Hoja 8.

La voz de Lizzy...

Últimamente las cosas han estado muy agitadas. Sería mentira decir que ya estoy acostumbrada al rol que debo desempeñar, así que no lo diré, a veces me gusta quejarme de lo que me pasa, es bueno, ayuda a relajarse y de vez en cuando me da respuestas que estaban a simple vista. 

Ocasiones como estás, aprovecho para ir de visita a mi hogar. Como soy un ser humano, veo las cosas con ojos de humano, así que ya no son solo luces, sino que veo las figuras de mis compañeros; mi profesor y algunos superiores. Mi profesor siempre me espera bajo la sombra de un árbol, es como si supiera que iría en su búsqueda. 

— Está vez fue muy pronta tu visita—. Me dijo. 

Para describirlo, tendría que decir que es de 1.73, cabello largo blanco como la nieve, ojos arrugados de color azul, las manos arrugadas y vestido de blanco; un blanco intenso que quema al verlo fijamente. Sabio, muy estricto y paternal. Claro que nunca lo había visto mas que como un destello, lo único que no había cambiado era su tono de voz. 

— Estoy cansada—. Me senté a su lado. 

— ¿Que quieres hacer?—. 

— Mmmm ... No lo sé. Creo que es mas de lo que esperaba—. 

Él arqueo una sonrisa. 

— Es porque eres especial igual que ellos—. 

— ¿En que sentido? ... Son solo dos y ya me siento sin fuerzas —. 

— Cuando me dijeron que ibas a ser guardián, estaba seguro de que podías lograrlo y sentí una gran felicidad por ti. Puede que al principio sea difícil, pero no quiere decir que no puedas con ello—. 

— Tampoco se como ayudarlos. Si los conocieras, sufren tanto, que duele el pecho—. Empuñe la mano en mi pecho. 

— Para eso eres su guardián, busca la manera de acercarte a ellos, de que vean en ti un apoyo para salir de ese abismo. Sabes que sin una mano amiga es complicado surgir—.Puso su mano en mi hombro. — No desistas y despreocúpate pensando en si puedes o no, las respuestas llegarán a ti a medida que vayas madurando, yo y él estamos aquí, nunca has estado sola—.    

— Sabía que podía sentirme mejor si venía aquí. Tengo una pregunta—. 

— Dime —. 

— Respecto a esa persona. No me siento bien teniéndola cerca, pero temo equivocarme y alejar a alguien importante ... ¿Que debería hacer?—. 

— No puedo responderte a eso —. Miro al frente. 

— No es justo—. Cruce mis brazos. 

— Nadie mas que tu puede responder a esa pregunta. Solo te diré que debes prepararte para lo que viene, se fuerte, paciente y mantente firme en tu decisión—.  

La imagen del lugar se iba desvaneciendo. No había obtenido una solución apropiada, solo un par de palabras de consuelo, aunque era poco, me servían mucho para levantar mi espíritu ahogado entre las dudas. 

Desperté dándole la cara a un nuevo día. Saque mi mano fuera de las cobijas y tome el celular para ver la hora; era temprano, no tenía afán. Había un mensaje de Jin como casi siempre en las mañanas, se había apegado a mi de una manera impresionante, nunca había conocido a alguien como él, pero me daba cierto alivio tener control de lo que hace, aún no entendía muy bien como podía ayudarlos, mientras aprendía, necesitaba tenerlos cerca. También había un mensaje de Jackson junto a tres llamadas perdidas de él, en los últimos días nos habíamos visto muy poco y llamaba mas seguido para un reporte completo del intinerario. 

Después de responder ambos mensajes, me dispuse a arreglarme, no tenía que estudiar pero si debía estar en el orfanato. Haber hablado con mi maestro me tenía mas tranquila, no era cuestión de huir por lo que pasaba, tenía que hacerle frente y seguir avanzando, tal vez no solo era una lección para ellos, también para mi. 

Llegue puntual al orfanato con un aspecto diferente, mas alegre y entusiasta, quería que los niños sintieran mis ánimos y no se pusieran tristes con solo verme. La madre superiora me llamo de sorpresa a su oficina y las hermanitas me preguntaban si había pasado algo, y pues según yo, no, que yo supiera. 

— Permiso madre superiora—. Asome medio cuerpo y al darme su consentimiento entré. — Me llamaba—. 

— Si querida. Primero quiero saber, ¿como has estado? escuche de la Hermana Jyeo que estabas un tanto despistada—.  

