Un ciclo llega a su fin.
Todo lo que comienza, tiene que terminar. Sin importar lo que hagamos todo llega a su fin, Incluso la vida. No intentes interrumpir ese ciclo, es imposible.
Sólo vive. Vive el tiempo que puedas, porque un día no podras hacerlo y te arrepentirás.
•••
No lo podría creer. Aún no estaba consciente que está sería la última vez que me despertaría para ir a la preparatoria y la última vez que me aprontaría para ir a estudiar allí.
¿Cómo había llegado este momento?
¿Cómo haría para dejar atrás todo esto?
No estaba preparada. Nunca lo estaría.
Hice toda mi rutina de hace más de seis años, pero estaba vez era diferente, era como un ritual de despedida. Intentaba demorar lo más posible, incluso en lo más mínimo.
Hasta que no tenía nada más que hacer, sino esperar que me pasarán a buscar. Y así fue, hasta que la bocina del auto de Ariana sonó desde la calle.
Coloque mi mochila en mi hombro derecho y camine con pesadez hasta la puerta. Desde allí pude divisar a mis cinco amigos, Ariana iba al volante con John de copiloto, mientras que Adam, Cameron y Alex estaban en los asientos traseros.
Cerré la puerta detrás de mi, avanzando hasta el hermoso coche rojo.
- ¿Estás preparada?
Fueron las primeras palabras que me dirigió mi amiga, hace unos días que estábamos afligidas porque todo llegaba a su fin.
- No. Odio las despedidas y rechazo este momento.
Sentencié, ingresando en el automóvil junto a Adam, quien me abrazo y depósito un beso en mi frente, un gesto que me generó dulzura.
- ¿Y ustedes...? ¿Están preparados?
- No.
Gritaron todos con tristeza, no era la única que estaba en esta situación.
Disfrute el trayecto de ida, intentando captar hasta los más mínimos detalles para guardarlos en mi memoria. Ari colocó música en la radio y nos dedicamos a cantarla los más fuerte posible, hasta que todo terminó en fuertes carcajadas. Las cuales se detuvieron cuando el auto freno.
Cuando todos estuvimos fuera del automóvil comenzamos con nuestra caminata hacía las puertas. Los chicos recibieron saludos por parte de muchos estudiantes, pasarán de ser los reyes de la secundaria a ser simples personas en la Universidad.
Entrelazamos los brazos con Ariana y con una sonrisa en el rostro, iniciamos con pasos firmes la que sería nuestra último recorrido de ingreso a la preparatoria.
Observé todo a mi alrededor, sonrisas en todos los rostros, grupos de amigos reunidos por los pasillos, profesores hablando acerca de que nuestra generación abandonaba ya está institución.
Este ciclo llegaba a su fin.
- ¿Cómo sobrevivirá esta preparatoria sin nosotros?
Inquirió Adam mirando los pasillos repletos.
- No lo sé, pero hagamos nuestra última entrada triunfal - sentenció John.
- Estos pasillos nos extrañaran.
Cameron hizo una mueca de tristeza.
- Nosotras no éramos populares, pero igual caminaremos con estilo por esto pasillos - comentó mi amiga y me dirigió una mirada de satisfacción - vamos Ally, mostremoles a ellos como se hace.
Asentí y las dos al mismo tipo lanzamos nuestro cabello hacía atrás, todas unas divas.
Paso.
Paso.
Paso.
Paso.
Paso.
Éramos de último año. Todos se hicieron a un lado dejándonos pasar, todos nos reconocían. Al fin y al cabo, no pasábamos tan desapercibidas como pensaba y es cierto, estos últimos meses nos juntabamos en la mesa de los populares o íbamos a fiestas con ellos.
Extrañaría esto y todo lo conllevaba, malos y buenos momentos vividos, amistades formadas en esta institución, hasta la tediosa rutina, incluyendo al irritante profesor de biología.
La jornada de estudio comenzó.
Matemáticas. Esa fue la primera materia que tendríamos el día de hoy, está fue la materia que me permitió acercarme a Alex y a sus amigos.
Ingresé al salón con Cameron y Alex, teníamos la clase en común. Tomé asiento en la primera fila, y por primera vez los chicos se sentaron a mi lado. Ellos acostumbraban a sentarse en las últimas filas de bancos.
El profesor ingresó en la clase con una brillante sonrisa y con su maletín en la mano derecha, lo colocó sobre el su escritorio y se dispuso a escribir algo en el pizarrón:
"Bienvenidos Universitarios: hoy una etapa llega a su fin, para que otra pueda comenzar. No olviden nunca lo aprendido en clase, me enorgullece poder haber dejado una huella en cada uno de ustedes."
