Hoja 9.
La voz de Ho Seok ...
Hoy en día es difícil lograr lo que se quiere. Mi abuelo me contaba que era mas fácil en sus tiempos, a pesar de que no tenían tanto avance tecnológico, puesto que se medían las personas por la capacidad y no por las influencias.
Decidí separarme de mi familia queriendo cumplir mi sueño, quería subir a un escenario y que muchas personas estuvieran maravilladas por mi presentación; que mis sentimientos se transmitieran a sus corazones y que resonaran cada vez que me vieran. Tener que dejarlos por un tiempo me daba resaca porque mis padres han sido los mejores para mi; amables, comprensivos, amorosos y me han apoyado en cada decisión por difícil que sea. Pensar en estar un tiempo sin ellos era duro, pero no podía retractarme.
Tenía que ir a Seul para poder entrar en la academia de baile que mi hermana mayor había investigado, habían de todos los estilos y pulirían mis habilidades adquiridas desde la escuela en los grupos de danza urbana a los que asistía. No tenía la edad suficiente para tener un trabajo estable así que le ponía ganas a los de medio tiempo, no eran tan agotadores y podía repartir muy bien mi día para hacer todo lo que necesitaba. Logre conseguir un apartamento decente, pequeño y cálido en una pensión por lo que no tuve problemas para acomodarme, estaba amoblado y me ahorre unos won.
Había acordado con mi familia que reuniría la mitad del dinero y ellos me ayudarían con la otra mitad para pagar la inscripción a un concurso de empresas musicales y para la academia. Trabajaba motivado por la idea de poder realizar mi sueño. Me sentía muy aliviado porque en el camino tope con personas muy amables, mi compañeros de trabajo, vecinos, los clientes que iban a los restaurantes y demás, no podía quejarme.
Una de esas personas que me dio su mano fue Dean, tres años mayor que yo, vivía en la capital pero trabajábamos en el mismo restaurante de meseros. Desde que entre a trabajar quiso ser amable y me explicaba como era el trabajo, nunca hacía gestos de molestia o hacía malos comentarios de nadie. Me gustaba su compañía, escucharlo hablar de sus novias, o contarle de mi vida en Busan, nos divertíamos mucho cuando eran días libres y de vez en cuando lo acompañe a sus citas dobles.
A la vuelta de tres meses eramos muy amigos, me quede un par de veces en su apartamento y él en el mio. Aunque no nos gustaban las mismas cosas tratábamos de compartir los gustos y ver quien caía primero en el mundo del otro.
Finalmente tuve la mitad del dinero que necesitaba. Recuerdo que ese día fui a recoger mi pago y empece a hacer cuentas de camino al apartamento, me di cuenta que había cumplido con la meta y lloraba como tonto caminando. Me detuve en unas cabinas telefónicas y llame a mis padres, creo que los asuste porque solo lloraba y no podía decirles nada mas. Una vez me calme, y mi llanto no me ahogaba les dije muy orgulloso de que en seis meses ya tenía el dinero que necesitaba. Mi padre grito en el altavoz y mi madre lloraba junto con mi hermana, había sido una dura etapa para los cuatro pero ya estaba llegando a su final.
— ¡Mañana te enviamos el dinero!—. Dijeron contentos.
No hablamos mucho porque soy muy consentido y podía seguir llorando por horas con ellos. Solo me prometieron que el día de la audición estarían conmigo dando el apoyo que necesitaba.
Al día siguiente hable con Dean, también estaba feliz escuchando mi noticia, aplaudía y reía viéndome fantasear con un escenario para mi. Ese mismo día me acompaño a recoger el dinero y nos quedamos en mi apartamento jugando vídeo juegos.
La siguiente semana las cosas dejaron de ser iguales. Como ya tenía el dinero me retire de dos de los tres trabajos de medio tiempo, me quede solo con el de mesero con Dean. Pero sentía que algo estaba cambiando, Dean ya no hablaba conmigo como de costumbre, no se veía muy bien, a veces se iba primero, no respondía mis llamadas o mensajes, se estaba aislando y yo no entendía el porque.
El fin de semana que habíamos quedado en ir a la academia para averiguar sobre las inscripciones, no se apareció, ni me llamo para decirme que pasaba. Eso me saco de quicio y fui hasta su apartamento para hablar con él, si era error mio me disculparía pero sino, necesitaba una excusa.
— ¿Que haces aquí?—. Medio abrió su puerta y no se veía contento de verme.
