Capítulo 11

Presentaciones

"A veces entre más eternos queremos ser para alguien, más fugaces nos volvemos"

- Héctor Carranza A.

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Una sensación extraña recorría mi cuerpo, no podía dejar de pensar en lo sucedido. Aún podía sentir la mirada de todos sobre mi, acechando, juzgando, riendo de lo idiota que debía parecer.

Buscaba una respuesta de porque Ford actuaba de esta manera conmigo, mejor dicho porque actuaba como un maldito idiota con casi todas las personas de la secundaria.

¿Cuál era la diversión de humillar a alguien?

Todavía no podía comprenderlo, y realmente quería hacerlo. Las personas tendrían que entender que sus acciones afectaban demasiado a los demás, que sus burlas pueden llevar a alguien a un punto sin salida. Tal vez estoy siendo un poco drástica, pero también soy realista.

Busqué las llaves en mi mochila, al encontrarlas procedí a entrar a casa. Inmediatamente Max corrió a darme la bienvenida, algo que me hizo sentir un poco mejor. Solo podía pensar en dormir, mi cabeza dolía y no tenía fuerzas para otra cosa.

Alex había arruinado lo que venía siendo un día realmente increíble, cuando piensas que todo va bien siempre hay alguien dispuesto a demostrarte lo contrario.

Cerré la puerta y deposite las llaves sobre la mesa, podía escuchar los pasos de Max a mis espaldas, tomé asiento en una de las tantas sillas del comedor y recoste mi cabeza sobre la madera fría. Tenia unas inmensas ganas de llorar, odiaba a todos, por lo menos por ahora.

Podria pasar horas y horas sobre analizando mis pensamientos, pero por experiencia propia sabia que eso nunca me llevaba a ningún lado, solo me hacía sentirme peor.

Sentí mi celular vibrar en el bolsillo derecho de mis jeans, me incorporé y lo saque de allí, la sorpresa acompañada de un nudo en mi garganta llego. En la pantalla del celular se podía leer "Ford".

Maldito cobarde, primero me avergonzaba delante de todos y luego se atrevía a llamarme. Sin pensarlo colgué la llamada, pero al siguiente segundo ya estaba sonando nuevamente el celular, colgué nuevamente. También hice lo mismo la tercera vez que intento llamarme, finalmente se rindió.

A continuación una notificación llego, entre a whatsapp y pude ver que tenía una nueva nota de voz proveniente de Alex. Aunque tenía ganas de ignoralo, la curiosidad era aún mayor.

Sin pensarlo más, reproduje el audio y la voz del castaño comenzó a escucharse en alto:

" Intente llamarte, pero veo que no quieres hablar conmigo, lo entiendo. Admito que tal vez fui muy duro contigo hoy... me sobrepase, las cosas que dije no fueron con la intensión que tú crees. Pero bueno... eres mi tutora, así que no puedes ignorarme por siempre, ¿está todo bien entre nosotros, no? ".

El silencio se hizo presente nuevamente con la excepción de la respiración agitada de mi perro, ¿cómo debía tomarme su respuesta?

Fueron diecisiete segundos de un audio en el cual no fue capaz de pedir unas malditas disculpas, o decir un lo siento. Simplemente quería demostrarme nuevamente que era alguien superior a mi, y que no le importaba nadie más que él mismo.

No sabía si debía responder esa estupida nota de voz o si procedía a seguir ignorandolo como hasta ahora. La parte de mi que quería agradarles a los demás me pedía a gritos que le escribiera que todo estaba bien, pero la otra parte de mi que odiaba a todos a su alrededor quería olvidarse de que él existía.

Admito que odio ser como soy, ser tan insegura y a la misma vez indecisa, ojalá pudiera cambiar. Ser como las malditas personas que me rodean, parecen amarse y cada cosa que hacen es con tanta confianza en sí mismos, muy pocas veces en la vida me he sentido así.

Apague la pantalla de mi celular y me puse de pie para ir a mi habitación, camine escaleras arriba junto a Max. Entre en mi cuarto y me recoste en la cama, me saque mis zapatos y los lance sin un destino en concreto, antes de dormirme por completo recordé que hoy mamá tenía una cena importante en casa, con las pocas fuerzas que me quedaban puse una alarma en mi celular para dentro de dos horas. Después de eso, al fin pude dormirme plácidamente.

