Chapter 9: Melodía Olvidada

Kuchiki Soujun daba pequeños golpecitos con los dedos sobre la superficie de la mesa. Había algo que no terminaba de gustarle, aparte que lo dejaran esperando, pero bueno, era a su hijo a quien esperaba así que se resignaría a eso pero trataría de descifrar que había detrás del repentino compromiso de su único hijo varón, y por lo tanto la única oportunidad por parte de su rama familiar de tentar a heredar la dirección de toda la familia Kuchiki, con una extraña sin ascendencia ni contactos de importancia y para variar asistente de otro líder de familia, Shihôn Yoruichi, ¿Acaso Byakuya lo hacía para fastidiar al resto de los Kuchiki? ¿Se estaría vengando por lo que pasó con Hisana? Soujun suspiró. No recordaba que Byakuya fuera tan rencoroso, aunque debía admitir que en los últimos meses Byakuya le estaba mostrando facetas que él desconocía… "Al menos aún no se han casado" susurró mientras bebía un sorbo del vino de colección que había pedido mientras esperaba. Levantó la mirada y vio a su hijo y su prometida caminando hacia la mesa, se saludaron como manda el protocolo y ordenaron. Se sorprendió gratamente al ver que su hijo conocía de la cocina china, pero su sorpresa fue reemplazada pronto: Feng era un apellido chino, así que probablemente Byakuya y su prometida ya habían comido en lugares similares antes. No pudo evitar hacer una mueca de decepción.

– ¿Ocurre algo, Kuchiki–sama? ¿Acaso la comida no es de su agrado? – Comentó Sui y de inmediato la mirada de Byakuya se clavó acusadoramente sobre él.

– N–no, la comida está deliciosa – Se excusó rápidamente – Recordé algo que Ginrei me encomendó esta mañana – Una repentina y maliciosa idea vino a su mente – Se está rumorando que Barragan va a poner en venta sus acciones de la textilera, al parecer se va a invertir en el mercado europeo y necesita más capital – Un silencio se formó en la mesa. Soujun bebió de su copa con algo de soberbia, se supone que Sui debía saber todo lo relacionado con los Shihôn, pero parecía desconocer del tema.

– Sui se toma muy en serio su trabajo – Dijo Byakuya, ganándose una mirada de sorpresa por parte de su padre – No esperes que te revele ese tipo de información, si Ginrei–sama te encargó esa labor preocúpate en averiguarlo por tu cuenta –Soujun se aclaró la garganta.

– Comprendo, supongo que me excedí un poco, le pido las disculpas del caso, Feng–san – Levantó la mano para llamar a uno de los mozos – Oí que Ud. se encargó de seleccionar la música para la fiesta del menor de los Shihôn, así que a modo de reparación haré que toquen algunas de sus canciones favoritas, he oído que el pianista de este local es muy hábil.

– No se moleste, no es para tanto, Kuchiki–sama –Respondió Sui. Desde que llegaron pudo notar que mientras la gente departía había una agradable pero casi imperceptible música de fondo.

– Insisto – Le interrumpió Soujun. Sui de pronto supo de donde había sacado Byakuya lo terco y obstinado.

– Cualquier canción de Bethoven está bien – Dijo, para salir de aquel incómodo momento. El mozo se alejó y pronto su pedido fue magistralmente ejecutado. No hubo más momentos tensos en resto de la velada. Pero Soujun había dicho algo que la dejó picada. Sabía de buena fuente que Barragan se traía algo entre manos, pero le parecía imposible que se deshiciera tan fácilmente de sus acciones de la textilera, ahí había algo más y pronto lo descubriría.

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El rumor del que habló Kuchiki Soujun era cierto. O al menos eso indicaron sus fuentes. Apenas volvieron al dúplex se encerró en la habitación con Kuro y empezó a expandir su red de contactos, pero el eslabón más importante no contestaba sus llamadas. "Estúpido Ggio", pensó mientras rendida dejaba su móvil a un lado y se disponía a descansar, al menos quedaban un par de horas antes de que amaneciera. Aun cuando no tenía ánimos para salir a correr salió pues Kuro necesitaba estirar las patas, Yuushiro volvería en unos días y se llevaría a Kuro y ella se liberaría de esa responsabilidad. Volvió al dúplex a preparar un expreso fuerte pues el cansancio y el frío amenazaban con fastidiarle el día y no podía permitirse bostezar en medio de alguna reunión o frente a su jefa. Subió a darse una ducha rápida, dejó comida y agua para Kuro y salió. Grande fue su sorpresa al encontrar a Byakuya en la sala, terminando su desayuno.

