Chapter 26: Ggio Vega

Era una tarde algo cálida, el verano llegaba a su fin y el otoño empezaba a instalarse. Recorrió sin mucha prisa el camino entre las casas de rojos tejados de aquella villa que era como su segundo hogar, odiaba cuando el verano llegaba a su fin pues tendría que volver a China y esperar nueve largos meses para volver a verla... o tal vez no. Suspiró mientras entraba sin mucho cuidado por la puerta del patio de atrás, su padre le había prohibido acercarse ese día a la casa de Feng Hao pero en un acto de rebeldía allí estaba, tal vez esa sería su última oportunidad para verla. Subió las escaleras para evitar pasar por el salón principal, la salita del piano estaba en la segunda planta, solo que el lugar estaba demasiado silencioso y eso le llamó la atención. Abrió la puerta lentamente y solo encontró a una persona, de pie al lado de la ventana.

– Ggio, ¿Qué haces aquí? – La joven cambió la expresión seria en su rostro por una más relajada. Ggio permaneció boquiabierto unos segundos, su amiga de la infancia está allí, luciendo un hanfu de seda roja y aunque llevaba el cabello corto los adornos que le habían colocado resaltaban aquellos ojos grises que tanto le gustaban.

– Wow, pareces una chica – Dijo lo primero que se le vino a la mente, y al segundo de haberlo dicho sus mejillas se tornaron de un rojo carmesí. Si ella no hubiera estado ataviada con ese traje tradicional chino seguramente le habría asestado un buen golpe, pero no fue así.

– Tonterías – La muchacha volvió a mirar por la ventana, el sol empezaba a ponerse y una expresión de serenidad se dibujó en su rostro – No vendrá –Ggio hizo una mueca, pero ella no lo notó. Enterarse del compromiso de Shaolin le cayó como un baldazo de agua de fría.

– ¿Tanto así querías conocerlo? – Preguntó tratando de aparentar indiferencia, mientras la punzada de los celos se hundía en su corazón.

– Le dije a mi abuelo que está sería la última vez que esperaría, de ahora en adelante soy dueña de mi propio destino – Shaolin se giró, que incómodo le resultaba aquel hanfu, y pensar que su abuela se desvivió por enseñarle a usarlo.

– ¿Qué piensas hacer? – Ggio no supo cómo interpretar aquellas palabras, sentía curiosidad por lo que haría su amiga.

– Voy a irme a un lugar donde pueda continuar mis estudios, algún día me convertiré en la asistente de Shihôn Yoruichi – Shaolin mostró determinación en su mirada, estaba más que decidida.

– Ven a China conmigo – Un cálido rayo de esperanza acompañaba aquella invitación –Siempre serás bienvenida entre los Vega – Shaolin volvió la mirada hacia el ocaso, evaluando aquella proposición. Fueron solo unos segundos que a Ggio se le hicieron eternos, en los últimos meses Shaolin había cambiado tanto, de pronto pareció sentir aversión por el piano que con tanto gusto había tocado por años, casi no sonreía e incluso cortó sus largos cabellos que era la envidia de muchas, y él ignoraba la razón.

– Podría intentarlo – Ella le devolvió la mirada, él sonrió, no dudó ni un segundo y esa misma noche partieron a una nueva aventura, lejos del castillo y la villa Feng en Francia, hacia la lejana China.

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Estaba en la oficina de la líder de los Shihôn pero tenía la cabeza hecha un lío... simplemente no podía concentrarse, después de lo que había sucedido, no había forma. Decidió preparar algo de beber, al menos Yoruichi tenía un día tranquilo... tal vez debería pedir la tarde libre... al recordar que tendría que volver al dúplex y verlo... la taza de té se escabulló de sus manos y cayó estrepitosamente sobre la bonita alfombra de la oficina de su jefa.

– Qué barbaridad – Yoruichi levantó la mirada de la laptop en la que estaba revisando algunos mails, Sui estaba intentando recoger los trozos que quedaron de la taza pero se lastimó un dedo – Tal vez deberíamos llamar a personal de limpieza –Notando que su asistente lucía algo pálida – Sui, ¿Estás bien?

– Lamento lo sucedido, llamaré al personal de limpieza de inmediato – Sacando un pañuelo de su bolsillo para cubrir su dedo herido antes de hacer una reverencia y salir de la oficina. Después de alertar al personal de limpieza fue un rato al baño. Lavó la herida y aplicó algo de desinfectante, no era muy profunda así que sanaría pronto, presionó un rato más con el pañuelo y contempló su reflejo en el espejo: "A mí me gusta Sui con el cabello largo"... Mentiroso, pensó antes de salir a retomar el trabajo.

– Sui, que bueno que volviste, tienes una llamada –Yoruichi parecía preocupada mientras le alcanzaba el teléfono – Es tu tío Wei – Sui frunció levemente el ceño, no le gustaba recibir llamadas de familiares en horario de oficina y menos en la oficina de su jefa, esperaba que al menos fuera algo importante.

– Buen día – Saludó en chino.

– Shaolin – La voz de su tío se oyó algo autoritaria, bueno, ella era como la "oveja negra" de la familia –El abuelo Hao quiere verte, su salud ha empeorado.

