Chapter 12: Contacto Principal

En el momento que recibió la llamada de la clínica para avisarle que Sui había pedido su alta supo lo que pasaría: Sui optaría por permanecer todo el tiempo que fuera posible al lado de Yoruichi o tratando de dirigir los movimientos de las diversas compañías que estaban a cargo de los Shihôn para evitar el desorden y que los otros Shihôn o los Louisenbarn intentarán destituir a Yoruichi aprovechando su estado de salud, y a consecuencia de ello, pasaron varios días sin saber de ella. Empezaba a contrariarle el hecho de llegar al dúplex y encontrarlo vacío, a veces la idea de que Sui se hubiera marchado rondaba su mente y empezaba a sentirse inquieto, y aunque se repetía muchas veces que no tendría nada de malo si eso pasaba, pues su matrimonio no era un matrimonio "normal", no lograba tranquilizarse del todo.

La reunión semestral de las líneas textiles y tendencias en ropa de estación se realizaría en breve y tanto Yamamoto como su abuelo Ginrei concluyeron que el más idóneo para llevar a cabo dicha reunión sería él. Desde que empezó a formar parte de la complicada maraña de negocios de los Kuchiki solía ir a las reuniones acompañando a su padre o su abuelo o como representante – veedor en reuniones de mediano calibre, esta sería la primera vez que no solo actuaría como mayor representante de los Kuchiki sino que además tendría la responsabilidad de dirigir la sesión, era una gran responsabilidad, la primera de muchas si llegaba a convertirse en el siguiente jefe de la familia Kuchiki.

- ¿Kuchiki-sama? – Preguntó Abarai Renji al notar que su jefe parecía algo distraído. Byakuya lo miró con soslayo, así que retomó lo que le estaba diciendo – Estuve revisando algunos datos sobre inversiones recientes de los Shihôn y noté que una de sus últimas actividades económicos y la que probablemente contribuyó a evitar el desastre tras la venta de acciones de la textilera de Osaka fue el reciente convenio con la rama de diseño Dignity de la familia Senjumaru de Korea.

- Envíales una invitación, será interesante contar con algún representante en la reunión, seguramente sorprenderá a muchos – Comentó Byakuya.

- Entendido. También envíe la invitación a los Shihôn como indicó, sin especificar el nombre del representante pero… - Renji dudó un momento antes de continuar, Byakuya lo miró inquisitivamente –Tengo información de fuentes confiables sobre el estado de salud de Shihôn Yoruichi, todo indica que le darán el alta mañana.

- La reunión será en tres días, dudo mucho que Yoruichi haga acto de presencia, no hagas ningún cambio, los Shihôn se encargarán de nombrar a algún representante – Byakuya se puso de pie – Voy a hablar con Yamamoto-sama, vuelvo en un rato –Renji hizo una venia mientras Byakuya abandonaba la oficina. "Mañana", pensaba Byakuya mientras caminaba hacia la oficina del líder de Seretei Corp.

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Las últimas dos semanas fueron terribles para Sui. No solo tenía que lidiar con los oportunistas que giraban alrededor de la sede central de la compañía de los Shihôn cual buitres tras la carroña, además tenía que mantener en orden los diversos asuntos de los cuáles estaba acostumbrada a cuidar pero desde las sombras, dar la cara a los jefes de las otras compañías no era algo que disfrutara mucho, pero era necesario mientras Yoruichi se recuperaba… y ahí estaba lo más terrible para Sui: desde el accidente no había visto sonreír a Yoruichi ni una sola vez, es más, si antes Sui se desvivía en "espantar" a Urahara Kisuke del lado de su jefa ahora era la misma Yoruichi la que constantemente hacía desplantes o fingía estar dormida cuando Kisuke estaba cerca. Culpa. Eso era lo que sentía Sui, podía soportarlo todo, pero nada traería al bebé de Yoruichi de vuelta ni devolvería la vida al chofer que acompañó a su jefa aquel fatídico día… debió ser ella quien acompañara a Yoruichi, después de todo era su obligación como asistente, y había fallado completamente.

- Feng-san, ¿Está todo bien? – Preguntó Shiba Kaien.

- Disculpe, Shiba-san, me distraje – Se disculpó Sui.

- No tienes que ser tan formal, aunque soy mayor que tú, somos asistentes los dos – Comentó Kaien – Deberías descansar un poco, la reunión semestral estará a cargo del joven nieto de Kuchiki Ginrei, el que representó a los Kuchiki en la reunión de Seretei Corp. a principios de verano, no sé si lo recuerdas.

- Creo que sí – Se limitó a responder Sui, la invitación había llegado hace unas horas a la oficina central de los Shihôn, la había traído Abarai así que no era necesario abrirla para saber quién tendría la gran responsabilidad de organizar el evento.

