Capítulo 4


Al siguiente día, Katia llegó tarde a propósito a la clase de Física. Para su mala suerte, compartía muchas materias con Ciara, y no quería cruzarse con ella. Fue una suerte que Sebastián y Raymundo fueran amables pero imaginaba que su compañera no lo sería, por lo menos no con ella.

Desde que entró al aula, pudo notar su mirada felina sobre de ella, pues esos ojos verdes con su perfecto delineado de gato eran intensos. Ignorándola, se sentó en su banca y sacó su libreta para tomar apuntes.

Cuando finalizó la hora, se levantó para ir a su siguiente clase pero Ciara la interceptó.

—Hola, Katia. —Le mostró una sonrisa más falsa que las que le daba Gina.

—Hola —respondió con precaución.

—Oye, me quedó una duda acerca de la clase, ¿podrías ayudarme con eso?

Lanzó un suspiro, era preferible enfrentarla a evitarla.

—Tengo clase pero búscame a las tres en la biblioteca.

—Claro, y gracias. —Eso último sonó muy sincero. Katia no sabía si Ciara se imaginaba que al llegar ese día a clases todos estarían comentando acerca de su relación clandestina pero ella no era Gina Leal para expandir los chismes de esa manera.

A las tres y cuarto, mientras acomodaba unos libros, escuchó unos tacones repiquetear contra el suelo. <<Ya llegó>>. Volteó y enfocó a Ciara.

—Hola —dijo sin mucho ánimo.

Contrario a la mañana, Ciara parecía tan feliz que le dio miedo.

—Hola, Katia... Mira, te traje esto. —Le extendió una cajita rosa con asa.

—Oh, no debiste molestarte. —Tomó la caja y la abrió—. ¡Ay, es pastel de chocolate! —Exclamó feliz. A ella la ganaban con la comida—. ¡Muchas gracias! —Dijo con sinceridad. Sabía que el regalo era por interés pero amaba demasiado los postres.

—De nada... —Se quedó callada un momento—. Katia, sobre lo que viste ayer... —Bajó la voz—. No digas nada, ¿sí? Podríamos meternos en un lío muy gordo si alguien más se entera.

—No diré nada. —Pasó su dedo por el betún y se lo llevó a la boca—. Pero tengo una condición.

—¿Condición? —Se mostró asustada. Y claro, al igual que con Sebastián, también debía aprovechar—. ¿Qué quieres?

—Quiero que me tomen en cuenta cuando hagan alguna reunión o fiesta.

—¿Eh?

—No es que esté urgida por tener amigos pero... ¿A quién engaño? Estoy urgida —comentó; Ciara la miró con perplejidad. Katia sabía que el problema siempre fue Gina, ella era la que lograba que la excluyeran, pero si una chica bonita y popular como Ciara comenzaba a incluirla, los demás también lo harían.

No era tan difícil. Gracias a Ray, supo que Gina dejó de hacer comentarios hostiles porque él y Sebastián empezaron a conversar entre ellos, indicando que odiaban a las personas que se metían con la apariencia física de los demás y que, si alguno llegaba a conocer a alguien tan miserable como para hacer eso, inmediatamente lo descartarían de su vida. Gina era influenciable, deseaba quedar bien con su novio y sus amigos, al punto de actuar como a ellos mejor les pareciese.

—Pe-pero... Tú debes buscar amigos de verdad, gente que valga la pena, no ansíes tener contacto con las mismas personas que te han hecho a un lado, mereces más que eso, ¿no crees?

Por supuesto que lo creía pero no se tragaba su discurso barato, hacía parecer como si en verdad le importara cuando lo único que quería era que guardara su secreto sin que ella tuviera que hacer algo a cambio.

—Lo sé —dijo con simpleza—. Pero estoy harta, siento que desperdicio mi juventud. Todo el mundo dice que la universidad es la mejor época de todas, que vas a las mejores fiestas, consigues a tus mejores amigos, te diviertes, pero yo no tengo nada de eso. Soy consciente que tal vez no sea lo mejor pero por una vez en la vida quiero sentirme como una chica normal.