– Pensaba acompañar a la líder de los Shihôn, estaremos en Francia en un par de semanas – No supo bien porque, pero al pensar en Francia se le hizo un nudo en la garganta.

– Creo que no estás entendiendo, el abuelo Hao quiere verte, ahora – Más que una petición, era una orden.

– Dígale al abuelo Hao que veré que puedo hacer –La voz de Sui se quebró, y sin darse cuenta dijo esto último en japonés. Parecía como si su tío fuera a replicar, pero no le dio tiempo colgó. "Cuando era niño pasé una temporada en Francia, en una pequeña villa a una hora de la capital"... "Mentiroso, mentiroso", repitió en su mente.

– ¿Qué ocurre Sui? – Yoruichi se alarmó, lágrimas empezaron a descender por las mejillas de Sui.

– ¿Eh? – Dándose cuenta de la situación, intentado secar las lágrimas – Es mi abuelo, su salud ha empeorado – Respirando hondo para quitar el extraño tono agudo de su voz – Quiere verme lo antes posible.

– Entonces ve a Francia, esta tarde si es necesario –Apresurándose a tomar el teléfono para llamar a su secretaria – Señora Yin, por favor busque un pasaje para Francia en el vuelo más próximo, a nombre de Feng Shaolin, gracias.

– N–no es necesario, Yoruichi–sama – La mente de Sui era un lío, pero no quería dejar el trabajo a medias.

– Debes ir, sino fuera por el matrimonio de Ukitake ya estaríamos en Francia las dos – Yoruichi le dio unas palmadas en el hombro, intentando confortarla – Ve a hacer tu maleta, le pediré a la señora Yin que te envíe los datos del vuelo, hacía mucho que no te veía llorar, ve Sui.

Sui agradeció con una reverencia antes de salir. Decidió tomar un taxi, no estaba en condiciones de conducir, ni nada, solo deseaba que se la tragara la tierra. Apenas llegó tomó la pequeña maleta que solía utilizar para sus viajes cortos y guardó lo necesario, quería salir lo antes posible, estar en esa habitación le ponía la piel de gallina. Cuando iba camino al aeropuerto recibió un mail con la información del vuelo, un mensaje de Yoruichi deseándole buen viaje y enviando saludos para los Feng... que amable era Yoruichi, se sentía mal dejándola sola. Después de unos minutos decidió apagar el móvil, recorrería miles de km así que no tenía sentido mantenerlo encendido. Esperó cerca de dos horas mientras hacía los trámites y revisaban su documentación. Cuando finalmente abordaron el avión tenía la mente hecha un lío, necesitaba mantener la mente ocupada o terminaría pensando en lo mismo y ya era suficiente, sin embargo, al poco rato del despegue la fatiga la invadió y poco a poco se quedó dormida.

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– ¿Por qué tenemos que ir? – Protestó un adolescente de ojos caramelo, mientras hacía una graciosa mueca de enfado.

– Ggio, no tienes que acompañarme si no quieres –Le respondió la muchacha, ese día llevaba dos largas trenzas y un vestido verde. Estaba cortando algunas rosas de mayo del jardín posterior.

– ¿Y por qué tienen que ser grises? – Comentó Ggio – Creo que las rosadas y las rojas son más bonitas.

– La señora Eleonore dijo que le gustaban las grises, creo que le recuerdan a alguien – Poniéndose de pie – Listo.

– No deberíamos ir – Volvió a protestar el chico.

– Si vas a quejarte a cada rato mejor no vengas – La muchacha lo miró fijamente, sus ojos grises combinaban con aquellas rosas de mayo.

– Iré, tengo que asegurarme que no hagas ninguna tontería, Mifeng – Ggio se acercó a ella y tomó las flores – Mejor las llevo yo, no vayas a ensuciar tu vestido – La muchacha sonrió.

– Ggio actuando como un caballero, que gracioso –La risa de ella invadió todo, y le pareció la niña más hermosa que había visto.

"Shaolin", pronunció al despertar. Miró por la ventana y aún estaba oscuro. Llevaba demasiado tiempo lejos de Japón y empezaba a extrañarla, al parecer ese año tampoco estaba en los planes de Barragan pasar el verano en Francia. Decidió salir a correr. Mientras corría recordó las veces que compitió con Shaolin en China, al final ella terminó por ganarle en casi todo, vaya que se tomó muy en serio el querer convertirse en asistente de Shihôn Yoruichi. Al volver se preparó para ir a esperar a Barragan. Había estado reuniéndose con varios empresarios en China y Europa, los motivos no le quedaban del todo claros, Barragan lo consideraba más como un chofer–guardaespaldas–secretario, rara vez le explicaba lo que planeaba hacer, así que muchas veces tenía que tratar de adivinar que tramaba, pero su intuición era bastante acertada.