- Al parecer el joven Kuchiki fue quien salvó a la familia de las pérdidas que produjo las ventas de las acciones de Osaka y ahora se rumora que es un fuerte candidato a convertirse en el sucesor de Kuchiki Ginrei, algo sorprendente si tenemos en cuenta los rumores que circulan por ahí – Kaien le alcanzó un par de files a Sui.

- ¿Son los informes de Ukitake-sama? – Preguntó Sui mientras recibía los files. Kaien hizo una mueca algo decepcionado, esperaba que Sui le preguntara sobre los "rumores" sobre el nieto de Kuchiki Ginrei.

- Si, mi jefe espera que sean de utilidad, por cierto ¿Ya han designado al representante de los Shihôn para la reunión del viernes?

- Aún no, Yoruichi-sama me pidió que esperara hasta el jueves – Sui sintió una opresión en el pecho al pensar en su jefa.

- ¿Pero la reunión no es el viernes? Sería suicida que alguien acepte acudir sin haber tenido suficiente tiempo para prepararse – Kaien pareció algo preocupado – Ukitake se ofreció como mediador si es que Yoruichi no encuentra a alguien, claro que no podrá emitir opiniones sobre los Shihôn pero al menos conoce los temas a tratar.

- Se lo haré saber a Yoruichi-sama, gracias – Sui hizo una venia y se retiró. Había ido hasta las oficinas de Ukitake Jushiro por información relevante para la junta. Si Yoruichi no podía acudir a la reunión del viernes el siguiente posible candidato en la lista era Yuushiro, pero por su corta edad aún no era elegible, así que las responsabilidad recaería en algún representante de los Louisenbarn, y Barragan convenientemente se encontraba en el país. El pitido de su móvil la distrajo de sus cavilaciones. "Hablando del rey de Roma" pensó antes de contestar - ¿Si? – Respondió en un elegante chino mandarín.

- Hola querida, te oyes cansada – Saludó Ggio, desde el otro lado de la línea.

- Si ya lo sabes para qué preguntas, Ggio – Sui hizo movimientos circulares con la cabeza, el dolor en el cuello empezaba a fastidiarle, la bocina de un coche se oyó cerca.

- No deberías manejar, es peligroso – Le regañó Ggio.

- Estoy en un taxi, bèn – Sui lanzó un vistazo por la ventana – Voy camino a la clínica, hoy le dan de alta a mi jefa.

- Mi jefe está ansioso por saber quien representará al conglomerado el viernes – Ggio se oía bastante tranquilo, al parecer se encontraba en un lugar seguro, sin testigos indiscretos.

- Ukitake se ofreció como mediador – Se hizo una breve pausa – Sé lo que estás pensando, pero a estas alturas es una oferta que no podemos despreciar.

- Tal vez funcione para ésta reunión, pero ¿Qué pasará con las demás? Es demasiado trabajo para ti, y ambos sabemos cómo son los aristócratas, muy pocos son amables como Ukitake.

- Ya lo sé, pero creo que puedo manejarlo, debo hacerlo, al menos se lo debo a mi jefa – A Sui le entristecía bastante ver a su jefa en tan complicada situación.

- Bǎo bèi, mi jefe habló con Yamamoto, ha conseguido que inviten a Cang Du como veedor, nosotros no tenemos pensado acudir, vamos a salir de viaje mañana – Ggio parecía algo intranquilo, solía arrastrar un poco las palabras cuando se ponía nervioso. Sui se quedó en silencio un largo rato.

- ¿Qué está planeando el anciano de tu jefe? – Sui se sentía tan cansada que se estaba quedando sin paciencia.

- Ni yo lo sé, solo me encargó que comprara unos boletos para Francia e Inglaterra – Ggio suspiró -Bǎo bèi, tengo casi dos semanas en Japón y aún no te he visto, ¿Al menos cenarías hoy conmigo? –Finalmente se armó de valor para decírselo a Sui.

- Lo siento, mi jefa me necesita, seguramente habrá oportunidad en primavera, a mi jefa le gusta pasar la estación en Francia, así que seguramente tendremos tres largos meses para conversar y practicar algo de artes marciales, creo que me estoy oxidando con tanto trabajo de oficina – Sui esbozó una melancólica sonrisa que se borró en cuanto recordó cierto incidente días atrás, casi por reflejo se llevó una mano a su mejilla derecha.

- Comprendo – Ggio se oyó algo decaído – Procura descansar, no te sobrecargues tanto de trabajo, qīn 'ài.

- No puedo prometer eso, hablamos otro día, pan yau – Ambos colgaron. Cuando llegó a la clínica se sorprendió al encontrar a Yoruichi cambiada, con la maleta preparada, esperándola.

- Tardaste mucho, mifeng – Le regaño.

- Disculpe, Yoruichi-sama – Sui le entregó los files que recogió en las oficinas de Ukitake y tomó la maleta y el bolso de su jefa, desde el accidente Yoruichi había vuelto a llamarla "mifeng" – Muchos están inquietos, les preocupa quien representará a los Shihôn el viernes, Ukitake-sama se ofreció como mediador.