— Que pena con usted, preocuparle de esa manera. Este tranquila, solo tenía una guerra espiritual como mi ser interno—. Me sentía protegía teniendo personas que están pendientes de mi estado. 

— Sabes que si necesitas algo, este lugar no es solo para que trabajes, sino también para que te sientas en familia—. 

— Muchas gracias, madre superiora. De verdad estoy muy feliz de trabajar aquí—. Agradecí con una reverencia. 

— Lo siguiente. Escuche que tienes pase de conducción y sabes manejar, ¿es eso cierto?—. 

— Si señora. No tengo auto pero saque el pase, ¿porque?—. 

— No tengo a nadie mas a quien confiarle esta tarea, a parte de que es algo privado y quiero ser  muy discreta—. 

Estaba dándole muchas vueltas al asunto y ladee un poco mi cabeza. 

— Lo que sucede es que tengo un sobrino, que hace poco  vino de Busan a vivir a la cuidad. Mi hermano, que es su padre, me llamo para decirme que hace días no tiene noticias de él, no pueden venir porque ambos están trabajando en el exterior y les es muy difícil regresar. Dijo mi hermano, que le envió un paquete a donde mi sobrino trabaja pero no sabe si lo recibió. Yo no puedo salir del orfanato para asuntos personales, pero si me preocupa. Así que quiero pedirte el favor de que vayas por la encomienda y si no es mucha molestia que se le entregues—. 

Se escuchaba intranquila y preocupada, se trataba de su familia, era normal que estuviera así. Claro que no me iba a negar y con gusto acepte ayudarla para que dejara de preocuparse. 

Ella escribió en una nota la dirección de donde él trabajaba, y viendo que era lejos, entendí porque necesitaba un auto. No me dio la dirección de donde debía llevar el encargo, porque no se la sabía, pero dijo que el hermano había enviado un sobre con los datos y que era posible que estuviera allá mismo. 

La dirección me llevo a treinta minutos de la capital, en una academia de danza contemporánea. La casa vestida a la antigua constaba de dos pisos y era muy elegante y bella a primera vista. Toque a la puerta y una bella mujer con vestido de ballet me atendió. 

— Hola buenos días—. Sonrió ella. 

— Buenos días—. 

— ¿Vienes para averiguar de las clases?—.  

— No. En realidad vengo buscando a alguien que trabaja aquí—. 

— Claro, ¿como se llama?—.

— Ya le digo ...—. Saque la nota de mi bolsillo, no había memorizado el nombre. — Es, Park ... Park Jimin—. Leí la nota. 

Su gesto no me dio buena espina. 

— Nuestro Jiminie ... No ha venido a trabajar desde hace una semana—. Dijo con la mirada triste. 

— ¿Paso algo?—. Indague. 

— No, que nosotros sepamos, nada. Un día dejo de venir y no sabemos donde vive —. 

— Me envió un familiar de él, por una encomienda que enviaron sus padres—. 

— Ah, si. Claro, nosotros la tenemos. Permiteme traerla—. Dijo amable después de entrar en una oficina. 

La situación era complicada, del señor Jimin no se sabía nada — digo "señor" porque es una academia, él es profesor y debe ser una persona entres lo 28 o 35 años. Ni siquiera sus compañeros de trabajo podían dar razón. Fue bueno que yo hubiera ido en vez de la madre superiora, pudo haberse preocupado de mas.  Solo me quedaba esperar para llevar la encomienda y poder darle un reporte de buenas noticias a la madre superiora. 

— Aquí esta. Llegaron dos, esta caja y el sobre—. Traía ambos. 

— Esta bien. Yo los llevare—. Los tome. 

— Por favor, si sabes algo, ¿podrías llamar?—. Me dió una tarjeta. 

— Por supuesto. Tengo fe de que esta bien—. Dije para calmarla. 

Subí al auto y me despedí de la noble mujer, tenía una aura brillante lo que significa que era una buena persona. 

Mas adelante me detuve para ver la dirección. Por lo que tuve que abrir el sobre. Dentro había una carta, tenía que leerla para saber la dirección y quien era Park Jimin. 

" Hermana mía; no sabemos nada de Jimin, estamos muy preocupados, ¿crees que nos odie? Ya no se ni que pensar, ambos nos sentimos muy mal por trabajar tan lejos. Esta es la dirección de su residencia y te envió una foto de él actualmente, como no lo ves desde los cinco años, creí que era bueno para que no te sorprendieras. Te pido lo busques y me llames para saber que paso con él. Si puedes dile que lo amamos con todo el corazón". 