Ciara la miró con atención durante un momento.

—Está bien, trataré de que los demás te incluyan para algo más que los trabajos escolares.

—Bueno. ¿No quieres un poco? —Le extendió la cajita para que agarrara un poco de pastel.

—No, gracias. —Hizo una mueca extraña. Katia se encogió de hombros y siguió comiendo.


***


Las cosas mejoraron aún más para Katia. Además de tener la amistad de Sebastián y Ray, Ciara, aprovechando la cantidad de clases que tomaban juntas, comenzó a sentarse junto a ella, incluso en la materia de Liderazgo para no levantar ninguna sospecha. Una ocasión Gina le reclamó este hecho pero su amiga le dio una respuesta razonable.

—Estamos haciendo un proyecto juntas, además me está asesorando con la materia de Física.

—Sebastián puede ayudarte con eso. —Puso los ojos en blanco.

—¿En serio quieres que pase tiempo con tu novio? —Alzó una ceja. Gina solo rodó los ojos, decidida a no responder.

En la siguiente clase de Liderazgo, el profesor les entregó unos ensayos calificados. Katia tomó las hojas que le extendió y vio un diez enorme junto una carita feliz. <<Esto es nuevo... Aww, esa carita se ve tan adorable>>. Tenía los ojitos separados y una boquita curveada. <<Le tengo que tomar foto>> pensó decidida.

—Excelente trabajo, Katia. —La voz del profesor Álvaro la sacó de sus pensamientos. Volteó a verlo de reojo, después del incidente, no se atrevía a mirarlo a los ojos—. Tienes un punto más.

—Gracias, profesor —contestó con voz quedita. Sabía que lo hacía para quedar bien con ella pero eso le convenía.

Se sentó en su lugar y Ciara la enfocó.

—Felicidades —sonrió con ironía.

—Ay, gracias, amigui. —Le devolvió el gesto. A pesar de todo, para ese punto ya la consideraba su amiga.

Álvaro le extendió su tarea a Ciara. La chica tomó el trabajo con rapidez pero en seguida su expresión cambió de una ilusionada a una sombría.

—¿Siete? —Murmuró frustrada.

—Debes esforzarte más —dijo con tono neutro. Siguió repartiendo los trabajos a los demás.

Katia mordió su labio inferior para no soltarse a reír, le parecía una situación tan absurda e irónica. Su amiga se dio cuenta, pues entrecerró los ojos.

—¿Tú qué? —Masculló.

La morena negó con la cabeza, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no carcajearse.


***


Sebastián haría una fiesta ese fin de semana y Katia se sintió halagada de que fuera una de las primeras personas que invitó. Estaba tan emocionada, que incluso Ray se burló de ella.

—Es como si a una niña le hubieran dicho que la llevarán al parque de diversiones —rio—. ¿Qué nunca has ido a una fiesta?

—No —respondió con sinceridad.

Ray y sus amigos la miraron con atención. El grupo consistía en Olga, Edwin, Timoteo, Higinio, Erika, Bertha y Nieves.

—¿Por qué? —Preguntó Olga.

—Nunca he tenido una relación muy buena con mis compañeros —explicó en voz baja.

—Oh, entiendo.

—Pero últimamente te he visto mucho con esa chica, ¿cómo se llama? —Ray se quedó pensativo—. ¿Cia...? ¿Cianuro?

Todos rieron con fuerza, incluso Katia.

—Es Ciara —lo corrigió.

—¡Ah, sí! —Tronó los dedos—. Ciara Cianuro.

Todos volvieron a reír, incluido Sebastián.

—No le digas así —indicó el pelinegro—. Por eso te odia.

—Bah, como si me importara. —Se encogió de hombros—. Le queda el apodo por tóxica.

—Hey, no digas eso. —Katia decidió intervenir—. Cuando la conoces es muy linda.

—No me consta pero te creeré.

Una vez que terminó la hora libre, Katia se dirigió a la clase de Cálculo. Antes de que llegara el profesor, Ciara se sentó junto a ella.

