Capítulo 3

En el autobús de los Yankees, rumbo a su hotel, los jugadores y el staff iban cabizbajos y decepcionados. La victoria había estado cerca, tan cerca. El manager, Aaron Boone, había hablado con todos y, a pesar de todo, tendrían una cena de celebración. Habían sido subcampeones, un logro que hacía más de una década ni siquiera conseguían. No iba a hacer desaparecer la frustración, pero merecían sentirse orgullosos de haber llegado tan lejos y mentalizarse para la siguiente etapa.

Boone de acercó a Jungkook, sabía que tenía un gran sentido de la responsabilidad, y había escuchado de Cole que el coreano se sentía culpable por la derrota. Lo mejor era hablar con él y ver cómo estaba, pues llegó al equipo en medio expectativas y presión.

—Oye, Jeon... —dejó la frase a medias, cuando notó lo que el cátcher estaba haciendo.

—¿Qué sucede, manager? —Jungkook levantó su vista del scorebook.

—¿Qué haces?

—Analizando los lanzamientos de hoy, quizás mi liderazgo se ha vuelto predecible en algún punto. Busco algún patrón inconsciente, o un hábito que haya pasado por alto. ¿Podría enviarme la grabación más tarde? Quiero verla cuando llegue.

El manager se echó a reír, se había preocupado en vano. Este hombre tenía nervios de acero y una gran capacidad resolutiva. Se había deprimido como cualquiera, pero ya estaba mirando al frente una vez más.

—Eres increíble, hombre. —Le puso la mano en el hombro y dio un ligero apretón amistoso—. Todo eso está bien, pero descansa un poco y relájate, lo mereces.

—¡Eso, Jungkook, ven a beber con nosotros! —dijo Cole, desde el asiento del frente.

—Lo siento, tengo otro sitio al que ir.

—Vinieron tus amigos de Corea, ¿cierto? —habló otro de sus compañeros—. Nos abandonas por ellos. Debiste llamarlos para cenar con nosotros, no hospedarte en un hotel distinto.

—Se los presentaré en otra ocasión —dijo el cátcher, poniéndose de pie y recogiendo sus pertenencias, su parada estaba cerca.

—¿Estás seguro de que no necesitas que te dejemos en el hotel? —Aaron preguntó.

—Estoy bien, solo son un par de cuadras. No es necesario que se desvíen de la ruta. Nos vemos mañana —terminó de decir, ya en la puerta, esperando a que el autobús terminara de detenerse.

La noche era algo fría y el vaho de su aliento formaba una pequeña neblina alrededor de su rostro. Sus pensamientos seguían desordenados y no sabía bien cómo enfrentar a Jimin, todos sus planes mentales se habían formulado pensando en la victoria, mostrando esperanza y felicidad. Ahora solo quería hacer análisis del partido hasta el amanecer y revisar todos los scorebooks de sus lanzamientos en el Campeonato.

Resopló una risita inevitable, imaginando a Jimin y Tae junto a él, analizando el partido, con el pitcher preguntando sobre la forma de llenado de los cuadernos de anotaciones, acá en América. Estaba preocupado por su reencuentro, pero en el fondo sabía que terminarían tratándose como siempre, como si los años y los accidentes no hubieran hecho mella en su relación.

—Quédate donde estás y no hagas ninguna tontería, Jungkook Jeon.

Alguien acababa de colocársele detrás y le había susurrado esas palabras, mientras lo sostenía con una mano en su hombro y algo metálico pinchaba su espalda. Jungkook era capaz de sumar dos más dos, tenía un arma blanca a punto de apuñalarlo y estaba siendo amenazado.

—Escucha, no sé quién eres, o por qué haces esto, pero estás cometiendo un error —habló tan calmadamente como pudo.

—¡Tú eres quien se equivocó! ¡Por tu culpa los Yankees perdieron! —gruñó—. Cállate la boca y entra en este callejón.