– Buenos días, Kuchiki–sama – Como siempre, completó el saludo con una reverencia.

– Buen día, Sui – Byakuya se puso de pie, el aroma de cítricos y madera inundó la sala – Luces cansada, ¿Piensas ir manejando?

– Claro que no, pensaba tomar un taxi – Respondió Sui, un poco ofendida. Se había mirado al espejo mientras se peinaba y si bien se le habían marcado un poco unas ojeras no era para tanto.

– Yo te llevo, tengo una reunión con unos ejecutivos a tres calles de la compañía de los Shihôn –Byakuya se puso un abrigo y la esperó de pie a un lado de la puerta. La expresión de Sui era un poema. Luego de algunos segundos:

– No se preocupe, puedo irme en un taxi, Kuchiki–sama.

– Aún es temprano, nadie nos verá llegar juntos – A Byakuya empezaba a agotársele la paciencia –Puedo dejarte a dos calles, si eso te hace sentir más tranquila – Sui miró su reloj, sabía que Byakuya no bromeaba y no tenía tiempo para discusiones tontas, así que no tuvo más remedio que aceptar. Como aún era temprano no había tráfico. Byakuya conocía bien ese lado de la ciudad y no tardó en encontrar una ruta que los llevaría en forma rápida – Sui, ¿En serio no sabías de los rumores sobre Barragan? – Dijo, para romper el silencio. Sui sintió sus mejillas arder. Byakuya había descubierto su secreto pero aun así la defendió de Soujun.

– Tenía cierta información, pero no era en relación con la textilera, no me pregunte más porque no puedo darle más detalles, Kuchiki–sama.

– Entiendo – Byakuya sonrió, entonces sus suposiciones sobre su esposa no estaban del todo equivocadas. El sonido de una melodía de piano interrumpió su momento feliz.

– Disculpe Kuchiki–sama, pero debo tomar la llamada, es importante – Comentó Sui tras ver la pantalla de su móvil. Byakuya solo pudo asentir pero estaba seguro que Sui ni lo miró, estaba muy concentrada, hablando en chino.

– "Te estuve llamando toda la madrugada" – Dijo, su voz era una mezcla de seriedad y enojo. No notó que Byakuya enarcó una ceja y presionó el timón del coche con más fuerza.

– "Yo también me alegro de oírte, querida" – Ggio se oía cansado pero no perdía su sentido del humor –"Es más, dejé que llamaras muchas veces por todos los días que ni te acordaste de mi".

– "¿Los rumores son ciertos?" – Sui necesitaba la información lo antes posible.

– "¿Rumores? Que va, aún estoy soltero y suelto en plaza, querida".

– "Si como no…" – Sui notó algo, seguramente Ggio no estaba en un lugar del todo seguro así que decidió seguirle el juego para obtener la información que necesita – "Entonces el anuncio de tu boda es falso, querido".

– "¿Boda? Ahh, bueno, no es mi boda, es la de alguien más… pero creo que el novio va a engañar a la novia, aunque ese no es mi problema, más bien debo decirte que no podré cumplir nuestra promesa, aún tengo mucho trabajo que hacer por aquí, así que cuídate mucho, querida, no olvides lo que te dije cuando nos despedimos".

– "Comprendo, cuídate mucho tú también" – Sui colgó. Entonces la puesta en venta de las acciones de la textilera era cierta, pero se trataba de una trampa… ¿A quién iba a traicionar Barragan? A Yoruichi definitivamente no, pues de ser así ella hubiera sido la primera en enterarse del asunto. Iba tan concentrada que no notó que habían llegado al lugar acordado hasta que Byakuya se carraspeó aclarándose la garganta, un par de veces – Oh, gracias por traerme… – Sui entró en la cuenta que aún estaba hablando en chino así que hizo una pequeña venia y volvió a hablar en japonés –Disculpe, tengo algunas cosas en mente por el trabajo, gracias Kuchiki–sama – desabrochó el cinturón y cuando estaba a punto de bajar sintió que Byakuya le sujetaba del brazo, algo confundida se giró para encararlo pero lo siguiente que supo, y sintió, fueron los cálidos labios de Byakuya sobre los suyos. Fue uno de esos besos fugaces que él solía robarle de cuando en cuando solo que esta vez, por alguna extraña e inexplicable razón, su corazón empezó a latir como loco.

