1O: your smile.

YOUR SMILE
FALL IN LOVE.

El volumen alto de la música movía los cuerpos dentro del lugar, el olor a alcohol impulsaba la sensación de euforia, y las luces neón brillando por doquier cegaban.

Una fiesta. Una buena fiesta necesaria para olvidar la rutina, los problemas y líos no amorosos.

Cuando HoSeok mencionó la repentina idea de organizar una fiesta en su casa para disfrutar del merecido descanso de la rutina, TaeHyung no dudó un segundo en aceptar, así como lo hizo el resto del grupo. Él realmente necesitaba de este respiro para apartarse de sus confusiones y hacer vista ciega al arrepentimiento por sus malas decisiones.

"¿Por qué estamos besándonos aquí?"

"No quiero que seamos amigos normales..."

Habían transcurrido dos semanas desde su quiebre emocional, y algunas cosas aún no cedían en su persistencia de quedarse en su cabeza, una de ellas siendo el reparo de su estúpido comportamiento impulsivo. JiMin es su mejor amigo, su bro, su compañero. ¿Por qué su cuerpo insistía tanto en reconocerlo como algo más?

Esa noche en la casa de Jin ambos fueron sinceros con respecto a su situación, divagando en círculos sobre la abrupta decisión de eliminar los términos «exclusivos» entre ellos y tener una relación amistosa «normal». No pudiendo ser capaces de volverlo su realidad después de todo.

Un pequeño stop sería bien recibido por su retorcida mente, con ello además demostraría –y se convencería– que nada se encontraba averiado en su interior y que el sexo femenino aún continúa teniendo el mismo efecto correcto en él.

TaeHyung duró una media hora frente al espejo del baño repitiéndose lo mismo; que es heterosexual, que le gustan los atributos femeninos y que no existiría algo que pudiera cambiar eso. Hubieron momentos en los que había llegado a estar seguro de tanto repetírselo, pero el recuerdo de la playa aparecía como un recuerdo permanente dentro de su cabeza.

Los besos equivocados, las sensaciones irreales y la confesión de una verdad confusa. La estimulante sensación de la boca, las manos de JiMin sobre él y el consuelo cálido que le brindó luego lo convirtieron en una masa torpe; entrando a un estado de querer, querer y querer.

Querer que JiMin vuelva de sí mismo un obsesionado de todas las cosas que él esté dispuesto a darle, desobedeciendo así al código de amistad entre ellos.

¿Qué le pasaba?

Su cabeza se negaba rotundamente a olvidar cada detalle referente a su mejor amigo, su sonrisa quisquillosa con una mezcla de calma y locura, la forma en la que esos ojos rasgados le miraban, la sensación sedosa de su cabello oscuro entre los dedos mientras le besaba el cuello, su seguridad al momento de tocarlo, la pequeña risa que dejaba escapar al darse cuenta que le había provocado un sonrojado a él, los susurros amorosos que morían en sus oídos, su... no, debía detenerse.

Sus mejillas y orejas se encendieron, tornándose de un color carmín intenso. Las piernas empezaron a perder su equilibrio, al punto que debió de aferrarse al lavamanos para no caerse al suelo. Un calor extraño se apoderó de su cuerpo, sintiendo consecuente a eso una molesta presión en sus pantalones. Con mucha vergüenza –y algo de temor–, bajó sus ojos oscuros hacia aquella zona y un jadeo sorpresivo salió de su boca al ver su erección contra la tela de sus jeans.

Enloqueció.

¡No podía creer que su cuerpo reaccionará así con su mejor amigo! ¡Su hetero bro!

Se dejó caer al suelo del baño, poniéndose en una esquina en posición de bolita. Apoyando las piernas contra su pecho, abrazándose a éstas con fuerza mientras escondía su cabeza en el pequeño espacio que se había formado. Él se permitió sentirse confundido por segunda vez en su vida.

¿Acaso lo de aquella noche no fue suficiente?

Una ducha fría terminó siendo su solución correctamente moral. No se tocaría con la imagen de JiMin incrustada en su jodida cabeza. Nunca.

Pero era asunto pasado, un suceso que decidió por esconder en lo profundo de su cabeza.

Largó un suspiro, decidido a olvidar su pequeña crisis pre-fiesta y poner atención a su entorno. Debería estar divirtiéndose, bebiendo y haciendo locuras con sus amigos, no estar hundiéndose de una forma lamentable con sus pensamientos en la soledad.

