Chapter 28: Boda y Despedida
Había vuelto a París con más preguntas que respuestas. Visitó a los amigos de su padre, solo por mero compromiso, pues su mente y corazón estaban siendo asaltados por las dudas… ¿Y si realmente el dueño del corazón de Sui era aquel muchacho? Pasaron tres días antes de armarse del valor suficiente y salir rumbo al castillo de Châteauneuf–en–Auxois. Si al final Sui iba a odiarlo, al menos descubriría que había oculto al final de aquella enmarañada madeja de secretos y medias verdades.
Mientras observaba los paisajes del camino por la ventana del coche algunos recuerdos de sus días con Hisana asomaron por su mente: el día en que se conocieron, cuando tocaron el piano a cuatro manos por primera vez, cuando le dedicó una sonata, sus últimos días en Estados Unidos, cuando ella le habló de las rosas de mayo y lo mucho que le hubiera gustado ver unas de color gris. "Absurdo" pensó aquella vez y ahora, el gris es un color muy triste, nadie en su sano juicio gustaría de unas flores grises. Sus recuerdos fueron reemplazados por la espectacular vista de aquel castillo, parecía irreal, como sacado de un cuento de hadas. Al chofer le costó algo de tiempo conseguir un lugar donde aparcar el coche, ante la ausencia de los Shihôn las puertas estaban cerradas y los vigilantes eran muy recelosos. Cuando explicó que venía a ver a la nieta del líder del clan Feng los vigilantes cambiaron el hermetismo por susurros en un idioma extraño, "Debe ser chino" concluyó mientras lamentaba no haber aprendido algo de aquel idioma.
El sol brillaba en todo su esplendor, como recordándole que era primavera y se acercaba el verano con el calor era sofocante. Tras treinta minutos de espera finalmente uno de los Feng se le acercó:
– El señor Wei Feng desea saber el motivo por el que está buscando a la señorita Shaolin, va a entrevistarse con usted, por favor sígame – El joven hizo una elegante reverencia y él no tuvo más opción que seguirle. Prácticamente dieron bordearon el castillo y entonces divisó un conjunto de casas con rojos tejados al estilo tradicional chino, parecía una villa extraviada en la vieja Francia. El joven le guio hasta la casa ubicada en el centro de aquel lugar y tras dejarlo en un salón se retiró. Contempló un poco por la ventana, vio algunos niños de oscuros cabellos y ojos caramelo cruzando por un lado de la casa, un par de mujeres conversando mientras cargaban unas canastas y algo llamó su atención, en una de las canastas unas rosas de mayo de un vivo tono naranja y amarillo se tambaleaban al ritmo del caminar de las mujeres.
– Buenos días – Un hombre de aspecto rígido y expresión seria entró en el salón – Soy Wei Feng, tío de Shaolin.
– Buenos días – Dejó de observar por la ventana para responder el saludo – Soy Shukuru Tsukishima de…
– Sabemos exactamente quién es, lo que no podemos entender son los motivos por los que el futuro líder de los Tsukishima, respetable familia en Japón, viene hasta aquí preguntando por la única nieta del señor Hao – Wei lo miró inquisitivamente. Tsukishima guardó silencio unos segundos, el clan Feng era más estricto de lo que imaginaba.
– Conocí a Shaolin en Japón, en circunstancias que no me enorgullezco en mencionar, solo diré que ella salvó mi vida y yo realmente la aprecio mucho por eso – El señor Wei lucía escéptico – Estuve en negociaciones con los Shihôn y pude conocerla aún más, quedé deslumbrado, en verdad estoy interesado en ella, por eso al saber de su repentina partida a Francia me sentí preocupado, esa es la razón de mi presencia aquí.
– Shaolin está comprometida, al menos eso dijo el señor Hao, por lo que no sería conveniente que los vean juntos, agradecemos profundamente su preocupación y nos disculpamos por haber hecho que recorriera todo el camino en vano, le pediré a uno de los muchachos que le acompañe de vuelta a su coche – El señor Wei se puso de pie, dando por terminada la conversación.