•••

La luz de mi habitación se encendió, me quejé y estire mi manta hasta tapar todo mi rostro, pero la manta fue quitada bruscamente. Abrí los ojos y parpadea varias veces, mire por la ventana que se encontraba a mi izquierda y ya había anochecido.

- ¡Vamos, Allison! ¡Arriba! Los invitados  ya están aquí.

La voz de mi madre me resultaba molesta, tenía demasiado sueño, pero podía notar un poco de desesperación en su voz. Me costó razonar, hasta que mi cerebro  proceso sus palabras "Los invitados ya están aqui".

¿Invitados? ¡Invitados!

Mierda como podía haberlo olvidado, me incorporé en mi cama rápidamente, ahora sí comprendía la urgencia de mi madre por despertarme.

- Lo siento, mamá.

Sonreí, sin poder evitar bostezar ruidosamente. Estaba segura que había programado una alarma en mi celular, me fijé para comprobar que había sucedido y ahí lo entendí. Programe la alarma para mañana, estaba tan cansada que ni lo revisé.

- Te había dicho que esto era importante para mi... - dijo con decepción, rara vez me hablaba así - dúchate y baja a presentarte. Hazlo rápido, por favor.

Murmure un "esta bien" y ella se retiro de mi habitación, suspire volviendo a recostarme en la cama. ¿Porqué está cena era tan importante?

Por lo que me había dicho mi madre, no era nada relacionado con el trabajo, tampoco vendrían familiares, ¿serían amigos de ella?

Aún sin comprender muy bien esta situación, procedí a ducharme lo más rápido que pude, para luego buscar algo de vestir adecuado para esta ocasión. Los clásicos Jens negros nunca fallaban, una blusa blanca de mezclilla y una zapatillas blancas servirían por esta vez. 

Me apresure a bajar las escaleras para dirigirme al comedor, al llegar observe a los invitados que se hallaban ya sentados en la mesa. Un señor que rondaba los cuarenta años se encontraba conversando animadamente con mi madre, mire con cautelo las expresiones de sus rostros, parecía que la estaban pasando realmente bien. A continuación mi vista se posó en la chica rubia que se encontraba sentada junto aquel señor. 

Mi madre al notar mi presencia puso toda su atención en mi, mientras caminaba con calma hacia mi lado. ''Ella es mi adorada hija'', me presento frente a sus dos invitados, los cuales desconocía su procedencia. Sin importar ese pequeño detalle los salude como corresponde, para luego ofrecerle mi ayuda a mi madre con la cena.   

Ambas nos adentramos en la cocina, mi madre abrió un cajón y comenzó a sacar los cubiertos, me hizo una ceña para que buscara los platos. La notaba nerviosa o mas bien cuidadosa, se fijaba en todos los pequeños detalles para que todo saliera a la perfección. 

- ¿Quiénes son estas personas? - pregunté lo suficientemente alto para que solo me escuchara ella.

- No seas impaciente, ya hablaremos en la cena sobre eso. Ahora ve preparando la mesa, en unos minutos estará la comida.

Su respuesta me resultaba extraña, nunca nos ocultábamos nada, de lo poco que puedo presumir en la vida es de la buena relación que tengo con mi madre. Aunque no quería pensar que había algo que no me estaba contando, solo podía pensar en eso.

Coloque los cubiertos sobre la pila de platos y me dirigí al comedor, les dedique una sonrisa a ambas personas y procedí a preparar la mesa para cenar. El silencio entre los tres era demasiado incómodo, nadie se atrevía a decir ni una palabra, los ojos de la chica no se despegaban de mi y eso me inquietaba. Tomé asiento al mismo tiempo que mi madre ingresaba en el comedor con una bandeja con lasaña recién salida del horno, olía delicioso.