- Como era de esperarse de Ukitake, es un hombre de buen corazón – Ambas cruzaron un pequeño corredor hacia el elevador – Pero no tienen que preocuparse por eso, los Shihôn ya tienen un representante – Salieron del elevador para tomar un taxi. Sui dio un vistazo alrededor, algo sorprendida, Yoruichi pareció saber lo que pensaba su asistente y amiga – Kisuke no vendrá, le pedí que nos tomáramos un tiempo – El tono en la voz de Yoruichi le pareció tan frío que Sui se preocupó.

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Caminaba por un sendero rodeado de árboles, el cielo estaba gris y pronto empezó a llover, en segundos todo estaba empapado, incluso él mismo… "¡Byakuya!" una voz lo llamaba… abrió los ojos al escuchar la alarma de su móvil. "Un sueño", pensó mientras empezaba a prepararse, finalmente era viernes, le esperaba un día ajetreado. Bajó al estacionamiento, aún era temprano, no se sorprendió al ver el coche de Sui estacionado, llevaba allí como cuatro o cinco días, al parecer Sui había optado por movilizarse en taxi o tal vez apoyada por alguno de los choferes de los Shihôn. El camino a la empresa de los Kuchiki se le hizo largo. Renji se había hecho cargo de los preparativos siguiendo cada una de sus indicaciones, así que volvía a poner un pie en aquel edificio después de casi un mes, vaya que el tiempo pasaba rápido.

Apenas llegó, Renji lo recibió para contarle los pormenores, la sala de juntas estaba lista, la empresa encargada del refrigerio ya estaba preparando el desayuno tal como lo pidió, algunos Kuchiki rondaban con curiosidad, seguramente esperaban que fracasara, pero eso no pasaría. Había hecho demasiado para que llegara ese momento, no iba a fallar. Alrededor de las 9 los invitados empezaron a llegar. Uno a uno fueron recibidos por Soujun y Renji mientras él esperaba en la oficina principal, al ser el presidente de la reunión entraría junto a Yamamoto y Ginrei, cuando todos los invitados estuvieran presentes, para dar inicio. El casi silencio del lugar fue interrumpido por la llegada de una invitada inesperada: Shutara Senjumaru saludó a todos con elegancia, dejando boquiabierto a más de uno por su singular belleza.

- Parece que tendremos una reunión bastante interesante – Comentó Yamamoto, quien entró a la oficina por una entrada especialmente diseñada para evitar miradas indiscretas.

- Buenos días, Yamamoto-sama – Byakuya se apresuró a saludarlo.

- Buen día muchacho, hasta donde puedo ver todo está bien preparado, estoy ansioso porque la reunión comience.

- Aún faltan algunos minutos pero parece que todos los invitados han llegado – Ginrei entraba también en la oficina – Te ves bien, Byakuya, ¿Cómo estás, Yamamoto?

- El frío da algunas molestias, pero nada de cuidado, ya no tenemos 30, ¿Verdad? – Kuchiki Ginrei esbozó una sonrisa tras el comentario de Yamamoto, era cierto, ellos dos estaban entrados en años, pronto pasarían a la fila de "ancianos respetables" y los jóvenes tomarían sus lugares en sus respectivas empresas – Dudo mucho que los Shihôn envíen a alguien y Barragán se aseguró enviando a su hijo de veedor.

- Es cuestión de tiempo – comentó Ginrei – Excepto que la actual jefa de los Shihôn se quede soltera por siempre, dejará de dirigir las empresas el día que pierda el apellido Shihôn.

- Pero aún queda Yuushiro, es un chico listo, algo suave, pero puede mejorar con el tiempo –Yamamoto parecía más optimista de lo usual, algo que extrañó un poco a Byakuya – Sería na lástima que las empresas volvieran a manos de los Louisenbarn después de cinco generaciones.

- Entremos – Invitó Byakuya, a esas alturas ya no esperaba que llegara alguien más, y oír hablar de Shihôn Yoruichi le hacía pensar en Sui y eso le causaba un extraño malestar que no lograba explicar. A la señal de Byakuya, Renji abrió las puertas y todos se pusieron de pie para mostrar su respeto por el dueño de Seretei Corp. y por el actual líder de la familia Kuchiki. Ginrei y Yamamoto se acomodaron en los asientos contiguos al asiento principal, en donde Byakuya se situó, dispuesto a dar las palabras de bienvenida, ante la mirada atenta de todos, pero la solemnidad del momento fue detenida por dos personas que entraron en la sala de juntas, las miradas se dirigieron a las recién llegadas:

- Disculpen la demora, había tráfico – Dijo Shihôn Yoruichi, ante la sorpresa de todos. La mirada de Byakuya se centró en la menuda y delgada mujer que se encontraba de pie al lado de la imponente morena, tratando de pasar desapercibida, y sintió como si su corazón empezara a dar de brincos en su pecho… ¿Qué rayos le estaba pasando?