– ¿Está Shaolin comprometida con Byakuya Kuchiki? – Tsukishima esperaba que le respondieran aquella pregunta.
– No estoy autorizado a brindarle esa información, que tenga un viaje tranquilo, señor Tsukishima – El tío de Sui hizo una reverencia y dejó el salón. Tsukishima se quedó con más dudas, ¿Acaso la familia de Sui tampoco sabía de su matrimonio con Byakuya? Dos jóvenes ingresaron para acompañarlo en el camino de regreso, se sintió un poco enfadado por no haber logrado ver a Sui.
– Hace poco vi a una mujer llevando unas rosas de mayo, ¿Hay un vivero cerca? – Preguntó a los jóvenes que le escoltaban de regreso a su coche.
– Tenemos toda una colina repleta de rosas de mayo – Respondió el muchacho más joven.
– ¿En serio? – Tsukishima tuvo un extraño presentimiento.
– Por supuesto, las rosas de mayo también son conocidas como "las rosas de china" – El muchacho infló el pecho de orgullo – ¿Le gustaría ver nuestras rosas de china?
– Me encantaría – Tsukishima sintió curiosidad por ver esa colina.
– Zhuo, el señor Wei dijo que debemos acompañar al señor Tsukishima a su coche – Le regañó el otro joven.
– El señor Hao dijo que podíamos mostrar el jardín al que quisiera verlo, no estoy haciendo nada malo –Zhuo se desvió del camino y Tsukishima le siguió a pasos rápidos. Tan solo unos minutos después un espectáculo de rosas de mayo de todos los colores a lo largo de una colina y un desfiladero impresionaron sus pupilas.
– Tal vez Hisana se refería a esto… – Susurró un desconcertado Tsukishima.
– ¿Perdón? – Preguntó Zhuo.
– ¿Tendrán rosas de mayo grises? – Tsukishima notó que alguien subía por la colina, parecía una mujer de contextura delgada, llevaba un vestido blanco y un sombrero.
– No, nunca he visto rosas de mayo de ese color –Respondió Zhuo, Tsukishima pareció un poco decepcionado – Es curioso, hace unos meses alguien también preguntó por flores de ese color, así que me puse a investigar, mi bisabuela Sui solía cultivar flores de ese color, como ella murió poco después que yo nací no tuve el gusto de conocerla ni ver esas flores – Tsukishima se quedó perplejo y su asombro creció más cuando la mujer que subía pacientemente la colina llegó a unos metros de donde se encontraban, una repentina brisa se llevó el sombrero mostrando una corta y oscura cabellera y los ojos grises de aquella joven resplandecieron por unos segundos en un bello tono lila que contrastaba bellamente con el espectáculo de las rosas de mayo.
– No puede ser…
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Contempló el techo una vez más. Aquella mañana todo parecía demasiado calmado y silencioso. La melodía de un piano consiguió que finalmente se sentara para tomar el móvil y apagar la alarma, dentro de poco dejaría Japón. Salió a correr como cada mañana, ya no tenía que preocuparse por buscar un lugar apropiado pues aquellas calles las conocía a la perfección. Volvió al edificio de departamentos y desayunó algo ligero antes de cambiarse para ir al trabajo. Manejó hasta la zona residencial para recoger a su jefa, era algo raro no tener que madrugar pues ahora la zona residencial no le quedaba tan lejos.
– Buenos días, Yoruichi–sama – Saludó a su aún adormilada jefa.
– Hola Sui – Yoruichi la contempló un rato antes de emitir un suspiro – Aún no me acostumbro a verte con el cabello corto, creo que me había acostumbrado a tus largas trenzas.
– El cabello vuelve a crecer, Yoruichi–sama – Sui tomó el maletín de su jefa y la acompañó hasta la entrada de la mansión Shihôn, donde estaba estacionada la camioneta. El camino se hizo corto, en una mañana tan tranquila con tan poco tráfico hasta el sol parecía resplandecer en el cielo.
