𝑪. 07

Apenas una hora había nevado ese domingo por la madrugada pero fue suficiente para que se acumulara casi un metro de nieve en la montaña Brokeback, el cual se fue desvaneciendo a lo largo del día.

Para el medio día cuando Gerard volvió de hacer un rápido recorrido por los alrededores, encontró a Frank desmontando la tienda y guardando las frazadas en las bolsas en las que se las habían entregado.

—¿Qué haces Frankie? —le preguntó.

—Toro ha vuelto, dice que mi tío al final no murió —Gerard se bajó del caballo para acercarse a Frank—. También dice que quiere que bajemos.

—¿Porqué? Es mitad de Agosto.

—Dice que se acerca una tormenta desde el Pacífico, mucho peor que ésta.

—Apenas nevó una hora y ese cabrón ya nos quiere quitar la mitad de nuestra paga —escupió con una mezcla de enojo y frustració—. ¿No es verdad?

—Te puedo hacer un préstamo, si te hace falta Gee —le respondió Frank con tranquilidad mientras se incorporaba del suelo—. Te lo daré cuando lleguemos a Signal.

—No necesito de tu dinero Frank, no soy ningún pobreton —Gerard respondió a la defensiva—. Mierda —exclamó pateando un poco de nieve suelta antes de alejarse.

—Está bien —susurró Frank mientras le veía caminar.

Frank continuó su trabajo recogiendo las cosas, empacandolas y acomodandolas sobre las mulas y los caballos, cuando terminó observó a Gerard no muy lejos de donde él estaba, yacía sentado en una pequeña loma en medio del monte verde, ese día llevaba puesta la camisa blanca manga larga con la que lo conoció, su cabello negro estaba un poco más crecido y su blanca piel brillaba gracias a los tenues rayos de sol que impactaban contra él, se le notaba apagado, quizás triste.

A Frank se le ocurrió un idea para alegrarlo antes de partir y  tal vez lograba compartir un par de besos como despedida, sonrió y tomó su lazo que estaba sobre la montura de su cabello.

Caminó con parsimonia hasta donde estaba sentado Gerard, moviendo el lazo con fuerza sobre su cabeza para darle impulso y una vez frente a Gerard, lo lanzó contra su cuerpo y lo jalo un poco.

—Vamos vaquero, es hora de irnos —le dijo en un tono bajo y dulce.

Gerard le vio, bufó y se retiró el mecate que le rodeaba, se levantó acomodando su camisa y sin voltear a verle comenzó a caminar, Frank atrás suyo volvió a sonreír y lanzó el lazo a los pies de Gerard, atrapandolo y haciendo que su cuerpo completo cayera sobre el suelo, Frank se rió pero no lo soltó, quería aproximarse a él, pero Gerard forcejeó para soltarse del amarre en sus pies.

—Esto no es un rodeo —le escupió con furia a Frank, jalando el lazo con fuerza desmedida, arrastrando a Iero sobre su cuerpo.

—Mierda —dijo Frank mientras reía y rodaban por el monte, enredados los dos con el lazo.

Trató de abrazar a  Gerard pero este lo empujó y rodaron un par de veces más, Frank sostuvo a Gerard por el cuello de la camisa y se intentó acercar un poco recibiendo como respuesta que Gerard lo tomará por el cuello de su camisa también e impactara su cuerpo contra el suelo varias veces, descolocándolo por completo, no entendía qué le pasaba, porque estaba tan molesto con él.

Se pusieron de pie pero Gerard no se soltaba el cuerpo de Frank, Iero sin pensarlo lanzó un golpe sobre Gerard, dando justo en su nariz y haciéndolo sangrar al instante, los dos se quedaron sorprendidos.

Gerard se alejó un poco, limpiando la sangre con la manga de su camisa y Frank no tardó en reaccionar para ir detrás de él.

—Gee —le dijo con un poco de miedo, mientras lo tomaba del hombro—. Gerard —lo volteo hacia él y lo tomó del cuello, limpiando con su propia ropa un poco de la sangre de Gerard—. Ven, no pasa nada —murmuró despacio acariciando con su mano la mejilla de Gerard.