Releí las palabras unas cuantas veces. Está era una de mi clases favoritas y le tenía mucho apreció al profesor Manuel, sin duda había dejado una huella en mi.
- ¡Buenos días! - dijo el profesor dejando el marcador de pizarra sobre una carpeta - espero que estén emocionados, están a un paso de ser ¡Universitarios!
Los aplausos y silbidos se hicieron presentes por toda la clase, mis amigos y yo celebramos con entusiasmo. Cuando el ruido cesó el profe Manuel continuó.
- Espero que está clase les haya servido y no que apenas al abandonar el salón de clases olviden todo lo dado en el transcurso del año - informó aún sonriendo - se que algunos se preguntarán "¿para qué me sirve estudiar matemáticas?" Y les responderé que las matemáticas están en todo; en el arte cuando debemos mezclar una cantidad de pintura, en la cocina cuando las recetas nos piden medidas exactas, también en la medicina al colocar anestesia por ejemplo, las matemáticas nos acompañan día a día. Aveces ni siquiera lo sabemos, así que nunca olviden lo aprendido en clase, algún día podrían necesitar de esos conocimientos. Aún sin saberlo.
Tenía razón, en todo lo dicho, algunas personas todavía no eran conscientes de la maravillas de esta materia. Era la única ciencia exacta, lo que caracterizaba a las matemáticas era la exactitud. Y eso era y es algo fascinante.
- Ahora les dejare el resto de las clase libre - sentenció tomando asiento y todos le agradecieron.
Cada uno de los alumnos comenzaron a charlar con su grupo de amigos, y yo no fui la excepción. Pero no podía parar de pensar en las palabras dichas anteriormente, los docentes tienen un trabajo muy importante. Tratan de instruir a un grupo de adolescentes hormonales, irrespetuosos o burlones, que muchas veces no les interesa lo que le sucede a la persona parada delante de ellos y lo hacen con paciencia - aunque hay excepciones - yo no lograría hacerlo.
Despejando esas ideas, intente integrarme a la charla que sucedía entre mis amigos frente a mí, sólo me concentre en disfrutar.
La clase terminó con rapidez, cuando el sonido del timbre se hizo oír todos nos aprontamos para continuar con este tortuoso día.
Antes de retirarme decidí despedirme del profesor Manuel.
- Profe - dije captando su atención y me sonrió - sólo venía a despedirme y a comentarle que sin duda a dejado una huella en mi. Gracias a usted hoy en día amo las matemáticas, su amor por esta materia me lo ha traspasado a mí.
- Me emociona escuchar tus palabras, siempre serás una de mis alumnas favoritas y no dudo de que en la Universidad te irá también como te fue en esta institución - me acerqué y lo abracé, el veterano correspondió mi abrazo - te deseo mucha suerte de aquí en adelante.
- Muchas gracias, por sus enseñanzas.
Dedicándole una última mirada me encamine a la salida. Pero antes de que pudiera retirarme el profesor me llamo por mi nombre, gire sobre mi lugar y lo vi escribir algo en un libro, que continuación extendió en mi dirección.
- Toma un regalo, tengo por seguro que tendrás un gran futuro.
- Cuando tengo el título en mi mano, volveré para agradecerle. Se lo prometo - afirmé con todo la certeza del mundo.
- Entonces, esperaré ese momento - sonrió con orgullo y pude ver como sus ojos se volvían llorosos. Hubiera deseado tener un padre así - ¡Ahora ve a disfrutar con tus amigos y deja de perder el tiempo con un viejo loco!
- ¡Hasta luego, profesor!
Mis amigos estaban recostados junto a la puerta del salón esperándome, al verme me miraron expectantes "¿Qué tanto hablaron?" preguntaron mientras llegaba a su lado.
- Ustedes nunca entenderían lo sabio que ese hombre.
- Yo nunca entenderé porque te gustan las matemáticas.
Murmuró Alex negando con la cabeza, y gire los ojos por sus ignorantes palabras.
Abrí el libro que me había regalado el profesor y hallé una dedicatoria en la primera hoja escrita con letra cursiva y bolígrafo negro, decía:
"Espero que este libro te recuerde lo grandioso de las matemáticas. Gracias por amar esta materia tanto como yo. Ten un gran futuro."
El profesor Manuel.
Cerré el libro y lo guarde con cuidado en mi mochila. Sólo podía sonreír por este gran gesto, que sin duda me acompañaría por siempre.
(...)
