Chapter 25: Promesa Rota

La reunión con los socios de su padre se le hizo eterna. De pronto toda su lógica perdió valor y sintió que se hundía en un terreno desconocido, y odiaba eso... ¿Por qué Byakuya se casaría con Sui y lo mantendría en secreto?

– Pareces pensativo – Tsukishima Hiroshi acababa de despedir a sus socios, tomó asiento en su escritorio y miró fijamente a su hijo – ¿Tiene que ver con la joven de la que me hablaste, la señorita Feng?

– Si – Es misterioso como para nuestros padres somos como un libro abierto, fáciles de leer – He descubierto que oculta algo.

– ¿Te miente? – El líder de los Tsukishima contempló a su hijo, lo había educado con esmero para que en un futuro cercano tomara su lugar como líder familiar, Shukuru era su orgullo, inteligente, sociable, hábil en los negocios... hasta que se obstinó en casarse con Hisana Kuchiki, a veces se arrepentía de haber arreglado el compromiso con la hija de Takahiro, después de aquello, su hijo no volvió a ser el mismo y ahora que parecía volver a interesarse por la vida resulta que la muchacha está comprometida con otro, vaya lío.

– Me oculta cosas – Shukuru levantó los hombros, Sui no le estaba mintiendo, no exactamente, simplemente él no había sabido hacer las preguntas correctas.

– La estas justificando, como hacías con Hisana –Hiroshi suspiró. Algo debió haber hecho mal. Lo relacionado a sentimientos amorosos hacía que su hijo perdiera toda su inteligencia y actuara como un niño.

– Sui no es Hisana, ni en un millón de años –Shukuro lo había notado en el poco tiempo que tenía de conocerla, y seguramente Byakuya también lo notó, tal vez por eso se casó con ella, tal vez mantener el matrimonio en secreto era una forma de proteger a Sui del "veneno" de su círculo social, al menos hasta que se convirtiera en el siguiente líder de los Kuchiki, entonces su palabra sería ley y nadie podría cuestionarle nada, lo que implicaba que Shutara tenía razón: a Byakuya le importaba Sui, y mucho.

– No pertenece a nuestro entorno social, pero parece alguien interesante, hace enfadar a Soujun y tiene toda la atención de Byakuya, al extremo de enfrentarlo al resto de su familia, siento curiosidad por conocerla – Hiroshi notó un cambió en la mirada de su hijo, como si hubiera encontrado la respuesta a lo que le atormentaba – Pero si te miente, no es mejor que Hisana – Shukuro miró a su padre con expresión de confusión – La señorita Feng es la prometida de Byakuya, eres mi hijo y prometí darte mi apoyo, siempre y cuando no resultes herido como la última vez, la verdad no me gustaría que te marcharas otra vez, tu madre jamás me lo perdonaría.

– Me interesa Sui, pero si ella elige a alguien más no voy a correr como un adolescente decepcionado –Una idea empezó a rondar por la mente de Shukuru, aún tenía posibilidades – Es precisamente por Sui que he aprendido a valorar la vida, y creo que ella merece conocer la verdad – Shukuro se puso de pie, era ahora o nunca.

– ¿De qué estás hablando? – Notando que su hijo abandonaba la oficina a pasos rápidos – ¡Shukuru! –Le llamó inútilmente, hace mucho que no veía a su hijo tan decidido, tanto que hasta daba un poco de miedo.

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Inquietante. Definitivamente esa palabra describía a la perfección la forma insistente en que Byakuya observaba a Sui durante la reunión que sostuvo con Shihôn Yoruichi, fueron 45 minutos que parecieron durar una eternidad. Sui no pudo pasar por alto la expresión de disgusto que se dibujó en el rostro de Byakuya cuando hizo la reverencia protocolar mientras los despedía en el elevador. Suspiró aliviada cuando se marchó, pero le inquietaba demasiado la actitud de su "falso esposo".

– Vaya tarde, y tan tranquila que parecía – Comentó Yoruichi, ahora estaba en su oficina, contemplando el paisaje por el gran ventanal.

– Yoruichi–sama, es la líder de una importante rama familiar, la tranquilidad es algo de lo que rara vez dispondrá – Dijo Sui, con expresión melancólica, bajo el resplandor de aquel atardecer sus ojos tomaron un peculiar tono de color. Yoruichi parpadeó un poco sorprendida.

– Estás siendo muy formal, Mifeng, como el primer día en que te convertiste en mi asistente – Yoruichi tuvo un mal presentimiento – La verdad no quisiera recordar esos días.

– Lo siento, Yoruichi–sama, no era mi intención –Sui se apresuró a hacer una reverencia, estaba dejando que su vida personal interfiriera con su trabajo, y eso no debía ocurrir jamás.

– ¿Algún día me dirás que te angustia? Te acabo de llamar Mifeng y no te has enojado, tal vez mis sospechas sobre Abarai no sean del todo equivocadas – Yoruichi sonrió.

– Creo que iré a mi oficina a elaborar los resúmenes de las reuniones de hoy, si necesita algo no dude en llamar – Sui hizo una reverencia y salió de la oficina, Yoruichi se quedó algo desconcertada.

Estaba intentando redactar los informes pero el dueño de un par de ojos grises invadía sus pensamientos, una y otra vez... ¿Desde cuándo hablaba en chino? Porque nunca se lo había dicho, o bueno, ella nunca le había preguntado, pero ese no era el punto, ¿Qué necesidad tenía de armar un pleito con Cang Du? Un súbito escalofrío le invadió, un recuerdo indeseado, sacudió la cabeza, estaba creando un tsunami en un vaso con agua, eran cosas en las que no valía la pena pensar, si los rumores eran ciertos, Kuchiki Ginrei anunciaría pronto su retiro y en cuanto Byakuya fuera nombrado su sucesor ella recuperaría su preciada libertad y todo volvería a la normalidad, volvería a la tranquilidad de su departamento, a sus días dedicados al trabajo que tanto le había costado conseguir, a sus días de soledad... Dejó de teclear en el ordenador, estar sola no era algo malo, ella había decidido huir del compromiso con Byakuya cuando su abuelo insistió en que debían casarse y ahora, por cosas extrañas del destino, estaba casada con él. Se llevó las manos a la cabeza y se revolvió un poco el cabello, definitivamente algo debía estar mal en ella.