—Hey, Tete. ¿Qué haces aquí luciendo como un perdedor? —Giró su cabeza, encontrándose con JiMin para su sorpresa, quien le miraba con una sonrisa ligeramente burlona mostrando sus dientes perfectos—. ¿El osito está triste?

TaeHyung frunció su ceño, intentando con fuerza que sus mejillas no tomaran un color vergonzoso y lo dejaran en evidencia.

Su corazón dio un vuelco extraño en el momento, y no solo por ser consciente del apodo que había utilizado su mejor amigo. JiMin se veía increíble aún siendo ligeramente iluminado por luces tenues en la oscuridad, tan hermoso con esa bandana negra en su cabello partido por la mitad y rastros de pintura neón sobre sus pronunciados pómulos.

La fiesta poseía una temática neón en su totalidad, por ello todos en el lugar compartían casi la misma estética pintoresca y colorida, incluyéndolo. Sin embargo, ninguno se acercaba al atractivo y confianza que manejaba JiMin. O al menos para él.

—No soy nada de eso. —Kim protestó en un quejido, y luego añadió—: Y no estoy triste, estoy en una fiesta con mis grandes amigos, ¿por qué debería de estarlo?

—Si tú lo dices.

El mayor mantuvo sus ojos en él de forma dudosa, borrando el relajado gesto de su rostro y soltando un suspiro bajo. JiMin negó, resignado a decir algo más, acomodándose de forma vacilante en el espacio vacío al lado suyo para después extender un vaso rojo hacia él, cosa que rechazó negando con su cabeza.

—No quiero tomar, hyung. —Movió su cabeza en negación, retorciendo sus dedos con ansiedad dentro de su puño.

—Lo supuse, y por eso no te estoy ofreciendo alcohol. —Una ligera sonrisa volvió a aparecer en JiMin, mirando de reojo el rostro confundido del menor mientras tomaba un sorbo de su propia cerveza—. Envasé un poco de tu amada leche de banana dentro del vaso, tonto.

TaeHyung tomó entre sus manos el vaso con una sonrisa bobalicona que no pudo esconder completamente, pasando su mirada de la bebida lechosa al rostro satisfecho de su mejor amigo. Una sensación plena se asomó por su pecho, y casi podía estar seguro que sus ojos ahora reflejaban destellos.

—¿En serio?

—Sí, TaeHyungie. Luego me agradeces por ser un buen amigo. —Un guiño de su parte fue la respuesta.

—Presumido. —TaeHyung le dio un leve golpe al más bajo, molestándolo e ignorando aquel molesto sentimiento de inconformidad suyo debido a la etiqueta de su «relación».

En ese momento las luces del salón de la casa que faltaban por apagarse finalmente lo hicieron, en cambio las de colores neón se filtraron en la oscuridad con mayor intensidad.

TaeHyung estuvo a punto de girarse hacia su bro para decirle cualquier tontería con el objetivo de romper aquel silencio que le empezaba a disgustar, pero JiMin le robó las palabras de la boca cuando se acercó de forma repentina. Menospreciando el espacio personal. Él boqueó sin saber qué hacer, apretó las manos a los lados de sus muslos temblorosos y trató de resistir la pronta crisis mental que seguro vendría.

Demasiada cercanía. JiMin y él. Juntos. Peligro.

—Soy presumido, ¿eh? —Siseó, levantando una ceja con chulería mientras que una sonrisa ladeada poseyó a sus labios. JiMin lo acorraló aún más contra un lado del amplio sofá, apoyando ambos de sus brazos a los costados de sus caderas—. Me parece incoherente que te moleste eso de mí ahora, cuando unas semanas atrás solo deseabas que este presumido te comiera la boca entera.

Un jadeo sorpresivo/entrecortado salió del menor, inconscientemente juntó sus piernas apuntando sus pies hacia adentro y sus grandes ojos se ampliaron.

—¿De qué mierda hablas, JiMin? —Su voz salió más insegura de lo que quiso, y la risa que le prosiguió a sus palabras fue el resultado de su estado nervioso. TaeHyung no le daría la razón a JiMin tan libremente, eso ya sería un tropezón para su dignidad y orgullo.

