Capítulo 26.
Cuando terminaron las vacaciones, Katia regresó a la universidad más atareada que nunca, pues a pesar de que el director explicó a los profesores que se canceló el supuesto concurso al que iría, tuvo que hacer el Servicio Escolar con él. Joaquín no quiso asignarle a ningún otro directivo, él mismo se encargaba de darle trabajos y proyectos pesados de un día para otro.
Katia se sentía más que fastidiada pero después de algunas semanas se dio cuenta de que prefería invertir su tiempo ocupándose que lamentándose por haber perdido contacto con sus antiguos amigos; sí los veía de vez en cuando o mandaba mensajes para saludar pero no era lo mismo, entendía que a veces la gente tenía que separarse para forjar su propio camino.
Gina también pasaba una situación similar. Desde su último encuentro con Sebastián, donde le dejó muy en claro su desagrado hacia ella, tomó una actitud más madura; hablaba cuando tenía que hacerlo y ya no era tan hostil con los demás, incluyendo a Katia. Después de unas semanas encontró un nuevo grupito de amigas, al igual que Karen, ya que ambas quedaron en malos términos como para tener que tolerarse más de la cuenta.
Al ya no tener la influencia negativa de Gina, Katia logró llevarse bien con algunos compañeros; si bien no formó una amistad tan sólida como la que tenía con sus antiguos camaradas, al menos podía convivir y divertirse un poco.
Katia se encontraba archivando unos documentos junto a Mildred cuando recordó a sus amigos. Sonrió con tristeza al darse cuenta de que los echaba de menos. <<Pero sé que están bien, todos ellos>> pensó principalmente en Ciara y Sebastián.
En ese momento entró a la oficina Sheila, la nueva psicóloga de la universidad, una antigua compañera de Álvaro que fue recomendada por él. Era una mujer agradable y muy profesional, a todos les agradaba, incluso a Maribel, que aún extrañaba a su antiguo jefe.
Le extendió unos papeles a la secretaria mientras intercambiaban algunas palabras acerca del trabajo. Cuando terminaron de charlar, Sheila estuvo a punto de despedirse para regresar a su puesto pero Mildred no se lo permitió.
—Tú eres amiga de Álvaro Villegas, ¿cierto?
—Sí, nos conocimos en la universidad.
—Supiste que se fugó con una chica que era alumna de esta escuela —murmuró con tono cómplice. Katia rodó los ojos, ella y la bibliotecaria Linda amaban el chisme más que nada.
—Emmm, no —musitó. Sabía que Álvaro estaba en una relación con una chica mucho más joven que él, también tenía conocimiento de que sería padre, pues vio sus estados en su servicio de mensajería instantánea, pero no se imaginó que esa linda rubia hubiera sido su alumna.
—Y eso no es lo peor, sino que la chica estaba a punto de casarse cuando él llegó a la boda y se fugaron juntos.
—Ah. —Aplanó los labios.
Mientras Mildred le contaba con detalles los chismes que escuchó, Katia negó con la cabeza. <<Que hablen lo que quieran, ellos son muy felices y no necesitan la aprobación de nadie>>.
***
Por su parte, una vez que Ray y Sebastián terminaron la universidad, que sus padres pagaron sus títulos y colegiaturas correspondientes y tuvieron sus documentos en mano, el pelinegro decidió enfrentar a sus progenitores y contarles la verdad.
Ni Francesca ni Ignacio volvieron a comentar nada acerca de la boda arruinara, para ellos su hijo estaba tan dolido que preferían evadir el tema, por eso cuando los convocó a la sala de estar para darles un anuncio acerca de su vida amorosa se quedaron extrañados.
—Y bien —comentó Ignacio, mirando con atención a su hijo. Sebastián estaba frente a ellos, vestido de traje, con una pose distinguida y un maletín en mano—. ¿Qué tienes que decir? ¿Ya tienes otra novia?
—No, padre, ni la tendré nunca.
Francesca e Ignacio intercambiaron miradas con preocupación.
—Hijo —le sonrió con tristeza. A pesar de que perdió una pieza dental, su odontóloga pudo reemplazarla con una prótesis para que no se notara el hueco—, sé que estás dolido y decepcionado por lo que te hizo la mujerzuela aquella pero no es para que renuncies al amor... ¡Y para colmo la zorra descarada se quedó el anillo de compromiso!
—No lo he hecho, madre —la interrumpió—. A pesar de que sigo enojado con Ciara Azúcar, preferiría que no te refirieras a ella con palabras como "zorra" o "mujerzuela" —pidió con amabilidad.
Francesca alzó las dos cejas, creyendo que su hijo aún la amaba y por eso hacía tal petición.