– Nos vemos en la noche en el dúplex – Dijo Byakuya a modo de despedida antes de alejarse en su coche. Sui se echó a caminar a pasos presurosos pero se sentía inquiera, "Rayos, su voz se oyó extremadamente sensual" pensó antes de sacudir la cabeza, tenía muchas cosas que hacer, sin embargo, el recuerdo de aquel beso matutino volvía a su mente de rato en rato entorpeciendo su trabajo de toda la mañana.

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Terrible. Aquel día había sido infernalmente terrible para el pelirrojo asistente del futuro líder de los Kuchiki. No solo estuvo toda la mañana aguantando el tremendo e inexplicable mal humor de su jefe, sino que para variar, Kuchiki Soujiro se había reportado enfermo y todas las responsabilidades fueron recargadas sobre un ya saturado de trabajo Byakuya empeorando aún más la situación.

– Abarai, te dije que necesito esos informes para hoy – Byakuya contempló a su confundido asistente quien pronto imprimió una serie de hojas para luego dejarlas en una ordenada pila sobre el escritorio de su jefe.

– Kuchiki–sama – Renji hizo una pausa pues la mirada asesina que acababa de darle su jefe le secó la garganta, pero finalmente se decidió a continuar –Me preguntaba si desea que ordene que le preparen algo en la cafetería o desea que le traiga algo de comer, son casi las cuatro de la tarde y aún no ha almorzado.

Byakuya enarcó una ceja y desvió la mirada hacia el reloj de pared. Lo que decía Renji era cierto. Y si él no había almorzado su ya extenuado asistente tampoco. Así que se decidió por lo primero. Mientras Renji bajaba a la cafetería él terminaría de revisar los informes, no podía creer que Soujiro sea tan desorganizado y confiado, los resúmenes que tenía estaban incompletos y… sus ojos se abrieron de par en par al leer la nota final del informe. Al parecer Soujiro había sido quien dio la alerta sobre la venta de acciones de la textilera de los Shihôn… pronto lamentó haber invocado a esa familia, pues los recuerdos de la conversación de SU esposa con un extraño en un chino mandarín informal propio de dos personas que se conocen demasiado y se tienen demasiada confianza le aturdieron. Era cierto que aún no dominaba el chino mandarín pero había logrado comprender parte de la conversación y lo que entendió no le agradó en lo absoluto. Estuvo tentado de marcarle a Sui pero desistió.

– ¿De dónde sacó Soujiro la información? – dijo en voz baja, más para sí mismo.

– ¿Pasó algo con Soujiro? – Soujun entró en la oficina de Byakuya sin anunciarse y pronto se arrepintió, la mirada de su hijo ese día realmente daba miedo.

– Está enfermo – Respondió Byakuya en tono cortante. Soujun dudó un momento pero finalmente se acercó al escritorio de su hijo y tomó asiento.

– Sobre lo que hablamos ayer en la cena, he investigado en la bolsa de valores y el precio por las acciones de la textilera llegarán a una oferta nada despreciable este fin de semana – Notó que Byakuya dejó de leer los documentos para mirarlo a los ojos, entonces decidió continuar – Ginrei quiere que yo me haga cargo de la transacción, si todo va bien, seremos socios mayoritarios en la textilera de los Shihôn, ¿Estás de acuerdo con eso?

– Ya somos socios de la textilera, aunque minoritarios – Respondió secamente Byakuya antes de volver a leer los documentos que le dejó Renji.

– Creo que debes reconsiderar la forma en que llevas la relación con tu prometida – Soujun finalmente se armó de valor y soltó lo que le atormentaba desde hace varios días.

– ¿Por qué Sui no es una socialité heredera de alguna poderosa familia? – Byakuya hizo los documentos a un lado, resignado a tener aquella innecesaria conversación con su padre.