— Necesitamos hablar—.
— Estoy ocupado. Te veo en el trabajo—.
— No. Debemos hablar ahora—. Dije puntual.
Soltó un aire resignado, y abrió la puerta por completo. Entré y no vi a nadie.
— ¿En que estás tan ocupado?—.
— ¿De que quieres hablar?—. Paso por mi lado, no se veía bien, hasta desaliñado estaba.
— ¿Que pasa contigo? Desde hace días estas extraño. Hoy no fuiste conmigo. No hablamos, nada. ¿Paso algo?—.
Saco una lata de cerveza de su nevera, la abrió y se sentó en el sillón de la sala.
— Tengo muchos problemas como para estar jugando a los buenos amigos contigo. Haz tu vida y déjame hacer la mía—.
— No te entiendo. ¿Que te pasa? —. Quería que me hablara claro, sabía que escondía algo.
— No lo entenderás—.
— Primero inténtalo antes de rendirte—.
Acabo su cerveza e hizo un tiro al cesto de basura.
— Tengo problemas económicos ... —. Escuche casi balbuseado porque se tapo la boca.
— ¿Era eso?—.
— Lo ves muy simple, pero no es así. La verdad es que invertí mi dinero en un negocio y aún no sale nada, me tiene un poco intranquilo—.
— ¿Te robaron?—.
— ¡No! Solo se demora un poco—.
— ¿Porque no me lo dijiste?—.
— Me daba pena. Mira, yo nunca he dependido de otra persona—.
— Podemos hacer algo, una rifa por ejemplo—.
— De tarda mucho, debe ser ahora—.
— ¿Que deudas tienes?—.
— La verdad es que necesito dar la otra mitad de la inversión o mi dinero no se incrementara mucho—.
No era un problema grande. Se trataba de dinero, eso me tranquilizo, su ansiedad y actitud extraña era causada por estrés. Me había asustado, era mi gran amigo, no quería que por mal entendidos se dañara la amistad.
— ... Estuve pensando mucho tiempo ... Parece que viniste a mi ... —. Dijo.
— No entiendo—.
— Préstame el dinero —.
— ¿Que?—.
— Tus padres enviaron la mitad del dinero y tu tienes la otra mitad. Prestamelo, y lo invertimos—.
Intente sonreír para disimular lo asombrado que estaba. Yo quería ayudarlo, en serio quería, pero apostar lo que tanto me había costado me preocupaba.
— Dean sabes que ese dinero ya tiene su destino—. Dije de modo que no sonara a un rotundo "No".
El suspiro decepcionado.
— ¿Ves? No puedes ayudarme. Mira, mejor vete a jugar—. Se levanto y saco otra lata de cerveza.
Me sentía mal por mi amigo, de verdad me necesitaba, sus líneas de expresión estaban todas hacía abajo, también vi sus ojeras; quizás no había dormido lo suficiente y por eso tenía mal humor. Gire hacía la puerta y di dos pasos, ¿que me pasa? Dean siempre me apoyo desde que nos conocimos, ¿así le voy a pagar? Regrese con Dean y le sonreí.
— ¡Te prestaré el dinero!—. Dije casi gritando.
Sus ojos se engrandecieron y brillaban, su sonrisa se dibujo en su rostro. Ayudaría a mi amigo y de paso obtendría otro beneficio. Invertir significaba multiplicar el dinero, incluso podía darle dinero a mis padres y mi hermana, era un beneficio mutuo.
Ese fuimos hasta mi apartamento por el dinero y lo acompañe hasta donde debía entregarlo, quedamos en que la mitad de las ganancias serían mías y no hubo problema alguno. El humor de Dean volvió a la normalidad y yo me sentía mas tranquilo porque estábamos bien y pude ayudarlo como él a mi.
Había una fecha en la que nos entregarían el dinero multiplicado. Dean se había ido a visitar a su familia una semana antes, por alguna extraña razón no respondía mis llamadas o mensajes y creí que estaba ocupado con su familia; si fuera yo me la pasaría con mis familiares todo el tiempo.
A mis padres tuve que decirle una mentira piadosa cuando me preguntara sobre la academia y el concurso de baile. Yo iba a un salón de practicas que estaba abierto al público y les hacía creer que era la academia, no sería por mucho tiempo; podía manejarlo hasta entonces.