Había llegado la hora del almuerzo, luego de tener noventa tediosos minutos de biología. El profesor no le importó que fuera nuestro último día de clases y nos puso un examen, el cual no incidiría en nuestra nota, pero como nos odia no le importo. Ni siquiera se molestó en despedirse o decirnos algo que no sea sobre biología. Retiro lo anteriormente dicho, no extrañaré a este profesor.
Nos reunimos todos en la entrada de la comedor e ingresamos con emoción. Las miradas se posaron en nosotros, me causo un poco de nerviosismo sólo por un instante.
Nos encaminamos a la fila para recoger nuestro almuerzo y tomamos una bandeja azul. Tomé una botella de jugo de naranja, un sándwich de jamón y queso, y me emociono al ver que habían pequeñas bandejas con patatas fritas que todos se apresuraron a agarrar, igual alcance a tomar una. Por último la cocinera Roxana a cada uno le entregaba un pastelito de chocolate y se despedía con un "Felices Vacaciones".
Nunca vi tanta amabilidad por parte de las cocineras, casi siempre estaban de mal humor y hacían un espantoso puré con una extraña consistencia, que sólo los algunos docentes tomaban la ardua tarea de atreverse a comer.
Avanzamos a la ya reconocida mesa de los populares. Aunque las porristas hace ya unos cuantos meses no se reunían aquí, habían optado por sentarse en la mesa de al lado, dejando esta mesa sólo para los chicos. Aunque la verdad creo que la responsable de esta separación fue la ex novia de Alex, Ana. De la cual hace mucho no teníamos noticias, lo último que supe es que estaba saliendo con un chico del equipo de natación.
- ¿Recuerdan cuando nos peleamos con cinco chicos del equipo de baloncesto?
Pronunció mi mejor amigo haciendo memoria y sus amigos estallaron de risa, cada uno empezó a contar fragmentos de lo que había sucedido. Mi amiga y yo escuchábamos con atención como narraban, sin poder retener las ganas de reír, mientras compartíamos miradas alegres.
- Todo comenzó cuando Alex insultó al gran Rojo - comunicó Cam, y todos miramos al chico nombrado.
- ¿"Gran rojo"? - pronuncié con confusión, sin comprender ese nombre o lo más probable, ese apodo. Los chicos me miraron con diversión.
- Así lo llamaban, Ally. Era un chico enorme y pelirrojo, sus amigos le pusieron ese apodo y toda la secundaria luego empezó a llamarlo así.
Contestó Ariana, como si fuera algo obvio. ¿Desde cuando ella sabía tanto? ¿era la única que estaba ajena de estos chismes?
- ¿Cómo lo sabes?
- Toda la secundaria lo sabe - elevé una ceja con incredulidad - o por lo menos casi todos.
- Nunca fui muy fan de los chismes de esta institución - hablé restando importancia a las palabras de la rubia - pero... prosiguan con la historia.
Jhon fue quién ahora se apresuró a continuar narrando la historia, sus palabras literales fueron: "Vinieron sobre nosotros, ellos tenían ventaja, pero ¿qué quieren que diga? Tengo un excelente gancho derecho. Los vencimos." Para este entonces su vanidad ya me era familiar, hasta me causaba gracia, le tenía cariño al castaño.
- Estoy segura de eso.
Comentó Ari, mirando con dulzura a su chico. Él la rodeó con su brazo y la atrajo a su lado para depositar un tierno beso en sus rosados labios, estaba orgullosa de su relación. Tras varias amenazas a John de que si le rompía el corazón a mi amiga se las vería conmigo, él había prometido cuidar de ella sin importar la circunstancia. Desde ese momento el castaño y yo tenemos una bella amistad, además nos encanta hacerle bromas a Adam.
El sonido del timbre nos hizo mirar a nuestro alrededor, había llegado la hora de volver a clases. Las últimas dos horas de clase que tendríamos.
Luego de haber tenido matemáticas, historia y biología. Llegaba la hora de enfrentarnos a química, que por suerte compartíamos los seis, aunque Alex y John siempre faltaban a esta clase.
Tomamos las bandejas y las depositamos en la pila que había en el mostrador.
Nos encaminamos a los pasillos y cada uno se dirigió a su casillero. La rubia y yo doblamos por la derecha, intentando atravesar la marea de estudiantes que se dirigían en diferentes direcciones, hasta que llegamos a nuestro objetivo.
Al abrir mi casillero observe las imágenes que decoraban la puerta de metal en la parte interior, tres fotos llamaban la atención en el interior; en la primera fotografía estaba con mi mejor amiga, era de hace dos años atrás y recuerdo que habíamos pasado todo el día en la playa con nuestras familias. Antes de que atardeciera la madre de Ari decidió sacarnos una foto.
