Capítulo 5
Lamentablemente, el reencuentro con Jimin se había terminado posponiendo algunos minutos, necesitaba ser examinado para evaluar su estado con más exactitud. Quizás por el efecto residual de la anestesia y los analgésicos, Jungkook no ordenó los sucesos correctamente. Confirmar su bienestar a su amigo había sido la prioridad en sus pensamientos, pero la incapacidad para moverse, todos los dolores e inmovilizaciones, cables y tubos conectados a su cuerpo; sumado a las explicaciones de la doctora, le mostraron que estaba peor de lo que pensaba.
Trauma craneal, neumotórax traumático, hemorragia interna, fracturas costales, fractura transversal de cuello quirúrgico de húmero. Jeon se perdió por completo en la enumeración de sus lesiones. Las explicaciones de la doctora sobre cómo se le haría un tratamiento multidisciplinario, en la medida que su estado se fuera compensando, eran solo ruido sordo en sus oídos.
—¡No te preocupes, Jungkook! Deja todo en nuestras manos. —Su representante, cuya presencia había incluso olvidado, comenzó a explicar—. La policía logró capturar al agresor, hay pruebas contundentes. Nuestro equipo legal se encargará de que todo el peso de la ley caiga sobre él. Además, tanto el Seguro como la Asociación Deportiva pagarán absolutamente todo y...
—Nada de eso me interesa —lo cortó y redireccionó su atención a la doctora—. ¿Podré volver a jugar? —Había miedo y esperanza mezclados en su tono de voz.
—No parece haber daño cerebral por el momento, y las lesiones en tu pulmón y costillas deben estar sanas en unas cuatro semanas.
—¿Podré retomar el béisbol en un mes, entonces?
—No creo...Tu hombro va a demorar un poco más. Llamaré al Traumatólogo a tu cargo para que te explique con más detalles. También lleva cirugía, pero debe esperar un poco. Después hay un proceso rehabilitador, así como otros pormenores.
—Ya veo... —Su tono era evidentemente desesperanzado.
—Aquí no están permitidas las visitas, pero ¿quieres que haga pasar a tu amigo? Pueden hablar un poco, mientras llega el otro médico. —Debía ser un golpe duro para el deportista. En estos casos siempre era importante el apoyo de los allegados, por eso su propuesta.
Jeon asintió en silencio, sin tener claros sus pensamientos y emociones. Todo se escuchaba largo, doloroso y demorado. ¿Y si tardaba un año, o más? ¿Qué tal si no podía regresar? Toda su vida había girado entorno al béisbol, ¿qué haría si tenía que dejarlo? ¿Qué le quedaba? Se sentía ridículo y patético, teniendo todas estas dudas, después de haber brindado tantas palabras de apoyo a Jimin. Sin embargo, no parecían tener efecto en sí mismo.
—¡Jungkookie! —El castaño entró casi corriendo, pero se detuvo a un metro de la cama, recorriendo su figura de arriba abajo.
—Me veo como la mierda, ¿cierto? —Forzó una sonrisa, como siempre, ocultando las ganas de gritar y de ser consolado—. No te preocupes, no es tan grave como parece.
No sabía si su voz había temblado, o si su cara mostraba lo vulnerable que se sentía. Pero quería tranquilizar a Jimin. Le había hecho viajar de un continente a otro, además de hacerle creer que pudo morir, todo en menos de veinticuatro horas; lo menos que podía hacer era brindarle tranquilidad. Pero ¡joder si no era difícil!
La calidez de los brazos de Park lo envolvió, antes de poder siquiera decir una palabra más. El confort fue inmediato, unido a suaves caricias en el cabello de su nuca. No podía apretarlo demasiado por los tubos conectados a su tórax y demás artefactos médicos, pero el solo contacto era tranquilizador.
—No es necesario aparentar. Sé que duele, también lo viví —dijo Jimin, con voz ahogada.
