Capítulo 1

Apenas amanecía en el campo de entrenamiento de los Yankees de Nueva York, pero los primeros rayos del Sol se reflejaban en los cabellos azabaches de un único jugador, cuya piel perlada por el sudor evidenciaba un gran número de vueltas recorridas.

—¡Ey, Jungkook! Deja algo de energía para el partido.

El nombrado se detuvo, con la respiración agitada y el cabello húmedo pegado a su frente.

—Lo siento, Alan, perdí la cuenta del tiempo. No podía dormir y, antes de darme cuenta, ya estaba aquí. —La comisura de sus labios se elevó levemente, recordando a cierta persona que solía dar incontables vueltas cuando estaba inquieto.

—Entiendo que estés presionado, Lucky Man, pero no nos servirá de nada si te desgastas antes del último juego de la final. Ve a darte una ducha y a desayunar, repón algo de esas energías.

Gerrit Alan Cole, pitcher abridor del equipo, se había convertido en uno de sus compañeros más cercanos. Como batería, habían logrado entenderse en diversos aspectos, y el tiempo que pasaban juntos era de por sí mayor que con los demás miembros.

—Supongo que eso haré. Gracias, nos vemos más tarde.

Jeon Jungkook, el cátcher coreano de treinta años, había sido la mayor revelación de las MLB en el año. Los Yankees lo habían adquirido a través de un contrato, poniendo sus expectativas en el desempeño que había mostrado en la Liga Coreana

«Lucky Man, el nuevo hombre de la suerte de los Yankees», ese había sido el apodo otorgado a Jungkook por los fanáticos y sus nuevos compañeros de equipo. Sus jugadas atrevidas y agresivas, así como sus excelentes combinaciones de picheo y cuadrangulares en ascenso, habían hecho soplar el viento de la victoria sucesivamente para el equipo neoyorquino. Tal había sido el impacto, que después de quince años de no ganar un Campeonato, habían conseguido llegar a la final y estaban presionando a Los Angeles Dodgers. La victoria se sentía al alcance de sus manos, podían saborearla.

Jeon tomó una toalla de su maletín, en la banca, para secarse el sudor.

—Tal vez sí me pasé un poco... Lo mejor será que descanse algo antes del partido.

A ojos de los demás, el cátcher podía parecer alguien que no cedía ante la presión, pero simplemente era bueno disimulándolo. Era un profesional y apasionado del béisbol, por supuesto que quería hacer un buen trabajo. Pero ¿cómo no iba a estar presionado? Era un foráneo jugando como pilar defensivo en el equipo más famoso de las MLB. Hasta ahora, todos lo apoyaban porque estaba haciendo un buen trabajo, pero fallar podría traer un cambio radical en la respuesta a su acogida.

Sacó su celular y vio que tenía varias notificaciones. Se trataba de mensajes de voz de los chats con sus amigos de Corea.

«Más te vale no haber orinado tus pantalones por el miedo, Jungkook, o tendré que ir a lanzar mi bazooka ball para salvar a los Yankees», Yoongi era tan amenazante por teléfono como en persona, más allá de su baja estatura.

«Ten la mente clara y el corazón en llamas. Tu pasión por el béisbol te ha llevado a donde estás, confía en ti. ¡Todos te apoyamos! Cuando vuelvas, salgamos como en los viejos tiempos». Las palabras de Namjoon siempre lo alentaban, era su ejemplo a seguir y lo admiraba demasiado.

«Jungkoooooook. Te atreviste a ir a las Ligas Mayores antes que yo, más te vale no dejarnos en vergüenza. ¡Yo he seguido haciendo un gran trabajo como la estrella del equipo, si pierdes, todos sabrán que el lastre eras tú!». Seokjin, con quien había terminado formando batería en su equipo en Corea, no había dejado de ser un creído, ni con el paso de los años, pero su amistad no había hecho más que fortalecerse.

«Muchos éxitos en la final, Jungkook. No me perderé el juego por nada. Todos te apoyamos». Un mensaje sobrio, típico del entrenador BangPD.

La sonrisa había terminado por apoderarse del rostro agotado de Jeon. Tenía varios mensajes más de sus compañeros del equipo coreano, pero había algo especial que compartía con sus amigos de sus años en Bangtan, su escuela en el bachillerato. Su etapa de béisbol de preparatoria fue decisiva para lograr su sueño, sus mejores recuerdos estaban ahí.

Su celular comenzó a sonar y vio el nombre de Taehyung en la pantalla, eso solo podía significar una cosa.

—Hola.

—¡Jaja! JK, más te vale haber preparado camas para nosotros, porque la misión está cumplida.

—¡Tae, me tenías preocupado! Pensé que no lo lograrías.

—El Lucky Man de Los Yankees de Nueva York me da boletos VIP para la final del campeonato, ¿y no voy a ir? ¿Qué tan idiota crees que soy? Sé que mi presencia es lo que menos te importa, pero si llevarte a Jimin me pone en primera fila, me trago mi orgullo. Ya te golpearé después del partido.

—No puedo creer que hayas logrado convencerlo... Gracias. —El alivio se notaba en su voz.

—Sé que hay mucho que quieres decirle. También quiero que ese idiota deje de arrastrar el pasado. Yo solo seré el telonero, desapareceré en el momento justo.

—Nos vemos en unas horas, entonces. Gracias de nuevo.

—No me agradezcas tanto, idiota. Gana y dile todo lo que te has estado guardando.

El alma de Jimin se había roto hacía muchos años. A pesar de lograr unir algunas piezas y aparentar normalidad, Jungkook sabía que no era así, lo conocía lo suficiente como para ver que estaba actuando. Quería volverlo a ver sonreír genuinamente, tomar una pelota en su mano y lanzar a su guante, que volvieran a pasar tiempo juntos, que recuperara el brillo en su mirada. Jeon sentía demasiadas cosas y deseaba compartirlas con Jimin, solo si este se daba la oportunidad de seguir adelante.

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¡Hola de nuevo! Les dije que sería cortito jjjj. Probablemente el total de capítulos no llegue ni a diez, es una idea random y sencilla (creo 😅). Si todos los capítulos son así de cortos, puede que escriba diario y lo suba, pues no me supondrá presión. Cualquier impresión que tengan, me la hacen saber, sin pena ninguna; me gusta leer sus comentarios y me motiva mucho, la verdad. Nos leemos pronto. 💜

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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