La cena transcurrió con tranquilidad, mi madre y el señor en esta mesa eran los únicos que conversaban, mi aportación a las conversaciones era sonreír de vez en cuando para que pensaran que les estaba prestando atención. Pero eso me dió tiempo para observar a la chica que se encontraba sentada frente a mi. Su cabello era rubio y lo llevaba corto, ambos costados rapados y lo suficientemente largo arriba para darle un toque salvaje, su piel era tan blanca que hacia resaltar las pecas de su rostro aun mas. Sus ojos eran color miel, incluso me arriesgaría a decir que a la luz del sol se verían en tonos naranjas o amarillentos. En la parte izquierda de su nariz llevaba un pircing plateado, que combinaba con el pircing del labio.

Admito  que era muy hermosa, transmitía ternura y rudeza, no se como eso era capaz.

- He estado impaciente toda la velada, pero necesito preguntar ¿cómo está Mary? -  inquirió mi madre con una sonrisa melancólica -... se que hace años que no hablamos, pero no puedo evitar  mirarte Sidney y pensar  en ella.

Ese nombre me resultaba familiar, mi madre me había platicado muchas veces sobre una de sus mejores amigas de la infancia, recuerdo que se llamaba Mary ¿sería la misma?
Nunca llegué a conocerla, nunca supe las razones por las cuales mi madre le dejó de hablar, para ese entonces faltaban unos seis meses para que yo naciera.

- Ella... falleció hace un mes - dijo la joven chica y tragó saliva.

Mi madre soltó abruptamente el tenedor que sostenía en su mano derecha, sus ojos lentamente se impregnaron de lagrimas, podía sentir como su corazón se inundaba de dolor.

- ¿Mary? ¿Muerta? ¡Eso no es posible!

El ambiente se volvió tenso, todos parecían estar afectados por la muerte de Mary, incluso yo me encontraba afligida.

Intentaba comprender lo que estaba sintiendo mi madre. Se por experiencia propia que cuando te peleas con tu mejor amigo, es como si te pelearas con tu otra mitad, aquella persona que estuvo para ti en las buenas y en las malas, sientes amor incondicional por él o ella. Aunque peleen, no deja de ser esa persona especial, jamás dejas de quererla y recordarla. Aunque hay excepciones, como todo en la vida.

Mary debió ser muy especial para mí madre, pero ahora su otra mitad ya no existía en esta Tierra y ella ni siquiera lo sabía. Ante esta situación, ¿cómo evitas que tu corazón se rompa?

- Mi madre me habló mucho sobre usted, la extrañaba demasiado. Incluso se arrepentía de la tonta pelea que tuvieron - comentó Sidney, podía notar como luchaba para que su voz sonara normal.

- Ojalá poder volver el tiempo atrás, solo para decirle cuanto lo lamento. Ella tenía razón en todo lo que me dijo, pero yo solamente pensé que estaba en mi contra... - colocó las manos en su rostro, sorbio su nariz y nos miro -...ella siempre solía tener razón, pero en ese entonces el orgullo no me dejaba escucharla. ¿No es una estupidez?

- Mamá...

- ¿Por qué, no escuchamos a las personas que nos aman? ¿Por qué, creemos que nos harán mal?

- Porque muchas veces, quienes más nos aman, son quienes más nos hacen sufrir.

Respondió la chica frente a mi, sus  palabras venían cargadas de razón. Creo que todos alguna vez hemos herido a alguien que queríamos, consiente o inconscientemente. Somos humanos, somos autodestructivos por naturaleza.

- Lo importante es que las dos lamentaban lo ocurrido, se perdonaron aún sin saberlo - dije sonriendo en dirección a mi madre, coloqué mi mano sobre la suya y le di un leve apretón.

Cuando un lazo es demasiado fuerte, ni la distancia y el enojo pueden romperlo. El amor perdura en los corazones de esas personas, aunque ellos ni lo sepan, pero ahí estará. En los recuerdos que formaron juntos, en las risas y lágrimas que compartieron, en cada lugar que visitaron, allí perdurará por siempre su amor.

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Perdón por demorar en actualizar, ya casi no uso wattpad y mi vida se resume en estudiar.
¿Es deprimente, no?

Pero aquí les traigo el final del capítulo 11, espero que les guste. Gracias por leer esta historia, los amo.

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