B R O K E N

Es horrible perder a un ser querido, y más si este a sido participe de miles de los recuerdos más bonitos, e intentado mejorar los que no lo eran tanto.

Pero aún más horrible es que olvides como era estar con aquella persona, como reía, como te abrazaba y hasta...como hablaba. Lo único que tienes de aquella persona son videos, fotos, objetos. Aunque sabes bien que lo único que necesitas es que éste otra vez contigo, viendo películas, comiendo, jugando, teniendo aquellas charlas profundas que dijiste no volver a olvidar, pero lo hiciste.

Los primeros días son difíciles, estos se convierten en semanas, y luego en meses. No tienes noción del tiempo, haces oídos sordos a las personas que te dicen “Olvidalo”, “Está en un lugar mejor”, “Seguramente le duela que tú llores por él”, idiotas.

Un año después te encuentras sólo en una taberna, tus ropas están sucias y con olor a cigarrillo, tus pupilas dilatadas, tu organismo lleno de alcohol y tu mirada pérdida.

Ahí es cuando empiezas a hacerte a ti mismo varias preguntas.

¿Por qué él?¿Por qué no mejor yo? Tenía tanto que vivir, que experimentar, que sonreír... ¿La vida me odia tanto? ¿Dios me odia tanto? ¿Qué mierda hice para merecer que me saquen tan bella persona?

Las lágrimas caen en la mesa, tus puños se cierran con fuerza y tus nudillos se vuelven blancos, quieres gritar y sientes que el ambiente se vuelve pesado, hasta asfixiante. Sales de allí empujando a todas las personas que se te crucen, estas te miran mal y algunos te insultan, pero no importa, ya nada te importa.

Una vez fuera, respiras hondo para luego vomitar todo lo que hayas comido, aunque esto solo haya sido una porción de pizza fría.

Alguien se acerca a ti, intenta acercarse pero enseguida lo empujas lejos, no quieres la ayuda de cualquiera, quieres la ayuda de él.
Luego de unos minutos en silencio, el pelirrojo se vuelve a acercar ahora un poco más decidido.

-Por favor, dejame ayudarte-Insiste agarrándote del brazo y haciendo un poco de presión, suspiras derrotado ante su mirada de cachorro mojado, aunque esta éste un poco distorsionada por los efectos del alcohol.

-Ya nadie puede ayudarme-Susurras, tantas personas lo habían intentado, pero ninguna había tenido éxito.

El contrario hace una mueca y pasa uno de sus brazos por tu cintura para que te apoyes en él, caminan despacio hacia el auto del más bajo y tu mente analiza detalladamente la situación.

-No subiré al auto de un extraño.

-Tranquilo, no te haré absolutamente nada, lo juró-Sonríe, tú suspiras por quinta o sexta vez desde que lo conociste hace diez minutos, subes al asiento de copiloto y esperas pacientemente de que el se sienta también.

El chico es unos diez centímetros más bajo que tú, su cuerpo está cubierto por un buzo enorme junto unos jeans de cuero, su nariz es respingada y sus pómulos elevados.

-¿Por qué me miras tanto?-Pregunta nervioso mientras que sus mejillas se pintan de rojo al igual que las tuyas.

-Estoy imaginando las cinco maneras más eficaces de romperte el cuello si haces algo sospechoso.

El muchacho traga grueso y tú ríes por primera vez en...¿días, semanas? Ya ni lo sabes.

-Es linda-Murmura pero tú logras escucharlo.

-¿Qué cosa?

-Tu risa-Responde sorprendentemente calmado sin dejar de ver el camino.

-Callate-Miras hacia la ventana en un intento de ocultar tu sonrojo.

Llegan a la casa del amable chico, o eso supones, bajas del coche un poco más consciente de tus pasos y sigues al desconocido.

-¿Cómo te llamas?-Ya dentro del departamento decides dar el primer paso.

-¿Cómo me llamo? ¿No te había dicho mi nombre?-El chico parecía un tomate, haces memoria y niegas divertido-S-Soy Jung HoSeok-Hace un reverencia sonriente.

-Soy Jeon Jeongguk-Copias su acción.

-¿Quieres un café?

-No, gracias.

Los minutos pasan y el silencio se empieza a volver incómodo, el chico te mira cohibido, seguramente teniendo una lucha interna consigo mismo.

-¿Quieres saber como termine así?-Él abre la boca pero la vuelve a cerrar, tomas una respiración profunda y decides que es hora de soltarlo todo.

-Si no quieres...-Las palabras de Hoseok quedan suspendidas en el aire, niegas e intentas sonreír, fallas.