Sin espacio para replicaciones, el cátcher salió de la ruta principal, sin poder siquiera verificar que alguien se hubiera dado cuenta de lo que estaba sucediendo. En cuanto estuvieron fuera de la vista de los transeúntes, recibió una patada por la espalda, tan fuerte que lo hizo chocar con la pared.

—¡Es tu culpa! ¡Todo! —Los golpes comenzaron a llover sobre él—. ¡Perdí todo mi dinero y ellos van a matarme!

Jeon trataba de defenderse lo mejor que podía. Su agresor continuaba estando armado, no podía arriesgarse, por no mencionar los problemas que traían este tipo de peleas a los deportistas. Aunque, con su vida en juego, eso último era lo que menos le importaba.

El dolor se hacía cada vez más fuerte, estaba siendo pateado en las costillas, el abdomen y la cara. El hombre tenía los ojos rojos y parecía estar notablemente drogado y desquiciado, hablaba sin parar de MoneyLine y Drop bets, mientras culpaba a Jungkook por haberla cagado.

Respirar estaba siendo tan doloroso como jamás imaginó, tosía sin parar y estaba seguro de que su boca estaba llena de sangre, el sabor era inconfundible. Los golpes se habían detenido algunos segundos atrás, pero no podía ver nada aunque intentara abrir los ojos, la sangre nublaba su visión de inmediato. Se retorcía en una esquina, sosteniendo su abdomen y costillas, sin poder ordenar un pensamiento, ni siquiera para maldecir a su agresor.

—Me has jodido la vida, me has jodido la vida... —repetía el hombre una y otra vez, mientras se acercaba otra vez a Jungkook, acompañado del inconfundible sonido de un bate de madera, siendo arrastrado por el suelo—. Tengo que joder la tuya, es lo justo. ¡Te lo mereces! —Lo volvió a patear.

Jeon quería decirle que un bate de béisbol era solo para a golpear la bola, que los medios usados para el deporte no debían emplearse para lastimar a otros. Pero su voz no salía, su cuerpo no respondía. Solo pudo arrastrarse hasta quedar sentado y recargado de un bote de basura, hiperventilando, preguntándose cuánto más duraría esta tortura, y cómo terminaría todo.

Él nunca había sido fuerte peleando, ni siquiera de niño, había dedicado su vida al béisbol, jamás imaginó que un bate pondría fin a todo. Era tan frustrante, tan doloroso. No quería terminar así, ¡no lo permitiría!

Logró esquivar el primer golpe, a duras penas, con la adrenalina sacando lo último de sus fuerzas. Quedó arrodillado, probablemente en medio del callejón, no sentía ninguna pared en su cercanía. Tampoco tenía fuerzas ni medios para volver a evadir. Al parecer, había llegado su fin.

—El Lucky Man corriendo por su vida, si es que a arrastrarte se le puede llamar correr. ¡Patético! ¡No debí apostar por ti! De qué sirve que te llamen Hombro de Hierro, si no puedes impedir un simple robo de bases. —El bate golpeó la tapa del bote de basura—. Si tu hombro es inútil, lo mejor es deshacernos de él.

Y el bate se cernió sobre el cátcher.

—¡Aaaaaahg! —Jeon gritó, el dolor tan fuerte llevándose su conciencia. Le pareció escuchar sirenas, gritos y hasta disparos, pero su mente se terminó de quedar en la total oscuridad, antes de saber qué sucedía.

─━━━⊱✿⊰━━━─

¡Holiwis! Capítulo de sufrimiento 😭😭😭. Realmente, pensar lo que sucedió aquí fue lo que me hizo escribir esta historia. Quería que golpearan al JK, soy cruel, lo sé 😭😭😭. Yo tampoco sé por qué.

Ayer creo que Wattpad no notificó cuando subí capítulo, espero que hoy sí lo haga. Nos leemos mañana. 💜

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top