Capítulo 14.
Lo primero que hizo Sebastián para justificar su infidelidad fue platicar del tema con su grupo de amigos. Al principio los evitó por la vergüenza pero era hora de que contara su punto de vista. Una mañana, en que todos estaban reunidos hablando de temas triviales, él se acercó a ellos, logrando que dejaran de charlar para enfocarlo.
—¿Qué pasa? —Preguntó Olga con tono hosco. Ella era una de las más desilusionadas con él por la infidelidad, pues siempre apoyó a Gina pero Katia y él se encargarían de que las cosas cambiaran.
—Nada, solo quiero charlar con ustedes. —Ray y Katia le hicieron un espacio para que se integrara al círculo. Él hablaría y ellos lo apoyarían.
—¿Y de qué quieres hablar? —Masculló. Era genial que Olga se mostrara tan molesta, pues eso le daría la pauta a Sebastián para sacar el tema.
—Mira, sé que todos están molestos y decepcionados conmigo —suspiró—. Y en verdad lamento haber sido un mentiroso pero hay algo que deben saber...
—No hay problema, hombre —dijo Edwin, un compañero de ellos—. No tienes que darnos explicaciones, somos tus amigos. —Se agradecía su buena voluntad pero Katia quiso meterle un pellizco por interrumpirlo.
—Sé que Olga está molesta porque se lleva bien con Georgina pero es que ella es demasiado celosa, siempre se la pasaba acosándome, preguntándome dónde estaba, con quién...
—¡Y con justa razón! —Olga se cruzó de brazos.
—Sé que nada nos justifica pero... —Bajó la mirada, fingiendo arrepentimiento. <<Ese chico merece un premio, si no la hace de ingeniero puede meterse de actor>> pensó Katia—. Ciara y yo nos enamoramos.
Eso captó la atención de Olga, pues abrió la boca con impresión, queriendo saber más de ese asunto. Justo como lo planearon, Ray habló antes de que alguien más lo hiciera.
—¿Y cómo pasó? —Colocó una mano en su barbilla, fingiendo interés.
Sebastián empezó a contar que se sentía tan asfixiado en su relación con Gina, que en un momento de desesperación buscó consejos con Ciara, ya que era una chica elocuente y perspicaz, capaz de dar una respuesta objetiva.
—Sin darnos cuenta empezamos a hablar más hasta el punto de no poder dejar de hacerlo. Nos identificamos mucho, ella también se sentía sofocada por Gina, pues es una persona muy tóxica que no te deja ser tú mismo...
—¡Gina es un amor! —Se quejó Olga, interrumpiéndolo.
—Claro que no, Katia puede dar fe de ello. —La señaló. Los siete compañeros la miraron con interés.
—¿Es cierto? —Preguntó Erika.
—No puedo creerlo —comentó Nieves.
—Ah, sí lo es —suspiró—. No quería decir nada pero me veo en la obligación de aclarar las cosas.
Empezó a contar las cosas que le hizo a lo largo de su vida, exagerando un poquito más para agregarle dramatismo a sus anécdotas. Les contó que le hizo la vida imposible, que le puso apodos horribles, inventó rumores falsos acerca de ella, se encargó de que nadie le hablara, arruinó sus almuerzos, que le quitó a su novio y agregó las mentiritas piadosas: que escupía en su mochila y que se rompió el brazo por su culpa. Olga y los demás abrieron la boca con impresión.
—¿En serio? —Preguntó Timoteo.
—Es verdad, incluso aquí tengo una foto. —Buscó en su mochila durante unos segundos y encontró su celular; se dirigió a la galería para mostrarles una foto donde estaba su brazo enyesado.
—¡No puedo creerlo! —Exclamó Olga, quitándole el teléfono para ver mejor la imagen.
—Todo es verdad —suspiró Sebastián—. Yo siempre supe cómo era Gina pero no podía romper el compromiso por los negocios que tenían nuestros padres. Sin embargo el amor fue más fuerte y ahora estoy muy feliz porque me casaré con la mujer de mis sueños y formaré una familia con ella.
—¡Awww! —Exclamó Ray—. Me alegra que el amor triunfe.
Olga le regresó el celular a Katia y chasqueó la lengua.
—Me cuesta creer que Gina sea tan mala persona.
Los demás asintieron con la cabeza y empezaron a hacer comentarios, indicando que era increíble que ella fuera así.
—Claro que es mala persona —expresó Ray—. El día de la fiesta de Sebastián ustedes no estuvieron cuando jugamos a la botella pero Gina se portó muy mal con Katia.
—¿Ah, sí?
—Es verdad —musitó—. Se burló de mí.
— Y recuerden que golpeó a Ciara sabiendo que está embarazada, ¡¿qué clase de monstruo hace eso?! —Ray colocó la mano en su pecho con dramatismo.
—¡Tienes razón! —Exclamó Olga—. ¡Pobre Ciara! Me arrepiento tanto de haberla juzgado tan duro.