Un sollozo involuntario escapó de la garganta de Jungkook. ¿Cómo pensó siquiera que podría engañar a Jimin? ¿Cómo pudo dejarse envenenar por escenarios no confirmados en su mente, cuando alguien que sí los vivió estaba abrazándolo y confortándolo? Se sintió débil, pero no por haber comenzado a llorar sin control, sino por haberse dado por vencido sin luchar, estando frente a él un luchador gigante.
—Lo siento. —La mano de Jeon se aferró, débil y temblorosa, al abrigo de Jimin.
«Lamento haber intentado disuadirte, en vez de confiar en ti. Siento no poder impregnarme de la misma fuerza que te brindé. Perdón por no poder levantarme, por sentir que he tocado fondo». Las palabras se agolpaban en su cabeza, pero no conseguía hacerlas salir.
—Está bien. Todo. Estoy aquí, te entiendo. Afrontaremos esto juntos.
Las manos de Jimin sostuvieron las suyas y el cátcher lo sintió temblar. Él también estuvo asustado, de seguro lo seguía estando. Probablemente lo asolaban dudas e incertidumbres similares y, aún así, estaba allí, para él.
Algo cálido latió en el pecho del cátcher. Los sentimientos fluían sin parar, sin darle tiempo a entender. Desde siempre, incluso cuando las interacciones entre ambos eran bromas maliciosas, camaradería y complicidad, Jimin había sido especial. Era algo que no había hecho más que reforzarse con los años, su amistad se había fortalecido, a niveles que consideró inimaginables para un lobo solitario como él.
Pero, algo no compaginaba. La palabra «amistad» no se sentía adecuada. Porque lo que sentía por Jimin era diferente a lo que compartía con Taehyung, o el resto de Bangtan. Siempre se había preguntado de qué se trataba y, justo ahora, sin demasiado preámbulo ni explicación, la palabra exacta para definirlo había aparecido en su mente: amor.
Jimin era un hombre. Demás estaba decir también cómo era vista la homosexualidad en el mundo del deporte. Pero, para su sorpresa, la revelación no trajo miedo, o dudas; solo tranquilidad y felicidad.
—¿Se puede saber de qué te ríes, Jeon Jungkook? A veces das escalofríos. ¿Te golpeaste muy fuerte la cabeza?
El comentario clásico de Jimin hizo ampliar más la sonrisa del cátcher. Sin duda, también amaba ese comportamiento. Había terminado por amar todas las facetas del antiguo pitcher; la disciplinada y perseverante, la despistada y un poco torpe, la amable y sincera.
«¡Maldición! ¿Cómo pude tardar tanto en darme cuenta? Ahora me siento tonto por haberlo llamado idiota en el pasado». Sonrió enternecido en sus pensamientos.
Un par de toques se escucharon en la puerta y esta se abrió, dejando ver a un hombre canoso, de piel morena, usando una bata blanca y pijama médico.
—Buenas noches, Señor Jeon. Soy el doctor Cooper, el Traumatólogo a cargo de su caso. Me gustaría hablarle sobre los procedimientos a seguir. —Su mirada fue a Jimin, pidiendo discretamente privacidad.
—Estaré esperando fuera. —Miró a Jungkook y de vuelta al doctor, asintiendo—. Debo decirle a Tae que todo está en orden, solo permitían pasar a uno.
Iba a comenzar a caminar, cuando sintió la mano de Jungkook sostener la suya.
—¿Es posible que él se quede, doctor? —pidió—. Es la persona más importante para mí, quisiera tenerla a mi lado en este momento tan importante.
Los ojos de Park se abrieron sorprendidos y su cabeza giró hacia su amigo, tan veloz como para romper su cuello. ¿Qué tipo de declaración era aquella? Y... ¿por qué se estaba sonrojando?
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¡Holiwis! Aquí el capítulo prometido, pendiente de ayer. Ando un poco ocupada, pero ya había dicho que lo subiría, así que aquí está. No puedo quedarme a divagar mucho XD 😅. Espero les haya gustado. Ya el próximo debe ser el último, como les dije, esto fue algo random.
Chao chan 😘
Hasta la próxima actualización.
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