𝐇𝐈𝐏𝐄𝐑𝐌𝐄𝐓𝐑𝐎𝐏𝐈𝐀 [𝑪𝒉𝒆𝒏𝑴𝒊𝒏] ✅


Nadie va a venir a salvarte, sálvate a ti mismo. Minseok creía fielmente en esa frase. Si quieres ver un héroe, míralo en el espejo. Minseok sólo confiaba en sus ojos reflejados; a medida que la noche es más negra, el peligro es más grande, salir no es una idea muy inteligente.

Jongdae parece no entenderlo. Minseok se lo hará saber.





{𝟑}


Minseok está intranquilo, nervioso, sus músculos tan tensos que duelen; Jongdae está pasando su hora de llegada, ya el cielo está oscuro y-

¿Le habrá pasado algo en el camino?

Con la respiración agitada, camina desde la ventana hacia la mirilla de la puerta: el pasillo está vacío. Vuelve a la ventana a la mirilla y así varias veces; es el peor día de la semana para estar en la calle, peligros, hostilidad, demonios acechando-

¿Y si su Jongdae corre peligro?

Así como está, sin camisa, Minseok empieza a calentar.

Frente a un espejo dejado en el suelo, ve sus ojos mientras flexiona los brazos unas cien veces. Luego, el espejo es trasladado al techo, unos imanes impiden que caiga en cara de Minseok mientras hace sus abdominales colgado de cabeza; él debe estar en forma en caso de que tenga que defender a Jongdae, y, a él mismo, si los demonios por fin deciden atacarlos... ese día llegará pronto, Minseok lo siente.

Por eso y más, no le gusta que su chico salga del edificio. La torre de apartamentos en la que viven es segura, afuera no, ¿por qué Jongdae no lo entiende? Minseok que sí es muy consciente de eso, es prudente, sale sólo a lo necesario. Cuando cancelaron el servicio de gas en su apartamento, Minseok consiguió una estufa eléctrica y un calentador de agua de segunda. Cuando fue cancelada la línea telefónica, y con eso el internet, Minseok leyó libros sobre defensa personal. Cuando se fue la luz en medio de ese programa sobre armas caseras, la habitación de Minseok pareció un escenario gótico lleno de velas. Cuando se fue el agua-

Oye movimiento.

Los pasos subiendo escaleras, las manos jugando con llaves y un tarareo de la canción del momento; tiene que ser él, siempre anuncia así su llegada. Minseok, en segundos, con martillo en mano desclava clavos y maderos del borde de su puerta, sin quitar la cadena, abre abruptamente

Hace dar un brinco al otro hombre que, asustado, se detiene antes de pisar el pasillo.

Pero después de una pausa le sonríe

"Es... Minseok, ¿verdad?". Asiente despacio. Su nombre suena tan perfecto en voz de ese chico hermoso. "...Que pases una buena noche, Minseok".  Y Jongdae desaparece por la puerta, del apartamento ubicado al otro extremo del pasillo. 

Minseok agudiza sus oídos hasta que oye al cerrojo cerrarse. Puede respirar tranquilo, su vecino está a salvo, no le vio ni un solo rasguño o golpe, pero

Con pasos muy silenciosos se acerca a esa puerta. El pasillo tiene todo el rastro de Jongdae, colonia barata que al mezclarse con la esencia del hombre, crea un aroma exquisito. Minseok acaricia la madera. La olfatea cual sabueso, se impregna, se le ocurre una idea

¿Y si bloquea la puerta de Jongdae para que no salga nunca más? 

Pegando oreja escucha adentro una carcajada, hermosa, como todo él. Deduce que está viendo su programa favorito, y el ruido de ollas es por el ramen que prepara; Minseok lo sabe, porque las pocas veces que se ha topado con él de frente no ha sido capaz de verlo a la cara y termina entonces fijándose en la bolsa de la compra o, en todo lo que pueda examinar a simple vista. 

Desde que Jongdae se mudó al edificio, Minseok supo que no era como los seres de afuera. Notó en él a un chico normal, buena gente, alguien tan tranquilo que probablemente no se daba cuenta de la realidad tan peligrosa en la que viven. Ahí saltaron los instintos en Minseok. No tuvo dudas de que Jongdae era tan humano como él. Vigilarlo y protegerlo de lejos, se convirtió en su obsesión; empezó a llevar un registro de las horas de llegada y partida de Jongdae. Tomó fotos de la ropa que usaba en caso de tenerlo que ir a buscar. Minseok luego, buscó manchas de sangre o rasgos en la tela, cada que lo veía volver. 

Hasta ahí normal.

Pero cuando el ánimo de Jongdae fue cambiando a un modo feliz, sonaron alarmas. No fue un indicio claro, pero pudo concluir que tal vez, algo, o alguien, estaba rondándolo. Rondándolos.