Era casi medianoche cuando decidió salir de la oficina. Había terminado los pendientes hace horas pero no tenía ganas de volver al dúplex, su intuición rara vez le fallaba y algo le decía que tenía que poner distancia con Byakuya, por su propio bien. Bajó al estacionamiento, por la hora sería un poco peligroso tomar un taxi, así que no quedaba más remedio que ir manejando, o al menos eso pensó.

– Vaya que eres una trabajólica – Tsukishima estaba apoyado en una camioneta, fumando un cigarrillo – Empezaba a creer que nunca saldrías. Sui le miró con cara de pocos amigos.

– Buenas noches, Tsukishima–san – Dijo más por cortesía.

– Hay un par de cosas de las que quisiera conversar contigo, Sui, ¿O debería llamarte, "Kuchiki Shaolin"? –Tsukishima la miró fijamente, mientras dejaba caer la colilla del cigarrillo. Sui hizo un esfuerzo sobrehumano por ocultar su sorpresa, se suponía que aquello era un secreto.

– No comprendo que es lo que quiere decir, Tsukishima–san – Decidió irse por la tangente. Su coche estaba estacionado a unos pocos metros, si tan solo pudiera eludir a Shukuru y llegar hasta ahí.

– Te llevo a tu departamento – Tsukishima abrió la puerta de su camioneta – O tal vez debería llevarte al dúplex de Byakuya – La mirada de Sui se encendió. No eran simples sospechas, Tsukishima sabía algo y tenía que descubrir quién se lo había contado.

– A mi departamento está bien – Dijo mientras subía de mala gana. Tsukishima sonrió, cerró la puerta y se apresuró a subir también para poner el vehículo en marcha. Avanzaron parte del camino en silencio – Creí que quería charlar de algo – Sui decidió reiniciar el diálogo.

– Me gustaría hablar de varias cosas, pero sé que últimamente no gozo de tu simpatía – Habían pocos coches circulando a esa hora – Hay rumores sobre el retiro de Kuchiki Ginrei y sobre quien sería su probable sucesor, algunos dicen que será su hijo Soujun, otros que su nieto Byakuya, y eso ha hecho que varios empresarios lo vean como un "yerno ideal", incluso Shutara Senjumaru le tiene el ojo puesto.

– Eso es algo que no me incumbe – Sui sintió cierto fastidio, no supo explicar bien la razón, pero quiso atribuirlo al hecho de estar cansada.

– Pero circulan rumores acerca del compromiso de Byakuya con una joven extranjera, y una de las asistentes de Senjumaru ha dado con el nombre de "Kuchiki Shaolin" – Tsukishima se detuvo en un semáforo y la miró directo a los ojos – Y da la casualidad que recordé que tu nombre es Shaolin, y si te casaras con Byakuya pasarías a llamarte exactamente de esa forma – Sui guardó silencio unos segundos, el asunto era más delicado de lo que pensaba.

– ¿Le ha dicho algo más a Senjumaru–sama? –Tsukishima sabía de su "supuesto" compromiso con Byakuya, y las asistentes de Senjumaru habían sido capaces de encontrar información muy confidencial, las cosas amenazaban con complicarse.

– Te aprecio lo suficiente como para exponerte a las garras de Shutara, es una arpía y no dudaría en destruirte para quitarte del camino, puedes estar tranquila, no le he dicho nada – El semáforo cambió y volvió a conducir.

– Entonces, ¿Qué es lo que quiere? – Una parte de ella se sentía agradecida con Tsukishima, pero otra estaba aún a la defensiva.

– Quiero que me des la oportunidad de contarte mi parte de la historia con Hisana – Tsukishima sintió un pequeño nudo en la garganta, Hisana le había pedido que olvidara todo y estaba por romper su promesa.

– Eso es algo que no me concierne – Sui sintió un escalofrío. Si todo iba de acuerdo a lo planeado pronto sería libre de Byakuya, así que no necesitaba saber nada más.

– ¿Temes arrepentirte de tu matrimonio? –Tsukishima decidió que era hora de tejer su red –Tal vez temes descubrir que el hombre con el que te casaste no es el tipo perfecto y sincero que creías.

– Byakuya no es perfecto – Le interrumpió Sui – Es un hombre serio y responsable, no es muy comunicativo y la mayoría cree que es un tipo malhumorado pero siempre encuentra la forma de decirme lo que piensa, si hay cosas que desconozco es porque simplemente no le he preguntado –Tsukishima oprimió el timón con fuerza, aquellas palabras acababan de demostrarle que Sui también sentía algo por Byakuya, aunque tal vez...

– Shutara y Byakuya son amantes, ¿No has visto lo que sale en los medios? – Siguió tejiendo la red, envolvería a Sui a como dé lugar. Sui agachó la cabeza y guardó silencio. Aquello era algo que no podía negar pues ella misma los había encontrado en una situación bastante comprometedora tras una reunión en las oficinas de los Kuchiki hace unos meses, de pronto sintió como si alguien estrujara su corazón. Tsukishima notó que iba ganando terreno –No te has preguntado ¿Qué más te estará ocultando? – La expresión turbada de Sui lo decía todo. Estacionó la camioneta en la entrada del edificio donde se encontraba el departamento de Sui –Déjame contarte la verdad sobre Byakuya, Hisana y yo.

– Le agradezco por traerme hasta aquí – Sui desabrochó el cinturón de seguridad, una parte de ella sentía curiosidad por conocer aquella historia, pero su parte más sensata le pedía que saliera de allí lo antes posible, así que abrió la puerta y se bajó de la camioneta. Lástima que Tsukishima no estuviera dispuesto a dejarla partir, se bajó rápidamente para darle alcance.

