveniente mayor. Ciara tenía juventud, toda una vida por delante, le faltaba vivir experiencias, convivir con sus amigos y familia, viajar, hacer cosas que él ya había hecho en su momento. <<¿Y si en unos años le parezco muy viejo y aburrido?>>. Se inquietó demasiado, así que prefirió seguir calificando tareas para distraerse pero no podía sacarse esos nefastos pensamientos de la cabeza, eran como una horrible niebla, lo envolvían en la oscuridad hasta que no pudiera ver la luz brillar del otro lado.



¡Hola! Agradezco a todos los que leen esta historia porque me encantó escribirla.

¿Tienen algún ship preferido de aquí? ¿O alguno loco que se les haya ocurrido? Me gustaría saber.

Nos vemos la siguiente semana.

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