La segunda fotografía era una selfie sacada por mi, mientras de fondo mi madre cargaba en brazos a Max cuando era un cachorro. Por último, acaricié la foto en que Adam me cargaba en brazos en mi cumpleaños número dieciséis, todos eran recuerdos hermosos.
Además había un montón de recortes pegados alrededor de estas imágenes, de series o artistas que me gustaban. Lentamente retire uno por uno todo rastro de lo que caracterizaba mi casillero, al concluir las clases este ya no sería de mi prioridad, el año que viene sería asignado a un nuevo estudiante.
- ¿Vamos? No quiero llegar tarde a la última clase que tendremos.
- Yo tampoco, vamos.
Cerré mi casillero con desánimo iniciando a andar en dirección al salón de clases. Llegamos justo a tiempo, las mesas eran dos, detrás de nosotras estaban Cameron y Adam, mientras que a nuestra derecha se encontraban Alex y John.
Pudimos escuchar el sonido de los característicos tacones de la profesora de Química, incluso antes de que atravesará la puerta. Como siempre ingresó con un semblante serio y nos observó sin emoción alguna. Acomodo sus cosas en el escritorio y se colocó sus lentes.
- Harán un ensayo de lo dado en el año junto a su compañero de banco - todos los presentes se quejaron, negándose a hacerlo - ¿qué pensaron? ¿qué por ser el último día de clases podían holgazaniar? Les recuerdo jovencitos, que ustedes vienen a estudiar - tomó asiento cruzandose de piernas - comiencen.
La mire con odio ¡Era injusto! ¡Todo esto!
La examine sabiendo que no volvería a verla más, esas eran las pequeñas cosas que me alegraban. No extrañaría su horrible pelo canoso, ni su horrible labial rojo, menos el horroroso sonido de sus tacones.
El tiempo parecía pasar más lento, incluso retroceder. Todos contemplabamos el antiguo reloj ubicado arriba del pizarrón con la esperanza de que marcara la hora de irse, pero al hacerlo aparentaba que la hora se detenía.
Aburridas y agotadas, comenzamos a hacer garabatos en una hoja de papel, con el anhelo de que el tiempo pasara más rápido. Realizamos una competencia de quien dibujaba mejor, obviamente ganó Ariana, ella estaba acostumbrada a realizar bocetos sobre ropa que algún día crearía. Además que se le daba muy bien todo lo relacionado al arte.
Repentinamente tocaron mi espalda, era Cam, extediendome un trozo de papel con cuidado de que no lo viera la profesora. Lo tome con cuidado y me apresuré a leerlo.
"¿Qué les parece si a la salida vamos todos a tomar un helado? Como despedida."
Marquen la respuesta:
• Si • No
Le enseñé la nota a mi amiga y ambas marcamos que si, para a continuación devolver el papel a su destinatario.
Nuestros amigos sonriendo, mientras asentían con su cabeza.
(...)
Cinco minutos, sólo eso faltaba.
Cinco minutos y habremos terminado la secundaria.
Cinco minutos y seremos oficialmente universitarios.
Ahora si, la atención se volvía a posar en el reloj, me encontraba emocionada y nerviosa. Estaba apuntó de terminar, nos íbamos a separar.
Cuatro minutos. Entrelazamos nuestras manos con la rubia, mirándonos con temor, mordí mi labio inferior, ya casi llegaba el momento. Nunca había sufrido tanto, eran los minutos más largos que había visto.
Tres minutos.
No estaba preparada, deseaba volver el tiempo atrás. No quería separarme de estas maravillosas personas, no quería que todo esto acabe.
¿Cómo haría en la Universidad? No es fácil conseguir nuevos amigos, los demás son sociables ¿pero yo? Yo odio hablar con gente, no era fácil interactuar. Muchas dudas me invadieron.
Dos minutos.
Anhelaba volver el tiempo atrás, al día en que ingrese a la preparatoria por primera vez. Recuerdo que todo era muy atemorizador, pero allí estuvo Ariana, quien me sonrió y me dijo que estaríamos bien, después de todo nos tendríamos la una a la otra.
Un minuto.
Sesenta segundas hacían una gran diferencia. En sesenta segundos mi vida cambiaría drásticamente.
Intente dejar el miedo de lado y me atreví a sonreír, apreté con fuerza la mano nerviosa de mi mejor a mi. Comenzamos y terminaremos esta etapa juntas.
La manesilla del reloj se movió a la misma vez que el timbre resonó por todos lados. Los gritos se hicieron presentes por todos los pasillos.