Eran las palabras de un padre entregado por su hijo y angustiado por saber como se encontraba en la cuidad por él mismo. Posiblemente llevaban mucho tiempo separados y por lo que estaba escrito, no parecía que estuvieran en buenos términos. —¿Se abra fugado?—. 

Saque las fotos para ver quien era. Me había imaginado un hombre de unos 29 años, soltero, poco agraciado y esas cosas. Lo que encuentro es un niño de unos 17 o 18 años, cara de bebe, ojos rasgados, piel limpia, sonrisa impecable, típico chico popular de la escuela. Un adolescente que estaba metido en problemas y para terminar muy guapo el condenado. 

De inmediato tuve una presión en el pecho, un dolor que no era mio, ni común pero que me hacía recordar a Jin y a Jungkook. Eso me preocupo, porque recordé las palabras de mi maestro, las cosas iban a estar muy feas de ahora en adelante. Tenía una mala costumbre de pensar lo peor en esas situaciones y esta no fue la excepción. Mire al final de la carta la dirección de donde el chico vivía y daba la casualidad de que era en la pensión donde vivo — ¿así o mas directo el mensaje?. Encendí el auto y me puse en marcha a la brevedad posible. 

Mientras iba pasando el puente colgante que me guiaba por el lado norte de donde estaba la pensión. Vi a un hombre de aspecto pálido que venía en dirección contraria a mi, caminaba por la parte peatonal y se tambaleaba, llevaba un bluzon oscuro largo, unos jeans rasgados y zapatos en tela. 

— Debe de estar ebrio—. Dije viéndolo pasar.  

Baje la velocidad por si me llegaba a pedir que lo acercara a algún sitio, podía ayudarlo si es que estaba necesitado. Lo pase y no vi ninguna señal de ayuda, alcance a ver su rostro, no solo estaba pálido parecía que sufría una gran pena y tenía los ojos hinchados. Sin dejar de quitarle la vista por el retrovisor baje mas la velocidad y de un momento a otro vi como se desplomo en el suelo.  

Frene de golpe el auto, saque las llaves y corrí rápidamente para auxiliarlo. No sabía quien era pero frente a mis ojos no podía dejar a alguien desahuciado. Me tumbe para ayudarlo y escuche que un auto freno cerca a nosotros. Le levante la cabeza y no daba respuesta, sus labios estaban pálidos casi morados y su piel estaba fría, no recuerdo un temor tan horrible como el que sentía.

Un hombre que se detuvo me ayudo a subirlo a mi auto, sentía que debía ir rápido al hospital o iba a ser demasiado tarde. Pude verle bien el rostro y no era muy adulto; posiblemente ya estaba en sus 20 o 21, su rostro era muy angelical y tenía pestañas muy hermosas. Aceleré a lo que daba el auto y lo lleve al hospital mas cercano que conocía. 

Entramos como una urgencia prioritaria, los enfermeros corrían después de tomar su pulso y ver su semblante tan apagado y pálido. Yo iba a su lado corriendo junto a la camilla, no quería que dejara de luchar, no lo conocía, ni sabía que había pasado pero deseaba que luchara fuera contra lo que fuera. Tome su mano y su película paso por mi mente, se trataba de alguien que sufría mucho por sus padres, tenía un gran peso encima y se sintió acorralado hasta el punto de no querer continuar viviendo. Solté su mano porque pasábamos por la última puerta hasta donde me permitían acompañarlo. 

No entendí muy bien lo que había visto pero si sentía esas inmensas ganas de llorar por él. Por una persona que no conocía pero que sentía su dolor como mio. 

Use el celular y envíe un mensaje a la madre superiora explicándole que había recogido la encomienda pero que de camino había tenido un percance y que no podía entregar el paquete de inmediato, que lo haría cuando estuviera libre. Ella respondió con un "cuídate", que me dejaba tranquila y podía tomarme la libertad para esperar al médico. 

Una hora después de haber entrado, un enfermero salió con su celular y una billetera, me dijo que eran sus pertenencias y que yo debía tenerlas. Le pregunte de como iban pero no supo darme una razón. 

Revise su billetera, no encontré mas que tarjetas de empresas, dos pases a cine y un montón de papel de baño. Mire en su celular pero estaba bloqueado, tenía tres intentos para poder desbloquearlo, los dos primeros los falle y luego de hacer memoria, recordé un patrón que había visto en cinco celulares, lo use y efectivamente quedo abierto. 