– Byakuya no es ni serio ni confiable, tengo forma de probártelo – Sui se detuvo unos segundos, ¿Debía escuchar a Tsukishima? – Déjame contarte lo que en realidad pasó – Shukuru estaba de pie, frente a Sui, acababa de tomarle de las manos, que frías se sentían aquellas manos. Sui permaneció unos segundos en silencio, tenía que ser racional, intentó apartar las manos pero Shukuru las retuvo. Entonces se oyó una voz en tono autoritario:

– Suéltala – Byakuya estaba de pie, al lado de Sui... ¿En qué momento llegó allí? Ella intentó liberarse nuevamente del agarre de Tsukishima, sin éxito.

– No estamos haciendo nada malo – El tono altanero en la voz de Shukuru le crispó los nervios a Sui, era una faceta desconocida y poco agradable, hizo un tercer intentó y finalmente logró soltarse para poner distancia, solo para descubrir que aquellos dos hombres parecían estar enfrascados en un duelo de aterradoras miradas.

– Tsukishima–san descubrió lo del matrimonio –Sui decidió que tenía que hacer algo para separarlos, y lo primero era tranquilizar a Byakuya – Le estaba pidiendo que lo mantuviera en secreto – Apeló al lado racional de Byakuya.

– ¿Quién te lo dijo? – Byakuya más que preguntar parecía estar exigiendo respuestas.

– Una de las asistentes de Shutara dio con el nombre de "Kuchiki Shaolin", Rukia me comentó que ustedes andaban comprometidos y solo tuve que atar cabos – Tsukishima continuó con ese tono de voz altivo – Pero no te preocupes, ya que Shaolin me lo pidió, guardaré el secreto – Byakuya frunció el ceño, odiaba que otro llamara a Sui por su verdadero nombre.

– Bien, entonces nos vamos – Sui se giró y notó que el coche de Byakuya estaba aparcado detrás de la camioneta de Tsukishima... ¿Acaso los había estado siguiendo? – Buenas noches, Tsukishima – Se despidió el futuro líder de los Kuchiki, simplemente por mera diplomacia.

– Buenas noches – Respondió Tsukishima – Si quieres saber toda la verdad, ya sabes cómo encontrarme, Shaolin – Lanzó cada palabra cual puñalada, a Byakuya se le agotó la paciencia.

– Tsukishima, debo pedirte que pongas distancia con mi esposa – Le dijo, retomando el duelo de miradas.

– ¿Por qué haces tanto drama? Solo le estaba tomando la mano, no nos estábamos besando –Tsukishima puso veneno en cada palabra, Byakuya sintió su sangre hervir, y antes de darse cuenta le había asestado un puñetazo a Shukuru quien ahora se encontraba sentado en el suelo, con cara de aturdido.

– Byakuya, vámonos a casa, por favor – Le pidió Sui mientras le sujetaba del brazo – Ya fue suficiente –Habló con tono conciliador – Que se recupere, Tsukishima–san – Añadió a modo de disculpa mientras tiraba de Byakuya para llevarlo hasta su coche – Deme las lleves – Byakuya la miró fijamente, no podía decir si estaba enojado o algo parecido.

– Yo conduzco – Le abrió la puerta del copiloto.

– Se ha lastimado la mano, yo conduciré – Sui no subió pero extendió la mano, esperando que le entregara las llaves. Byakuya dudó un momento pero finalmente se las entregó. No tenía que ser adivinado para saber lo que intentaba hacer Sui: poner distancia con Tsukishima. Lo cierto es que al poco rato de estar en camino sintió un terrible dolor en los nudillos de la mano derecha, estaban enrojecidos y comenzaban a hincharse, miró a Sui de reojo, lucía más seria de lo habitual y estaba conduciendo a una velocidad considerable – Cuando lleguemos al dúplex habrá que ponerle un poco de hielo – Le oyó comentar. Intentó replicar pero decidió guardar silencio y analizar mejor la situación. Había perdido el control, y Sui lo había visto. De pronto se sintió como un niño cuando es descubierto en medio de una travesura, obviamente Sui no le regañaría, pero seguramente no estaría pensando nada bueno de él. Suspiró. Estuvo toda la tarde molesto por el incidente en el elevador, no comprendía esa extraña "obsesión" del hijo de Barragan Louisenbarn por Sui, estaba tan fastidiado que decidió esperarla a la salida del trabajo pero grande fue su sorpresa al ver llegar a Tsukishima, el que ambos salieran juntos cerca a medianoche empeoró su enojo y el verlos ir rumbo al departamento de Sui solo empeoró las cosas aún más... era inevitable que a la menor provocación terminara convirtiendo a Tsukishima en el chivo expiatorio sobre el cuál descargaría su ira y frustración.

– ¿De qué verdad hablaba Tsukishima? – Llegaron al dúplex en un tiempo record y ahora estaba esperando el elevador.

– No lo sé – Sui nuevamente optó por ir por la tangente. Al menos Byakuya parecía haberse tranquilizado un poco. El trayecto en el elevador también fue breve, el lugar estaba en completo silencio. Ni bien entraron Sui se dirigió a la cocina, buscaría algo de hielo y analgésicos. A Byakuya no le hacía gracia quedarse solo esperando pero decidió no contrariar más a Sui. Se sentó en el sofá de tres cuerpos y al poco rato Sui le entregaba un vaso con agua y unos analgésicos, apenas los tomó Sui se sentó a su lado y colocó una bolsa con hielo sobre sus nudillos. Byakuya hizo una mueca de desagrado, el frío y la fuerza con la que Sui presionaba el hielo le causó más dolor – No se queje, si no presiono un poco terminará con un hematoma o algo peor.

– ¿Por qué el hijo de Barragan Louisenbarn te estaba molestando en el elevador? – Decidió aprovechar la cercanía para lanzar la pregunta que lo había tenido irritado todo el día. Sui lo miró extrañada, a esa distancia pudo ver las pequeñas ojeras que se dibujaban bajo esos ojos grises y sus largas pestañas, recordó la visita que hizo a la villa Feng, los ojos del abuelo de Sui eran de un tono caramelo.