—¿Qué crees? Hay una fiesta este fin de semana —dijo con emoción—. Le diré a Sebastián que te invite.

—Ya me invitaron —mencionó sin pensar pero en seguida se arrepintió.

—¿Quién? —La enfocó con atención.

—Emm, este... Fue Ray. —No podía decir que Sebastián la invitó, después de todo ella seguía siendo amiga de Gina, pero Ray no tenía compromiso con nadie.

—Ah, ya... Te llevas mucho con él, ¿verdad? —Le mostró una sonrisita maliciosa.

—Algo así —rio con nervios.

—Tienes suerte, es demasiado fastidioso pero a su manera es guapo. —Enfocó el pizarrón—. Yo que tú aprovecho, no vayas a decir que yo te dije pero él está interesado en ti.

—¡¿Que qué?! —Alzó la voz más de lo debido, logrando que varios compañeros la miraran con extrañeza—. ¿Cómo? ¿Qué rayos? ¿Qué? —No lograba formular bien ninguna pregunta. ¿Acaso sus oídos escucharon bien?

—Ay, no alces tanto la voz —se quejó—. Te voy a contar pero es un secreto, ¿sí? —Su amiga asintió con la cabeza—. Gina encaró a Sebastián, le preguntó por qué se juntaba tanto contigo, y él le dijo que Raymundo está interesado en ti, por eso te buscan mucho. Tiene sentido, si me lo preguntas... Creo que harían una buena pareja.

El cerebro de Katia se quedó procesando toda la información. <<Me las va a pagar>> pensó cuando pudo ordenar sus pensamientos.


***


Cuando terminó su clase, buscó a Raymundo y a Sebastián. Encontró al primero recargado en la pared del pasillo, fumando un cigarrillo. Al parecer no le importaba que algún directivo lo encontrara y reportara.

—Tú. —Lo señaló con molestia.

—¿Yo? —Se señaló a sí mismo.

—Sí, tú. ¿Dónde está Sebastián?

—En el entrenamiento —respondió con simpleza.

—Mmm... Bueno, después lo encararé a él, primero hablaré contigo.

—¿Qué hice?

Se acercó a él para reclamar en un susurro.

—Sebastián le dijo Gina que estás interesado en mí.

—Ah, eso. —Le restó importancia a sus palabras.

—¿Ya sabías? —Se quejó—. ¿Por qué hizo eso? —Se cruzó de brazos.

—Para no levantar sospechas.

—¿Cómo que sospechas? ¿Qué simplemente no pudo decirle que les caigo bien y ya?

—Vamos, como si no conocieras a Gina, sabes que es una celópata, si no le decía eso, no iba a descansar hasta descubrir la verdad.

—Ay, ya. —Puso los ojos en blanco.

—Es verdad, habría contratado a alguien para espiarlo y tarde o temprano nos descubriría, por eso es preferible que piense que yo soy el interesado.

—Mmm, tienes un punto. —Reconoció que Gina estaba loca, era capaz de hacer cualquier cosa—. ¿Y qué hacemos?

—Nada. —Se encogió de hombros—. Que yo esté "interesado" no significa que tú lo estés —dijo con simpleza—. Puedes "rechazarme" en cualquier momento y no me sentiré mal por eso.

—¿Seguro? —Preguntó con burla.

—Segurísimo.

—Conste, ¿eh? Después no quiero enterarme que andes de ardido.

—Tienes mi palabra. —Colocó la mano en su pecho.

—Está bien, está bien —rio—. ¿Y cómo van con la fiesta?

—Bien. Ya decidimos que, cuando esta termine, tú nos ayudarás a limpiar.

—¡Ni hablar! No cuenten conmigo para eso.

—Ya lo hicimos.

—¡No!

—¡Sí!

—¡Noooooo! —Salió corriendo.

—¡Síiiii! —Fue tras de ella.



¡Uy, nuevo chisme! ¿Cómo creen que termine todo eso? ¿Katia está haciendo bien en involucrarse tanto?

Espero que les haya gustado, saben que cualquier comentario, voto o recomendación ayuda mucho a la historia.

¡Un abrazo!




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