—Oh, lo lamento.
—Admito que el desplante que me hizo Ciara me sorprendió de varias maneras, pero también sabía que ella no me amaba y aún así acepté casarme con ella.
—¿Sabías? —Francesca ladeó la cabeza—. ¿Ciara te lo dijo? ¿Y la amabas tanto como para aceptar casarte con ella a pesar de saber eso?
—No, madre, jamás estuve enamorado de ella, éramos amigos y nos íbamos a ayudar mutuamente. Ella quería asegurar el bienestar de su hijo y yo quería la empresa de papá, eso es todo. —A pesar de que sus progenitores le aseguraban que era de mala educación cruzar la pierna, en ese momento colocó su pie derecho sobre su rodilla izquierda—. Sé que papá no me dará la empresa si no me caso y demuestro ser un "hombre de familia" y ya me resigné a no ser el heredero porque no pienso casarme con ninguna mujer.
—Pero hijo —siguió Francesa—, si no amabas a Ciara, ¿por qué dices que jamás te casarás?
—Corrección, no dije que no me casaré, dije que no lo haré con ninguna mujer. —Ignacio parpadeó varias veces, confundido por lo que escuchó, mientras Francesca lo veía con fijeza sin hacer ningún gesto—. Estoy en una relación con Raymundo Hernández —afirmó—. Él es el amor de mi vida y no me importa que no lo acepten.
Francesca e Ignacio se quedaron callados unos segundos, hasta que él soltó una risa burlesca.
—Sebastián, por favor, otra vez sacando tus comentarios absurdos.
—No es broma, amo a Raymundo —dijo firme. Los dos hombres se vieron a los ojos durante algunos segundos pero Sebastián no desvió su mirada ni se mostró débil ante su padre. Después de un momento, el mayor explotó, empezando a soltar improperios contra su hijo y su mejor amigo.
—¡¿Cómo es posible que me hagan esto?! ¡Acepté a tu amiguito en mi casa! ¡Y al final me salen con esta barbaridad!
Francesca, por su parte, miró a Sebastián con los ojos llenos de lágrimas.
—De seguro estás confundido, Sebas —lo quiso convencer—. Quedaste decepcionado de Gina y de Ciara pero eso no significa que todas las mujeres sean malas, si quieres te presento a la hija del matrimonio Moreira, ella es encantadora y...
—No es necesario, madre.
—Pero... pero...
—Sé que ya no seré bien recibido en esta casa, por eso me tomé el atrevimiento de empacar mis cosas. —Movió el maletín que traía consigo. Francesca no pudo evitar sollozar—. Ya he sacado algunas cosas sin que lo notaran, me iré a vivir con Raymundo —sentenció. Francesca se soltó en llanto al escucharlo decir eso—. Madre, no llores, no es para tanto, aún podremos vernos, claro, si tú quieres...
—¡No! —Exclamó Ignacio, interrumpiéndolo.
—¿Eh?
—¡Ya lo dijiste, no eres bienvenido en esta casa! ¡Así que ya lárgate y no vuelvas! ¡Ni creas que nos volverás a ver en tu vida! —Prorrumpió. Francesca siguió llorando pero no se atrevió a contradecir a su esposo.
Sebastián asintió con la cabeza y sin decir más, se levantó del sofá y salió de la casa sin voltear hacia atrás. Se fue con paso lento por si su madre lo detenía para abrazarlo o darle ánimos pero eso no sucedió, así que una vez que estuvo fuera, no pudo evitar soltarse a llorar. Raymundo, que lo esperaba cerca de la entrada, corrió hacia él y lo abrazó.
—Ya, ya, todo pasará. —Acarició su espalda.
—Lo-lo sé, so-solo estoy un poco decepcionado. —Sorbió por la nariz—. Creí que mi madre me apoyaría pero eso no pasó.
—Lo lamento mucho.
—Y ahora ya no tendré auto —musitó—. Ni trabajo —rio con desanimo—. Solo regresaré a la compañía de papá para ir por mis papeles.
—Sí, no hay problema, ya te dije que podemos trabajar en el negocio de mi tío —le sonrió, tomando sus manos—. Además podrás usar mi coche.
—¡Gracias por todo, Ray!
Y así, ambos se fueron de la mano, caminando hasta el auto de Raymundo, estacionado unas cuadras atrás, sin importarles las miradas inquisitivas ni los prejuicios de los demás.
F por Sebastián, pero tenía que separarse de las personas que eran incapaces de aceptarlo como es realmente, para mí eso es muy valiente.
Quedan dos capítulos para que esto termine, ¿listos para el final?
Nos vemos pronto:3
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