Debía estar más pendiente-

El reflejo de luz que salía por el orillo de la madera se apaga. Jongdae ha ido a dormir. Eso tampoco hace parte de su rutina, segunda alerta; vuelve dudoso a su lugar, apaga todas las velas, también se alista para dormir. Una vez acostado en su sofá, cuadra varias alarmas por ciclos de sueño, no lo van a coger desprevenido.

Con un ojo abierto y con un bate de púas al alcance de su mano duerme su primer turno.

El silencio lo arrulla. 


El silencio lo despierta.

Esa puerta abriéndose, sigilosa, a varios metros de él lo hace tomar el bate; ¿llegaron hasta ellos, los encontraron? Sigiloso, él también, camina decidido a enfrentar lo que sea que esté afuera. No son demonios. Es Jongdae saliendo como si no quisiera ser visto. Muy extraño. Talvez lo hubiera logrado, ser imperceptible, pero no para alguien tan experto como Minseok. Entonces Minseok maldice inmediatamente y da un puño frustrado al aire. Se enoja consigo mismo, debió encerrarlo cuando tuvo oportunidad.

Suspirando pesado deja de recriminarse, está perdiendo tiempo, Jongdae ya va por los primeros pisos.

Decide seguirlo, pero antes debe sacar de su baúl el equipamiento que usa cuando enfrenta la calle. De todas las armas, rápidamente escoge una navaja mariposa, ligera y sorpresiva para esos casos. En su puño, por si acaso, esconde una manopla. La ropa es lo de menos, un buzo cualquiera que lo camufle con la noche, bastará.

Como ritual, antes de salir, se mira al espejo. 

"Somos normales", dice en voz alta, "podemos hacerle frente a esto, Minseok, para eso hemos entrenado".

Asiente. Él está listo.


No, no lo está. Se arrepiente. Poner un pie en la salida del edificio lo confirma. Su corazón se empieza a asustar, se prepara para trabajar el doble o, el triple, porque tiene memoria de esa situación fea.

No hay luna ni estrellas, los faroles apenas sirven, las personas son casi sombras negras-  menos Jongdae. A lo lejos él irradia su propia luz, le hace ver que lleva varias cuadras de ventaja; Él camina lento. Minseok camina rápido. Escolta. Lo ideal sería estar mínimo a tres metros, lo ideal es que la sola presencia de Minseok detrás del chico, diga No te acerques, a quien quiera que se atreva a hacerlo 

Y como si Minseok hubiera echado la sal al aire, las creaturas empiezan a acercarse

Pero no a Jongdae. 

A él.

Demonios que adoptan figuras humanas van cambiando sus caminos para cruzar el de Minseok a propósito. Por enfrente, por detrás, algunos en círculos. Minseok ha aprendido que si nos los ve directo a la cara las probabilidades de que se alejen son más altas, pero esta vez no puede mirar al suelo, él está en una misión. 

Camina más rápido

Casi trota, y con eso llama la atención que no quiere. Los murmullos llegan a sus oídos cuando no puede ocultar esos temblores muy evidentes y el castañeo de sus dientes, y como si esa "gente" oliera su miedo, se le arriman con la intención de tocarlo y manosearlo; ya le ha pasado antes. Sabe que en un segundo será acorralado y con eso su fin si no empieza a defenderse. 

Con los ojos puestos en Jongdae, que sigue tranquilo, Minseok saca su navaja.

Ordena a su cuerpo no tensarse no puede fallarle en este momento.

Son tantos que no sabe por dónde empezar. Es como si Minseok fuera de sangre dulce. Primero fueron tres, aumentaron a cinco, ahora casi nueve "personas" de variados tamaños alargan brazos para sujetarlo de sus extremidades. "Nonono, ¡Suélteme!", hasta ahí le llega la valentía. El cuerpo de Minseok está totalmente sujetado por esos demonios. No quiere ver, aprisiona los ojos hasta que duelen por la presión excesiva de los parpados. Lo zarandean de lado a lado, parece muñeco, garras muy heladas agarran su cabeza, la mantienen quieta para lo que viene

Abren sus parpados a la fuerza y Minseok está obligado a ver. Los rostros se expanden y contraen, se alargan hasta tomar formas de carneros, cuernos enroscados que tal vez no sean capaces de clavar y desgarrar su piel, pero sí embestir con fuerza su cuerpo hasta fracturarlo en mil partes de una sola vez. Los nervios dentro de Minseok se encrespan, salen todos a la vez en un grito que desgarra su garganta, tanto que los que le siguen son afónicos.

Se odia por ser débil, se pregunta por qué mierda salió... Jongdae.

No lo alcanza a ver por más que intenta soltarse. Varias garras con uñas están dejando marcas en su piel a causa de la fuerza, un quejido de Minseok es lo último que se oye cuando alguien de presencia pesada aparece y los demonios, despavoridos, salen a correr.