– Eso es un factor pero lo que más me preocupa es que la relación que ustedes tienen no es como las de las demás parejas, ¿Acaso Sui no puede renunciar a su…? – Soujun se quedó en silencio pues Byakuya se había puesto de pie intempestivamente.

– Eres el menos indicado para decirme como debo "llevar una relación", padre – Había un tono de desprecio en las últimas palabras – Tú no eres precisamente un buen ejemplo a seguir, tan solo recuerda como fue tu relación con mi madre –Byakuya caminó hacia la puerta y la abrió – Si me disculpas, tengo muchas cosas que hacer.

Soujun palideció. Respiró hondo para recuperar la compostura y se puso de pie para salir de la oficina de su hijo, "Aún está resentido" pensó antes de retirarse.

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Durmió como un tronco apenas su cabeza tocó la almohada. Tantos desvelos empezaban a cobrarle factura. Despertó temprano, como siempre, para sacar a pasear a Kuro quien había empezado a agarrarle gusto a treparse por las cortinas. Como ya era costumbre dejó el desayuno servido y salió rumbo a la oficina. Después de la fiesta de Yuushiro, Kisuke se había ofrecido a llevar a Yoruichi la mayor parte del tiempo así que tenía tiempo para avanzar en el trabajo, claro que ver a Kisuke merodeando por la oficina le ponía los nervios de punta y le irritaba a niveles exasperantes pero procuraba manejarlo, los demás desconocían del embarazo de Yoruichi, aunque no podrían seguirlo ocultando por mucho tiempo.

– Así que ya tienes novio – Comentó Yoruichi.

– ¿Perdón? – Respondió Sui, sorprendida y contrariada.

– No creas que no he notado que últimamente estás más pendiente del móvil y ayer tenías unas ojeras más pronunciadas de los normal, además como que te veo suspirar bastante, así que quiero que me lo presentes lo antes posible, Sui, conociéndote debe ser un tipo de otro mundo – Yoruichi nunca perdía el sentido del humor.

– Se equivoca Yoruichi–sama – Sui se sintió algo ofendida – Hay unos asuntos que estoy investigando y si no duermo bien y suspiro es por cierta noticia que puede poner en riesgo su puesto como líder de la familia Shihôn, no piense cosas que no son por favor.

– Como digas – Yoruichi se llevó instintivamente una mano al vientre – Me enteré que Hirako se casó con Hiyori, como había anunciado hace un tiempo en la reunión en la compañía de Ukitake, su familia hizo público su desahucio y ha quedado fuera de la línea familiar sucesoria.

– Podría lamentarlo algún día – Sui decidió retomar su trabajo en la portátil.

– Lo dudo, hay cosas que ni todo el dinero del mundo puede comprar, espero que algún lo entiendas, Sui –Yoruichi sonrió y se puso de pie – Voy a mi oficina, avísame cuando tengamos que salir a visitar la fábrica de pasamanería.

"Se mejor que nadie de lo que está hablando" pensó Sui mientras trataba de hacer a un lado algunos recuerdos de su infancia que vinieron a su mente. Le costó un poco retomar las actividades de la oficina, la visita a la fábrica de pasamanería fue más breve de lo programado así que adelantaron la reunión con los miembros del sindicato de la textilera y almorzaron en un restaurante del extremo este de la ciudad. La agenda de la tarde fue tranquila así que pudo volver temprano al dúplex, después de cepillar a Kuro, revisar su email, acomodar un poco su habitación pensó en salir de compras y preparar la cena cuando la melodía de un piano llamó su atención, buscó el móvil en su bolso y se sorprendió al ver el número, era del área de vigilancia de su departamento:

– ¿Aló?

– Feng–san, disculpe el atrevimiento, pero hace una semana llegó un paquete para Ud. y estuvimos llamando al anexo de su departamento y como no contestaba…

– Disculpe, he estado de viaje y luego ocupada con el trabajo, pasaré por portería en un rato, gracias.

– Como diga.