– ¿Te pondrás el vestido que envió Senjumaru? –Yoruichi estaba muy animada, esa misma tarde se llevaría a cabo la boda de Ukitake y Unohana. Sui se limitó a asentir con la cabeza, a diferencia de su jefa a ella no le hacía tanta ilusión ir a esa boda –Tenemos que confirmar la reservación del salón, si vamos muy tarde nos toparemos con las otras invitadas y con los últimos sucesos habrán demasiados chismes y no me gustaría llegar tarde a la ceremonia, se lo prometí a Ukitake.
– Confirmé las reservaciones ayer, no era necesario que solicitara una para mí, Yoruichi–sama –Dejando el coche en el estacionamiento para tomar el elevador.
– Por supuesto que sí, no voy a dejarte ir a esa fiesta en desventaja con las otras invitadas, quiero que al menos intentes divertirte, últimamente estás muy seria, Sui – Las puertas del elevador se abrieron y Sui empezó a revisar la agenda del día, que ciertamente estaba bastante ligera. Almorzaron en un restaurante italiano, esta vez no le extrañó la presencia de Urahara y su ruidoso séquito (su asistente Shinji y su esposa Hiyori), sintió algo de nostalgia, cuando estuviera en Francia tal vez los extrañaría un poco, tal vez. Esperó pacientemente que Yoruichi terminara la larga conversación que sostenía con Kisuke, le pareció exagerada aquella conversación pues en un par de horas se encontrarían de nuevo en la iglesia para la ceremonia de bodas. Hiyori las acompañó al salón, tuvo un pequeño altercado con el estilista porque le sugirió cambiar el color de su cabello, cuando llegó su turno el estilista casi se cayó de espaldas, mientras cogía unas tijeras para darle forma a su cabello lanzaba comentarios sobre "Quien fue el salvaje que le hizo eso a su larga y hermosa cabellera" y preguntaba si la había conservado para hacerle unas extensiones, Sui levantó los hombros tratando de restarle importancia al asunto pero el estilista continuaba empeñado en lamentar la pérdida de su larga cabellera. Pidió un maquillaje sencillo, esta vez no se había tomado la molestia de tomarle una foto al vestido, la verdad iba a esa boda por acompañar a su jefa, nada más.
Shinji llegó por Hiyori y se ofreció llevar a Yoruichi, Sui terminó aceptando a regañadientes, aunque fuera "una invitada" a la boda aún era la asistente de Yoruichi y tenía ciertas responsabilidades. Tomó un taxi que la llevó hasta el edificio donde estaba su departamento, tras cerrar la puerta dejó las llaves sobre la mesa y se dejó caer en el sofá, poco le importaba si el peinado se estropeaba, no tenía ganas de ir a la boda. La melodía de un piano le obligó abrir los ojos y entonces notó que la habitación estaba en penumbras, se había quedado dormida. Se sentó de un brinco, espantada, y en el instante en que iba a contestar su móvil dejó de timbrar. Revisó el móvil solo para descubrir que tenía un sinfín de mensajes de texto, pero solo aquella llamada perdida. Suspiró, de pronto el día terminaba hecho un desastre, iba a empezar a revisar los mensajes cuando el móvil volvió a emitir la melodía de piano.
– ¿Diga? – Trató de sonar lo más casual posible.
– ¿En qué rayos estás pensando, Mifeng? – Le respondió una voz conocida en un claro chino mandarín – Me tenías preocupado – Pasaron algunos segundos y Sui no respondía – ¿Alo? ¿Estás allí, Shaolin?
– Aquí estoy, Ggio, me quedé dormida.
– Que excusa más tonta – Le regañó su amigo.
– No estoy mintiendo, idiota – Sui dibujó una sutil sonrisa en sus labios.
– Todos están en la fiesta, ¿No vas a venir? – Sui contempló el atardecer por la ventana.
– Aún estoy en mi departamento, me tomará unos treinta minutos llegar hasta allí – Sui caminó hasta su habitación.
– Mifeng, asómate por el balcón – Sui frunció el ceño, el atrevido le había llamado "Mifeng" dos veces.