– Cang Du–sama estaba intentando recuperar las acciones de la textilera, pero se enteró que Yoruichi–sama llegó a un acuerdo con los rusos de Baikal y me culpa de eso, solo estaba haciendo una pataleta de niño engreído – Sui ya no quería darle vueltas a ese asunto, pero cuando pronunció las palabras "niño engreído" miro inquisitivamente a Byakuya.

– ¿Y lo de Tsukishima? – Byakuya sentía más que solo curiosidad por saber de qué habían estado hablando.

– Tsukishima–san descubrió lo del matrimonio, que se suponía debía mantenerse en secreto – Sui volvió a mirarlo acusadoramente – Tenía que averiguar cómo se había enterado, ¿No se lo he dicho hace unos minutos? – Breves flashes de lo ocurrido en las afueras del edificio en donde Sui tenía su departamento le hicieron sentir incómodo. Ella no había hecho nada malo, pero igual se sentía enfadado de solo recordar.

– Si quieres saber algo sobre mi pasado solo debes preguntarme – Sospechaba que la "verdad" de la Tsukishima hablaba no era precisamente el descubrimiento de su matrimonio con Sui, probablemente ese malnacido estaba buscando abordar el tema de Hisana.

– Ya me ha dicho más de lo que necesito saber –Sui trató de sonar convincente, pero en su interior se libraba una auténtica lucha, estuvo tentada de preguntarle sobre su relación con Senjumaru pero recordó la escena en la sala de juntas, luego las fotos de las revistas y los comentarios de Tsukishima, volvió a sentir como si alguien estrujara su corazón con tanta fuerza como si quisieran arrancárselo del pecho, bajó la mirada para ocultar su confusión. Sintió la mano de Byakuya acariciar su mejilla para luego levantarle el mentón y entonces la envolvió la tibieza de unos labios sobre los suyos y la fragancia de cítricos y madera. Dejó caer la bolsa con hielo. Lo siguiente que recordaba era el mar de sensaciones que estaba despertando en su piel la forma en que Byakuya acariciaba sus brazos, sus hombros, su espalda... sus manos eran tan cálidas. Momentos después Byakuya liberaba sus labios, para empezar a descender con húmedos besos por su cuello y un atisbo de lucidez la invadió... abrió los ojos y se encontró tumbada en el sillón con Byakuya besándole en el cuello mientras intentaba abrir los botones de la blusa... Eso no podía estar sucediendo. Empujó a Byakuya con todas sus fuerzas y corrió hasta su habitación, cerró la puerta con llave y se llevó las manos al rostro, ¿Cómo rayos había ocurrido? ¿En qué demonios estaba pensando?

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Era invierno y llovía a cántaros. Los sueños que había proyectado, las cosas que había planeado... de pronto todo amenazaba con desvanecerse hasta desaparecer, pero él necesitaba conocer la razón. Envío un mensaje y esperó por horas en aquella glorieta, hasta que finalmente la mujer que esperaba llegó completamente mojada, con la respiración entrecortada y temblando de frío.

– ¡Estás empapada! – Exclamó, al mismo tiempo en que caballerosamente se quitaba el abrigo y lo ponía sobre los hombros de la recién llegada.

– ¡Byakuya, me asustaste! – la joven se llevó una mano al medio del pecho y levantó la mirada, pronto se arrepintió de haberlo hecho, aquellos ojos grises la miraban con tal intensidad que de pronto se sumergió en ellos, con mucho esfuerzo apartó la mirada y caminó unos pasos, poner distancia era importante.

– ¿Qué ocurre? – Preguntó un angustiado Byakuya –Desde la cena del cumpleaños del abuelo Ginrei has estado evitándome, ¿Acaso hice algo malo, Hisana? – La joven permaneció en silencio unos minutos, la lluvia caía sin cesar – Hisana... – Intentó acercarse a ella nuevamente pero ella volvió a retroceder –Hisana, mírame....

– Lo siento Byakuya – Hisana reunió todo el valor que tenía para blindarse con la fría máscara de aristócrata que le habían enseñado y levantó altivamente la barbilla – Estoy comprometida y pronto voy a casarme, ya no podemos vernos, creí habértelo dejado claro en la nota que te mandé.

– Bromeas, ¿Verdad? – Byakuya miró alrededor solo para confirmar que no había nadie más.

– No me estoy riendo – Hisana puso ese tono de voz que tanto fastidiaba a Byakuya.

– Entonces dímelo mirándome a los ojos – Byakuya la abrazó enérgicamente por la cintura y Hisana se estremeció, estaba tan concentrada en su papel de indiferencia que no había notado la peligrosa cercanía hasta que ya era demasiado tarde – Estoy esperando – Le susurró Byakuya, mientras se inclinaba para besarla.

– ¡Hisana! – La fría voz de Shukuru Tsukishima que pareció congelar el momento y les obligó a volver a la realidad... de pronto el escenario cambió, ya no era la noche lluviosa en la glorieta de la mansión Kuchiki, era una noche de primavera en la entrada de un edificio de departamentos en un barrio de clase media – ¿Por qué haces tanto drama? Solo le estaba tomando la mano, no nos estábamos besando –Pronunció claramente a Tsukishima, mientras lo observaba con odio en la mirada.

Byakuya abrió los ojos sobresaltado. Se sentó y respiró profundo un par de veces, miró a su alrededor, saber que estaba en su habitación en el dúplex le dio cierta tranquilidad. Si todo aquello era una venganza armada por Tsukishima le estaba saliendo demasiado bien. Mientras se preparaba para darse una ducha se preguntó si hubiera sido capaz de mantener la calma de haber encontrado a Tsukishima y Sui besándose... negó rotundamente con la cabeza. No hubiera podido, no había forma. Su mano derecha empezó a dolerle, tal como Sui había predicho, sus nudillos estaba inflamados. Miró el reloj, eran casi las ocho, seguramente Sui se habría marchado y Renji no tardaría en llegar. Le esperaba un día muy largo. Cuando su asistente preguntó preocupado lo que había pasado (obviamente al ver el estado de su mano) le respondió secamente con un "me di con el martillo mientras intentaba colocar un clavo para un cuadro", y repitió la misma oración al menos siete veces más ese día, era más que obvio que nadie le creía, pero por su condición se limitaban a asentir y hacer la vista gorda.