—Y ahora lo niegas, eres un caso perdido, bebé. —JiMin rodó los ojos, con la sonrisa sin desaparecer aún de su rostro coloreado de pintura.

—Cállate, ¿quieres?

La vergüenza le atacó rápidamente, pronto sintiendo el calor acentuándose en sus mejillas e intentando ocultar aquella reacción impropia suya cubriendo su rostro. Soltó incoherencias en voz baja con referencia al idiota de su mejor amigo, uno que le despertaba sensaciones complicadas. La risa por parte él fue la única respuesta que recibió.

—Eres lindo cuando entras en un pánico gay, TaeTae. —La voz de él bajó unos tonos, camuflándose muy bien su dulce timbre característico. TaeHyung está dudando de sus opciones; alejarlo o simplemente acercar a JiMin mucho más, repitiendo la sensación adictiva de los besos con él.

—Es tu culpa. —Mordió su labio, con sus ojos grandes puestos con atención sobre el mayor.

JiMin enarcó una ceja, con gracia hacia la acusación.

—¿Por qué sería mi culpa?

—Tu provocas esto en mí, idiota. Con tus acercamientos repentinos, importándote poco mi espacio personal, tus comentarios y halagos que no son como para decirle a un amigo. —TaeHyung abultó sus labios, desviando su mirada hacia las sombras móviles de las otras personas—. Ya no soy inmune a eso, ¿sabes?

Los ojos rasgados de JiMin se ampliaron en sorpresa, para después mirar con un brillo peculiar a TaeHyung, quien tragó saliva al ser consciente de la errada atención que recibía por parte de su mejor amigo. Pero que, con algo de vergüenza, debía admitir que gustaba de ser el punto receptivo.

—Tienes que cuidar tu boca cuando estés cerca de mí, mierda, las cosas que dices no son saludables para un ser tan sensible como yo. —dijo, riéndose entre dientes.

Él pudo reírse tanto del rostro trastornado de su hyung, inclinando su cabeza hacia atrás debido a sus risas sonoras por encima de la música. Para luego al recomponerse, ladear su rostro con los ojos puestos sobre JiMin, mirándolo tan dulcemente con una sonrisita.

—Debería decir lo siento, entonces.

—Cállate, TaeTae. —Gruñó entre una pequeña risa descuidada.

Ambos pares de ojos se negaron a disipar el contacto necesario, prolongando así el encuentro travieso y juguetón que había entre sus miradas. TaeHyung al creer que ya era suficiente, arrugó su nariz y subió sus brazos para apoyarlos alrededor de los hombros ajenos, acercando a JiMin mucho más e iniciando a hablar en un fingido tono de indignación.

—Ah, ¿piensas mantenerme aquí encerrado toda la noche o iremos a bailar, Park JiMin? —Provocarlo, eso era lo que quería. Mordió su labio inferior, mirándolo con un camuflado coqueteo a través de sus pestañas y los mechones largos que caían por su frente.

—Depende, ¿allá podré tenerme en mis brazos y solo para mí, Kim TaeHyung? —JiMin elevó sus cejas, humedeciendo con la lengua sus labios, y sin despreciar la cercanía excesiva entre ellos, se acercó al rostro bonito de su dongsaeng y dejó un casto beso sobre la nariz redondeada de este.

TaeHyung cerró los párpados al sentir el suave mimo y enredó en sus dedos los cabellos posteriores del mayor, formándose aquella curvatura alegre en las comisuras de su boca nuevamente.

—Eso no es muy hetero de tu parte, pero acepto.

—Olvida eso por un momento, y ven, bebé.

Sus mejillas volvieron a colorearse de un rosa tenue, contrastando con la pintura neón que se había colocado en parte de los pómulos, gracias a las palabras con intenciones sugerentes que podían desatar el caos y al apodo cursi por el que JiMin ahora al parecer había tomado fascinación por llamarle.

Park, por fin, alejó sus brazos de los costados del contrario y se levantó del sofá. TaeHyung no dudó ni un segundo en aceptar la mano que le extendía él, sellando su mano ligeramente más grande con la de JiMin y apoyándose de esta para ponerse en pie. Sus dedos se enredaron entre sí, y pudo notar que no fue el único que sonrió como un idiota por notar aquella acción.