- Yoruichi, querida, es bueno ver que gozas de buena salud – Ginrei saludó afectuosamente a la recién llegada – Toma asiento para que podamos comenzar – Yoruichi y su asistente hicieron elegantes venias a modo de disculpa y ocuparon sus respectivos lugares, y las miradas volvieron hacia el joven que ocupaba la cabeza de la mesa de juntas, y así la reunión dio inicio. Hubo momentos de tensión cuando se abordó el tema de las acciones de la textilera de Osaka, aunque Cang Du estaba presente, al ser solo un veedor no tenía potestad de expresarse ni de ser interrogado, pero pudo oír las conjeturas y opiniones de los demás, lo que seguramente se convertiría en información valiosa para los Louisenbarn en el futuro. Yoruichi supo responder a cada una de las acusaciones, lo que demostraba que seguía siendo una mujer fuerte, y la presencia de Senjumaru en la reunión empezó a cobrar sentido, tanto ella como los rusos de Baikal fueron los "salvavidas" y evitaron el desastre financiero, pues las acciones fueron compradas por capitales rusos y actualmente habían pasado a manos de Baikal. El siguiente tema fue los problemas en las exportaciones que estaban afectando a las navieras de los Kuchiki y Ukitake, Senjumaru se ofreció a lidiar con las autoridades aduaneras de Korea, Yoruichi con las de China, pero quedaron pendientes las de Singapur, Taiwán y EEUU. El tema final fue las exportaciones en ropa de temporada, los diseños de Senjumaru y Matsumoto fueron halagados, si bien Matsumoto no estaba invitada, Kyoraku se ofreció en hacerle presente la felicitación del grupo, la idea de Senjumaru de agregar una línea de moda masculina se convirtió en un éxito en todo Asia y ahora capitales europeos estaban también interesados, por lo que mejorar el trato con las aduanas era trascendental.

La reunión terminó pasando medio día. Algunos animados se agruparon dispuestos a continuar conversaciones durante el almuerzo, uno a uno se fueron despidiendo, los representantes de las otras familias se despedían de Yamamoto, Ginrei y Byakuya con apretones de manos y felicitaciones, todo había salido a la perfección. Cuando llegó el momento de la despedida de la representante de los Shihôn un extraño sentimiento perturbó a Byakuya: durante la reunión de rato en rato veía de reojo a Sui, tenerla ahí le había dado mucha tranquilidad, ella estuvo por unas horas allí, a unos metros, concentrada en su trabajo, alcanzándole documentos a Yoruichi, la vio hacer un par de muecas que no conocía, y ahora se iría… ¿Cuándo volvería a verla?

- Yoruichi, no te esfuerces mucho, la reunión de hoy fue algo tensa – Yamamoto retuvo por unos segundos la mano de la líder de los Shihôn.

- Agradezco su preocupación, Yamamoto-sama, pero como ha podido ver, me encuentro totalmente recuperada – Girándose hacia Byakuya y Ginrei –Quiero felicitar a los Kuchiki, todo ha sido de primera, hasta otra oportunidad – Yoruichi se despidió de los presentes y se retiró junto a Sui. Byakuya contuvo la repentina sensación de querer salir tras Sui y preguntarle cómo había estado, se vería tonto si lo hiciera, porque aunque Sui se veía cansada era obvio que se encontraba bien.

- Es una lástima – Comentó Yamamoto mientras se dirigía con Ginrei a la oficina principal para tomar el elevador privado – La mirada de Yoruichi se veía fría y vacía, como si no tuviera sentimientos.

- Tienes razón, supongo que la muerte de su chofer le afectó, ella es muy afectuosa con sus trabajadores – Ginrei se detuvo al notar que Byakuya no se había movido – Byakuya, ¿No vienes con nosotros? Vamos a un restaurante de comida italiana, me lo han recomendado mucho.

- Me quedaré con Abarai para revisar los acuerdos, gracias por la invitación – Se apresuró a responder Byakuya.

- Es un joven responsable – Yamamoto le dio unas palmadas en el hombro a Ginrei – Apresúrate y anúncialo como tu sucesor o terminaré por llevarlo a mis empresas, un talento así no debe desperdiciarse – Ginrei y Yamamoto salieron de la sala de juntas y Byakuya se quedó solo. Se dejó caer en el asiento principal, cerró los ojos y aflojó un poco la corbata que llevaba, Abarai estaba afuera encargándose de los detalles finales así que podría tomarse unos minutos para relajarse, o al menos eso creía. La puerta corrediza se abrió y oyó el sonido de unos zapatos de tacón acercarse, luego unas manos se posaron sobre sus hombros.

- Estás tenso – Una voz femenina en tono sensual le susurró al oído – Cuándo llegó la invitación a Korea no podía creerlo y tenía que venir para corroborarlo con mis propios ojos, el niño que lloraba en mis brazos porque su noviecita se casaba con otro se ha convertido en todo un hombre y en el futuro líder de los Kuchiki, jamás creí que cumplirías tu promesa de vengarte.

