Astigmatismo [LayHo]

26/10



Astigmatismo


Sinopsis:

Al anochecer, extrañas criaturas sin forma se vuelven visibles ante los ojos del Sargento Kim Junmyeon, quien deberá encontrar a aquel que ha liberado el caos en la ciudad: Zhang Yixing; incluso su nombre parece grabado en su retina.




***





Kim Junmyeon respira agitado al despertar con su cara sobre el frio asfalto, escucha un pitido en sus oídos que lo desorienta por un par de segundos. Al recordar el peligro inminente en el que se encuentra, se pone de pie tambaleando un poco, sus extremidades se sienten entumecidas. Pestañea repetidamente mirando a su alrededor, su vista lentamente empieza adaptarse a la baja luz que lo rodea.

La capa de polvo y suciedad se asienta sobre sus facciones; el siempre pulcro y organizado, Sargento Primero, está bañado en sudor; su uniforme descuidado con algunas rasgaduras y manchas oscuras, que le hacen ver como salido de alguna película pos apocalíptica. Toca su cabeza pasando sus dedos por su húmeda cabellera en busca de alguna herida de gravedad, pero como siempre ha salido ileso. En seguida, cerciora que su armamento esté completo bajo el uniforme, incluyendo su favorita, una Beretta M9 disponible bajo su cinturón.

Estrecha la mirada manteniendo sus sentidos alerta, es una tranquilidad que le pone quisquilloso. Su ceño se frunce, cuando no encuentra rastro de ninguno de los hombres de su escuadrón que aún no han sido infectados. A lo lejos escucha las sirenas. Maldice a la nada, al darse cuenta que ha perdido su radiotransmisor, debió caérsele en la última emboscada; por lo que ahora no podrá comunicarse con ellos... debían estar cerca.


Bastó tres noches para que Seúl se convirtiera en un campo de batalla. Una vez el ocaso desapareció en el horizonte, la oscuridad de la noche trajo consigo a los monstruos que durante el día se comportaban como humanos, pero bajo capas de piel, eran seres infectados que se comportaban como viles depredadores.

Por semanas, Junmyeon había tenido persistentes dolores de cabeza, incluso, sus ojos los sentía cansados; por esas razones, se encontraba en el Cuartel del área de Gangnam, con algunos de su escuadrón que estaban descansando o de centinelas. Cuando la noche apareció, algunos de su tropa empezaron a transformarse ante sus ojos, fueron tomando una forma amorfa y oscura, con sus rostros desdibujados y sus extremidades alargadas como tentáculos. Incrédulo ante lo que presenciaba, tomó su arma y apuntó; aquellos ya no eran los hombres de su tropa.


Una mueca se dibujó en su rostro, al recordar. Luego del primer disparo, fueron apareciendo estas extrañas criaturas queriéndolo alcanzar con sus tentáculos como brazos. Junmyeon retrocedió todo lo que pudo hasta terminar sobre la pared, siempre apuntando con su arma y gritando para que sus hombres reaccionaran. El Sargento Primero apretó la mandíbula, antes de matar a cada una de estas criaturas de rostros borrosos; su puntería siempre había sido certera, por lo que no debió comprobar la muerte de estos monstruos. El cuartel quedó tinturado de un rojo escarlata, seres sin forma y facciones desdibujadas, se retorcían en el piso; sus botas estaban manchadas, y algunas gotas de sangre salpicaron su cara; el olor a hierro y degradación era desesperante.


Pero el caos apenas iniciaba y lo que sucedió en su estación, ocurrió en las otras vecinas, desatando el mismísimo infierno en las calles de Seúl. Podía ser tu vecino, tu jefe, tu pareja, no importaba. Al final, cuando el cielo oscurecía, el extraño virus, por así decirlo, los transformaba en seres de la noche, que solo querían atacar a quienes no habían sido contagiados.