Contrario a lo que imaginó el día pasó bastante rápido y relativamente tranquilo. Terminó la tarde en una cena de negocios con Ukitake Jushirô. La personalidad del líder de los Ukitake emanaba una energía tan positiva y serena, le recordaba un poco a la de su abuelo.

– Espero que no se les ocurra faltar a mi boda –Bromeó Ukitake – Unohana y yo estamos apostando, ella cree que no traerás a tu prometida, yo aposté a que si lo harás – Mostrando una brillante sonrisa en su rostro – No puedes fallarme.

– Le preguntaré – Respondió Byakuya, parecía algo distraído.

– Abarai, ¿Qué posibilidades tenemos para que la misteriosa prometida de tu jefe nos honre con su presencia el día de mi boda con Retsu? – Preguntó amistosamente Ukitake, Renji se atoró con su bebida, Kaien tuvo que darle de palmaditas en la espalda.

– N–no podría decirlo – Respondió Renji, tartamudeaba un poco por la forma aterradora en que lo estaba mirando su jefe – L–lo que sucede es que la prometida de Kuchiki–sama viaja mucho, por trabajo – Dijo tratando de sonar convincente.

– Ya veo, joven y trabajadora, extranjera de origen asiático, como Shutara Senjumaru – Pronunció Ukitake, con un tono despreocupado – Aunque Shutara difiere mucho de la descripción que dio Shunsui el otro día sobre tu misteriosa prometida.

– No es Shutara – A Byakuya empezaba a fastidiarle que le vincularan con ella, su "prometida" era Sui, no Shutara.

– Oh bueno, la prensa rumorea, sería bueno que acallaras aquellos rumores, si estuviera en tu lugar, con todos esos rumores circulando, Retsu ya habría roto el compromiso – Ukitake terminó de beber su té, notó la expresión de disgusto en el rostro de Byakuya – Tómalo como un consejo de alguien que ha vivido un poco más que tú y que te aprecia mucho.

El camino de regreso se le hizo eterno. Abarai conducía mientras él meditaba las palabras de Ukitake. Había intentado aclararle a Sui que entre Senjumaru y él no existía nada, meses atrás, después de un incidente en la sala de juntas de los Kuchiki, pero la reacción de Sui fue bastante fría y distante, como si no le importara... pero la noche anterior no fue del todo indiferente a sus caricias e incluso correspondió sus besos, hasta que... suspiró, no lograba entender los sentimientos de Sui, cuando parecía que ocurría un acercamiento entre ellos, un muro imaginario se interponía, una y otra vez. Apenas llegó al dúplex se encerró en el estudio. Revisó algunos documentos, solo por mantener la mente ocupada. No fue hasta cerca de las diez de la noche cuando oyó la puerta principal y luego las características pisadas de los tacones de Sui subiendo las escaleras, y luego, nuevamente silencio. Ella estaba en casa, eso debería bastar por el momento... pero no era así: Quería verla.

La mañana siguiente despertó muy temprano y esperó. Contra todo pronóstico Sui no salió a correr ni de su habitación hasta cerca de las siete. La vio detenerse unos segundos a mitad de la escalera al notar su presencia, pero finalmente terminó de bajar.

– Buenos días, Kuchiki–sama – Saludó con cortesía.

– Buenos días, Sui – Le respondió, el cambio de estación había hecho que cambiara un poco el estilo de su ropa, y la blusa de ese día no llevaba botones – Tengo una reunión cerca de las oficinas de los Shihôn, te llevo – Mintió. Necesitaba crear un momento para pasar al menos unos minutos con ella.

– Ayer traje la camioneta de la compañía, Yoruichi–sama podría preguntar porque no la llevo de vuelta hoy – Sui parecía no querer ese momento a solas con Byakuya.

– Puedes decirle que se quedó sin combustible o que no encendía, no sería la primera vez – Él no se daría por vencido tal fácilmente. Sui permaneció pensativa unos segundos.

– Está bien – Sui aceptó y ambos bajaron al estacionamiento. Byakuya aceleró un poco sus pasos para abrirle la puerta de su coche, sabía que si no lo hacía Sui la abriría ella misma, y por unos segundos pudo percibir aquella sutil fragancia a cerezos y entró en la cuenta que no le bastaba con solo verla: quería tocarla.

– Ayer tuve una reunión con Ukitake Jushirô –Decidió iniciar una conversación mientras recorría aquellas calles aún con poco tráfico – Está bastante animado con la boda.

– Yoruichi–sama está invitada, me pidió que la acompañara – Sui miraba por la ventana, aunque trataba de aparentar serenidad sus manos sujetaban con algo de fuerza las asas de su bolso.

– ¿Y ya has elegido el color de tu vestido? – Una idea algo descabellada cruzó por su mente: tal vez podría elegir un traje que hiciera juego con el vestido de Sui.

– Estaba pensando ponerme el vestido que llevé al cumpleaños de Ginrei–sama – A Sui pareció extrañarle el repentino interés de Byakuya.

– Ese era un vestido muy bonito – Byakuya recordó el momento en que entró al salón principal y la vio tocando el piano, aquel vestido era como un cielo estrellado – Pero no creo que sea apropiado para una boda.

– Bueno, tal vez compre alguno, no lo sé – Sui elevó los hombros, como restándole importancia al tema, los vestidos no eran algo que le quitara el sueño.

– La boda de Ukitake es en dos semanas –Byakuya empezó a disminuir la velocidad, pronto llegarían a las oficinas de los Shihôn.

– Lo sé, mi jefa está invitada – Sui no notó la intención en el comentario de su "falso esposo", pero pareció relajarse un poco, lo que alivió a Byakuya.