- Shutara – Byakuya abrió los ojos, por un segundo tuvo la ilusión de que se tratara de Sui, se regañó a sí mismo por pensar algo así – Sorprendiste a todos.

- Esa era la idea – Terminando de aflojar la corbata de Byakuya – Te haré un masaje, y también puedo ayudarte a relajarte, como en los viejos tiempos. Después de todo hay mucho que celebrar –Senjumaru se acomodó en el regazo de Byakuya, y sus rostros se acercaron.

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Habían sido las últimas en llegar así que por protocolo tenían que ser las últimas en despedirse. Sui concentró todas sus energías en apoyar a Yoruichi, pues ese era su deber. Primero se había sorprendido cuando su jefa le dijo que iría a esa reunión, estaba convencida que aceptar la propuesta de Ukitake era lo más acertado, pero luego entendió que Yoruichi no solo no soportaba estar cerca de Urahara Kisuke, tampoco deseaba tiempo libre para pensar una y otra vez en lo que había pasado, era obvio que estaba sufriendo y a Sui le frustraba no ser capaz de hacer algo para ayudarla. Tardaron un poco en tomar el elevador, Ukitake y Shiba estaban con ellas.

- Parece que será un invierno muy frío – Comentó Ukitake.

- Creo que sí – Respondió Yoruichi, secamente.

- Unohana y yo nos casaremos en primavera, nos gustaría que estuvieras allí – Invitó animadamente Ukitake. Las puertas del elevador se abrieron y los cuatro entraron.

- Aún faltan varios meses y…

- Sé que acostumbras pasar primavera en Francia, por eso te aviso con tanta anticipación, para que tomes las previsiones del caso, Feng-san, toma nota por favor – Guiñándole un ojo a Sui – Retsu quedó encantada con el cumpleaños de Yuushiro, por eso desea que ustedes estén presentes en nuestra boda.

- Veré que podemos hacer, envía la invitación formal, por favor – Yoruichi no parecía tener muchas ganas de hablar.

- ¿Los informes que te envíe fueron de utilidad? –Ukitake parecía no estar dispuesto a darse por vencido.

- Sí, estoy muy agradecido por ello, Sui, ¿Podrías devolverle los informes a Ukitake? – Sui buscó en el portafolios y solo encontró uno de los files.

- Yoruichi-sama, le entregué uno de los informes durante la junta – Yoruichi trató de hacer memoria y recordó que en efecto, Sui le entregó un file casi terminando la junta.

- Lo siento Ukitake, creo que lo olvidé en la sala de juntas… - Sui se apresuró a presionar el botón para detener el elevador.

- Voy por el file, seguramente aún sigue en la sala de juntas, contiene información confidencial, los alcanzo en el restaurante – Y antes de que Kaien o Ukitake replicaran las puertas del elevador se cerraron y Sui se echó a correr por las escaleras. No había justificación para tal descuido, era la asistente de Yoruichi, no podía seguir cometiendo ese tipo de errores. Subió cuatro pisos y caminó a pasos rápidos a la sala de juntas, la puerta estaba entreabierta, seguramente el personal de limpieza estaba haciendo su trabajo. Fijó su mirada en el extremo en el que Yoruichi estuvo sentada durante la junta y en efecto, allí se encontraba el file. Empujó sigilosamente la puerta y entró. Sus pisadas eran mitigadas por la alfombra del piso, tomó el file sintiendo júbilo pues si esa información cayera en manos equivocadas los resultados serían funestos, solo tenía que dar la vuelta y salir cuando levantó la mirada y contempló algo que la dejó desconcertada… Byakuya y Senjumaru se estaban ¿Besando? No estaba segura, desde su posición no podía ver con claridad, deseó que se la tragara la tierra, pues cruzó miradas con el dueño unos ojos grises que conocía demasiado bien, se apresuró a cortar todo contacto visual haciendo una exagerada reverencia – Disculpen, no quise interrumpir – Dijo lo primero que le vino a la mente, pero tenía que admitir que una parte de ella estaba en shock. Se disculpó un par de veces más antes de salir a pasos rápidos de la sala de juntas, ni siquiera esperó el elevador, bajó corriendo por las escaleras.

- ¿Qué ocurre? Te has puesto tenso – Senjumaru dejó de reír por la extraña reacción de la asistente de Yoruichi al notar que Byakuya la apartaba para ponerse de pie.

- Tal vez no lo sepas, pero estoy comprometido –Un repentino sentimiento de decepción lo invadió, así como una inexplicable y dolorosa opresión en medio del pecho. Caminó unos pasos para alejarse de Senjumaru, de pronto sintió que tenía que poner algo de distancia.