Se llevó una mano a la frente después de colgar. Seguramente además del misterioso paquete se habrían acumulado los recibos de los servicios y otros. Aunque los pagaba por banca móvil había olvidado que los recibos y la correspondencia seguían llegando a su antiguo departamento. Buscó las llaves en los cajones de su velador, puso a Kuro en un bolso de transporte para gatos y subió a su coche. Mientras conducía no pudo evitar sentir un poco de nostalgia. Su departamento quedaba en un barrio residencial de clase media, pero le fascinó en cuanto lo vio, la idea de iniciar una vida independiente con el trabajo que siempre había soñado le hizo valorar mucho aquel pequeño departamento. Pasó por portería a recoger el paquete y después subió a su departamento: todo estaba tal como lo había dejado, excepto por la delgada capa de polvo que se había posado en sus pocos muebles, Kuro empezó a explorar el lugar, bastante entretenido, Sui revisó los sobres, la mayoría eran recibos, publicidad de tiendas y bancos, un par de cartas de personas que conocía en China que se apresuró a guardar en su bolso y luego estaba aquel paquete, le giró para buscar alguna etiqueta y al encontrarla supo lo que había en la caja sin necesidad de abrirla. El paquete venía de Korea, era de la tienda Dignity, lo que indicaba que Senjumaru había cumplido la promesa de enviarle algún otro vestido. Limpió un poco el departamento y decidió dejar el paquete allí, recogió a Kuro y en el trayecto de vuelta al dúplex hizo una breve parada para comer algo. Al llegar le extrañó un poco encontrar todo en silencio, era bastante tarde y Byakuya aún no había vuelto, por un momento la idea de llamarlo para preguntar si todo estaba bien cruzó por su mente, pero solo por un momento, él era un Kuchiki, sabía mejor que nadie como cuidarse. Así que subió con Kuro y se encerró en su habitación.

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- A las 10 am tenemos la invitación a la presentación de la nueva campaña de invierno del atelier de Matsumoto, habrá un pequeño cocktail y a las 3pm está programada la videoconferencia con los representantes de la Compañía Baikal, de Rusia, y a las 7pm la cena con Ukitake para concretar los detalles de la campaña de publicidad para la temporada de primavera.

- Y yo que pensé que hoy sería un día tranquilo – Se quejó Yoruichi mientras tomaba un infusión de manzanilla con pocas ganas – Sui, ¿No estás muy simple hoy? Se supone que iremos a un lanzamiento con desfile de modas y cocktail incluido.

- Soy su asistente, no necesito resaltar, Yoruichi-sama – Sui llevaba un pantalón de vestir color negro, una blusa blanca manga larga y un must gris.

- Como digas – Yoruichi pareció resignada –Aprovechemos el tiempo y revisemos los puntos de interés con los representantes de Baikal.

El Atelier de Rangiku Matsumoto resplandeció ese día. El lanzamiento de su nueva colección de invierno fue todo un éxito, a Sui no le extrañó que la mayoría de los invitados al evento fueran hombres, pues ya eran muy conocidos los vínculos de amistad que tenía la dueña y organizadora del evento. Además, Sui disfrutaba ese tipo de eventos porque podía pasar desapercibida. El foco de atención siempre eran los miembros de la aristocracia y sus acompañantes que hacían gala de sus mejoras prendas y joyas. Sin embargo sintió que algo faltaba. Hicieron una parada para almorzar aunque Yoruichi apenas y probó bocado, las dichosas náuseas de nuevo. Volvieron a la oficina para preparar la videoconferencia con los rusos, faltaban pocos minutos para empezar cuando las puertas se abrieron y un invitado ingresó sin ser anunciado:

- ¡Hermana! – Un animado Yuushiro corrió a los brazos de Yoruichi – Te extrañé mucho.

- Volviste pronto, creí que te quedarías más tiempo en casa de los abuelos – Yoruichi revolvió los cabellos de su hermano menor.

- La verdad volvía apenas pude, los abuelos son muy estrictos y nada divertidos – Yuushiro dejó de abrazar a su hermano y sonrió al ver a Sui - ¡Mifeng!

- Mi nombre es Sui, ¿Cuántas veces debo decírtelo? – Sui esquivó ágilmente el intento de abrazo de Yuushiro.

- Disculpa, Sui – Yuushiro rascó nerviosamente la parte posterior de su cabeza - ¿Se ha portado bien Kuro?