Justo como lo planearon, Ciara, que estaba escondida atrás de la pared, apareció frente a ellos. Llevaba puesto un vestido rosa pastel, holgado de la cintura para abajo, sandalias blancas y sus cabellos dorados amarrados en una media cola alta. Su maquillaje era fresco, sin embargo Katia no pudo evitar enfocar sus labios pintados de carmín. ¡Se veía tan hermosa!
—Hola —saludó con timidez.
Sebastián se acercó a ella y le rodeó la cintura con ambos brazos.
—Hola, mi amor.
—Hola —repitió soltando una risita. Justo estaba dando la imagen que le pidió Katia, una combinación entre coquetería y torpeza, seducción y timidez.
—Jamás había dudado tanto de mi heterosexualidad como en ese momento —murmuró Katia a Raymundo.
—Jamás había dudado tanto de mi homosexualidad como en este momento —contestó el rubio. Katia entrecerró los ojos.
—Pero si tú eres bisexual —farfulló.
—Sí pero cállate, arruinas la diversión —contestó, logrando que su amiga pusiera los ojos en blanco.
Sebastián juntó sus labios con los de Ciara y la besó con lentitud, cerrando los ojos; ella no tardó en corresponderle. En verdad parecía que estaban disfrutando ese contacto. Todos los vieron con atención, no sabiendo a quién envidiar más, si a ella o a él. Luego de unos segundos, se separaron y Ciara recargó su cabeza en el hombro de Sebastián.
—¡Se ven tan adorables juntos! —Exclamó Katia con emoción, logrando que los demás, en especial Olga, asintieran.
Los rumores corrieron y pronto todos supieron que Gina era una pésima persona y que Ciara y Sebastián estaban más enamorados que nunca y que su amor triunfó sobre la codicia de los padres del chico. Aunado a eso, el aspecto y forma de ser de la rubia hacía que todos quisieran protegerla; siempre fue una chica agradable para los demás pero el hecho de volverse la heroína de su propia historia de amor, de ser cariñosa con su amado, de mostrarse educada y tierna, hacía que sus compañeros le tuvieran una consideración increíble. Hasta parecía que todos estaban enamorados de ella.
Las muestras de afecto entre Ciara y Sebastián eran necesarias, no daban espectáculos exhibicionistas pero de vez en cuando se daban afectuosos y tiernos besos para demostrar lo mucho que se amaban. Era increíble que en tan poco tiempo pasaron de ser repudiados a ser los compañeros más queridos y admirados por todos.
En cuanto a Gina, ella se volvió como la peste, su fama de tóxica y mala persona se extendió tanto que incluso Karen le dejó de hablar, ya que se puso del lado de Ciara.
Una mañana la castaña le reclamó a Katia los rumores que se corrieron; iba rumbo a su clase de Lenguaje de programación, cuando la tomó por los hombros con fuerza y la puso contra la pared.
—¡Hey, ¿qué te pasa?!
—¿Por qué andas diciendo que yo te rompí el brazo? —Le reclamó—. Tú te lo rompiste por pendeja, yo no tuve nada que ver con eso. —Katia abrió la boca pero en seguida la cerró, pues su cinismo era bastante pero no llegaba al grado de afirmar esa mentira justo delante de ella—. Además Javier nunca fue tu novio, yo no te lo quité, y jamás te escupí, estúpida. —Rechinó los dientes, empezando a zangolotearla—. ¡Responde!
Por suerte no tuvo que decir nada, pues Olga estaba pasando en ese momento y la salvó de las garras de Georgina.
—¡Gina, déjala en paz! ¡Deja de sacudirla! —Exigió con tono brusco—. No puedo creer que llegues al grado de acosarla de esta manera.
—¡Ella es la que anda inventando rumores de mí! —Chilló.
—Cla-claro que no —se defendió—. Siempre me has molestado, de seguro tu mamá se dio cuenta y por eso me mandaba postres, para compensar el daño psicológico que me has hecho. —Pudo notar que el mencionar las consideraciones de Hilda hacia ella la lastimó, pues la soltó con rapidez y puso una expresión melancólica.
Olga la tomó del brazo para alejarla de Gina.
—Vámonos, Katia.
Empezó a caminar junto a ella.
—Me da miedo. —Puso un tono lastimero para darle más pena.
—No te preocupes, no dejaré que esa psicópata te lastime.
Katia no pudo evitar que las comisuras de sus labios se levantaran un poco, ¡el karma era grandioso!
¡Hola! ¡Feliz Navidad a todos! Aquí pronto será Noche Buena pero como regalito, les traigo un capítulo.
Ya vamos casi a la mitad de la historia, me gustaría saber sus opiniones :3 ¿Hay algo que les quieran decir a los personajes? Pondré un apartado para que comenten.
Katia
Sebastián
Raymundo
Ciara
Álvaro
Gina
¡Felices fiestas a todos! Nos vemos pronto :3
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