𝑪. 08

𝑮𝑬𝑹𝑨𝑹𝑫

—Perdónanos nuestros pecados así como nosotros perdonamos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación. Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre, amén.

—Amén.

—Por el poder que me ha sido otorgado, los declaro marido y mujer, puedes besarla.

Fueron las palabras dichas por el ministro aquella tarde de noviembre de 1963 en la que las vidas de Gerard Way y Elizabeth se unieron.

Vivian buenos días juntos, se divirtieron en la nieve en su luna de miel, los viernes por las noches iban al autocinema, eran felices, Gerard aprendió a quererla, la respetaba, la cuidaba y la trataba con cariño, sin embargo seguía siendo el mismo hombre callado de siempre, hablaba lo necesario y se reservaba para él sus sentimientos y pensamientos.

Para el verano del siguiente año, estaban a la espera de su primer bebé, quien nació a finales de Diciembre, era una linda niña de tez blanca y pequeño cabello castaño llamada Elizabeth Jr.

Gerard se esforzó en trabajar arduamente para darles las comodidades necesarias y un hogar estable donde vivir.

Año y medio después nació su segunda hija, Jennifer, era muy parecida a su hermana mayor, con la diferencia que su cabello era negro y al parecer sus ojos serían cafés como los de su madre.

Cuando la pequeña Jenny cumplió siete meses, después de que Gerard regresó de un viaje de trabajo, Elizabeth le pidió que se fueran a vivir a la ciudad puesto que no le gustaba estar en ranchos solitarios, las niñas no tenían con quien jugar además de que tenía mucho miedo de que Jenny sufriera un ataque de asma otra vez y no pudiesen llegar a tiempo a un centro de atención médica, Gerard alegaba que el alquiler en la ciudad era caro pero Elizabeth había investigado un lugar en Riverton que resultaba bastante económico, también le dijo que ella no quería que las niñas crecieran solas así como él o que ellos estuvieran rodeados de soledad todo el tiempo.

Esa noche Gerard accedió a que se mudaran pronto, luego entre besos y caricias terminaron haciendo el amor.

Un par de meses más tarde habían logrado mudarse a su nuevo hogar, una casita de dos pisos muy cómoda, las escaleras estaban por fuera, un pequeño jardín delantero donde las niñas podían jugar y el amplio estacionamiento para la camioneta celeste que ahora poseía el pelinegro.

Gerard había conseguido un nuevo trabajo en un rancho que no estaba muy alejado de su hogar en cual recibía una paga bastante buena.

Ese año, el 4 de Julio fueron como familia a un parque a observar los fuegos artificiales, Gerard terminó peleando con un par de tipos que hablaban cosas ofensivas contra Elizabeth, la quería y no permitiría que nadie la tratara mal, aunque en el fondo su corazón nunca había dejado de pertenecer a aquel vaquero de cabello castaño y ojos avellanas, no había pasado un solo día en que no pensara en él y los días en Brokeback.

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