En medio de la oscuridad, TaeHyung simplemente se dejó llevar por el mayor hasta el centro de la pista improvisada en la casa de HoSeok, ambos quedando de frente cuando detuvieron sus pasos. Y justo en ese instante se terminó la canción que antes se reproducía, dando espacio a otra con un envolvente estilo soul & funk.

—Siento como hubiéramos viajado en el tiempo, la música y la manera en que estamos vestidos coinciden. —JiMin rió, moviendo sus hombros al ritmo de la música a la vez que recorría sin vergüenza con su mirada a TaeHyung—. Y tuve la suerte de encontrarme con un chico hermoso en esta época remota.

Bien, esas palabras tuvieron un efecto equivocado en él, como cada halago por parte de su mejor amigo. TaeHyung, sin saber controlar su timidez de la mejor manera, frunció su ceño y sus mejillas al parecer se rehusaban a dejar huir el color carmesí. Dándole un pequeño empujón a JiMin mientras murmuraba con bochorno que no continuara con ese juego fogoso y provocativo.

—Eres un idiota.

—Quieres a este idiota, ¿no es así? —El guiño por parte de Park fue suficiente para ponerlo nervioso.

«Te quiero como no tienes idea» Lo sentía, pero no lo diría. No ahora.

—Tomaré tu silencio como un sí, bombón.

—Guarda esos apodos cursis para las chicas, bro. —Negó, moviendo su cabeza y apretando el agarre en la mano más pequeña al observar como JiMin se acercaba demasiado a su espacio personal.

TaeHyung se extrañó al notar que sus manos se habían soltado de forma repentina, solo que no duró tanto, ya que JiMin fue rápido en envolver sus brazos alrededor de la cintura ajena y apretar ambos cuerpos sin permitir que ningún centímetro los separara. Él amplió los ojos al verse en esta situación inusual, atrapado por su mejor amigo, quien sonreía de una forma tan encantadora y juguetona que atacó a sus pobres nervios.

Sintió a JiMin acercándose a su cuello, casi reposando de lleno sus esponjosos labios en aquella sensible curvatura. Kim solo reconocía las luces destellantes, estando un poco perdido por las acciones ajenas.

—Eso veremos, TaeTae. —Un fugaz beso cayó en su cuello antes de que JiMin se alejara entre carcajadas. Él quedó confundido y frustrado—. Está bien, será mejor que no te moleste más, no quiero que el osito se enoje.

—¡JiMin-shii, yah!

Luego de ese episodio quisquilloso de gritos avergonzados, rostros colorados y risas sueltas, ambos chicos erradicaron las palabras textuales para poder sentir completamente la música vibrante en sus cuerpos y empezar a disfrutar de la principal causa por la que están allí de pie.

De forma inconsciente, poco a poco se fueron encerrando en su propia burbuja perfecta e ideal. Ese espacio en el cual se dan el privilegio mutuo de gozar de la existencia del otro. A TaeHyung poco le importaba que otras personas le vieran divirtiéndose con su atractivo hyung, y a JiMin poco le mortificaba que en estos momentos, mientras sus cuerpos se mantenían juntos danzando al ritmo movido de la música, estuvieran reflejando una imagen equivocada de su relación.

JiMin veía a su amigo sonriendo sin ningún tipo de preocupación externa, tan libre y radiante ante sus ojos observadores. Así que queriendo conservar esa deslumbrante sonrisa por más tiempo, convertía sus movimientos fluidos a unos aleatorios y extras que solo provocaban sonoras carcajadas en TaeHyung, cumpliendo su objetivo secreto. Entonces se da cuenta que le gusta ser el motivo de sus sonrisas auténticas, porque la manera estúpida en la que se quedaba viéndolo embobado debía de significar algo.

—JiMinie, ¿qué te ocurrió? De repente dejaste de moverte y te quedaste mirándome.

Él también se detuvo de su derroche eufórico, poniéndose del lado suyo. Park pensó que las luces violetas reflejándose en el rostro alegre de TaeHyung le proporcionaba una apariencia sumamente hermosa –sumándole la que ya posee por naturaleza–, e irresistible para su debate mental entre huir del lugar o hacer caer al menor con la cantidad de besos que quería darle.

JiMin negó.

—¿Quieres venir conmigo un momento? —Pasó una mano por su cabello, echándolo hacia atrás. Un tic habitual suyo cuando estaba nervioso—. Tengo algo que decirte, Tae.