-El uno de enero de dos mil dieciséis-Empiezas a hablar con amargura, el contrario te mira expectante desde el sillón-Habían pasado solo cuatro horas desde la celebración de año nuevo, con mi novio regresábamos de una gran fiesta en la casa de un amigo en común que tenemos...pe-perdón-Te disculpaste mirando un punto inexistente en la pared-Teníamos, no puedo recordar de que hablábamos, tampoco de a dónde íbamos, lo único que sé es que sentía una paz enorme al estar junto a él, no recuerdo como era la textura de su piel o como sus dedos se entrelazaban con los míos, pero sé que me causaba miles de corrientes eléctricas en todo mi cuerpo, no recuerdo como era su voz, pero sé que me dejaba embelesado cuando cantaba.

Las lágrimas se hicieron presentes, pero esta vez no hiciste nada para detenerlas.

-Caminábamos en silencio, admirábamos el cielo estrellado e ignorabamos la música y griterío de los más jóvenes en sus casas, eramos solo nosotros, no existía nada ni nadie en el mundo, solo eramos él y yo-Tu tono de voz disminuye, y cierras los ojos con fuerza-De pronto vuelvo a la realidad, un auto se acercaba a nosotros a gran velocidad, las cosas sucedieron tan rápido-Tu respiración se acelera, sientes que vuelve a pasar, sientes que estas allí-Ji-Jimin-Su nombre te lastima la garganta, la cicatriz sigue fresca como la primera vez, los gritos y el ruido estruendoso del coche chocando contra la pared se hace presente en tus oídos-Él me empujó, é-él me salvo-Tapas tu boca con tu antebrazo intentando acallar tus sollozos-El conductor y mi novio...murieron en el acto, estuve un mes en coma ya que al caer al suelo mi cabeza impacto con fuerza contra el pavimento, los médicos me habían dicho que fue un milagro que me haya recuperado de tan fuerte golpe, que un ángel me había protegido.

Hoseok se acerca y su mano titubea un poco antes de posicionarla en tu espalda entregándote leves caricias, tu llanto se intensifica, las imágenes vuelven a tu cabeza golpeandote con fuerza.

No hacen faltas las palabras, Hoseok te abraza con ímpetu, pareciese que intenta volver a juntar las piezas de tu corazón roto, tú devuelves la acción un poco más débil, lloras en su hombro y susurras tus lamentos en su oído.

-No diré que todo será como antes ya que eso seria hipócrita de mi parte-Murmura alejándose-Pero, lo que sí puedo decirte es que ¿Jimin?-Asientes-Te amaba demasiado como para querer verte así.

Te levantas furioso y te separas de él por completo dispuesto a irte.

-Te lo dice alguien que también a perdido a un ser amado.

Paras en seco, tu garganta se seca al instante y giras sobre tus talones.

-Mi hermana-La sonrisa nunca había dejado su rostro, pero ahora notas que es una sonrisa rota-Ella siempre me apoyo y cuido de mi, ella junto a mi madre, eran lo único que tenía-Sus ojos brillan y un par de lágrima se deslizan por sus mejillas-La perdí en las manos de un bastardo-Sus manos apretujan la tela al final del buzo y agacha la cabeza-Mi hermana fue abusada y asesinada a manos de mi padre.

Silencio, los papeles cambian, sus miradas se encuentran y se dan cuenta de algo.

Los dos estaban igual de rotos.

Hoseok acariciaba con suavidad los cabellos del menor, el cual intentaba no cerrar los ojos para seguir admirando el gran espectáculo de luces en el cielo.

Las personas en sus casas brindaban y se abrazan efusivas entre ellos dando la bienvenida al Año Nuevo. Los dos chicos desde el balcón observaban a todos debajo de sus pies.

-Feliz año nuevo hyung-Jungkook abraza a su hyung por la cintura atrayéndolo a su pecho y escondiéndose en el hueco entre su hombro y cuello para poder secar un par de lágrimas rebeldes que cayeron de sus ojos sin permiso alguno.

-Feliz año nuevo Jungkookie-Acaricia su nuca-Jimin estaría orgulloso de ti pequeño.

-Jiwoo también lo estaría, te lo aseguró.

El mayor se siente protegido en los brazos fuertes del castaño, lo siente como su hogar, aquel que le había sido arrebatado años atrás.

Tal vez nunca vuelvan a ser los mismos, tal vez nunca puedan recuperar todas las piezas de sus dañados corazones. Pero no perdían nada en intentarlo.



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