Gire mirando a mi amiga, y nos abrazamos con lágrimas en los ojos.
- ¡Estamos en la Universidad!
Gritó la rubia en mi oído y estalle a caracajadas.
- ¿Somos Universitarias? ¡Somos Universitarias!
Los chicos llegaron uniéndose a nosotras y formamos un abrazo grupal. Allí nos encontrábamos, seis corazones latiendo juntos, aferrandonos unos a otros, con la esperanza de que esto no acabe. Esta amistad no terminaría, ni se rompería por la distancia, porque era más resistente que eso.
Estuvimos en esa posición por unos minutos, ninguno se atrevía a separarse, hasta que llegó el momento de aceptar que todo había terminado.
Mis ojos estaban llorosos, pero de alegría. Abrazada a Ari abandone el salón de clases, por los pasillos se desataban festejos, las porristas cantaban a todo pulmón la canción de los leones, que representaban a la preparatoria.
"¡Los leones, ganarán!
¡Valentía, audacia
y coraje los intregan!
Somos... ¡Los mejores!
Vamos... ¡A ganar!..."
Era una parte de lo que cantaban, casi todos los presentes se unieron a la canción. La cantamos con fervor, todo concluyó con aplausos y silbidos.
Alegría, era todo lo que sentía, estaba feliz. Mis ojos observaban los pasillos con emoción, los recuerdos me inundaban, y mientras los seis caminábamos abrazados hasta la salida, no podía más que estar orgullosa. Estaba orgullosa de todo lo vivido.
Atrevese las gigantes puertas de madera con una sonrisa.
Adiós preparatoria. Me diste los mejores seis años de mi vida.
- ¿Quién quiere ir por el lado?
Preguntó Cameron con entusiasmo, "¡Yo!" Respondemos a unísono.
Pero antes de seguir avanzando Alex me detuvo, lo miré expectante.
- Eh... ¡Felicidades! - sonrió de lado, mientras arreglaba su remera - estoy feliz de haber compartido mi último año de clases contigo, muchas gracias.
Luego simplemente me abrazó, algo que me dejó sin aliento, demoré en reaccionar pero finalmente el rodeé con mis frágiles brazos. Inhalé su aroma a menta, que me hizo volver en el tiempo, se que había prometido no volver a ceder antes sus encantos. Pero ya me había contenido demasiado, mi cuerpo lo imploraba. Anhelaba besar su boca y que sus manos acariciarán mi piel.
Cuando él se alejó de mi, sentí un gran vacío y el frío me invadió. Me hacía falta, necesitaba que sus brazos volvieran a sostenerme porque corría peligro de caer. Carecía de ese calor que sólo él podía brindarme.
No debía caer en la tentación, por ahora sólo pecaba en pensamientos, pero era difícil que mi corazón se contuviera.
- Te amo, Allison.
Dijo repentinamente, simplemente liberó esas palabras dejándome sin aire. ¿A caso no comprendía el día que me hacia?
Al no ver una respuesta prosiguió.
- Necesito que lo sepas, porque en unos días tomaremos caminos diferentes - reveló y acarició mi rostro con dulzura dejandome sorprendida - te extrañaré.
¿Qué debía responder?
- Alex... tus palabras hacen caer todas las barreras que tanto me esforze en crear - dije con lastima - ...pero quiero que sepas, que te perdono. Después de todo lo vivido, te perdono.
- ¿En serio? - asentí.
- Ya no puedo sentir rencor por ti. Mi amor por ti es más grande que cualquier enojo.
- ¿Eso quiero decir...? - pude vislumbrar la emoción en sus ojos verdes.
- Quiere decir que ya no estoy enojada, pero aunque quiera, no puedo volver a estar contigo.
- Lo entiendo y tú perdón me hace el hombre más feliz del mundo. Gracias - sus perfectos y resplandecientes dientes se hiceron presentes en una sonrisa - Ahora... ¿vamos con nuestros amigos?
- ¡Por supuesto!
Así retomamos nuestro camino hacía la heladería, pero ahora, sentía un peso menos en mi consiencia. Haberlo perdonado me liberaba de alguna manera. Gire en mi lugar mirando la institución que se alzaba a mi espladas.
¡Adiós, querida secundaria!
○○○
Este fue el capítulo más largo que escribí con mas de tres mil palabras. Al relatar este capítulo me encontré sonriendo o aveces comprendiendo los sentimientos de Allison, me emociona ya casi llegar al final de esta grandiosa historia.
¡Gracias por acompañarme! Y perdón por no actualizar por más de cuatro meses.
Los amo.
Girl-Forever.
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