Mientras esperaba a un lado del lujoso auto decidió hacer una llamada, contando la diferencia horaria en Japón debería ser de tarde, se sorprendió al ser enviado directamente al buzón, extrañado volvió a marcar, lo mismo ocurrió. Decidió llamar a otro de sus contactos del clan Feng, y se enteró que Sui había cambiado su número de móvil, todo indicaba que había perdido el móvil anterior, algo que le pareció en verdad extraño, considerando los cuidadosa que era ella con sus cosas. Estuvo tentado de marcarle al nuevo número pero su contacto le comentó que ella probablemente estaría camino a Francia, la salud del señor Hao era de cuidado y había enviado por ella... Inglaterra y Francia no estaban tan lejos, tal vez podría darse una vuelta... Alguien se aclaró sonoramente la garganta, él hizo una reverencia de inmediato y se apresuró a abrirle la puerta.

– Buenos días, señor Barragan – Saludó en francés.

– Ggio, compra dos pasajes para Japón para dentro de una semana, creo que no estaría del todo mal acudir a esa boda – Comentó su jefe, en tono arrogante.

– Habla de la boda del señor Ukitake – Ggio puso el coche en marcha, tal vez no sería necesario ir hasta Francia.

– Por supuesto, Cang Du acaba de comentarme que mi sobrina estará allí, como invitada de honor, no podemos dejar que disfrute ella sola – Barragan soltó una breve carcajada.

– Comprendido – Ggio no tenía que ser adivino para saber que algo se traía su jefe entre manos. Trataría de contactar con Sui por la noche, después de todo, ya no estarían a miles de kilómetros de distancia. Una sonrisa se dibujó en sus labios, Francia e Inglaterra no estaban tan lejos.

Acompañó a su jefe a un par de reuniones en la mañana, almorzaron en casa de unos amigos de la familia, Ggio notó que estaba allí solo para que su jefe alardeara, los demás invitados también llevaron a sus asistentes consigo e incluso algunos tuvieron que hacer de niñeras, secretamente agradeció que su jefe ya no tuviera hijos pequeños. Por la tarde ordenaron documentación pendiente y luego realizó la reserva de los pasajes para Japón. Tras dejar a su jefe en su lujosa residencia se dirigió a su modesto departamento. Había rentado un piso cerca de la zona residencial, por si a su jefe se le ofreciera algo. Contempló el paisaje por la ventana mientras le marcaba al móvil, pero otra vez fue enviado directo al buzón. Suspiró. Seguramente con lo dedicada que era Sui con su trabajo habría tomado el último vuelo y aún estaría viajando, la llamaría más tarde.

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El camino a Châteauneuf–en–Auxois se le hizo muy largo. Despertó poco antes del aterrizaje después de tener nuevamente el extraño sueño donde veía a Rukia, Hisana y Byakuya... "Mentiroso", su mente no podía dejar de repetir esa palabra cada vez que el dichoso Kuchiki asomaba en sus pensamientos. Estaba entrada la noche cuando finalmente llegó. Allí estaban las casas de rojos tejados, construidas al estilo tradicional chino, una rareza pues la villa Feng estaba muy cerca del castillo que parecía sacado de un cuento de hadas. Entró lo más sigilosamente que pudo, evitando arrastrar la pequeña maleta para no hacer ruido cuando las luces del pasillo se encendieron:

– Hasta que finalmente viniste – La voz severa de su tío Wei hizo algo de eco y rompió el silencio. Sui respiró hondo.

– Buenas noches, tío – Saludó en voz baja.

– El señor Hao estuvo esperando por horas, se durmió hace poco así que conversarás con él mañana a primera hora – Habló su tío, en tono autoritario.

– Cómo diga – Sui no estaba con ánimos de replicar ni discutir.

– Ve a la habitación de huéspedes, la que está al fondo del pasillo, a la izquierda – Ordenó su tío. Sui se limitó a asentir con la cabeza. Continuó silenciosamente el camino hacia la habitación indicada, e intentó dormir, pero no pudo. Era de madrugada cuando decidió salir a dar una vuelta. La Villa Feng parecía estancada en el tiempo, de pronto se vio así misma de niña, corriendo colina abajo, esquivando las rosas de mayo y los árboles... aquellos fueron tiempos muy buenos. Se detuvo en el gran árbol al borde del desfiladero, en cuyo tronco Ggio y ella marcaban sus estaturas, las marcas seguían allí, si volvieran a hacerlas la diferencia en estaturas sería más evidentes, aquello era cuestión de genética: su abuela no era muy alta. El sol empezó a asomarse por el horizonte.

– Buenos días, ¿Viene a comprar flores? – Un muchacho se acercó corriendo a ella, muy animado.

– Buenos días – Respondió ella en un impecable chino, sonrió al reconocer al muchacho – Vaya que has crecido, Zhuo – El muchacho parpadeó desconcertado. Sui se giró para ver como los rayos del sol hacían brillar las rosas de mayo que estaban en el desfiladero.

– ¿Shaolin? – Finalmente el muchacho se animó a hablar. Sui sonrió.

– Así que andas vendiendo las flores, que astuto –Comentó mientras apoyaba la espalda en el árbol.

– Se marchitarán de todos modos, a muchas personas les gustan nuestras flores – Afirmó Zhuo.