- Sí, he procurado disciplinarlo un poco, además ya me encargué de sus vacunas – Sui se sentía satisfecha con los cuidados que le dio al gatito.

- Sigues siendo igual de sorprendente, Mifeng – Dijo Yuushiro, sin notar la exagerada forma en que Sui enarcó una ceja – Hermana deja que mi chofer nos lleve al departamento de Sui, muero de ganas de ver a Kuro – Sui palideció de pronto… Kuro no estaba en su departamento, sino en el dúplex de Byakuya.

- Lo siento Yuushiro, tendrás que esperar – Las palabras de Yoruichi aliviaron a Sui – Estamos a punto de empezar una videoconferencia con los representantes de Baikal y necesito a Sui conmigo.

- Pero hermanita… - Yuushiro hizo un puchero.

- Llevaré a Kuro a la mansión de los Shihôn antes de la cena con Ukitake-sama, lo prometo, Yuushiro –Se apresuró a ofrecer Sui.

- ¿Y si me quedo hasta que terminen la videoconferencia? – Insistió Yuushiro.

- Yuushiro, ve a casa a descansar, has tenido un viaje muy largo, además Sui ya se ofreció a llevar a Kuro, así que ve y quédate tranquilo – Yoruichi prácticamente echó a su hermano menor de su oficina. Algo que desconcertó a Sui, Yoruichi defendía mucho a Yuushiro pues él era un muchacho sensible y juguetón y eso molestaba a los más antiguos miembros de los Shihôn, pero en esta ocasión, por obvias razones, estaba completamente de acuerdo con su jefa. La videoconferencia se prolongó más de lo planeado. Los rusos no daban su brazo a torcer pero tampoco querían perder las negociaciones y finalmente llegaron a un punto muerto y decidieron realizar otra reunión la semana entrante – Se hace tarde para la cena con Ukitake – Yoruichi miró su reloj, lucía realmente cansada – Sui ve por Kuro, le pediré a alguno de los choferes que me lleve al restaurante, le explicaré a Yuushiro que le llevaré a Kuro después de la cena.

- Pero Yoruichi-sama…

- Estaré bien, aprovecharé a descansar un poco antes de salir, mejor tu apresúrate o no llegaras a tiempo para la cena, hoy realmente necesito que estés allí, Sui.

- Como ordene, Yoruichi-sama – Sui tomó su bolso y bajó al estacionamiento. El coche le dio algunos problemas pero finalmente encendió. Tuvo que hacer varios desvíos para esquivar el tráfico. Mientras manejaba hizo un repaso mental sobre los puntos a tratar en la cena con Ukitake, por alguna inexplicable razón recordó la última vez que tuvieron una cena con Ukitake y su asistente, Shiba Kaien, cuando el esperpento de Urahara Kisuke se apareció sin ser invitado y su asistente hizo un bochornoso espectáculo con el ahora desheredado Hirako Shinji… recordó la conversación con Shiba:

– "¿Y cómo van las cosas con los Shihôn?" – Le preguntó Kaien, tratando de iniciar conversación y así intentar que Sui dejara de mirar con ojos de asesino en serie a Urahara que estaba tomando a Yoruichi de la mano a vista y paciencia de todos.

– "Todo bien" – Sui probó un par de bocados de la lasaña pero dadas las circunstancias era incapaz de disfrutar el sabor.

– "Supe que los Kuchiki están interesados en las textileras de Osaka" – Kaien procuró entretenerla un poco más.

– "La presencia de Kuchiki Soujun–sama en la última reunión fue simplemente para ponerse al día en la situación financiera de las textileras de Osaka, los Kuchiki son accionistas minoritarios desde hace un par de años, supuse que ya lo sabía, Shiba–san" – Sui bebió un poco de agua. Tenía que admitir que Kaien era todo cortesía.

– "Eso ya la sabemos todos los que nos consideramos buenos asistentes para nuestros jefes" – Kaien dibujó una de sus habituales sonrisas – "A lo que yo quería llegar era a otro punto, no sé si me entiende, Sui–san".

– "Eso no va a ocurrir" – Sui decidió comer un poco más y resignarse, de rato en rato Yoruichi y Kisuke se susurraban cosas al oído y no se soltaron de la mano en ningún momento, Yoruichi apenas y hablaba con Ukitake – "Los Shihôn no están interesados en venderle a los Kuchiki ni a nadie".