– Hay un bonito atardecer, voy a terminar de cambiarme…
– No tonta, asómate por el balcón – Insistió Ggio. A Sui ya no le quedaba mucha paciencia, pero decidió hacerle algo de caso a su amigo, después buscaría la forma de fastidiarlo, y al asomarse notó que en la entrada de su edificio se encontraba estacionada una de los coches más elegantes de Barragan y Ggio le saludaba con una gran sonrisa luciendo un elegante esmoquin.
– Estás loco, cuando Barragan se entere decir que se enfadará es poco – Sui amplió más la delgada línea de su sonrisa, al parecer Ggio había perdido la cordura.
– No importa, Mifeng, apresúrate, este día es especial – De pronto fue como si se hubieran convertido en dos niños haciendo travesuras, conversaron y bromearon mientras Ggio conducía hasta el lugar de la fiesta. No le importó entrar del brazo de su mejor amigo, les darían mucho de qué hablar a las urracas chismosas que estarían reunidas allí. El lugar era tan grande y había tantos invitados que iba a ser bastante difícil encontrar a Yoruichi. Al verlos llegar tan elegantes los recibieron con pomposidad y las personas murmuraban a medida que se habrían paso a través de los salones. Bebieron algo de champagne hasta que oyeron la melodía de un vals. Ggio la llevó a la pista de baile y tras hacer una elegante reverencia empezaron a bailar. Recordaba lo excelente bailarín que era su amigo, ella al contrario, no era muy buena que digamos. Después de varios giros y algunos pasos se tomaron un descanso para beber algo y seguir buscando a Yoruichi y compañía. El ambiente dejó de parecerle pesado, se sentía ligera como una pluma, como si se hubiera quitado un gran peso de encima, otro vals empezó a tocar. Nuevamente Ggio la llevó a la pista de baile, esta vez estaban en el salón principal, a lo lejos divisó a los recién casados, ya tendría tiempo de pedir disculpas y felicitarlos. Recordó la gran fiesta que hicieron por el aniversario de bodas de sus abuelos, bailaron tanto esa noche, la imagen de Eleonore La Ferrec cruzó repentinamente por su mente y al levantar la mirada divisó unos ojos grises contemplándola fijamente… un escalofrío la envolvió, en ese instante fue como si las parejas que bailaban a su alrededor y la música se desvanecieran y solo quedaron ellos dos: el apuesto hombre de ojos grises que la observada desde lo alto de las escaleras, el causante de que pasara las tres últimas noches sin dormir, el que puso su mundo de cabeza y desplomó cual tempestad su tranquila y monótona vida... y ella. Repentinamente la música y las personas aparecieron, había perdido el ritmo y terminó tropezando con Ggio quien hizo malabares para evitar que pasara a mayores, las demás parejas seguían bailando, indiferentes a ellos dos – ¿Te sientes bien, Mifeng? – Susurró Ggio quien la cobijaba protectoramente en su pecho.
– Yo… – Sui intentó responderle pero se le formó un nudo en la garganta, sentía un dolor tan profundo en el pecho que apenas podía respirar, entonces empezó a sollozar, lágrimas descendieron por sus mejillas, una vez más aquella odiosa lluvia.
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Abrió los ojos solo para contemplar la blanca e impoluta pintura del techo. Desvió la mirada hacia la ventana, a través de las cortinas empezaban a filtrarse los primeros rayos del sol y nuevamente el lado opuesto de la cama se encontraba vacío. Suspiró y fue a darse una ducha. Se sintió algo perturbado por el silencio mientras se preparaba para ir al trabajo, su asistente no tardaría en llegar. Mientras bajaba las escaleras se preguntaba porque el sonido de un par de tacones y el aroma del café recién preparado parecían haberse desvanecido en el aire, como si de un sueño se tratasen, ella ya no estaba más en el dúplex, una vez más estaba completamente solo.
Pasó por alto la cara de espanto de su asistente mientras subía al coche, el dúplex empezaba a resultarle doloroso y decidió esperarlo en el estacionamiento, por cerca de 30 minutos.
– Kuchiki–sama… – Renji titubeó antes de continuar.
– No tienes que disculparte Abarai, bajé al estacionamiento por decisión propia – Byakuya no estaba de humor para conversaciones triviales, su semblante era serio y bastante intimidante.