— La juventud y sus modas—. Pensé.  

Lo primero que se veía era el fondo de pantalla de dos personas y una etiqueta que decía "mamá y papá". Fui a las imágenes y habían muchas fotos de sitios, del sol, la luna, unas mariposas y finalmente fotos de él; habían varias fotos con otras personas donde todos reían y se veían muy contentos. Después fui a sus mensajes, tal vez hay encontraría su nombre. 

La gran mayoría eran de un solo remitente. Una persona llamada Hun asecas; se notaba que hablaban seguido y que se llevaban bien. También vi mensajes de días atrás para sus padres. 

"Estoy bien mamá, no te preocupes ... Hoy fue un gran día... Papá, ¿como haces el pollo que me gusta? ... ¡Obtuve un premio! ". Los mensajes eran de ese tipo. No vi uno solo donde se quejara o se sintiera triste y desamparado. Estuvo sufriendo a solas hasta que se ahogo en el río de la amargura.   

Mi corazón lloraba adolorido, triste y herido, me hacía pensar en lo solo que era el chico y lo terrible que podía ser bajo su situación actual. De cierta manera me alegraba haberme topado con él, posiblemente podía ayudarle a que entendiera la magia de la vida. 

Finalmente encontré un mensaje con su nombre, era de una compañera de estudio, decía: — Jung Ho Seok ¿donde estás?—. 

Su celular sonó y arbitrariamente tome la llamada al ver que se trataba de la única persona que podía darme respuestas de lo que pasaba. 

— ¿Alo?—. 

— ¿Quien habla?—. Primero la voz de un hombre

— Habla con Lizzy, soy conocida del dueño del celular—. 

— Oh, mucho gusto, Soy Dean, ¿puedo hablar con Ho Seok?—. 

— ... En este momento es complicado ...—. 

— Él esta contigo y no quiere pasar. ¿cierto?—. Segundo, no eran tan íntimos, si el dueño del celular se le escondía.

— Se equivoca. Porque no me ve y hablamos mejor—. 

— ¿Verla, donde? ¿Que pasa?—. Dijo cambiando la voz. 

— Venga al Hospital de Jungye y hablamos—. 

— ¿Ho Seok esta bien?—. Tercero, eran amigos pero estaban discutiendo, nadie se preocupa por alguien que no conoce. Yo si lo hago, pero no todo el mundo lo hace. 

— Por favor no tarde—. 

— ¿La veo en la entrada?—. 

— Esta bien—. 

Sentí esa necesidad por conocer lo mas pronto posible quien era Jung Ho Seok y que había pasado en su vida, nadie mas que Dean, la persona con la que mas habla para decírmelo. Tuve el presentimiento que no por nada tuve que encontrarme con él, ¿y si se trataba del tercero?

No esperaba que llegara en tan poco tiempo. Fuimos a la cafetería del Hospital para estar cómodos y hablar.

— Siento mucho haberle hablado así—. Pedí disculpas por mi falta de tacto para hablar de calamidades. 

— No se preocupe. La verdad desconfié al principio. Me alegra haber tomado la decisión de venir—. No quitaba su expresión de preocupado. — ¿Que paso?—. 

Tome aire y lo expulse lentamente. 

— Iba por la carretera cuando lo vi desplomarse a un lado de la vía. Lo traje lo mas rápido que pude, pero los médicos aún no dan un reporte—.  

Dean cerró los ojos señal de que le dolía escuchar lo que había pasado, paso la mano por su cabeza y me miro. 

— Entonces ... ¿No se conocen?—. 

— No. Esa fue una mentira piadosa. Necesitaba respuestas y por ahora usted es el único que puede dármelas—. 

— ¿Porque piensa que puedo ayudarla?—. 

— Porque leí los mensajes que comparten, usted quiere ayudarlo pero no sabe como, quizás yo encuentre la manera—. 

— No se porque, pero ¿ que quieres saber?—. No se veía convencido pero al menos estaba dispuesto a responder. 

— ... ¿Porque se dejaron de hablar?...—.  

— ¿Como lo sabes?—. 

— Leí sus mensajes—. Repetí.

— Parece que alguien no sabe lo que es la privacidad. No entraré en detalles. Hace unos meses Ho Seok invirtió el dinero de sus padres en un negocio que le pintaron como el mejor, habían buenas ganancias y podría quizás devolver así tres veces la cantidad que invertiría. Todo termino mal y perdió cada peso que entrego,. lo peor es que sus padres pensaron que el dinero serviría para que él entrara en una academia de danza profesional y así cumplir su sueño de entrar en el gremio de la música—. 