– "Pero hay rumores acerca de…" – La conversación fue interrumpida por la abrupta llegada de dos personas discutiendo.

Sui frenó abruptamente. La venta de acciones de Barragan eran una trampa, una muy elaborada trampa para los Kuchiki. Una serie de bocinazos de los coches que iban tras suyo le quitó solemnidad a su reciente descubrimiento. Respiró hondo y volvió a conducir. Llegó al dúplex, se arregló un poco el cabello que traía bastante desordenado mientras se preguntaba por enésima vez porque rayos no se lo había cortado todavía. Capturó a Kuro para colocarlo en el bolso de transporte gatuno, recogió las pocas pertenencias del gato y bajó las escaleras. Grande fue su sorpresa al encontrar a Byakuya recostado en el sofá de la sala. Había estado tan concentrada en sus cosas que no lo había oído llegar. Dudó unos segundos antes de continuar su camino. Byakuya parecía dormido. Parecía pues apenas dio un par de pasos lo oyó estornudar y luego sentarse en el sofá, para contemplarla:

- Buenas noches Sui, ¿Vas a alguna parte? – El futuro heredero de los Kuchiki se veía muy cansado.

- Tenemos una cena de negocios con Ukitake-sama, además Yuushiro-sama volvió y me pidió que le llevara a Kuro… - Sui no estaba segura de decirle a Byakuya sobre la jugada de Barragan.

- Comprendo, pediré algo para cenar – Byakuya intentó disimular otro estornudo sin mucho éxito.

- Kuchiki –sama… - Sui sabía que apenas tenía tiempo para llegar a la cena pero por alguna razón sus pies se resistían a moverse.

- ¿Quieres que te ayuda con las cosas? – Ofreció Byakuya antes de estornudar una vez más.

- No, yo me encargo del gato – Finalmente los pies de Sui decidieron obedecer y caminó hacia la puerta.

- Maneja con cuidado – Dijo Byakuya, a modo de despedida. Aun cuando estaba de espaldas frente a la puerta Sui sabía que Byakuya estaba de pie, observándola – Kuchiki-sama – Girando lentamente para encararlo – Creo que invertir en las acciones de Barragan-sama no es una buena idea, deberían reconsiderarlo – Byakuya la miró confundido.

- Sui, ¿Por qué crees eso?

- Por favor reconsidérelo – Sui hizo una venia y salió a pasos presurosos. El camino al restaurante de comida italiana, el preferido de Ukitake, se le hizo largo, como era de esperarse, llegó algo tarde, grande fue su sorpresa al encontrar a Yuushiro esperándola en la entrada.

- ¡Mifeng! – Saludó y recibió de buena gana el bolso en el que llevaba a Kuro – No podía esperar a verte, te ves muy bien, seguro Mifeng te cuidó con mucho cariño – Habló con el gatito.

- Yuushiro, ¿Qué…?

- Yoruichi me contó lo de la reunión con los rusos, así que decidí venir a cenar con ustedes y recoger a Kuro personalmente – Yuushiro se veía feliz.

- Comprendo, será mejor que entre, Yoruichi debe estar esperando.

- Esperáme, Mifeng – Yuushiro llamó a su chofer para que llevara a Kuro y sus cosas al coche de los Shihôn y entró con Sui al restaurante – No vas a creer quien vino a visitarme a la mansión, estuvo allí justo cuando Yoruichi comentó que se encontrarían aquí en el restaurante y se animó a venir a cenar con nosotros también – Sui no estaba segura de quien podría ser, pues Yuushiro tenía varios amigos en Japón, pero su pregunta fue respondida antes de ser formulada: en la mesa en donde se encontraban Yoruichi, Ukitake y su asistente, también se encontraba Cang Du.

- Vaya que pocos modales, ¿No se supone que los asistentes deben llegar antes que sus jefes? -Comentó con exagerado sarcasmo Cang Du mientras Sui saludaba a los presentes.

- Pido las disculpas del caso, no volverá a repetirse.

- No tienes que disculparte, Sui, después de todo esto dejó de ser una cena de negocios – Ukitake, tan conciliador como siempre.