– Soujun–sama me pidió que le preguntara cuando pensaba mudarse a la mansión de la familia y…
– Creí haberle dicho a mi padre que esperaría que la salud de mi abuelo mejorara, si me mudo ahora se vería obligado a dejar la mansión y no deseo eso –Byakuya desvió la mirada, pasaron cerca de la estación del metro.
– Soujun–sama también dijo que al convertirse en el nuevo líder de la familia era libre de cambiar lo que quisiera – Renji tragó saliva, Byakuya acababa de fulminarlo con la mirada.
– Bueno, entonces indícale a Kuchiki Soujun que tal vez pienso cambiar varias cosas, entre ellas el lugar de residencia desde donde supervisaré las actividades de los Kuchiki – "No pienso vivir en esa casa si no es con Sui" completó la oración en su mente. Renji hizo una venia y permaneció en silencio el resto del camino. Apenas puso un pie en el edificio principal fue abordado por varios funcionarios, era evidente que andaban preocupados por sus puestos de trabajo entre otras cosas, nuevamente les indicó que no habrían grandes cambios hasta terminar su evaluación de la situación de las compañías de los Kuchiki. En la oficina principal lo esperaban un equipo de tres asistentes que le habían sido heredados por su abuelo, Renji se aclaró la garganta y los tres asistentes dejaron de hacer reverencias a Byakuya para saludarlo y esperar atentos las órdenes del día. Byakuya contempló el paisaje primaveral de la ciudad mientras Renji les indicaba a los demás lo que tenían que hacer. Abarai había dejado de ser un simple asistente para convertirse en "el asistente principal del líder del grupo familiar", así que al igual que Byakuya, estaba experimentando varios cambios en su vida, pero los afrontaba bastante bien.
– Kuchiki–sama, ¿Desea que le reserve algún restaurante en especial para la hora del almuerzo? –Preguntó diligentemente Abarai a media mañana.
– Hoy es la boda de Ukitake, pide que traigan algo ligero para almorzar, y que alguien pase por mi traje.
– Como ordene – Renji permaneció varios segundos de pie, era obvio que intentaba reunir valor para preguntar algo – Kuchiki–sama, si no es mucha indiscreción, ¿Piensa ir solo a la boda?
– No confío en los otros Kuchiki – Respondió secamente, sabía que Renji no se refería a eso, estaba preguntando por Sui.
– ¿Y Soujun–sama y su familia? – Renji no tenía que ser adivino, algo raro estaba pasando, de pronto Sui se marchó de Japón y no contestó ninguna de las llamadas ni mensajes rompiendo todo contacto con Byakuya y apenas volvió de su repentino viaje, abandonó el dúplex dejando el anillo y un misterioso sobre.
– Ya te lo dije, no confío en ningún Kuchiki, excepto tal vez en mi abuelo – Iría solo a esa boda y buscaría a Sui, al menos intentaría hablar con ella, lamentó no haberla llevado nunca a bailar, le hubiera gustado bailar con ella al menos una vez. Después del almuerzo tuvo que acudir a un spa, el asesor de imagen de su abuelo le había reiterado una y otra vez la importancia de mantener el cuidado de su apariencia personal, como si en verdad lo necesitara, pero decidió seguirle la corriente para no contrariar a su abuelo, aunque le habían dado de alta requería de reposo y un ambiente tranquilo para recuperarse por completo. Llegó a la iglesia con un sentimiento de esperanza, al menos allí Sui no sería capaz de hacerle un desplante. Grande fue su decepción al ver a la líder de los Shihôn acompañada únicamente por Urahara Kisuke y los asistentes de éste, Sui no estaba con ellos. Pensó acercarse a saludar, como representante de los Kuchiki pero se oyó la marcha nupcial y todos se pusieron de pie para recibir a la novia. Mientras Unohana caminaba hasta el altar, por un momento imaginó que aquella podría haber sido su boda religiosa con Sui, los Feng llenarían seguramente la mayoría de lugares pues eran una familia bastante extensa, algunos amigos cercanos también estarían allí, probablemente solo Rukia, Ichigo y su abuelo como miembros de los Kuchiki, la imagen de Sui luciendo un vestido blanco como en la foto que meses atrás había obtenido del móvil de Rukia… su ilusión se desvaneció, si tan solo hubiera hecho las cosas de otro modo.