Los días pasaban y no tenía respuesta de Dean, una parte de mi entendía porque lo hacía, y la otra estaba muerta del miedo, surgió una pregunta interna, ¿esta escondiéndose de mi? ¿paso algo con el dinero? Inmediatamente me daba golpes en las mejillas para borrar esos pensamientos mediocres, Dean era mi amigo, ¿como iba ser capaz de usarme tan vilmente? No cabía en mi cabeza.
Llego el día de recoger el dinero y no tenía la mas remota idea de donde podía buscar a Dean. Recordé que tenía una novia, o mas bien una chica con la que saciaba sus necesidades físicas, él me había llevado varias veces donde ella vivía así que fui a verla. Toque a su puerta y ella abrió; estaba en pijama porque era temprano y de paso un fin de semana. Pregunté por Dean pero ella se molesto, después de insistir en su puerta me dejo pasar y solo para desahogar su enojo por Dean.
— Ese hijo de ... Termino conmigo hace mas de una semana. Uso mi dinero y se esfumo. Si lo ves dile que le mando saludos —. Estaba realmente molesta.
Salí de ahí con un nudo en la garganta, ¿Dean era ese tipo de persona? Me era difícil de creerlo, ella me dio un número donde podía ubicarlo, era diferente al que yo conocía. Corrí a la cabina telefonica y marque el número, timbro una y dos veces hasta que levantaron el teléfono.
— ¿Diga?—. Era una señora.
— Buenos días, ¿esta Dean?—.
— No. Él no vive aquí—.
— ¿Con quien hablo?—.
— Con su madre—. Dijo ella inocente.
— Mucho gusto señora, soy amigo de su hijo. Quisiera saber si Dean regresara a la capital—. Estaba muy nervioso.
— ¿No te lo dijo? Dean viajo ayer a Japón con su padre. Regresa en seis meses—.
Era mentira, no podía ser cierto. ¿Me uso? ¿Porque me hacía esto? ¿Dean... Se había ido?
La mujer hablaba del otro lado pero yo solo colgué. Me temblaban las manos y me dolía el pecho. Lo primero que pensé fue en mis padres, ¿como iba a decirles que había perdido el dinero? Lo segundo era, lo decepcionados que iban a estar al enterarse de que les había mentido todo este tiempo sobre la academia, no me lo iban a perdonar nunca.
Camine sin rumbo fijo por alrededor de tres horas, en ese punto no sentía mis pies, flotaba en mis pensamientos. Quería encontrar la manera de recuperar el dinero y olvidarme de la pesadilla que estaba viviendo. Una luz me ilumino y tome un taxi que me llevara al lugar donde Dean entrego el dinero, podía reclamarlo, los que estaban en el edificio me habían visto con él, podía intentarlo. Entré dejando el alma en la carrera que pegue y la secretaria me miraba asustada, pensó que la iba a lastimar o algo así. Ella me recordó cuando le hable de ese día, suspiro aliviado pero luego ella dijo que en el edificio no había una oficina de inversiones, mas bien de cobranzas, pero que había sido retirada hace mas de dos semanas. Otro golpe a mi corazón, ¿cobranzas? ¿me mintió? Sus estados eran porque debía dinero, un grupo ilegal que hacía prestamos y te cobraba el doble de lo que te daban, fue lo primero que pensé.
Debí tener una cara de muerto porque la mujer se preocupo y se ofreció a darme un vaso con agua. Me retire sin mas, derrotado, acabado, hundido, estaba solo en esto. Dean me había engañado y de paso jugado conmigo, nunca me vio como su amigo, nunca quiso una amistad sincera, simplemente necesitaba personas que le tendieran la mano cuando lo necesitaba y cuando no las abandonaba como si nada.
Llegué al departamento y sentí que mi pierna se iba a salir de su lugar con tantas vibraciones del celular, estaban entrando mensajes desde que salí del edificio, no quería verlos porque sabía que eran de mis padres, y tarde que temprano me descubrirían.
Por lo que paso deje de hablar seguido con ellos, trabajar se volvió tedioso y no rendía igual, fui despedido y con todo el derecho, parecía que todo había perdido sentido, no tenía como recuperar esa cantidad de dinero, mis esfuerzos y mis horas extras habían quedado en nada. Lo que mas me dolía era el dinero de mis padres y mi hermana, quien sabe cuanto tuvieron que esforzarse para conseguirlo y yo lo había botado por la alcantarilla como si fuera basura.