- ¿Comprometido? – Senjumaru se enderezó para observar a Byakuya con curiosidad – Entonces vas en enserio con lo de la venganza, siento lástima por tu prometida.

- ¿Lástima? – Byakuya parecía confundido.

- Debe ser triste casarte con alguien que no te ama – Dijo Senjumaru, muy convencida de sus palabras. Byakuya estaba a punto de preguntarle algo cuando Renji entró a la sala de juntas:

- Kuchiki-sama, ya he terminado con las coordinaciones, el personal de limpieza no tarda en llegar – Notando la presencia de Senjumaru –Disculpe, Senjumaru-sama, no sabía que estaba aquí.

- Abarai, acompaña a la señorita Senjumaru hasta la entrada y asegúrate de embarcarla en una movilidad confiable, de ser posible envíala con alguno de nuestros choferes – Byakuya empezó a caminar hacia la oficina principal – Voy a revisar las actas de acuerdos.

- Como ordene, Kuchiki-sama – Renji se colocó a un lado de Senjumaru, esperando, hasta que finalmente ella salió de la sala de juntas.

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Aunque Ukitake hizo varios esfuerzos por animar a Yoruichi ninguno pareció ser efectivo. El almuerzo acabó muy rápido y antes de las tres ya estaban de nuevo en la oficina, revisando las condiciones de los rusos de Baikal, al haber comprado las acciones de la textilera de Osaka tuvieron grandes pérdidas pero se negaban a venderle las acciones a Yoruichi.

- No hay duda que esos rusos son listos – Bufó Yoruichi mientras se recargaba en su silla. Sui iba a comentar algo pero el sonido del teléfono la distrajo. Yoruichi contestó - ¿Si?... ¿En serio?... Hazla pasar de inmediato – Colgó para ponerse de pie, Sui hizo lo mismo, algo contrariada – Tenemos visita – Explicó Yoruichi y las puertas se abrieron para mostrar a Senjumaru.

- Yoruichi, ¿Cómo has estado? – Preguntó por mera cortesía para luego fijar su mirada en Sui – Tu asistente luce algo cansada.

- Es probable – Yoruichi le invitó a tomar asiento –Sui ha estado trabajando mucho durante el tiempo que estuve en el hospital, e incluso ahora, parece que se hubiera mudado a vivir en mi casa – Levantó la mano a modo de señal y Sui se apresuró a servir dos tazas de café.

- Entonces eso quiere decir que debo enviar el tercer vestido a esa dirección – Comentó Senjumaru, Sui derramó algo de café por el repentino comentario, Yoruichi pareció no entender.

- ¿Vestido?

- ¿Recuerdas cuando las invité a uno de los locales de Dignity? Le prometí a Sui enviarle tres vestidos hechos a medida – Senjumaru bebió algo de café –Delicioso, Sui, debes darle la receta a mi asistente.

- Ahora que lo mencionas, sí lo recuerdo, usó uno de los vestidos en la fiesta de cumpleaños de mi hermano menor, se veía muy linda – Yoruichi esbozó una ligera sonrisa, muy fugaz – Nos invitarán a un matrimonio en primavera, tal vez podría usar el otro vestido allí.

- Puedo enviarte otro para ti también, querida –Senjumaru volvió a contemplar de reojo a Sui, lucía más delgada que la última que la vio, en Korea –Estoy pensando en un diseño digno de una reina, creo que te quedaría muy bien, Yoruichi.

- No tienes que molestarte, Shutara.

- No es molestia, considéralo un agradecimiento, hace mucho que no nos tomaban en cuenta en el mercado japonés y ahora hasta nos solicitan en el mercado europeo – Senjumaru volvió a mirar a Sui -¿Es cierto que el nieto de Ginrei, el que presidió la junta hoy, está comprometido?

- Algo de eso oí, al parecer es una extranjera –Yoruichi bebió algo de café también – Creo que Ginrei puso de condición que se casara antes de anunciarlo como su sucesor, o al menos eso dicen por ahí.

- Ya veo… ¿Y de casualidad no conocen a la dama en cuestión? – Después de ver la reacción de Byakuya tras ser interrumpidos por Sui en la sala de juntas, Senjumaru estaba segura que o Sui o Yoruichi conocían a la prometida de Byakuya.

- No, eso es un misterio, pero como van las cosas no creo que tarden en anunciar el matrimonio así que la conoceremos pronto – Yoruichi de pronto empezó a perder interés en la conversación.

- Supongo que tienes razón, bueno, es hora de irme – Senjumaru se puso de pie – Me alegra ver que estás recuperada, nos vemos.

Apenas Senjumaru salió de la oficina de Yoruichi, Sui sintió que volvía a respirar con normalidad, fue como si por los minutos que Senjumaru estuvo allí alguien hubiera oprimido su garganta dificultándole el habla y la respiración. Se quedó con su jefa en la oficina trabajando hasta muy entrada la noche. Acompañó a Yoruichi a la mansión Shihôn y estaba en el taxi de camino al dúplex cuando recibió una llamada. Se sorprendió mucho al ver el signo de "?" en su móvil, dudó un momento antes de contestar.