– Zhuo, ¿Qué haces allí? – Gritó una mujer desde la parte alta de la colina, su voz se apagó en cuanto vio a Sui – ¡Zhuo, vuelve aquí de inmediato! – Le llamó segundos después, notoriamente alarmada. El muchacho hizo una mueca y se fue corriendo colina arriba. A Sui no le extrañó. Los Feng podían ser muy tradicionales y bastante apegados a reglas y tradiciones, simplemente ella había roto varias de ellas. Unos minutos después emprendía el camino de regreso. Le sorprendió ver algo de barullo en la casa principal de la villa, pero como siempre, todos quedaron en silencio sepulcral en cuanto notaron su presencia.

– Buenos días – Saludó con el mayor respeto posible.

– ¿En dónde te habías metido? Has preocupado a los demás pues no te encontraron en la habitación que te indiqué – Su tío Wei se acercó a ella bastante enfadado. Sui guardó silencio, lo que enervó aún más a su tío – Sígueme, el señor Hao está en el comedor, te está esperando para desayunar – Sui le siguió otra vez en silencio. Su padre estaba en Londres, cuidando a los abuelos de Yoruichi Shihôn por lo que su tío quedó a cargo de la villa Feng.

– ¡Shaolin! – Exclamó su abuelo al verla entrar al comedor, no parecía tan enfermo como imaginaba –Toma asiento a mi derecha, llegaste a tiempo, están por servir babao–fan, tu favorito.

– Buenos días xiansheng – Sui hizo una reverencia y caminó hasta el lugar que señalaba su abuelo. Dos muchachos de ojos caramelo trajeron el babao–fan y algo de té para Sui.

– Se armó un poco de alboroto con tu llegada, pero come, hablaremos luego en el estudio – Su tío que también estaba sentado en la mesa le lanzó una mirada severa. Sui no tenía apetito pero comió para evitar situaciones complicadas. Su abuelo hizo algunos comentarios sobre el clima y como estaban de poblados los campos de flores, nada relevante, apenas concluyeron el desayuno se trasladaron al estudio, el abuelo necesitó de un bastón y la ayuda de su tío para caminar – Toma asiento – Señaló un sillón cercano, mientras él se sentaba en otro – Wei, puedes retirarte.

– P–pero xiansheng... – El tío Wei intentó replicar.

– Te llamaré si necesitas algo, puedes retirarte – El abuelo Hao ya no comentó, ordenó. El tío de Sui abandonó el estudio – Cada vez te pareces más a tu abuela, ella estaría tan orgullosa de ti.

– Gracias – Dijo Sui. El abuelo tenía la piel arrugada, el cabello blanco y lucía cansado.

– ¿Qué te está preocupando? – Preguntó repentinamente. A Sui le dio un escalofrío, su abuelo tenía esa extraña habilidad de leerla, y eso le aterraba un poco.

– El señor Wei me dijo que estaba muy delicado de salud – Se apresuró a responder.

– Voy a cumplir 75 años, es de esperarse, ya estoy viejo – Los ojos caramelo de su abuelo la contemplaron fijamente – No es eso lo que te estoy preguntando, entiendes ¿Verdad? – Sui optó por permanecer el silencio, era obvio que no hablaría – El 12vo nieto de Kuchiki Ginrei estuvo aquí hace unos meses – Hao decidió presionarla un poco.

– ¿Cómo? – La expresión de sorpresa de Sui decía mucho.

– A mí también me causó sorpresa, cuando te fuiste de aquí juraste que nunca tendrías algún tipo de relación con ningún Kuchiki y en pleno invierno aparece uno en mi casa y me dice que están comprometidos, realmente desconcertante – Sui escuchó atentamente cada palabra de su abuelo y su expresión de sorpresa pasó a una de pánico –¿Me dirás ahora qué te está preocupando?

– Kuchiki Byakuya y yo decidimos tomarnos un tiempo para conocernos – Dijo después de algunos segundos. Al menos esa parte era cierta. Sui no pensaba contarle sobre su acuerdo ni sobre la boda, no cuando su relación con Byakuya estaba a punto de... sintió sus ojos humedecerse y decidió ponerse de pie para darle la espalda a su abuelo y servirse un vaso con agua, tenía que ser capaz de pensar con cabeza fría.

– El joven Kuchiki fue muy claro cuando mencionó la palabra "compromiso" –Sui le ocultaba algo, otra vez, hasta en eso se parecía a su abuela.

– Debe ser un malentendido – Sui bebió algo de agua y volvió a sentarse – Tendré que hablar con él cuando regrese a Japón.

– Es una lástima – El abuelo Hao lucía algo decepcionado – Creí que te quedarías, después de todo la líder de los Shihôn vendrá en unos días.

– Dejé demasiados pendientes, y puedo ver que su estado no es tan delicado, así que volveré con la señorita Yoruichi como estaba previsto – Sui titubeó un poco, la idea de volver tan pronto a Japón implicaba ver a cierto Kuchiki y aún no estaba de ánimos para eso.