Dormir quedó en el pasado y aunque nunca fue un hombre de dormir más de dos horas diarias, ya no había podido hacerlo, pensando en la manera de erradicar el problema de raíz y salvar a los habitantes de Seúl. Para ello tendría que llegar al causante.

A la mañana siguiente, luego de esa jornada, tuvo suerte de encontrar a 5 hombres de su tropa sobreviviente; rogó para que no estuvieran contagiados y si lo estaban, no vacilaría en matarlos a todos. Así que se recluyeron en el bunker subterráneo de la estación de Gangnam a fin de no ser infectados. Había sido una locura dar aquella orden, pues su misión estaba en las calles; pero el Sargento Primero tenía como propósito encontrar al causante del infierno.

Por lo que en esos dos días que le siguieron, junto con su equipo, diseñaron un plan que incluía acceder al intricado sistema de túneles bajo la ciudad, para ingresar al Laboratorio del desadaptado.



La última pista los había conducido a un terreno baldío; lo que antes fue un parque industrial ahora está consumido por el tiempo. La luz anaranjada de las pocas farolas que aún funcionan, toman una forma alargada, fuera de foco; que junto a los chillidos de ratas que se movían entre las fábricas abandonabas, le dan una imagen espeluznante.


Con nervios de acero, respira profundo y toma la beretta apuntando hacia adelante, se siente más seguro de esta forma.

Sus pasos lo conducen hacia un edificio de 5 pisos, si su memoria fotográfica no le falla, justo en el sótano hay una pequeña puerta, que debe conducirlo a los túneles y de allí al laboratorio, en donde debe estar desequilibrado mental que desató la horda, quien también es la única persona que puede apagarlo todo.


Apenas pone sus manos en la puerta de acceso, sabe que algo anda mal; esta se mueve hacia adentro provocando un chirrido agudo que sacude el silencio de la zona, ve unas pequeñas sombras en el piso moviéndose rápidamente, probablemente sean ratas. El olor a pestilencia no se hace esperar, la amplia bodega muestra señales de vandalismo; la única fuente de luz proviene de las bombillas del exterior, que forman sombras que parecen moverse, pero en realidad son los árboles carentes de hojas, detrás de la bodega, que se agitan con la suave brisa nocturna.

Su corazón late con fuera al escrutar el lugar. La sangre de su cara lo abandona, traga con dificultad ante la escena sanguinolenta al fondo, que parece sacada de una pesadilla, hay una pila de cuerpos desmembrados, que construyen una montaña. Tapa su boca con su mano libre; siente un deseo repulsivo de vomitar cuando al acercarse, reconoce brazos, piernas y un pie, como si fueran partes de maniquíes. Da un paso más a la pila de cuerpos, solo para descubrir horrorizado, trozos de ropa desgarrada en el piso, y en medio de esta, algo parece reflejar la luz, se agacha y sostiene la placa, la cual le pertenece a alguien de su escuadrón. Siente un nudo en su garganta, se queda viendo la escena sin creerlo, su tropa ha sido cruelmente asesinada. La calma que se siente en el ambiente le resulta asfixiante.

De repente ve algunas chispas azules, como cortocircuitos que desprenden las partes desmembradas; no lo entiende. Con algo de premura, sujeta un brazo, lo acerca a la luz ¡Imposible! Hay un sistema de delgados alambres que salen del extremo cortado, y la sustancia que en un principio pensó era sangre, es en realidad un aceite viscoso de color negro. Observa nuevamente los restos de su tropa, no hay ninguna cara distinguible, solo son sistemas de circuitos, tarjetas procesadoras y algunas ruedas dentadas, como piezas de relojería. No hay vísceras, solo...

Escucha el sonido del metal desdoblándose y el eco que este produce, como un acto casi reflejo, da media vuelta encontrando dos palomas aleteando hasta posarse sobre el marco una ventana. Bota el aire que inconsciente ha estado reteniendo. No puede seguir allí, así que se apresura y sigue con el plan, intentando olvidar lo que ha visto.