– Va a ser un evento muy importante, no solo para los novios – Byakuya estacionó el coche, habían llegado.

– Las bodas deberían ser solo para los novios –Susurró Sui, hizo una pequeña reverencia antes de desabrocharse el cinturón de seguridad – Gracias por traerme, Kuchiki–sama.

– No vuelvas a hacerlo – Sui se le quedó viendo, confundida. Byakuya contempló aquellos ojos grises que le quitaban el sueño – No vuelvas a hacer una reverencia ante mí, Sui, eres mi esposa, no tienes que hacerlo – Sui bajó la mirada. Allí estaba otra vez, erigiendo aquella pared.

– Gracias por traerme, Kuchiki–sama – Repitió antes de bajar del coche, ni siquiera esperó a que le abriera la puerta, ella siempre era así y eso le disgustaba. Su madre le había inculcado valores sobre cómo debe ser un caballero pero Sui parecía resistirse. La contempló mientras entraba en aquél edificio, hasta perderla de vista. En ese momento tomó una decisión: Bailaría con ella en la boda de Ukitake. Continuó el camino a las oficinas Kuchiki. No le sorprendió encontrarlas prácticamente vacías, aún era bastante temprano. Bebió un poco de café que compró en el camino mientras revisaba la agenda del día, nada complicado, era como si con el cambio de estación los asuntos de negocios tomaran un rumbo más tranquilo también.

Acompañó a su abuelo a dos reuniones, almorzaron con unos socios interesados en ampliar las importaciones a través de la naviera, volvieron a la oficina para un breve recuento de las actividades de día, el que Soujun estuviera en el extranjero realizando una comisión le daba un aire aún más amigable a la oficina, era en cierto modo reconfortante no tenerlo cerca al menos unos días.

– Byakuya, luces algo pálido – Comentó Ginrei – Tal vez necesitas descansar un poco, me contaron que hoy llegaste bastante temprano.

– Estoy bien – Se apresuró a responder –Acompañé a Sui a la oficina, últimamente no tenemos mucho tiempo para vernos – Sintió que su abuelo podría escuchar sus inquietudes, al menos en parte.

– Me alegra oír eso, empezaba a creer que tenían problemas conyugales – Por alguna razón, Ginrei empezó a sentirse intranquilo, tuvo un extraño presentimiento – Han conversado en lo que harán cuando te anuncie como mi sucesor, ¿Permitirás que tu esposa continúe trabajando con los Shihôn? –Byakuya se quedó en silencio por unos segundos.

– Aún no se lo contado – Era obvio que el asunto era importante, pero Byakuya aún no se sentía seguro de decirle a Sui.

– Creo que deberías decírselo – Ginrei supo de inmediato que Byakuya le ocultaba algo – Me gustaría que el día que te anuncie como mi sucesor Shaolin estuviera allí, como la nueva señora Kuchiki.

– A mí también me gustaría, pero Sui es algo reservada con esas cosas – De pronto los acuerdos del matrimonio asaltaron su mente, en cuanto fuera anunciado como el líder de la familia Kuchiki...

– A Sui tampoco le gustaban las ceremonias familiares ni los protocolos sociales – Una sonrisa impregnada de nostalgia asomó en el rostro del anciano Kuchiki, notó la expresión de confusión en su nieto – Hablaba de la abuela de Shaolin, no me hagas caso, son solo viejos recuerdos.

– ¿Conoció a la abuela de Sui? – Byakuya empezó a sentir curiosidad por el tema.

– Claro, tú también la conociste, nos visitó en la residencia Kuchiki, hace algunos años, eras aún un niño, tal vez por eso no lo recuerdas – Ginrei le contempló con expresión amable y serena. Byakuya buscó en sus recuerdos pero aparte de momentos poco gratos con sus primos y los otros Kuchiki no lograba recordar a ninguna señora Feng – Aún queda pendiente una cena con Sajin Komamura, le pediré a Shirogane que me acompañe, creo que mereces el resto de la tarde para meditar sobre lo que te dije.

– En verdad me gustaría acompañarlo – No habían tenido muchas reuniones con el representante de los Komamura y era una buena oportunidad para conocerlo un poco más.

– Cuando te conviertas en mi sucesor tendrás mucho tiempo para lidiar con todos los demás representantes familiares, acepta mi sugerencia y toma la tarde libre, por cierto, no pongas cuadros, tu mano aún no luce muy bien.

Byakuya hizo una reverencia para despedir a su abuelo. Los nudillos de su mano lucían mejor pero era obvio que su abuelo no era alguien fácil de engañar. Dejó que Abarai le llevara de vuelta al dúplex. Con un poco de suerte podría salir a cenar con Sui. Había algo de tráfico, así que Abarai tomó una ruta alterna por una calle que rara vez tomaban, se detuvieron en un esquina mientras esperaban que el semáforo cambiara a verde cuando dio un vistazo por la ventana y pronto se arrepentiría de haberlo hecho, había un local que parecía un café, en una de las mesas cerca a la ventana se encontraban Sui y Tsukishima... las palabras de la otra noche resonaron en su mente "Si quieres saber toda la verdad, ya sabes cómo encontrarme, Shaolin". Renji puso el coche en marcha nuevamente.

– Abarai, detén el auto – Ordenó con una voz tan fría que de pronto pareció espantar la primavera y congelar todo.

– Buscaré un lugar para estacionar – Renji no pasó por alto el cambio en la expresión de su jefe, vio exactamente lo mismo que él, y decidió que tenía que alejarlo para que se tranquilizara.

– Detén el auto – Su jefe no estaba preguntando, estaba ordenando. Abarai tragó saliva y sobreparó. Byakuya bajó como alma que lleva el diablo y a pasos rápidos llegó hasta la mesa de aquel colorido café.

– Creí haber sido claro la otra noche – Dijo en tono neutral, pasando por alto el saludo protocolar. Allí estaba de nuevo, fulminando con la mirada a Tsukishima.