- Diga, Kuchiki-sama – Dijo en tono de voz neutro.

- Disculpe… - Una voz masculina que no era la de Byakuya habló desde el otro lado de la línea – El señor Kuchiki está… bueno… ehmmm…

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Empezaba a caer la noche cuando terminó de revisar pormenorizadamente los acuerdos de la junta. Era consciente que Abarai había hecho un excelente trabajo y merecía una tarde libre o al menos un buen descanso, pero no estaba seguro de querer quedarse solo, si lo hacía terminaría pensando en lo que pasó horas atrás. Tenía un pasado, como todo hombre, pero era la primera vez que le preocupaba lo que otra persona pensara de él, para ser más preciso, le preocupaba lo que Sui pensaba de él. Después de decirle a su asistente que podía marcharse empezó a manejar sin rumbo fijo. Había demasiadas cosas de Sui que desconocía, como donde aprendió a tocar el piano o a preparar tan bien el café. Antes de darse cuenta estaba estacionando el coche en un bar algo alejado del centro de la ciudad, solía ir allí hasta antes de empezar a cortejar a Sui, supuso que no le haría mal tomar un par de tragos, pero se equivocó: no fueron solo un par de tragos, para las once ya había perdido la cuenta. Una voluptuosa mujer de exagerado escote empezó a coquetearle pero el barman se encargó de espantarla y de quitarle las llaves del auto a Byakuya, estaba demasiado ebrio para conducir, tomó su móvil y oprimió el número 1, supuso que el contacto principal sería el pelirrojo asistente del joven Kuchiki, por lo que se sorprendió al oír una voz femenina del otro lado de la línea. Media hora después una joven delgada de oscura y larga cabellera entraba a pasos rápidos al bar. Se desconcertó al encontrar al futuro líder de los Kuchiki en tan lamentable estado, y le lanzó una mirada tan severa al pobre barman que éste se sintió algo cohibido. Aquella mujer se veía de carácter.

- Kuchiki-sama – Dijo mientras le daba de palmadas en el hombro, Byakuya estaba tan ebrio que se había quedado medio dormido, apoyado en la barra.

- Sui… - Entreabriendo los ojos para luego sonreír con tanta inocencia que parecía un niño – Eres tú, Sui – Envolvió a Sui en sus brazos con demasiada energía y en forma tan repentina que incluso ella se desconcertó.

- Kuchiki-sama – Sui intentó recuperar la compostura – Hace frío afuera, debe ponerse su abrigo – Le hizo una señal al barman para que la ayudara a liberarse de Byakuya para luego ayudarlo a ponerse el dichoso abrigo.

- ¿Nos vamos a casa? – Preguntó un dubitativo Byakuya, intentó mantenerse de pie pero se tambaleaba tanto que terminó otra vez apoyado en la barra.

- Por supuesto, ¿A dónde más podría llevarlo? – Sui parecía algo molesta, acababa de fruncir el ceño.

- Gracias, Sui – Dijo Byakuya mientras un mozo ayudaba a Sui a llevarlo hasta el auto y acomodarlo en el asiento del copiloto. Sui estaba cansada así que manejar hasta el dúplex no le hizo mucha gracia, pero para su sorpresa Byakuya estuvo bastante tranquilo durante todo el camino, solo que pudo notar que de rato en rato se le quedaba viendo fijamente, y eso empezaba a incomodarle. Al llegar tuvo que hacer esfuerzos sobrehumanos para ayudarlo a llegar hasta el elevador, por un momento se vio tentada de dejarlo pasar la noche en el auto pero no podía permitirse exponer al futuro líder de los Kuchiki a enfermarse. Las puertas del elevador se abrieron y solo quedaba el tramo hasta la entrada del dúplex, Byakuya empezó a caminar apoyándose en la pared pero tropezó en la entrada del dúplex y por poco se cae llevándose a Sui con él – Lo siento... – Dijo bastante acongojado.

- Está ebrio, no pasa nada – Se limitó a responder Sui – Vamos, unos pasos más, Kuchiki-sama.

- No… en verdad lo siento – Insistió Byakuya.

- Como diga – Sui empezó a tirar un poco de uno de sus brazos para obligarlo a caminar, al menos podría dejarlo dormido en el sofá de la sala, o eso pensaba.

- ¿No estás molesta? – Preguntó Byakuya, apoyando las manos a ambos lados de la cabeza de Sui, interfiriéndole el paso.

- Ha pasado por mucho estrés, así que supongo que quería distraerse un poco, al menos eligió un lugar poco concurrido – Sui intentó continuar su tarea de llevarlo hasta el sofá.

- Entonces no te importa… - Byakuya se dejó llevar como si fuera un niño regañado, incluso parecía algo triste.