Al terminar la ceremonia varias mujeres se agruparon en la entrada de la iglesia esperando ansiosas que la novia lanzara el ramo, otros se desvivieron en felicitaciones para los recién casados. Se preguntó si Sui habría estado en aquel grupo de damas persiguiendo la ansiada tradición de recibir el ramo de una novia, casi de inmediato negó con la cabeza, aquella tradición era solo para mujeres solteras, y mientras él no firmara aquellos papeles que le aguardaban en el siniestro sobre en el estudio del dúplex, Sui seguiría siendo su esposa. Mientras intentaba llegar hasta su coche fue abordado por varias personas, todas integrantes de algunas ramas familiares interesadas en conocer al nuevo líder de los Kuchiki, correspondió a los saludos como manda el protocolo hasta que Abarai acudió al rescate, aunque le había dado la tarde libre su asistente insistió en acompañarlo a la Iglesia y esperar junto al chofer para luego trasladarlo hasta el lugar en donde se realizaría la recepción, al menos allí la seguridad estaría garantizada, le oyó decir a Abarai. En los últimos meses había empezado a sentir simpatía por el pelirrojo, pero no pensaba decírselo, al menos no por el momento.
Si en la iglesia habían muchos invitados el lugar de la recepción indicaba que los recién casados esperaban que llegaran aún más personas, aquella mansión era tan grande como la de los Kuchiki y toda la planta baja estaba bien acondicionada para la celebración. Casi de inmediato fue guiado al salón principal, como líder de un grupo familiar importante tenía un lugar reservado en la mesa principal. Kyoraku Shunsui le entabló conversación, esta vez no estaba acompañado de Rangiku Matsumoto, sino de un joven de oscuros cabellos y vestido con una pronunciada abertura en una de las piernas a la que presentó como Yadomaru Lisa. Poco a poco las mesas fueron llenándose, y una vez más sintió algo similar a la desolación al ver a llegar a Shihôn Yoruichi sin Sui. "Seguramente no vendrá", pensó mientras el lugar se llenaba de aplausos, los recién casados hacían su entrada triunfal. El maestro de ceremonias dio las palabras de bienvenida, algunos amigos íntimos de la pareja se animaron a dar breves mensajes de felicitación, luego la orquesta empezó a tocar un vals para los novios. Apenas terminó el vals varias parejas se arremolinaron a la pista de baile para unirse a la celebración. Todos se veían tan felices. De rato en rato se le acercaba algún miembro acaudalado de la alta sociedad para presentarle a sus hijas o hablarle de alguna sobrina o nieta, hasta que un tipo alto de aspecto arrogante se sentó a su lado y se sirvió un poco de vino.
– Quita esa cara, te estoy dando una mano –Jugando con la copa de vino que sostenía en la mano derecha.
– Eres la última persona a la que quiero ver este día, Tsukishima – Byakuya frunció el ceño.
–Al menos con esa cara espantarás a varios cazafortunas – Bebiendo algo de vino – Shutara me saludó hace un rato y era obvio que anda buscándote.
– Puedo deshacerme de Shutara sin tu ayuda –Byakuya enarcó una ceja, estaba seguro que la próxima vez que viera a Tsukishima le estrangularía, pero en esos momentos no tenía ánimos para nada.
– No lo hago por ti, lo hago por ella – Tsukishima bebió otro sorbo de vino – Además un soltero apuesto y rico solo en un evento como este llama demasiado la atención, con tu compañía me ahorro el tener que charlar con gente que me agrada menos que tú – Byakuya hizo una mueca de enfado pero decidió seguirle el juego y bebió algo de vino también.
– ¿No invitaron a tu padre también?