Ha llegado por fin a las gradas que lo conducen al sótano, estas son estrechas y desiguales. Está totalmente oscuro, por lo que debe guiarse de sus otros sentidos para llegar a nivel del sótano. Una vez allí, tantea con sus manos las mugrientas paredes que están a punto de caer, el olor a humedad persiste allí también, escucha el goteo de tubos dejando escapar una gota de agua a cada segundo, que se sincroniza con el sonido de su corazón.

Sus ojos se amplían, incluso en la oscuridad, cuando cree haber encontrado la puerta de acceso a los túneles, y por ende, al laboratorio de Zhang.


En el pasado, el Profesor Zhang Yixing fue un gran aliado para la ciudad debido a sus contribuciones tecnológicas. Aún recuerda cuando intentó convencer a todos, que podía crear vida, y que incluso podía hacer que lucieran tan humanos, que nadie podría diferenciar sus creaciones de verdaderos humanos. Sus declaraciones, lógicamente, fueron tomadas como las de un loco lunático y fue desterrado.

Junmyeon que para ese tiempo solo era un guardia que acompañaba al alcalde, nunca olvidaría la mirada que le dio Yixing acompañada de una sonrisa sardónica. Siempre le inquietó aquel gesto; parecía ser el de un hombre queriendo venganza. Tan loco y tan inteligente, como para convertir a humanos en monstruos.



Volviendo al presente, se concentra en la cantidad de pasos que debe dar, y en qué intersección debe cruzar; su arma sigue firme entre sus dedos, aunque a veces su mano parece temblar. El sudor frío corre por su espalda; a pesar de no ser claustrofóbico, siente las paredes estrechándose a su alrededor y le cuesta respirar a medida que va descendiendo.

La piel de su nuca se eriza, el frio cala hasta sus huesos al momento que es atacado; sin tiempo de reaccionar, su arma cae de sus manos. Al siguiente momento, cientos de flashes aparecen a su alrededor, atacando sus sensibles ojos que se han acostumbrado a la oscuridad. Los seres sin forman, están allí, rodeándolo, uno de ellos se acerca y con sus téntaculos lo estampilla contra la pared que no sabía que estaba allí.



Siente en cada terminación nerviosa dolor palpitante, su cara se contrae, aprieta los dientes, y con su mente nublada por el dolor, intenta buscar alguna de sus armas, pero descubre horrorizado que ha sido despojadas de estas.




—Sé que nunca debo subestimarte, aun así lo hago y logras siempre demostrarme lo contrario. Sargento Kim Junmyeon, lo he estado esperando.




Escucha la voz con el ligero acento, sus ojos apretados poco a poco se relajan y los abre. No está en los túneles, en su lugar, el espacio es amplio y lleno de luz blanca que rebota sobre las paredes del mismo color, no hay nadie más allí, excepto ese hombre frente a él, que lo mira divertido.



—Maldito hijo de p*ta.

—¿De dónde aprendiste ese lenguaje? —Yixing sacude la cabeza—. No importa.



Junmyeon siente su sangre hervir, y aunque no está atado, se siente como sí lo estuviera.


—¿Qué me hiciste? ¡No me puedo mover! —indaga desesperado.


Y aunque forcejea con cadenas invisibles, no lo consigue. El loco le sonríe ampliamente.


—Has hecho mucho daño —Zhang rasca su cabeza y lo mira profundamente—. Es momento de desconectarte.


El Sargento abre horrorizado los ojos, al entender sus palabras.


—No me vas a matar, hijo de- —exclama, aunque no puede terminar la oración.

—Kim Suho 1091 haz silencio.



Y su lengua se entumece como si hubiese recibido una especie de comando. Es inaudito, aunque lo intenta, nada sale de su boca, es como si no tuviera cuerdas vocales.



—Mucho mejor.