– Shaolin, acabas de llegar, descansa un poco, te espero a la hora del almuerzo, iré a mi habitación por mi medicina y a descansar también – En cuanto su abuelo terminó de hablar hizo sonar una pequeña campana y de inmediato su tío entró en el estudio. En cuánto su abuelo y su tío se marcharon Sui volvió a la habitación. Se sentía como un león enjaulado. No era capaz de dormir, "Tal vez sea jetlag", pensó mientras se escabullía fuera de la habitación. Se aventuró a dar una pequeña vuelta por el castillo, como era de esperarse, al no encontrarse ningún Shihôn ni Louisenbarn estaba prácticamente vacío, solo tuvo que eludir al personal de vigilancia, algo que no fue difícil ya que conocía demasiado bien aquel lugar. Todo estaba impecable y en perfecto orden, seguramente algunos miembros del clan se turnarían para realizar las labores mientras esperaban que los dueños se dignen a pasar alguna temporada.

La familia Shihôn no era precisamente muy extensa, los pocos integrantes estaban dispersos en varios países dirigiendo los múltiples negocios familiares, y como era de esperarse, los Feng estaban con ellos, acompañándoles y cuidándoles. Se entretuvo un buen rato en la biblioteca, había nuevas adquisiciones y tuvo curiosidad, tal vez podría animarse a leer un poco. Eligió un libro al azar y buscó un lugar apacible para leer.

– Mifeng... ¡Mifeng! – Un joven de ojos caramelo se acercó a ella corriendo.

– ¿Ggio? ¿Qué haces aquí? – Miró alrededor, algo consternada. Estaba en el aeropuerto de Pekín, esperando la salida del vuelo hacia Japón.

– ¿A dónde vas, Mifeng? – Preguntó Ggio, con la respiración entrecortada, era obvio que había estado corriendo un buen rato.

– Mi nombre es Sui – Ella se aclaró la garganta, y lo miró fijamente – Shihôn Yoruichi está buscando asistente, le escribí y me pidió que me presentara en su oficina mañana a primera hora – Sui sonrió, lástima que a Ggio no le alegrara tanto la noticia.

– Vuelves a Francia...

– No, la oficina principal de los Shihôn está en Japón – Sui volvió a mirar el monitor que avisaba la llamada de los vuelos, solo llevaba una pequeña maleta y un bolso de mano.

– Te echaremos de menos, sobretodo la abuela –Ggio intentó ocultar su tristeza, sin mucho éxito.

– Solo me voy a una entrevista de trabajo, no me voy a morir – Sui notó que su amigo actuaba raro. En altavoz se anunció la salida del vuelo. Tomó el asa de su maleta y con la mano libre le dio unas cuantas palmadas sobre el hombro de Ggio – Al menos deséame buena suerte en mi entrevista, nos vemos, Ggio – No dio ni dos pasos cuando se detuvo desconcertada, Ggio sujetaba su mano, incluso había entrelazado sus dedos.

– Yo también me convertiré en el asistente del líder de los Louisenbarn, ya lo verás, y entonces... y entonces te haré una proposición que no podrás rechazar, así que espérame, Shaolin.

Abrió los ojos lentamente, "Fue un sueño", pensó mientras intentaba sentarse, sentía el cuerpo pesado, mala idea quedarse dormida en ese sillón. De pronto oyó susurros y risitas y notó que no estaba sola, tres niños intentaban ocultarse sin mucho éxito, tras una mesa.

– Salgan, sé que están allí – Su voz se oyó demasiado seria y los niños salieron bastante alarmados y formaron una línea, como esperando un regaño e incluso un castigo. Ninguno pasaba de los 10 años, todos tenían el cabello oscuro y brillantes ojos de un tono caramelo – ¿Sus madres no les enseñaron a no espiar a las personas?

– ¡Lo sentimos! – Se disculparon en coro, uno de ellos tomó la palabra – ¿Ud. es Shaolin, la oveja negra que traerá desgracia sobre la familia? – Sui hizo algo que llevaba buen tiempo sin hacer, soltó una carcajada.

– Supongo que sí, pero aún no me han dicho ¿Por qué me estaban espiando?

– En la casa del señor Hao se armó un lío porque la buscaban para el almuerzo y no la encontraban por ningún lado – Otro de los niños tomó la palabra. Sui miró hacia la ventana y notó que se estaba poniendo el sol, volverían a regañarla, y ya no era una niña para estar recibiendo regaños.

– Guardaré este libro y volveré a la casa de xiansheng, regresen ustedes también, sus madres deben andar buscándolos – Los niños hicieron pequeñas reverencias y salieron corriendo. Como era de esperarse, su tío le llamó severamente la atención y cenó sola, al parecer su abuelo se sentía muy cansado y prefirió cenar en su habitación. Se sentía raro estar rodeada de familiares que la trataban como a una extraña. Volvió a su habitación y mientras acomodaba sus cosas alguien llamó a la puerta, tenía una llamada de Shihôn Yoruichi, corrió al estudio a contestar – Buenas noches, Yoruichi–sama – Dijo sintiéndose avergonzada, había olvidado llamar a su jefa.

– Sui, ¿Cómo está todo? – Yoruichi no parecía enfadada, todo lo contrario, su voz denotaba preocupación.

