Parte 2.- Algo más que un combate

Cuando ambas fuerzas chocaron, del enorme tiburón emergía una gran sonrisa de satisfacción, mientras que en la del débil detective ya hacía una mirada de dolor y sufrimiento

-Debo admitir que no fuiste una presa fácil
Dijo aquel gran tiburón con algo de incredulidad en su voz

-Pero aún así no fuiste lo suficiente para detenerme jaja

El estaba exhausto y herido de gravedad... Este era su fin, o al menos eso creía el, hasta que algo cambio por completo el rumbo de esta historia...

En ese instante, algo cambio muy en lo profundo de su adversario... El se acercaba lentamente como si de un león y su presa se tratase, al acecho, el estaba seguro de que tomaría su vida, no le quedaba más, sin embargo en ese preciso instante, hizo algo que jamás en su vida ah hecho... Dudar de si mismo, dudar, de que si realmente ese sería el fin, ya que al acercarse lo suficiente la cara del tiburón cambiaba un poco mientras veía a lo lejos alejarse a sus camaradas...

El enorme tiburón podía oler su respectivo olor a tabaco, un olor tan característico que le volvía loco, un olor que caracterizaba a aquel pobre hombre...

También olía a alcohol, tenía unas cuantas manchas en su traje algo rasgado y empapado de sangre...

Se acercó más lentamente y le susurro al oido con una voz tan masculina, tan varonil, y tan certera como si de una arma se tratase, que a cualquiera volvería loco...

El se acercó y comento...

-Espero que está no sea la única vez que nos encontremos, te estaré buscando para otra pelea, fue grandioso luchar con una presa difícil *le sonríe*

Con esas palabras, el detective quedó en estado de shock, antes de quedar desmayado por la gran perdida de sangre...

El tiburón se levantó, cortó una pequeña rosa que crecían cerca de esa zona, se cortó con las espinas e impregnó los pétalos de la rosa con su sangre y dijo así mismo...

-Espero con esto que me lleves a todos lados, y que está rosa permanezcas cerca de quién será tu rival, durante el resto de tu vida...

Dicen que en la vida nadie tiene escrito nuestro destino, que lo forja uno mismo y ambos sin darse cuenta tarde que temprano estarían destinados a ser algo más que enemigos en batalla, estarían destinados a forjar una vida juntos...

Algo los amarraba como si de una cadena de tratase de uno a otro, o como si la leyenda del hilo rojo estuviera hecha una realidad...

Sea cual sea el caso, estos dos aún no estarían listos para que su vida diera un gran giro, como si de una vuelta al mundo se tratase...

Días después, el detective empezaba a recuperarse y todos los superhéroes se preguntaban lo mismo:
¿Porque no lo asesino en ese instante?

Ninguno claro tenía la respuesta, y el detective no estaba dispuesto a hablar, acerca de aquello que sintió...

Porque, que dirían? Todo es interrumpido siempre por el que dirían, cuando realmente a él debió de importar una mierda eso y seguir su corazón...

Las peleas seguían y seguían, mientras que ambos más se atraían, con cada pelea, aquel tiburón se sentía más satisfecho, más pleno, con cada pelea, ese detective se sentía más vivo, más completo...

Terminaban ambos heridos, pero siempre levantaban la mirada y sonreían como si de un simple entrenamiento se tratase...

Pronto muchos de esos villanos fueron encarcelados, pero siempre que alguno quería tomar el lugar del detective este se negaba, con la mentira de terminar esta ocasión dicho trabajo, una dulce y venenosa mentira que encantaba a ambos...

En sus combates el tiburón siempre llevaba ese traje oscuro que le va tan bien, y lo hace ver tan increíble e imponente como desde el primer día en que ambos se toparon...

Mientras tanto, el detective siempre llevaba el mismo saco amarillo cafesoso, con ese olor impregnado que tanto al tiburón agradaba...

Cómo se había predicho antes, Constantine, poco a poco se volvió en el arquero que flechó aquel corazón tan frío y dolido de aquel adversario tan rudo y valiente...

Bueno hasta aqui el capítulo de hoy! Espero les haya gustado! Si es así apóyame con una estrellita y dame tu opinión en los comentarios!

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