Sonaba un tema muy fuerte y delicado, por eso Ho Seok no le respondía los mensajes seguidos a sus padres, cada vez que lo hacía les mentía y le dolía hacerlo. Lo que no encajaba era que tenía que ver Dean con eso, si era su amigo pues que mejor que un punto de apoyo, ¿porque dejarlo de lado?

— Sigo sin entender. ¿Donde entras tú?—.  

— Familiar del paciente Jung Ho Seok, solicitado en el segundo piso, familiar del paciente en el segundo piso—. Escuche que llamaban. 

— Parece que ya salieron. Vamos—. Me levante, pero él seguía sentado. — ¿No vienes?—. 

— ... No ... Por ahora no es bueno que nos veamos ... Lo visitare después ... —. 

No era quien para juzgarlo así que lo deje, lo importante era saber como estaba Ho SeoK y luego me encargaría de lo demás.  

El médico me estaba esperando en la recepción del segundo piso, me acerque para preguntarle por el paciente y me llevo a una oficina medica. 

— Gracias a Dios todo salió bien, un poco mas y tal vez no lo estuviera contando—. 

— ¿Así de grave era?—. Pregunté. 

El medico me miro bajando sus gafas, extrañado. — Fue una sobre dosis, ¿no lo sabía?—. 

Parpadee y me sujete de la silla, sentía un profundo dolor. ¿Una sobre dosis? ¿Quiso acabar con su vida? ¿Porque? ¿Tuvo que ver con lo que Dean me había contado?. No le hallaba lógica a la situación.  

— Lamento decirle esto. Esta fuera de peligro pero un poco delicado, tuvimos que hacerle un lavado para limpiarlo—. 

— ¿Puedo verlo?—. 

— Si. Esta en la habitación 207, no esta despierto pero puede quedarse con él hasta que lo haga—. 

Asentí y fui a la habitación, las manos me temblaban, abrí la puerta y mis pies no se movían. Era una sensación horrible que encogía mi corazón. Finalmente camine hacia el frente y entré acercándome lento a la cama.  

Ahí estaba él, con su rostro pálido y afligido, con líquidos con medicamento y oxigeno mientras regula la respiración. Me costaba creer que la persona alegre de las fotos fuera el mismo que estaba viendo derrotado en la camilla. Acerque mi mano a su rostro y estaba frío como si no tuviera alma. Por mi rostro rodaban gotas de agua que caían en su almohada, no podía evitar sentirme así, y estaba segura que él me necesitaba y que hacía parte de los siete. 

Acomode su cabello y vi sus bellas pestañas y las cejas pobladas que lo hacían ver tan lindo. Quería verlo sonreír como en las fotos y escuchar su voz, que tono de voz tenía, sentía curiosidad por esas cosas, pero solo podía estar a su lado esperando a que abriera los ojos. 

Le suplique a mi padre que le diera un rayo de esperanza, que le mostrara el camino de regreso, que me diera sabiduría para poder guiarlo a su destino. Igual que a Jin y a Jungkook, deseaba protegerlo del mundo cruel que quería arrastrarlos hasta las profundidades de su miseria y desdicha. 

Llego la noche y vi como sus ojos se abrían para mi. No hice ruido y deje que despertara por su cuenta. Me quede parada a un lado de la cama esperando a que me encontrara con la mirada. 

— ¿Don-Donde estoy?—. Dijo quitándose la mascara de oxigeno. 

— En el hospital—. Respondí. 

Giro su rostro hacía mi y pude ver un pequeño brillo escondido en las pupilas de sus ojos. 

— ¿Quien eres?—. Se escuchaba débil. 

— ... Ummm... Alguien que quiere ayudarte—. Le sonreí. 

Volvió su rostro y se retiro la mascarilla, yo no quería acosarlo así que lo dejaba. 

— ¿Eres una enfermera?—. 

— No. Soy la persona que te trajo—. Ladeo la cabeza y sus ojos me apuntaron— Caminabas por la calle y te desmayaste, iba pasando y te traje—. 

Sonrió sarcástico y vi una lágrima que se le escapo del lado izquierdo. 

— Parece que hasta la muerte me hace a un lado—. 

— ¿Eso crees?—. Me molestaba y a la vez me frustraba su actitud. 

— Bueno —. Suspiro. — Muchas gracias por tus buenas acciones.  Puedes irte, esperare a que mis padres vengan—. 