– El vuelo llegó sin complicaciones, solo tardé un poco en conseguir transporte, mi abuelo esta mejor de lo que esperaba, aunque solo he podido hablar con él un poco en la mañana, realmente siento no haber llamado antes – Se disculpó, Yoruichi había sido tan amable con ella.

– No tienes que disculparte, a veces eres tan responsable con el trabajo que dejas de lado tu vida personal y familiar, envíale mis saludos al señor Hao, quédate el tiempo que consideres necesario –Yoruichi era más que amable, realmente estaba preocupada por ella.

– Muchas gracias, Yoruichi–sama – Dijo antes de colgar. La razón por la que olvidó llamar a su jefa era simple: desde que puso un pie en la villa Feng dejó el móvil en su bolso, no lo había encendido y realmente no deseaba encenderlo. Se sintió algo culpable, no había ido hasta Francia solo por la salud de su abuelo, estaba huyendo de alguien. Tampoco pudo conciliar el sueño aquella noche, breves recuerdos, como flashes, de lo ocurrido dos noches atrás asaltaban sus sueños apenas intentaba dormir... los besos de Byakuya... el toque de sus manos... aquello solo la abrumaba, y la confundía más. Terminó saliendo otra vez de madrugada, daría un paseo hasta lo más bajo del acantilado. Tras cruzar silenciosamente entre las casas de rojos tejados llegó al sendero que llevaba a la colina cuando oyó una voz familiar:

– ¿Mifeng? – Un joven se acercó a ella a pasos rápidos – ¿Por qué no contestabas el móvil? Pensé que había pasado algo malo.

– ¿Ggio? – Sui lo miró sorprendida, pensaba que Barragan estaba en China – Mi móvil se descompuso – Mintió, decidió mantener el móvil apagado mientras estuviera en la Villa Feng – Por cierto, ¿Qué haces aquí? – Se cruzó de brazos y le miró fijamente. Ggio desvió la mirada, y rascó nerviosamente su nuca.

– El señor Barragan está en Londres, supe que estarías en Francia y como no contestabas me preocupé – El sol empezó mostrar sus primeros rayos.

– ¿Dejaste tu trabajo solo por venir hasta aquí? – Sui estaba algo sorprendida por la forma extraña en que actuaba su amigo.

– C–claro que no... pedí el día libre – Ggio notó las ojeras que surcaban el rostro de Sui, algo le estaba pasando – Ya que estamos aquí, ¿Por qué no damos un paseo por la colina? – Sui asintió y caminaron en silencio hasta la colina, pasaron por el viejo árbol, a Ggio le dio cierta nostalgia ver las magulladuras en el tronco, sabía bien quiénes habían hecho aquellas marcas, pero Sui siguió de largo, empezó a bajar por el desfiladero, miles de rosas de mayo de todos los colores saludaban a los recién llegados – Wow, a pesar de verlas tantas veces estas flores no dejan de sorprenderme.

- Cada flor es única, una vez se marchita nacerá otra, pero nunca volverás a ver las mismas flores – Sui tenía un aire a melancolía.

- Recuerdo que la abuela Sui dijo eso una vez – Ggio se acercó a ella y le tomó la mano – Pero no por eso debes dejar de admirar la belleza de estas flores, ella solía decir eso también – Sui no correspondió el agarre pero tampoco hizo nada para liberarse –Vamos Shaolin, hemos pasado de largo nuestro árbol, llevo años esperando poder actualizar nuestras marcas – Dando un suave tirón para que su amiga lo siguiera – Es un hecho que ahora soy mucho más alto que tú.

- Eso es culpa de la genética – Sui hizo una mueca y se dejó llevar, pero cuando llegaron hasta el viejo árbol la idea no le pareció tan buena.

- Shaolin, apoya la espalda en el tronco – Ggio la soltó y empezó a buscar alguna piedra con algo de filo.

- Mejor volvamos a la casa de xiansheng, mi tío se enfadará de nuevo... empiezo a creer que terminará con una úlcera estomacal – Sui intentó excusarse.

- Deja las excusas y apoya la espalda en el tronco, no tardaremos nada – Comentó Ggio con tono triunfal, había encontrado la piedra apropiada, oyeron risitas burlonas y notaron que un grupo de niños los observaba desde los otros árboles - ¡Hey! ¿No les han enseñado que no es bueno espiar a sus mayores? – Esta vez un grupo de 5 niños apareció formando una línea, "que disciplinados" pensó Ggio. Sui reconoció a tres de ellos, eran los mismos de la tarde anterior.

- ¿No le regañan por hablar con la oveja negra que traerá desgracia a la familia? – Preguntó uno de los niños. A Ggio le dio un tic en el ojo.

- Ya no soy un niño para que me regañen, y ella no es una "oveja negra", es Shaolin, una Feng, como ustedes – Se apresuró a defenderla.

- ¿Usted no es un Feng? – Preguntó otro de los niños. No era de extrañarse, los Vega, al igual que los Feng, tenían el cabello oscuro y ojos miel o caramelo.

- No, yo soy un Vega – Ggio infló el pecho de orgullo. Los niños rompieron la ordenada fila y empezaron a susurrar entre ellos.