- Está demasiado ebrio, Kuchiki-sama – Faltaba poco para llegar al dichoso sofá – Creo que dice cosas sin sentido – Finalmente llegaron al sofá –Recuéstese, iré por unas mantas... – No pudo dar ni dos pasos pues unos fuertes brazos la envolvieron y Byakuya se dejó caer en el sofá llevándose a Sui a cuestas. Las mejillas de Sui se tiñeron de rojo de inmediato, era la primera vez que tenía tanto contacto físico con él, prácticamente estaba recostada sobre el heredero de los Kuchiki – Por favor, Kuchiki-sama...

- Byakuya… dime Byakuya… - No pudo evitar sentir confortable aquél contacto, la pequeña y delgada Sui, su esposa, se sentía tan cálida…

- Byakuya… suéltame… - Forcejeó Sui, pero fue en vano. Su corazón latía con fuerza y acelerado, mientras que podía sentir los suaves y calmados latidos del corazón de Byakuya, así como su respiración. El recuerdo de lo sucedido horas antes, en la sala de juntas, asaltó su mente, tenía días luchando con aquellos sentimientos, evitándolos, después de todo no los necesitaba… y mientras pensaba en ello fue envuelta por una repentina calidez y poco a poco sus ojos se fueron cerrando.

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Dicen que existe un delgado hilo rojo que une los destinos de las personas, un delgado e invisible hilo rojo, que te une a la persona que debería compartir sus días contigo, pero a veces nos cegamos por lo que vemos o creemos ver y unimos nuestra vida a la persona equivocada, entonces ¿Qué pasa con ese hilo rojo?. Un apuesto y maduro hombre cruzaba a pasos rápidos el elegante jardín para dirigirse al sendero bordeado por hermosos cerezos que empezaban a regalar la belleza de sus flores. Un mayordomo le había anunciado la inesperada visita y el salió casi de inmediato, no sin antes ordenar que no se mencionara a nadie la llegada de la huésped.

Recorrió el camino y apenas vislumbró la silueta femenina su corazón brincó de emoción en su pecho, habían pasado ya varios años y aún se sentía como un adolescente cuando oía su nombre. Se detuvo un momento al ver que la mujer no estaba sola, casi de inmediato reconoció al acompañante, un pequeño niño delgado y cabizbajo al que la mujer le susurraba algunas palabras, tal vez para confortarlo.

- ¿Ha pasado algo? – Preguntó contrariado.

- N-nada, abuelo – El niño hizo una elegante reverencia.

- Un grupo de pequeños vándalos le han estado molestando – Comentó la mujer, tenía un largo cabello y unos hermosos ojos grises – Pero este pequeño ha sabido comportarse a la altura, como todo un Kuchiki.

- G-gracias – El pequeño sonrió, más animado.

- Vaya que sonrisa más linda – La mujer buscó en sus bolsillo y sacó unos caramelos – Ten pequeño caballero, son dulces chinos, son los favoritos de mi nieta – El niño los recibió más por curiosidad, no parecía tener mucho interés en los dulces.

- Byakuya, ve a la mansión, tu padre está buscándote – Ordenó el hombre mayor. El niño hizo nuevamente una reverencia y se marchó, perdiéndose entre los cerezos.

- Así que ese pequeño es tu nieto Byakuya – La mujer desvió la mirada hacia los cerezos – Estos árboles no dejan de sorprenderme, siguen igual de bellos, no han cambiado nada, aún puedo verme por ahí corriendo de niña.

- Entonces debería llamarte "Soyâ Sui" – Dijo con emoción el hombre, algunas canas asomaban en su cabello.

- Qué cosas dices, Ginrei, hace mucho que dejé ese apellido para convertirme en miembro del clan Feng – Intercambiando miradas con el líder de los Kuchiki – Mi esposo está dispuesto a escuchar tu propuesta, pero después de lo que vi hoy, no creo que ninguno de ellos pueda cuidar bien de mi Shaolin.

- ¿Ni siquiera Byakuya? - Ginrei deseaba que al menos el hijo de Soujun pudiera ser considerado un candidato.

- No estoy segura… es orgulloso, oculta sus sentimientos, se parece mucho a mi Shaolin.

- Iré a hablar con el actual líder del clan Feng en dos semanas, me gustaría que el padre de la niña estuviera allí.

- Mi hijo estará allí, aún si no lo pidieras, es su única hija mujer después de todo – La mujer miró con nostalgia las flores – Lástima, tan bellas pero de vida tan efímera.

- Volverán a florecer al próximo año y al siguiente también.

- Pero no volverán a ser las mismas, serán otras que tomarán sus lugares, ha sido un gusto saludarte, Ginrei – Haciendo una elegante venia – Nos vemos, Kuchiki-sama.

- Adiós, Feng Sui – "Ojalá y no te hubieras ido nunca", pensó el líder de los Kuchiki mientras la veía alejarse cruzando el sendero de los cerezos.

Saludos

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