- Soy yo quien debe pedir disculpas por eso, Ukitake – Dijo Yoruichi – Ven Sui, siéntate a mi lado.

- Yo quería sentarme contigo, hermana – Protestó Yuushiro.

- Yuushiro, tú siéntate con nuestro primo, después de todo fuiste tú quien lo invitó después de invitarte tú mismo – Todo indicaba que a Yoruichi no le agradaba la presencia de Cang Du.

- Ahhh… los hermanos, no puedes estar con ellos pero si se van lejos los echas de menos – Comentó Kaien, de inmediato Cang Du le lanzó una mirada severa.

- Tienes razón Kaien – Ukitake levantó una mano para llamar al mozo – Bueno, ordenemos, que hoy tenemos muchas razones para celebrar.

- ¿A qué debemos tanto entusiasmo, Ukitake? –Preguntó Yoruichi mientras el mozo tomaba los pedidos.

- Querida Yoruichi, pronto pasaré oficialmente a la fila de casados – Ukitake sonrió animadamente –Ayer Unohana Retsu y yo nos comprometimos - Las felicitaciones de todos los que se encontraban en la mesa no tardaron en llegar.

- Creo que una ocasión tan especial merece algo aún más especial para hacerlo memorable – Cang Du pasó de felicitar a Ukitake a mirar fijamente a Sui – Shaolin, ¿Por qué no tocas algo para Ukitake-sama? Parece que hoy no hay ningún pianista en el restaurante – Sui palideció, pero no bajó la mirada.

- Lo siento Cang Du-sama, Ukitake-sama, hace mucho que no toco – Respondió haciendo una venia.

- Pero tú eres muy buena tocando, Mifeng, toca, por favor – Rogó Yuushiro, al parecer ajeno a la guerra de miradas que se libraba entre Yoruichi y Cag Du.

- Yo opino igual que Yuushiro, Shaolin, ¿Nos harías el honor de tocar el piano? – Las palabras de Cang Du parecían más una orden que un pedido. Sui cerró los ojos para analizar mejor la situación. Tenía que mantener la calma y velar por la tranquilidad de Yoruichi.

- ¿Está bien si toco solo una pieza pequeña, Yoruichi-sama? – Preguntó. Yoruichi se le quedó viendo un momento y entendió, Sui prefería obedecer una orden suya antes que una orden de su odioso primo Cang Du.

- Puedes hacerlo, Sui – Sui se puso de pie apenas oyó las palabras de su jefa y luego de hacer una elegante venia a los presentes se acercó al jefe de servicio del restaurante. Un par de meseros la guiaron hasta el piano que pasaba desapercibido pese a encontrarse en una zona privilegiada de aquel restaurante. La música de fondo se detuvo pero las personas continuaban en sus mesas, conversando, al parecer no habían notado que se encontraba sentada frente al piano. A Sui no le gustaba resaltar, prefería pasar desapercibida, por lo que no disfrutaba para nada los momentos como esos. Presionó algunas teclas y comprobó lo bien que sonaban, era un buen piano. Respiró hondo, ¿Cuánto tiempo había pasado ya? Si mal no recordaba la última vez que tocó fue en el cumpleaños de la abuela de Ggio, él estuvo rogándole toda una semana hasta que finalmente la convenció de tocar, pero ya habían pasado varios meses desde entonces. Sus manos se posaron sobre aquellas teclas y empezaron a moverse evocando una melodía olvidada, que arrastró recuerdos de sus días de infancia, cuando oía a su abuela tocar el piano de los Shihôn, su abuela era una mujer excepcional, casi no había nada que no fuera capaz de hacer, "Si pudiera verla de nuevo", falló un par de notas pero continúo tocando, si su abuela estuviera allí seguramente le habría regañado, ella fue la que le inculcó el dar todo al hacer las cosas, a no conformarse con resultados a medias, a buscar la perfección, "Que equivocada estabas, abuela", a medida que tocaba sentía como si se sumergiera en un profundo océano, incapaz de huir, un día lluvioso vino a su mente, uno de los tantos días en que recorrió las solitarias veredas llevando flores para la tumba de su abuela, la borrosa imagen de un muchacho de cabellos oscuros la abrumó y la música se detuvo.

Saludos

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