—¿Ah, sí? ¿Y qué sería eso? —preguntó con una notorio índice de duda, inclinando su rostro ligeramente para mirar con sus ojos entrecerrados a JiMin.

—Solo ven conmigo, ya te diré.

No esperó por una respuesta afirmativa, solo actuó por impulso y encerró con sus dedos la muñeca de TaeHyung, arrastrándolo consigo a cualquier lugar lejos de la 'pista' en donde hubiera la privacidad que buscaba en ese momento. Caminaron hasta encontrarse con el pasillo que daba a las habitaciones de la casa, resultando ser una ubicación perfecta, pues no había ninguna persona presente ahí y no tenía tanta iluminación.

—¿Por qué me trajiste aquí, Mimi? Parece que me estuvieras llevando a un lugar oscuro y solitario para asesinarme. —TaeHyung habló en broma, riéndose en un intento de aligerar el ambiente tenso que repentinamente se acentuó entre ellos. Pero al percatarse del rostro dubitativo de JiMin, sus ganas de reír se esfumaron—. ¿Qué quieres decirme?

—No quiero decirte nada, solo fue una estúpida excusa para traerte conmigo a solas. —Mordió su labio inferior, empezando el color rosado a esparcirse por ambas de sus mejillas—. En realidad aquí donde me ves, estoy aguantando las inmensas ganas que tengo de darte un beso. No tienes idea de lo mucho que puse de mi parte para no besarte enfrente de todos allá afuera.

TaeHyung abrió su boca en sorpresa, las miles de cosquillas en su estómago se encargaron de revolver todo y su corazón no quiso funcionar de forma normal. Él recuerda fielmente que se prometió no sucumbir ante la gran tentación de actuar a razón de lo incorrecto, vaya que lo intentó, sin embargo tener a JiMin enfrente suyo siendo tan directo y desvergonzado, le convirtieron esa promesa en una realidad insignificante.

—¿Por qué no lo haces? Nada te detiene, JiMin-shii.

No habría retroceso para lo que vendría en adelante. Él lo sabía. Pero no importaba.

—¿Hablas enserio, Tae? —JiMin se fue acercando a él, haciendo que el menor retrocediera sus pasos hasta pegar su espalda contra la superficie sólida de la pared. TaeHyung se limitó a responder con un movimiento ligero de su cabeza, asintiendo.

—¿Te confieso algo? También estaba en la misma situación que tú. —Se encogió de hombros, ladeando sus ojos estrellados y con parte de sus orejas junto con sus mejillas rosáceas.

—¿Por qué eres tan lindo? Mierda, así nunca podré superar esto.

Siseó JiMin, envolviendo con sus brazos al menor mientras hacía un puchero.

—No lo hagas, porque no creo que tampoco pueda. —TaeHyung se afirmó de sus hombros, susurrando en medio de ambos labios cercanos.

No faltaron más palabras, ni hubo la necesidad de que volvieran a aparecer. La unión familiar entre sus bocas es la única manera de comunicarse que anhelan ahora.

Kim gimió satisfecho de sentir los labios de JiMin contra los suyos nuevamente, el sentimiento eufórico causándole regocijo a su interior e impulsándolo a que abriera sus rosados belfos aún más, entregado a cualquier acto que él quisiera entregarle. Extrañaba esto. Extrañaba besarse con JiMin. Extrañaba los escalofríos agradables recorrer su cuerpo de pies a cabeza.

Ladeó su rostro en busca de profundizar el contacto tanto como necesitaba, presionando su mano en los cabellos oscuros del mayor para desaparecer el mínimo de distancia que pudiera existir entre ellos. Las manos de JiMin en su espalda baja se sentían calientes, y se vio amando en demasía el toque. No quería separarse jamás. ¿Era posible vivir así?

Podía sentir que aquel deseo no era para nada unilateral, sino en su totalidad recíproco. La manera en que su mejor amigo se dedicaba en adorar con fervor a sus labios fue la muestra de ello, desapareciendo aquella máscara que le imponía su amistad de años y dejándose guiar netamente de sus sentimientos.

Y el resto del mundo no existió para ellos, la fiesta pasó a ser un asunto menor. Únicamente centrándose en la sensación adictiva que podían desencadenar cada vez que se atrevían a sincerarse un poco al respecto y permitir que las emociones decidieran en su lugar.

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