– Buenas tardes Kuchiki–san – Saludó Tsukishima con tono triunfal – ¿Por qué no nos acompañas? Estamos en medio de una conversación que tal vez podría interesarte – Byakuya dejó de lado su enfrentamiento con Tsukishima para mirar a Sui, ella había tomado su bolso y se estaba poniendo de pie.

– Creo que son ustedes los que necesitan conversar – Sui no miró a Byakuya a los ojos, tenía una expresión algo desencajada – Buenas tardes – Ella hizo una reverencia y se alejó a pasos rápidos, Byakuya intentó seguirla, pero Tsukishima dijo algo:

– Aquella noche, el que respondió el móvil de Shaolin fui yo – Byakuya hubiera deseado no recordar a que noche se refería Tsukishima, pero vaya que lo recordaba demasiado bien.

– Mientes – Le lanzó una mirada intimidante, quería dejar de lado aquél asunto y buscar a Sui.

– ¿No se te hace familiar esto? – Colocando el móvil de Sui sobre la mesa, el que se suponía se había perdido. Byakuya intentó tomarlo pero Tsukishima se apresuró a recuperarlo – ¿Sigues pensando que miento?

– ¿Qué es lo que quieres, Shukuru? – Si Tsukishima quería quedarse con el móvil de Sui, Byakuya le dejaría, pero que insinúe cosas sobre ella, eso no se lo permitiría – Sui no es ese tipo de mujer, y ambos lo sabemos.

– También pensaba eso de Hisana, y no era cierto –Tsukishima tuvo sentimientos encontrados, dolor por los recuerdos de su esposa muerta y enojo por el hombre que tenía frente a él, a su juicio, Byakuya no merecía ser feliz.

– ¡Qué le dijiste a Sui! – Byakuya lucía como un animal salvaje a punto de lanzarse sobre su presa. Las pocas personas que se encontraban en el café se sobresaltaron.

– Kuchiki–sama, por favor – Abarai se acercó a pasos rápidos, en tono conciliador. Le había costado un poco encontrar un lugar para estacionar el coche. Tsukishima lanzó una carcajada.

– Sólo le comenté algunas cosas que creí que necesitaba saber, Sui es una mujer inteligente, no pensaste que podrías engañarla todo el tiempo, ¿Verdad? – Tsukishima volvió a sonreír y Renji notó que tenía una mejilla amoratada, "El martillo", pensó.

– Has manchado el recuerdo de Hisana, simplemente nunca la mereciste – Byakuya no iba a caer más en los juegos de Tsukishima, su prioridad ahora era Sui – Vámonos, Abarai – Renji hizo una reverencia para despedirse de Tsukishima. Notó que Byakuya se detenía un momento en las afueras del café y buscaba alrededor con la mirada.

– Vi a la señorita Sui tomar un taxi apenas salió del café – Renji hubiera querido detenerla, pero evitar que su jefe se metiera en problemas era más importante en esos momentos.

– Comprendo – Había una mezcla de confusión y preocupación en su voz. Fue un iluso al pensar que Sui le preguntaría, le dolía que hubiera preferido oír aquellas historias de Tsukishima y no de él. Le pidió a Renji que volvieran al dúplex esperando encontrarla allí, pero nada. Le marcó al móvil, pero nadie contestó. Renji contactó con la oficina de los Shihôn pero le indicaron que había pedido la tarde libre. Le pidió que llamara al edificio donde Sui tenía su departamento, tampoco estaba allí, era un hecho oficial: Sui se estaba escondiendo de él. Esperó un par de horas, mientras intentaba revisar algunos pendientes de los siguientes días, pero su mente estaba agitada y su corazón también: ¿Y si ella no volvía?

Decidió salir a dar una vuelta, estar a solas en el dúplex después del incidente de la tarde le hacía pensar cosas negativas, tenía que creer en Sui y no caer en los juegos de Tsukishima. Manejó hasta un lado de la ciudad donde estaba un bar bastante discreto, tardó más de lo acostumbrado pues le alcanzó el tráfico de la hora punta, pero en cierto modo eso lo distrajo un poco. Al llegar decidió que solo bebería un trago, no quería que se repitiera el incidente de meses atrás. Entró y como siempre, el lugar no tenía muchos clientes, se podía oír música jazz en un volumen bastante ideal, casi cómplice, y se acercó a la barra, grande fue su sorpresa al encontrar a la persona que llevaba buscando por horas:

– Sui – Dijo en un susurro, mientras se quedaba de pie a su lado.

– Que bueno que llegó – Comentó el angustiado barman – La señorita ha bebido mucho y no me permitió tomar su móvil para llamar a algún contacto.

– Ya le dije que puedo hacer lo que quiera, ¡No vine manejando! – La voz de Sui arrastraba cada palabra y su tono era tan peculiar, a Byakuya le sorprendió mucho, era una faceta de Sui que no conocía – ¡Ud. no se ría! – Replicó ella, mientras le hundía el índice derecho con pequeños golpecitos en el pecho –¿Podría dejar de seguirme a todos lados?

– Creo que será mejor que vayamos a casa, ¿Me daría la cuenta? – Byakuya decidió ser lo más caballeroso posible, le pareció lo más correcto en un momento así.

– Ni se le ocurra... yo puedo pagar mis cosas – Sui empezó a buscar algo en su bolso, pero sus movimientos eran bastante lentos y torpes, Byakuya aprovechó para pagar la cuenta.

– Sui, vámonos – Le ofreció el brazo para que se apoyara, estaba seguro que no estaba en condiciones de caminar sola.

– Aún tengo que pagar la cuenta – Protestó ella.

– Ya pagaste – Le susurró en voz baja – Vámonos.