– Si, pero está bastante entretenido molestando al tuyo, al parecer ya hicieron las paces – Tsukishima empezó a observar a las parejas en la pista de baile. Era extraño, después de tantos años de ira y resentimiento era como si estuvieran por hacer las paces ellos también, cualquiera que los viera pensaría que eran viejos amigos.
– Byakuya – Shutara se acercó a la mesa y se sorprendió al ver al acompañante de Byakuya –Vaya, Shukuro también estas aquí.
– Por supuesto, como futuro líder de los Tsukishima quería saludar al nuevo líder de los Kuchiki – Dijo Tsukishima con demasiada parsimonia.
– Te oyes realmente falso, querido Shukuro –Shutara presentía que pasaba algo raro así que decidió seguirles el juego.
– Es como Tsukishima ha dicho – Byakuya lanzó una gélida mirada a Shutara Senjumaru y luego volvió a fingir interés por las parejas que bailaban animadamente.
– Eso me resulta tan difícil de creer – Shutara levantó una mano y de inmediata se le acercó un mozo para ofrecerle una bebida, tomó una copa de vino para no desentonar con el grupo – Brindemos por este extraño encuentro, que si me lo contaban hace un par años no me lo creía.
– Yo brindo por el desamor, por todos aquellos que mordemos el polvo de la derrota y quedamos con el corazón roto – Comentó Tsukishima para luego chocar sutilmente las copas de Shutara y Byakuya con la suya y beberse el vino restante de un gran sorbo. Las expresiones de Byakuya y Shutara eran de completa confusión. Un nuevo vals empezó a tocar – Esa canción me encanta, bailemos Shutara – Y antes de que Shutara pudiera replicar ya era llevada a rastras por un misterioso Tsukishima.
Byakuya intentó interpretar las palabras del extraño brindis de Tsukishima, era un hecho que él sabía algo pero no pensaba decírselo, algo molesto decidió que ya llevaba demasiado tiempo sentado y que tal vez era momento de hacer un recorrido por el lugar. Grupos de personas conversaban alrededor de la pista de baile, intercambió saludos con algunas personas más hasta que llegó a las escaleras, tal vez en el segundo nivel encontraría un poco de paz, ya que Sui no estaba allí no tenía sentido quedarse, pero marcharse muy pronto podía ser mal visto por los otros invitados así que tendría que hacer algo de tiempo. Se encontraba a media escalera cuando alguien le llamó, era uno de los jóvenes con los que practicaba esporádicamente en el dojo, le estaba felicitando cuando divisó a Sui en medio de las parejas. Su corazón empezó a latir con fuerza, y poco a poco fue como si las personas, la música y el entorno empezaron a desvanecerse, allí estaba ella, sonriente, bailando con… un escalofrío le envolvió, no era la primera vez que la veía bailando con alguien más, pero era la primera vez que la veía sonreír de esa forma, nunca había sonreído así para él, se veía realmente feliz… "Brindo por el desamor, por todos aquellos que mordemos el polvo de la derrota y quedamos con el corazón roto". Sintió como si una afilada daga se enterrara profundo en su corazón. Maldijo a Tsukishima, él condenado ya lo sabía. Dejó al pobre hombre con la palabra en la boca y salió del gran salón como alma que lleva el diablo, le importó un bledo el protocolo, no quería estar un minuto más allí. Mientras el espantado chofer lo llevaba de vuelta al dúplex intentaba analizar la situación con la esperanza de que Tsukishima estuviera equivocado, pero nada, el joven que bailaba con Sui, era Ggio Vega, el asistente de Barragan, miembro del clan Vega, un clan muy cercano al grupo familiar de Sui, la primera vez que vio a Sui, en aquella reunión de Seretei Corp. ella y Ggio mostraron ser muy cercanos, se comunicaban en chino… oprimió los puños con fuerza, aquellas conversaciones telefónicas de Sui en chino seguramente eran con él, y luego el hermetismo de Sui, sus intentos por evitar que los demás descubrieran lo del matrimonio era para evitar que Ggio supiera… se mordió el labio inferior de la rabia, ¿Por qué ella prefería a un simple asistente antes que a él?