Minseok inhala y exhala exageradamente, recarga sus manos en las rodillas, le toma varios minutos recuperarse. Alza la vista lento, reconoce esos zapatos, esa ropa, siente calma, es Jongdae; Cara a cara. Sujetándolo de los hombros y preguntándole si está bien. La sonrisa tímida de Minseok al detallarlo es notoria. Los ojos preciosos del hombre lo miran con preocupación-

Es el demonio mayor en persona

De cafés brillantes, mutan, se tornan amarillos. Las pupilas se vuelven dos líneas negras horizontales que, con la sonrisa ahora espeluznante, lo hacen caer en cuanta que Jongdae hace parte de ellos.

Todo este tiempo Minseok estuvo equivocado.

Lo empuja lejos y sale a correr. Minseok vuelve a su edificio, ya no es un lugar seguro, pero no tiene más a donde ir. Los sonidos le crean confusión. La voz de Jongdae, que grita atrás que lo espere, no concuerda con su cara demoniaca, tampoco los pasos con los que corre, las patas de cabro deberían retumbar el suelo o al menos hacer quebrar las baldosas, ¿qué cosa era Jongdae?

El portal del edificio no está abierto, pierde tiempo encontrando las llaves.

No las encuentra. Debe subir por las escaleras de emergencia.

En un zigzag de escaleras, tropezando cada dos pasos, Minseok con el pulso palpitándole las manos, es perseguido por Jongdae. Cada media caída le ha dado ventaja, casi está rozando los pies de Minseok. Minseok no mira hacia atrás, siente que será comido vivo, si llegase solo a encontrarse con esas orbes amarillas de un tamaño no normal.

Se acaban las escaleras, llegan a la azotea, son solo ellos dos.

Jongdae intenta acercarse "Soy solo yo, tu vecino...".

Minseok no le cree, grita "¡Atrás!".

La cabeza de Minseok escurre sudor, brillan todas sus facciones contraídas. El pánico se le lee en la cara, así como en su voz "¡Dije que atrás, demonio!". Jongdae para cuando Minseok, que ajeno al lugar en se encuentra, ha dado varios pasos hasta el borde. Su cuerpo de espaldas al abismo podría caer.

Ninguno de los dos dice nada por un largo rato.

Minseok solo tiene dos opciones para salir de esa situación.

Gira su cabeza. Él podría lanzarse y acabar con el sufrimiento de vivir con miedo y angustia de ser comido. Da un paso atrás. Jongdae no se mueve, sabe que un paso suyo aceleraría el impulso de Minseok, pero eso no le impide hablar. Hace que Minseok pase a su segunda opción.

En su mano aparece la navaja, que con una sacudía queda lista para usarse. La forma en que la agarra hace que Jongdae titubee y finalmente se calle. Entiende, retrocede por miedo a ser herido, alza sus manos en el aire también; pero aun así Minseok eleva la navaja. Está listo para acabar con ese problema de raíz

Minseok, con la precisión medida, en un ángulo exacto y un movimiento mecánico, entierra la punta afilada en uno de sus ojos.

No se escucha un grito de su parte, él aguanta como los hombres.

Los temblores amenazan con hacerlo caer de rodillas, pero su determinación lo mantiene en pie. Vasito por vasito de sangre se van separando. Primero elásticos reusándose a romperse, luego rebotan al arrancarse abruptamente. Suelta pequeñas gotas, que al mezclarse entre todas forman lágrimas gruesas y espesas de un rojo casi café. El ojo miel, bello, que Jongdae había visto minutos atrás, ahora era una esfera deforme como chupada por un de sus "lados".

El horror lo tiene paralizado como único espectador.

Del hueco oscuro brota espeses que va lavando media cara de Minseok. Cuando Jongdae cree que ahí acaba todo. Minseok despincha el ojo. Cae al suelo pesado como una pelota de caucho, tan duro que ni siquiera rodó...

Sigue el otro ojo. Misma lentitud al enterrarse, mismo sonido de fluidos al abrirse paso en la masa blanda y blanca. Minseok, ahora sí de rodillas, solloza como animal herido. La ausencia de ojos no es impedimento para que salgan lágrimas de las reales. Es una combinación de materia entre piel, sangre, agua salina, toda en un charco asqueroso rodeando a Minseok y llegando a pies de Jongdae.

Minseok palpa el suelo y al encontrar los ojos que ya no son suyos, los aplasta en puños, aprieta tan duro que se desasen como lava. A Minseok le toma un gran esfuerzo levantarse, casi resbala por estar mojado de él mismo.

"Háblame, guíame", dice a Jongdae.

Jongdae no lo hace, está en estado de shock. También hay lágrimas en él, pero más de asco que de compasión. Su vecino siempre le pareció alguien "especial", pero esto...

Minseok llega solo hasta él.

Busca una mano de Jongdae y deja ahí su tormento. Ya pueden estar juntos... Minseok nunca más verá a la gente convertirse en demonio.




😨

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HIPERMETROPÍA: Afección ocular en la que los objetos cercanos se ven borrosos... o monstruosos.

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