– ¿En serio? – Dudó ella. Al verlo asentir se colgó el bolso en el hombro y se puso de pie, solo para empezar a tambalearse. Al principio rechazo la ayuda de Byakuya, pero parecía como si fuera a perder el equilibrio cada dos pasos, así que de rato en rato terminaba apoyándose en él. Tuvieron otra pequeña discusión al llegar al coche pues ella intentó abrir la puerta para subirse y luchó un buen rato para abrocharse el cinturón. Lejos de molestarle a Byakuya parecía divertirle mucho toda la situación – Si se vuelve a reír me bajo – Amenazó Sui, pero la forma torpe en que pronunciaba las palabras contrastaba con la expresión seria que intentaba poner en su cara, era difícil no reírse. No pasó mucho para que ella se quedara dormida.

Byakuya tomó un desvío y llegó hasta la playa donde habló con ella por primera vez. Era primavera así que la brisa estaba algo fría y las aguas del mar no estaban precisamente tranquilas, pero bajo el cielo nocturno despejado daban una vista maravillosa. Reclinó un poco el asiento de Sui, la cubrió con el saco de su traje y salió a contemplar un poco el paisaje. La primera vez que la vio no le pareció diferente a las demás mujeres, incluso pensó que había otras más femeninas y llamativas pero saber que era la prometida que llevaba años eludiendo incrementó su curiosidad, cuando Yoruichi lanzó aquel comentario burlón relacionando a Sui con el asistente de Barragán se sintió algo perturbado, ¿Qué mujer preferiría a un simple empleado de oficina antes que a un Kuchiki? Y su curiosidad por conocerla aumentó. Verla horas después en aquel lujoso restaurante con el mismo asistente picó su orgullo aún más, él era un Kuchiki, si una mujer lo rechazara tendría que estar mal de la cabeza, o casada (bueno, esas eran otras circunstancias pero sustentaban una razón válida), así que envió a Abarai a averiguar qué clase de relación tenían, "Solo trabajo" fue la respuesta que trajo Abarai, entonces empezó su plan para cortejarla, pero resultó ser la mujer más peculiar y esquiva que había conocido, y sin embargo, al poco tiempo, se habían casado.

Volvió al auto y contempló a Sui, plácidamente dormida. De pronto le parecía tan frágil e inofensiva, contrastaba tanto con la faceta habitual que ella mostraba en su día a día. Puso el coche en marcha y manejó lentamente, no había prisa por llegar, además no deseaba interrumpir su sueño. Mientras conducía recordó la primera vez que su abuelo le habló del compromiso, tenía quince años y creyó que se trataba de una broma, la supuesta primera cita se truncó por problemas dentro del ámbito familiar de los Kuchiki, la segunda por la repentina partida de su madre... fue entonces cuando conoció a Hisana y cualquier intento de su abuelo por convencerlo de conocer a su prometida fue descartado una y otra vez... no fue hasta después de la muerte de Hisana que su abuelo volvió a hablarle del compromiso, le pidió que al menos la conociera indirectamente y lo envió a aquella reunión en Seretei Corp. si la joven no era de su agrado no volvería a hablarle del compromiso nunca más, claro que agregó un plus adicional, si aceptaba continuar con el compromiso tendría más posibilidades de aspirar a convertirse en el siguiente líder familiar, aquella era una oferta que no podía rechazar fácilmente.

Tuvo que hacer malabares para bajar a Sui del coche sin despertarla, subir al elevador con ella en brazos no fue tan complicado, ella no era muy pesada y sus prácticas de kendo lo mantenían en buena forma, tuvo algunos inconvenientes para abrir la puerta pero finalmente entraron al dúplex. Mientras subía las escaleras titubeó un poco: Desde que Sui se mudó al dúplex no había entrado en su habitación pues sabía lo reservada que ella era, pero imaginó que estaría tan minimalista como su oficina o su departamento y no se equivocó, solo estaban los pocos muebles de siempre y algunas pertenencias de Sui, el tenue aroma de cerezos se percibía sutilmente. Cuando se disponía a dejarla sobre la cama ocurrió algo inesperado, Sui se aferró a él y le oyó susurrar algo como "Me estoy cayendo".

– No vas a caer, solo voy a dejarte para que descanses – Le dijo con suavidad, tenerla tan cerca hizo que los latidos de su corazón se aceleraran un poco.

– Byakuya, eres un mentiroso – Aquellos ojos grises lo miraban entristecidos.

– Me gustas Sui, y eso no es una mentira – Susurró tiernamente, besándole en la frente, luego en una mejilla y finalmente en los labios. Sui no solo correspondió aquél beso, le rodeó el cuello con sus brazos acariciándole la nuca... su corazón comenzó a latir desbocado, no le bastaba con verla, ni tocarla, quería amarla y la amaría esa y todas las noches que pudiera mientras tuviera vida.

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Era un día nublado y mientras caminaba a través de aquel camino empedrado, envuelta en melancolía una estrepitosa lluvia empezó a caer. Lo razonable hubiera sido buscar un lugar para refugiarse, pero tenía que admitir que en esos momentos la lluvia le resultaba reconfortante, entonces se detuvo al notar que había otra persona, tan empapada como ella, bajo esa fría lluvia...

Abrió los ojos lentamente, se sentía algo confundida, y quien no tras experimentar semejante marea de sensaciones la noche anterior, pasó de la confusión a ser arrastrada por una corriente tan fuerte que hizo que su corazón se acelerara y su mente se perdiera en algún insospechado lugar, por un momento creyó que todo había sido un sueño, pero el olor a cítricos y madera y el hombre que le envolvía en sus brazos eran más que reales. Byakuya se sentía tan cálido. Extendió una mano y le acarició suavemente la mejilla, si era real, una parte de ella entró en pánico, había roto una vieja promesa, y sus sentimientos aún estaban demasiado confusos. Decidió romper el contacto físico, tal vez debería pedir el día libre, tomarse un tiempo para aclarar la mente... pero aún quedaban algunas labores pendiente tendría que ir a la oficina. Mientras trataba de liberarse de los brazos de Byakuya ocurrió algo inesperado, que lo cambiaría todo, entre sueños, él pronunció un nombre, él dijo "Hisana", y el frágil castillo de naipes que había intentado construir se derrumbó, así como sus ilusiones.

saludos

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