No se imaginó que Gerard impactara su puño contra su mejilla, haciendo que cayera de bruces al suelo, Way limpió su nariz una vez más, recogió su sombrero y pasó a la par de Frank sin dirigirle la palabra, dejándolo ahí tirado.

Way se cambió la camisa con sangre, la dejó puesta cerca de sus cosas y fue al río a lavarse las manos, cuando regresó Frank ya estaba montado en su caballo, apenas Gerard se montó sobre su caballo, comenzaron a bajar de la colina en el silencio más agonizante del que se habían visto rodeados.

Fueron seguidos por todo el rebaño hasta llegar nuevamente al lugar donde tenían que entregar las ovejas, Diego nuevamente las contó mientras Toro les observaba con las cejas apretadas.

—Ni siquiera las llevaste todas —le dijo a Frank—. Quería evitar estar perdiendo el tiempo contandolas —los dos hombres fumaban en silencio un cigarro mientras lo escuchaban hablar—. Los hombres de rancho no sirven para hacer nada —les escupió antes de tomar su sombrero y marcharse en su auto.

Un par de horas más tarde Gerard y Frank ya estaba en Signal, habían bajado en la vieja y ruidosa camioneta de Frank. Gerard se ofreció a revisar el ruido que provenía del motor, limpió y arregló un par de cosas en el.

—Pisa el acelerador —le gritó a Frank.

Éste así lo hizo, el vehículo arrancó limpiamente sin ningún tipo de ruido, Gerard bajó la tapa y fue a recoger la bolsa en la que guardaba sus pertenencias, se recostó en la camioneta hurgando en la bolsa mientras Frank se bajaba y se colocaba frente a él.

Deje allá arriba mi camisa blanca —dijo con pesar.

—Sí... —replicó Frank en voz baja— ¿Volverás el próximo año? —temía la respuesta que iba a recibir sin embargo no perdía nada con intentarlo.

—Tal vez no —le respondió sin alzar a verlo—. Cómo te dije, me caso con Elizabeth en noviembre, así que creo que buscaré trabajo en un rancho, ¿Tú? ¿Volveras?

—Igual, creo que ayudaré en el lugar de mi padre durante el invierno, pero quizás vuelva, si no me llama el ejército —su voz era suave, pausada, melancólica, tanto así que Gerard volteo a verle un par de segundos.

—Bueno pues ya nos veremos —le dijo con la indiferencia a flor de piel, incluso haciendo un gesto despreocupado en su rostro.

—Si.

Frank le aguantó la mirada queriendo decir algo, luchando con todas sus fuerzas por acercarse a él, poder tomar sus labios una vez más o incluso decirle que le quería pero Gerard fue el primero en romper el contacto, se giró y comenzó a caminar por la carretera.

Frank entró en su vehículo con un nudo formándose en su garganta, se puso en marcha y pasó junto a Gerard, con los ojos cristalizados le vio una última vez a través del espejo retrovisor hasta que se convirtió en una pequeña mancha.

Gerard caminó un poco más, siguiendo con sus ojos el recorrido de la camioneta de Frank hasta que se perdió de su alcance, en ese momento caminó con pasos temblorosos hasta dentro de un pequeño taller y se permitió ser débil, porque le dolía el alma haberse separado de él, le amaba como nunca había amado a nadie en su vida y se odio por haberlo tratado mal el último tiempo que estuvieron juntos pero no quería encariñarse más de él o darle esperanzas en algo que sabía que no podía ser.

Sentía ganas de vomitar con tan solo recordar como esos ojos avellanas le miraban en busca de una palabra bonita o una caricia.

—Mierda —musitó con rabia mientras golpeaba la pared.

Se puso en cuclillas y permitió que las lágrimas salieran de sus ojos y expresaran todo lo que estaba sintiendo al dejar ir a la persona a la que amaba.

—¿Qué mierda estás viendo? —le gritó con furia a un hombre que pasó al lado suyo y le miraba inquisidor.

El extraño se alejó con rapidez y Gerard continuó expresándose a través de su llanto, recordando los días en Brokeback y esos lindos ojos avellana, que sabía nunca iba a poder olvidar en su vida.

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