— ¿Los vas a llamar?—. Pregunté. 

— Vivo con ellos, deben saber que estoy aquí—. Una gran mentira que decía con toda la seriedad del caso. 

— ¿Ellos vendrán?—. 

— Por supuesto. Les pediré a los médicos que se comuniquen con ellos. Puedes irte a tu casa, siento haberte puesto en esta situación incomoda—. Decía mentiras sin bacilar y sin titubear.   

— No es necesario. Puedes llamarlo desde mi celular. Toma—. Puse el celular en sus manos.  — Llama—. Apunte con la mirada, cruzada de brazos. 

Él se puso nervioso y dejo el celular en la cama. 

— No quiero ser una molestia para ti—. 

— Para nada lo eres. Tranquilo puedes usar los minutos que quieras—. 

Decidió darme la espalda, como quien dice "no molestes". Esa actitud infantil me molesto mucho y no pude ser paciente y comprensiva con él. 

— ¿Que? ¿No puedes? Tranquilo, dame el número—. Tome mi celular y puse para marcar. 

— Es mejor que te vayas—. 

— ¿Que pasa? ... Sabes tengo dos teorías, o no puedes llamarlos o no quieres llamarlos, ¿cual de las dos?—. 

— ¡Tu no sabes nada! ¿Puedes dejarme en paz?—. Su grito me hizo retroceder de la impresión, Su voz era dulce pero se sentía muy agobiado. 

— No puedo. Eres mi responsabilidad—. 

— Te libero de esa responsabilidad—. 

— No es tan fácil. Así que, ¿que vamos a hacer?—. 

— ¡Dije que te fueras! Tu ganas, ¿si? ... No puedo llamar a mis padres ... No por ahora—. A las malas pero pudo ser una pizca honesto. 

— Bien. En vista de la situación, menos voy a dejarte solo—. 

Apretó las sabanas y se dio vuelta hacía mi. — ... Solo veté, ¿si?...—.  

— No puedo dejarte solo. Si no quieres que llame a tus padres, entiendo. Llamare a Dean para que se quede contigo—. 

— ¡No!—. Me tomo del brazo— A él, no ... —. Resoplo. — ... Quédate ... Mejor quédate ... —.  

Habiendo sido tan amigos, Ho Seok reaccionaba muy extraño con el nombre "Dean"; no quería atormentarlo mientras se recuperaba, no hice ningún comentario y lo ayude a sentarse en la cama. 

— Iré a hablarle al médico para que te revise—. 

Asintió muy deprimido. 

— No te preocupes, todo saldrá bien. Voy a cuidarte hasta que estés bien—. 

— ¿Porque te preocupa?—. 

— A quien engañas. Estás feliz porque alguien esta contigo—. Le apunte y guiñe. 

— Eres una extraña, ¿porque me alegraría?—. 

— Porque querías atención—. 

— No es cierto—. 

— ¿Porque no te quedaste en la casa?—. 

Mordió su labio inferior y miro a su derecha. 

— Eso mismo pensé. Ahora vuelvo—. 

No tuve que indagar mucho para saber que Ho Seok estaba buscando ayuda, puede que se haya arrepentido de la decisión — de suicidarse y quiso salir para que alguien le brindara una mano. 

Caminaba hacía la recepción para llamar al médico y analizaba en mi cabeza lo que estaba pasando. Ho Seok, no era alguien que le gustara mostrar su lado débil o de los que piden ayuda abiertamente, pero si es de las personas que necesitan atención. Estaba perdido, asustado y acorralado, tenía que enfrentarse a sus padres, mentir para que no se preocuparan y cargar con el peso de su farsa. Temeroso por lo que dirían sus padres y lo decepcionados que estarían al saber que los engaño.

No era lastima lo que sentía por él; para explicarlo es como las ganas internas de ayudarlo a ver; que por mas que te acosen, por mas pecados que tengas, aun tienes tiempo, aún puedes arreglar las cosas, es cierto; será difícil, muchas personas saldrán lastimadas, pero es mejor colorados un rato que descoloridos toda una vida. 

No sabía que tanto podía intervenir en su vida, no conocía el alcance de su problema, pero eso no iba a impedirme, iba a estar con él, iba a darle las herramientas necesarias y después si dependería única y exclusivamente de sus ganas de superarse. 

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¡Ho Seok, me dueles! 

Queridos mios, espero les esté gustando. Déjenme sus comentarios y sus muestras de apoyo con una estrellita. 

Los quiero mucho. 


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