- Volvamos a la casa de xiansheng – Propuso Sui.

- Primero apoya la espalda en el tronco – Ggio se volvió hacia ella, de pronto fue como si el tiempo hubiera retrocedido, Sui dudó un poco pero al final accedió. Mientras Ggio hacía la marca pudo percibir el olor a hierbas silvestres, una sensación de tranquilidad le invadió – Listo, ahora tú – Ggio se apresuró a apoyar su espalda en el tronco y le alcanzó la piedra. Sui tuvo que ponerse de puntillas para trazar la marca, trastabilló un poco y Ggio se apresuró a sujetarla por la cintura para evitar que cayera.

- ¡Ahhh! – Gritaron los niños en coro - ¡Estan haciendo cosas de mayores! – Ggio se ruborizó terriblemente, Sui retrocedió un par de pasos.

- ¡No estamos haciendo nada raro, dejen de hacer escándalo! – Ggio empezó a perseguir a los niños que echaron a correr por la colina, sí que se estaban divirtiendo. Sui volvió la mirada hacia el árbol, vaya que Ggio le había sacado ventaja en estatura. Sonrió y les siguió de camino de vuelta a la casa de su abuelo.

- Vaya sorpresa, xiǎo lǎohǔ - El abuelo Hao parecía animado por la llegada de Ggio – Tenerlos a Shaolin y a ti en la mesa me trae muchos recuerdos –Haciendo una señal para que sirvan el desayuno.

- Me alegra que los rumores sobre su salud no sean cierto, xiansheng – Ggio también sintió cierta nostalgia.

- Ya estoy viejo, solo espero que llegue el momento de volver al lado de mi adorada Sui – El abuelo Hao empezó a saborear su desayuno, Sui y Ggio hicieron lo mismo - ¿Cuánto tiempo piensas quedarte, xiǎo lǎohǔ?

- Solo estaré hasta la tarde, debo volver a Francia con el señor Barragan – A Ggio también le hubiera gustado quedarse un poco más.

- ¿Y sigues en pie con lo que me pediste hace un año? – Preguntó el abuelo Hao. Ggio se atoró con el té que estaba bebiendo, a Sui le pareció raro todo el asunto.

- Sí... - A Ggio le costó un buen rato el recobrar el aliento. Un año atrás había ido a la Villa Feng a pedir autorización para cortejar a Sui, claro que aún no había reunido suficiente valor para decirle a ella.

- A mi querida Sui le alegría oír eso, sentía mucha simpatía por ti, xiǎo lǎohǔ - Feng Hao continuó desayunando de lo más normal.

- ¿Puedo saber de qué están hablando? – Sui estaba realmente intrigada.

- Un proyecto de Ggio, creo que es bueno tener planes, Shaolin, ¿Tienes alguno? – El abuelo Hao la miró fijamente, le bastó un segundo para detectar que su nieta ocultaba algo y no pensaba decírselo.

- Soy la asistente de la líder de los Shihôn –Respondió Sui, bajó la mirada.

- ¿Puedo ir con Shaolin a visitar la tumba de la abuela Sui? – Ggio tomó la palabra - ¿Nos da permiso xiansheng?

- Claro, lleven muchas flores y salúdenla de mi parte – El abuelo Hao levantó la mano y el tío Wei se apresuró a ayudarlo a levantarse – Creo que descansaré en resto del día, los jóvenes deben salir y disfrutar de la vida, gracias por la visita xiǎo lǎohǔ.

- Mifeng, ve a cambiarte – Ggio parecía más animado aún. Sui enarcó una ceja.

- ¿Qué tiene de malo mi ropa? – Sui llevaba puesto un chándal y dos largas trenzas.

- Vamos a ir a Noyers, a visitar la tumba de la abuela – Ggio tenía otros planes – Podríamos aprovechar y dar un paseo por la villa, hace años que no vamos.

- Está bien, como digas – A Sui no le hizo mucha gracia el comentario de Ggio, se sentía cómoda con el chándal, pero también tenía ganas de visitar la tumba de su abuela así que fue a cambiarse de ropa. Descendieron por la colina para recoger algunas flores y luego un miembro del clan Feng les llevó hasta Noyers, indicando que volvería cerca de las cuatro de la tarde. El clima era agradable así que el camino al cementerio no se les hizo muy largo. Tomaron la ruta por el sendero empedrado, algunos árboles habían sido talados pero conocían el camino demasiado bien así que no tardaron en llegar. Como era de esperarse había muchas flores en la tumba de la abuela, seguramente el abuelo Hao se encargaba de enviar a alguien cada día a cuidar la tumba. Dejaron las rosas de mayo, oraron un poco y disfrutaron de la tranquilidad del lugar, no parecía lúgubre ni triste, transmitía cierta paz. Cuando estaban de camino a la salida Ggio notó que Sui aún llevaba un ramo de rosas de mayo consigo.

- ¿Y esas flores? – Preguntó extrañado.

