✿Damn heart✿KomaNami✿

Único

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Él está maldito, y es retoño (pobre y risueño retoño marchito) que soñó alguna vez con ahogarse en felicidad inaudita que simplemente no puede tener ni escribir en su vida, y sus ojitos verdes parecen tan tristes ante ello; porque no debe, no puede y nunca podrá... Empero, aún sabiendo ello, Nagito anhela muy dentro de aquel retorcido y trágico corazón suyo lograr hacerlo.

Y lo hace con algo tan distinto.

Tan bello.

No obstante, la vida lo tortura en mares infinitos, con vidrios incrustados, azotando y dejando heridas tan profundas en su pálida y frágil piel que se corrompe, lo hace de tal forma que aquel pequeño niño que alguna vez quiso tener alas y volar hacia un cielo de acrisolado color, con nubes blancas de algodón... Ahora solo quería huir, huir sea donde sea de toda pequeña pizca de felicidad que se volvía martirio.

Porque Nagito es ángel caído y corrompido en un mundo y vida de desdicha, la cual lo premia breves momentos. Pero en aquel retorcido corazón y vocabulario suyo, la felicidad ya no era ni quería ser conocida.  

~Traga con amargura el llanto~

Empero conoce algo más intenso, como si se tratase de una droga encargada de suprimir todo aquel sentimiento aberrante; y la necesita, la pide a gritos.

 Nagito Komaeda desea ver vívida esperanza. Una tan radiante y que sea capaz de cegar sus orbes de sueño moribundo; y lo desea por sobre todas las cosas, porque el mundo es inservible sin esperanza. Lo aprende tan bien... Y a la vez, tan mal.

Del deseo al ímpetu éxtasis, y Komaeda solo quiere (quiere quiere quiere). Incluso si ello lo conlleve a lastimar y desgarrar vida inocente, lo hará a cualquier costo, porque anhela más que nada ver aquella maravilla cegante.

Por consecuencia, su talento será su herramienta, y la más favorable habida; pues es portador de una suerte tan sublime y excelente (la cual es hórrida maldición aterradora).

Y sí. Toda su vida se basa en ello, buena suerte, mala suerte ¿quién sabe?

Solo que de pronto nace algo más que es confuso en su corazoncito de cristal, que aún parece de niño.

Porque está ella, quien sonríe cual ángel sacro junto a finos cabellos de aurora, y si logra desentrañar aquel diminuto ser, descubre que ella tiene algo que ni con toda la suerte del mundo podrá poseer él. Porque aquellos ojos caramelo tintinean cual estrellas, brillos de genuina esperanza.

Mas él no desea arrebatarlos (su orate mente con extrañeza no le dice ello), porque es ese tipo de esperanza que no quiere quitar y poseer a la fuerza. No. Es delicada y sutil, tanto que con un pequeño roce se destruye cual pétalos de flor.

Entonces lo tiene más que claro, él ama los ojos caramelo de su amiga gamer, junto a su melodiosa risa y voz,  y su corazón explota de tal forma que los colores pintorescos abundan por micro-segundos en sus orbes, dando paso a confusión total.

Entonces su historia va así...

Komaeda ama el caramelo (de sus ojos), tanto que lo dulce comienza a agradarle, de tal forma que deja lo salado por momentos. 

Su piel estremece, sintiéndose como en un carrusel relajante y seguro, mientras en sus oídos resuena tierna melodía de antaño. Y va subiendo y bajando al son de la canción, mientras sus orbes aprecian colores brillantes y cándidos.

La maravilla es tanta que desea poseer los mismos.

Así que la protegerá, velará por esa esperanza que en mucho riesgo la había metido antes al enviarla con la desesperación encarnada en forma humana.

Y ahora lo sabe.

Nanami le hace bien y quiere tenerla por más tiempo, mucho más que nadie.

 Porque con dulzura ella se preocupa por él, y es nuevo para su frágil corazón debido a que nadie nunca lo había hecho antes. Sus ojos le arden, como jamás lo hubiese imaginado, observándola con cariño y dolor mezclados, porque no le gusta ahora mismo lo que reflejan sus orbes caramelo sumidos en preocupación y melancolía.

Komaeda no es tonto, él ama a Nanami, piensa en Nanami, sueña (extrañamente) en un futuro con Nanami y le mira de una forma que nunca imaginó hacer.

Pero Nanami... Oh, Nanami y aquellos ojitos azúcar quieren  ver a alguien más; y no lo duda, esa hermosa niña ama a alguien, y ese alguien no se llama Nagito Komaeda.

Entonces su historia parece empezar  con que, Nagito no puede escribir felicidad en su vida, por más que tratase; y es un niño caprichoso e inocente, quien tuvo un sueño que no logró cumplir, aún cuando lo tenía a escasos milímetros. Es un ser pobre y sumido en lo azul el cual poseyendo pocos sueños no pudo conseguir ni uno. Empero termina con algo que extrañamente le hace sonreír.

Porque Nagito Komaeda solo escribía en su destino esperanza (que ya ni sabe si la consiguió o no) con una pluma de ensueño, de escasa tinta por los mismos.

 Pero aún sabiendo aquello, una cristalina lágrima de sal casi ardiente se escapa de sus orbes grisáceos, curvando sus labios levemente.

Solo lo rompe un poco más, pero sonreír para ella vale la pena.

Porque Nagito Komaeda pudo escribir amor en su destino y corazón.


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Supongo que no es extraño en estos momentos decir que mi personaje favorito es Komaeda, mi bebé solo tiene traumas 🌜🌻

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