Entró al dúplex hecho una furia, arrojó el saco y la corbata en algún lugar de la sala y se encerró en el estudio, se sirvió un vaso de whisky y se lo bebió en una. El licor quemó su garganta pero no era suficiente, se sirvió otro y otro. ¿Si Sui amaba a alguien más por qué se casó con él? ¿Acaso jugó con sus sentimientos? Se llevó ambas manos a la cabeza, Sui no haría algo así, ella había puesto los puntos claros antes del matrimonio, ella no había hecho nada para "seducirlo", ni un solo intento, siempre trató de mantener distancia, el que tontamente intentó acercarse a ella fue él, el que creyó que un apellido de renombre y una gran fortuna eran suficientes para tener a la mujer que quisiera fue él, el que creyó que después de una noche de sexo y alcohol podía tener una familiar con ella fue él… Sui no era una mala mujer.
"No entiendo bien lo que está pasando, pero debo decirte algo, joven Kuchiki, no eres el primero que viene a pedirme consentimiento para cortejar a mi nieta", las palabras que oyó del abuelo de Sui meses atrás retumbaron en su cabeza, "Tras la muerte de mi querida Sui, mi nieta Shaolin cambió mucho, se opuso con uñas y dientes al compromiso, se sintió realmente aliviada cuando Ud. no acudió al encuentro prematrimonial y luego de eso huyó, pasó algunos años bajo el cuidado de otro clan familiar en China, los Vega", golpeó la superficie del escritorio con sus puños, al faltar a aquella reunión había dejado el campo abierto para que otro lo ocupara, si hubiera ido ese día hubiera conocido a Sui y tal vez las cosas ahora serían de otra forma... "Si quieres un consejo, joven Kuchiki, no te enamores de Shaolin", el mismo abuelo de Sui le había advertido y no fue capaz de darse cuenta. ¿Por qué no había acudido a ése encuentro prematrimonial? Se reprochó una y otra vez para luego empezar a rebuscar en sus recuerdos y la respuesta no tardó en llegar, Hisana, había rehusado a ir dejando a Sui plantada por Hisana… No era Sui quien construía un muro imaginario entre ellos una y otra vez, los cimientos de aquel muro los había iniciado él cada vez que dejó a Sui sola, esperándolo.
"No lo hago por ti, lo hago por ella", las palabras de Tsukishima le atormentaron ahora, él no se estaba refiriendo a Hisana, se refería a Sui. Tras la boda de Hisana, lo correcto habría sido retomar el contacto con su prometida, pero en lugar de eso inició una relación de "amigos con derechos" con Shutara, y era obvio que Sui lo sabía, por eso su reacción cuando lo encontró en una situación comprometedora con Shutara en la oficina de juntas de los Kuchiki… se dio una palmada en la frente, "Sería bueno que acallaras aquellos rumores, si estuviera en tu lugar, con todos esos rumores circulando, Retsu ya habría roto el compromiso" el consejo de Ukitake fue casi como una bofetada, su vanidad fue tan grande que esperó que Sui le hiciera una escena de celos y nunca se tomó la molestia de desmentir los rumores ni de contarle la verdad, al final fue Tsukishima quien le dijo todo a Sui… desde un principio quien había arruinado cualquier posibilidad de una relación con Sui una y otra vez, fue él. "¿Qué pensará ella de mí? Que soy un engreído vanidoso o un arrogante aristócrata… o tal vez todo eso y más"… abrió una gaveta y sacó un pequeño paquete, lo desenvolvió delicadamente y sostuvo el broche para el cabello que tiempo atrás le obsequió a Sui y ahora estaba roto y estropeado como su relación… nunca fue capaz de hacer feliz a Sui así que era imposible que ella lo amara… la última pieza del rompecabezas encajó en ese momento, cuando viajó a Noyers a visitar la tumba de su madre, mientras seguía el rastro de las rosas de mayo llegó a la villa Feng, Sui había crecido allí… siempre estuvo tan cerca… un recuerdo bajo la lluvia y un sendero empedrado terminó por quebrarlo, se sintió tan desdichado, como un niño perdido que llora por su madre.
Saludos
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