- Son para la señora Eleonore – Comentó Sui, tomando un desvío. Ggio la siguió en silencio. La chelista de Noyers había muerto poco tiempo después de la abuela Sui. Ggio empezó a reflexionar al respecto, tal vez Shaolin perdió el interés en tocar el piano por la pena de la partida de aquellas dos mujeres. La tumba de la señora Eleonore tenía pocas flores pero también estaba bien cuidada, Sui se apresuró a acomodar las rosas de mayo que llevaba – Al final no volvimos a tocar juntas, realmente quería hacerlo – Susurró. A Ggio le pareció extraño oír aquello.

- Mifeng, creí que odiabas el piano – Comentó, intrigado.

- Me gusta y lo odio – Sui levantó los hombros, Ggio ya no entendía nada – Y deja de llamarme "Mifeng" – Sui le miró fingiendo enfado – Yo no te digo xiǎo lǎohǔ.

- No me molestaría si volvieras a llamarme así –Ggio sintió cierta felicidad al oírla decir "xiǎo lǎohǔ", habían pasado años desde la última vez que ella le llamó así.

- Olvídalo – Sui se puso de pie y le dio un codazo en el estómago – Ya no somos niños – Ggio empezó a toser, se había quedado súbitamente sin aire – Deja de exagerar, vámonos – Sui se puso de pie y empezó a recorrer el sendero de vuelta.

- Paseemos por la villa, tal vez encontremos a alguien conocido – Ggio recobró el aliento y la siguió muy animado. La villa Noyers había crecido y se había urbanizado un poco, pero aún quedaban algunas casonas de estilo tradicional francés. Se detuvieron en una tienda de recuerdos – Mira, un tallado del castillo – Señalando un mini castillo en una vitrina.

- Luce muy bonito – Sui no parecía tan entusiasmada. Ggio siguió buscando, encontró un par de juegos de té con diseños de una villa parisina.

- ¿Crees que al abuelo Hao le guste uno de esos?

- Lo dudo, pero lo recibirá gustoso – Sui desvió la mirada, tuvo la sensación de que alguien la observaba y no se equivocó, salió de la tienda a pasos rápidos hasta quedar frente a aquel hombre -¿Qué está haciendo aquí?

- Hola Sui – Saludó fingiendo amabilidad, llevaba un buen rato siguiendo a Sui y su acompañante –Urahara me comentó que estabas en Francia, creí que sería bueno conocer la Villa donde creciste, solo que llevaba tiempo sin venir y al parecer me perdí.

- Shaolin, ¿Qué ocurre? – Ggio salió de la tienda, notó al hombre que miraba a su amiga de una forma que no le agradaba para nada – Disculpe, ¿Quién es Ud.? – Poniéndose en medio de Sui y aquél hombre.

- Soy Shukuru Tsukishima, creo que te he visto antes, ¿Eres el asistente de Barragan Louisenbarn? –Ambos hombres intercambiaron miradas, ninguno hizo siquiera el ademán de darse la mano.

- Así es, soy Ggio Vega, del clan Vega aliado de los Feng – Había algo en aquél hombre que no le gustaba en lo absoluto.

- Agradezco su preocupación pero no creo que sea conveniente que se acerque a la Villa Feng, puede prestarse a malos entendidos – Sui decidió intervenir – Espero que su viaje de vuelta a Japón no tenga imprevisto, señor Tsukishima.

- Creo que permaneceré unos días en París, mi familia tiene algunos contactos allá y no estaría mal hacerles una visita – Tsukishima miró con cierto desdén a Ggio que parecía empeñado en desafiarlo con la mirada, pese a ser varios centímetros más pequeño de estatura – Si cambias de opinión ya sabes cómo contactarme, Sui.

- No tengo necesidad de hacerlo, nos vemos señor Tsukishima – Sui hizo una pequeña reverencia mientras tomaba a Ggio del brazo para alejarlo de Tsukishima - ¿Puedes dejar de actuar como un matón de barrio? – Le susurró a su amigo cuando estuvieron algunos pasos de Tsukishima.

- No me agrada ese tipo – Ggio parecía un felino enseñando los colmillos - ¿Por qué vino hasta aquí?

- Eso no importa, y tenle algo de respeto, es un socio de mi jefa – Lo menos que deseaba Sui es que su amigo se metiera en problemas.

- Si es socio de tu jefa es enemigo de mi jefe, así que no pasa nada – Ggio aún permanecía a la defensiva. Sui sonrió, Ggio podía ser tan ocurrente a veces. Le soltó del brazo en cuanto llegaron a la plaza de la villa, una suave brisa sopló, todo indicaba que sería una tarde agradable. Tsukishima les siguió a cierta distancia, procurando no ser descubierto por Sui por segunda vez, aquellos dos parecían muy cercanos, y la reacción del muchacho no era la "de un simple amigo"... tal vez estaba equivocado con respecto a los sentimientos de Sui, sintió una molesta sensación, como si alguien estrujara su corazón, pero si sus sospechas eran ciertas, el corazón de Sui tenía dueño y no era precisamente Byakuya. Contempló el cielo y aquella villa por última vez, volvería a París y en unos días a Japón, aunque el cielo estuviera despejado en Francia, probablemente en Japón se avecinaba una tormenta.

Saludos

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