Me la pasaba todo el tiempo en el apartamento, sufría de insomnio y tenía constantes pesadillas. Escuche de uno de los vecinos que habían unas pastillas que me harían conciliar el sueño, con el poco dinero que tenía para vivir las compre y empece a tomarlas, me relajaban, no sentía pesado el cuerpo, podía incluso dormir, si quería.
Mi hermana era quien mas me llamaba así que tome la llamada metido en la cama con cara de muerto.
— ¡¿Que pasa contigo?! —. Retire el teléfono antes de quedar sordo.
— ... ¿Que quieres?... —. No sonaba muy bien.
— Nuestros padres están muy preocupados porque no te has reportado—.
— ... Estoy enfermo ... —.
— ¿Que tienes? ¿Fuiste al medico?—. Su tono bajo, no se escuchaba molesta.
— Si. Me dio reposo absoluto y era lo que trataba de hacer hasta que llamaste a gritar—.
— Es tu culpa ... Estaba preocupada ... ¿Quieres que vaya a cuidarte? —.
Quería decirle que si. Mi hermana siempre fue de gran ayuda cuando yo no sabía que hacer, sin embargo no podía ser egoísta, ahogue mis lágrimas y le pedí que calmara a mis padres que cuando estuviera bien, los llamaría sin falta.
Los días siguientes fueron peores, las pastillas que tomaba dejaron de hacer efecto y me vi obligado a cambiar de antidepresivos, necesitaba mantenerme a raya mi depresión. Termine encerrado en mi apartamento, a duras penas salía a conseguir algo para no morir de hambre. Conseguí un trabajo de medio tiempo en como repartidor, solo iba cuando me llamaban y estaba cerca de la pensión. Las cosas dejaron de tener un sentido y mi vida dejo de estar pintada en sueños, era todo un fracaso, un fiasco.
Retome la conexión con mi padres, no hablábamos seguido, pero trataba de que fuera lo suficiente para ellos. Seguía bajo la mentira de que estaba en un academia de que participaba en las pruebas y que pronto tendría la oportunidad de presentarme en un concurso de K-Stars, como lo habíamos pensado.
Poco a poco una parte de mi moría tan cruda y lentamente que se sentía como un gran peso en el corazón. ¿Que sentido tenía seguir con vida? ¿Algo como yo tenía el derecho de existir? Pensé de ese modo, tomaba mas antidepresivos queriendo ocultar el otro yo adolorido y derrotado que se reflejaba en el espejo. Mis ojeras se hacían cada vez mas y mas largas y pronunciadas, era un muerto en vida, ¿es el momento de despedirme?
Fui al espejo del baño, abrí la puertecilla detrás y tome el último frasco de depresivos que tenía, destape con llanto el frasco, no quería hacerlo, quería tener un poco de descanso en mi interior, quería dormir y despertar en un mundo tranquilo, ¿morir era la solución? Puede que no, pero al menos no tendría que despertar y seguir sufriendo. Mis manos temblaban mientras bajaban las mas de treinta pastillas que tenía el frasco, algunas cayeron en el lava manos; mis lágrimas hacían un pequeño charco en el suelo. Se había terminado el tiempo, tuve un pequeño instante mientras tragaba las pastillas en que pensé en el sufrimiento de mi familia, pero sabía que eran fuertes y se repondrían.
— ... Alguien ... Ayúdeme ... —.
Diez minutos después, tirado en el suelo del baño, escuche una voz que llamaba mi nombre, me levante aturdido; confundido; con la cabeza grande; me costaba respirar; estaban haciendo efecto. Abrí la puerta guiado por una gran luz brillante y molesta. Camine y camine escuchando la voz mas y mas cerca, quería saber quien me llamaba, quien era. Un destello me cegó y sentía como el alma se me desprendía, me estaba hiendo, dejaba atrás el sufrimiento y la vida miserable que había tenido. Alcance a escuchar una segunda voz, esta vez mas clara, era una mujer, pude escuchar a una mujer, pero no decía mi nombre, no pude verla, me estaba desprendiendo del mundo, estaba hiendo a descansar serenamente en alguna parte del infinito.
Mi nombre es Jeong Ho Seok, tengo 19 años, uso antidepresivos, me gusta bailar y espero algún día poder subir a un escenario y escuchar los gritos de alegría de mis fans.
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No tengo mucho que decir respecto a esto. Se los dejo.
Gracias por el apoyo, las visitas, los votos y comentarios. En serio gracias. Besos.
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