Junmyeon niega desesperado al darse cuenta que en realidad no está de pie. Se encuentra complementente desnudo sobre una pequeña plataforma circular, en el centro de esta sale una barra metálica que termina dentro de su culo, siendo empapado por este, mientras sus piernas quedan extendidas hacia adelante. Mira nuevamente, horrorizado por lo que sus ojos captan, le es difícil procesar ¡No podía estar pasando!



—Sorprendente ¿eh?



El sudor corre por toda su cara, no puede moverse, no puede hablar, no siente dolor y está desnudo frente a la mirada perversa de ese hombre que inclina su cara viendo su pálido torso perlado bajo una capa de sudor. Sus pensamientos son incongruentes, quiere gritar, tal vez se trate de una pesadilla.

Su pulso se acelera y su respiración se vuelve errática al ver a Yixing regresar con algo similar a una motosierra. Tensiona sus músculos, cuando las pequeñas piezas dentadas se acercan a sus piernas. Un grito ahogado desgarra su garganta; la cierra corta su pierna derecha, y aunque no le duele, se siente agonizar.


Zhang ríe divertido al ver sus expresiones. La sangre que sale a borbotones de su pierna recién cortada es totalmente negra.

Junmyeon aprieta los ojos, no puede estar pasando, está en una cruel pesadilla.

Intenta no escuchar al demente que le asegura que es una creación suya, que en realidad es un robot. ¡Imposible! Intenta recordar, él es Kim Junmyeon, nacido en Seúl el 22 de mayo de 1991 ¡No una creación de este hombre!

Al abrir los ojos descubre que todas sus extremidades han sido cortadas y se encuentran ordenadamente sobre una mesa metálica. Se mira a sí mismo y solo es un tronco sujeto por una barra metálica. Quiere morir allí mismo, todos sus recuerdos, toda su vida... ¡Es inconcebible!

El demente se acerca con un escalpelo a su cara. Siente cada corte que hace sobre los bordes externos de su rostro, y cuando acerca el elemento corto punzante sobre sus ojos cree que va a morir.



—Ya casi hemos terminado. Mírate.



Pone frente a él un espejo y su cara ahora son solo piezas metálicas y un par de globos oculares, formando alrededor un intrincado sistema de pequeños alambres conectados.


¡Un robot!


—Es una lástima que hayas enloquecido y matado a todos esos humanos. Te tenía bastente cariño, ahora tendré que desconectarte.

Mira horrorizado a su captor y luego todo oscurece.



Zhang Yixing observa con pesar lo que queda del robot completamente apagado.

En seguida extrae con una pinza, la pequeña tarjeta de memoria incrustada en la bóveda craneal. Por último, con extremo cuidado, hace un corte sobre la córnea y obtiene las retinas, en las cuales aún se puede leer la inscripción: "Propiedad de Zhang Yixing".


Es una pena, el Sargento Junmyeon fue siempre su favorito; después de todo, tiene las facciones de su difunto esposo, Kim Suho, quien siempre quiso ser Policía.

Luego que sus robots, debido a una falla en su visión, enloquecieran y mataran a algunos humanos; debió aniquilarlos a todos antes de pensar en huir del país, pero no podía simplemente hacerlo, sin las partes de Suho versión 1091. Por esa razón, desde un comando a distancia, había implantado en su sistema operativo, su localización y un pensamiento en el que el robot Sargento lo debía encontrar bajo el sistema de túneles de la ciudad.


—¿Qué haré ahora contigo?



Lleva sus dedos hacia su mentón al observar las partes extraídas de su primer prototipo de robot. Sonríe ante sus ideas, cualquier opción que elija sabe que le agradará.



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👀 Espero hayan disfrutado la lectura de este corto relato.

Muchas gracias. 💜

👁👁 No olviden que esta historia hace parte de una colección de terror y misterio que  se hizo en colaboración con otras escritoras.

Toda la semana estaré actualizando este libro con la sinopsis de los otros relatos para que puedan redirigirse al perfil de la autora y allí leer la historia.

Espero nos puedan apoyar en este Proyecto.

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