De la pizzeria al a apartamento, del apartamento a la casa de Jackson. Mi gran amigo estaba estacionado fuera de la pensión, lo vimos unas estaciones atrás. Su mirada me decía que capto un poco tarde que mi solicitud era un caso de emergencia, lo cual, obviamente le preocupo. Los muchachos aceptaron sin reparo que me fuera con él, unos tenían que regresar al trabajo y otros habían cambiado sus turnos para la noche; necesitaban descansar.
No alcance a bajarme del auto de Jackson cuando los Wan me encerraron en un fuerte abrazo. Estando en el Hospital me entere por boca de Nam, que la familia Wan hizo todo lo que estuvo a sus manos para que recibiera la mejor atención en todo el país. Estaba más que agradecida, me sentía en deuda con ellos; correspondí a su abrazo como si fueran mis propios padres. Pasamos a la casa/mansión de la familia, por más que lo intento no termino acostumbrándome a ver tantos jarrones, flores exóticas y personas vestidas de servicio.
Minutos más tarde, luego de saludos, preguntas sobre mi salud y otros aspectos de mi vida cotidiana, Jackson me llevo al balcón para que habláramos en confianza. Los espacios más comunes no han cambiado, en el balcón esta la mesa metálica con adornos de flores, es de tres puestos, a la derecha una sombrilla playera, a la izquierda adorno de plantas que deben tener más de diez años con la familia. Tomo mi lugar en la mesa, llevo en mi posesión una malteada que amablemente me dio la señora Wan antes de subir. Jackson se sienta al otro lado con su malteada y suelta un largo suspiro; en sus ojos se están amontonando las preguntas.
–Estamos solos, ¿vas a decirme que es todo esto?–. Suelta interesado.
–Hay preguntas que necesitan respuestas. Solo tú puedes dármelas, Jackson–. Cruzamos miradas, su cuerpo se endereza y tensa la mandíbula.
–¿En que puedo ayudarte?–. Se acomoda en la silla mirando al horizonte.
Estoy lista para hacerle las preguntas, más no sé si me vaya a gustar las respuestas y menos a él dármelas; pero es necesario, a estas alturas perderé el horizonte, las ganas de avanzar y terminare por aceptar que estar en este mundo es un castigo y no un privilegio.
Carraspeo, la malteada se siente más espesa en la garganta.
–Quiero saber que paso con las audiciones de BigHit–. Podría jurar que susurre.
Su mandíbula se tenso más, trago grueso haciendo subir y bajar su manzana, parpadeo, hasta que decidió mirarme a los ojos. En su mirada estaba la preocupación, Jackson podrá decirme la verdad, pero teme a mi reacción, por eso sus cejas han caído un poco.
–¿Porque me preguntas a mi?–. Habla despacio, esta buscando las palabras adecuadas.
–Solo tú puedes darme respuestas Jackson–. Repetí.
Sus nervios lo están delatando, juega con la pajilla de la malteada, parpadea rápido y traga; no podrá mentirme.
–¿Porque es mi responsabilidad?–.
–Porque eres mi amigo, siempre vas a ayudarme. Hoy necesito de tu ayuda. No sé que debo hacer, ni a donde mirar–.
Jackson respira hondo, suelta el aire por la boca y se deja caer; no tiene sentido continuar con la mentira, él lo sabe, yo lo sé, necesito de sus respuestas, lo necesito a él.
–Sé que no creíste nada en el hospital, pero quise hacerme a la idea que lo dejarías pasar, por ti, por ellos. Tienes la misma mirada de ese día cuando me preguntaste, pero tu sabes algo, ¿me equivoco? No estás aquí para buscar respuestas, estas aquí porque quieres confirmar algo–. Nadie más que Jackson puede pensar así de mí. Puedo apostar que ni el mismo Nam vería más allá.
Sonrió satisfecha de haber elegido a la persona correcta. Después de que mis padres murieron no me acerque a muchas personas, no podía apegarme a ellas o ellas a mí, sería egoísta sabiendo cual sería mi destino al final. Tanto Nam como él, fueron mis mas grandes excepciones, sin embargo Jackson, se convirtió en la persona que quise conservar a mi lado, no quería que se fuera, que se alejara, aún sabiendo lo egoísta que sería.
–¿Desde cuando soy tan predecible para ti?–.
–Desde siempre–. Dice intentando sonreír de lado.
Ambos suspiramos y damos sorbos a la malteada.
–Quiero saber la verdad Jackson–.
Él hace muecas con sus labios y sonidos raros con los dientes, suena a un ratón chillando, suelta la pajilla y cruza los brazos sobre la mesa apoyando su cuerpo en ellos.
–Pasaron las audiciones, los llamaron uno a uno, Jimin fue el último en ser contactado; pero para ese momento tu estabas a punto de ser desconectada de las maquinas que te mantenían con vida–. Suelta sus brazos, los estira hasta la mitad de la mesa y abre las manos. –Estaban a punto de tomar la decisión más difícil de sus vidas, en un lado estabas tú y en el otro sus sueños, ¿que pesaba más?–. Usa sus manos haciendo el ejemplo de una balanza.
Entiendo la intención de las palabras de Jackson, esta tratando de hacerme sentir menos culpable, pero sabiendo el resultado de lo que sucedió mientras estuve inconsciente buscando respuestas en el cielo; la culpa se hace más y más pesada sobre mi espalda. Contengo las lágrimas, debo escuchar toda la verdad, necesito ponerle un limite a mi culpa.
–Soy testigo de cuanto lucharon contra la situación. Hablaron entre ellos, debatieron que era mejor, algunos se ofrecieron de sacrificio para darle paso al sueño de los demás; pero los has criado tan bien, que se sienten uno solo y no daban un paso a menos que todos quisieran avanzar–.
–¿Entonces?–. Ignore que me elogiaba.
–Decidieron que no había nada más importante que tú, aún si obtenían la fama y esa preciosa oportunidad, no tenía sentido si no ibas a estar presente en el proceso. Aceptaron lo que pasaría después, aceptaron que podría ser la única oportunidad de sus vidas. Llamaron a la empresa y rechazaron la invitación, eso fue un día antes de que te desconectaran–. Su voz esta cargada de lastima y aflicción.
Pasaron por encima de sus sueños y anhelos, todo para estar a mi lado, para ver con sus propios ojos mi destino, para presenciar como se me estaba yendo la vida. ¿Acaso su sacrificio fue el precio de mi vida terrenal? Es demasiado cruel, ¿que quiere el cielo con todo esto? ¿Que pretende? Creí que el tiempo de desesperanza había desaparecido, que entraríamos en una nueva etapa, pero aquí estoy estancada en el lodo de la malicia, de la perdición, abrumada, atorada en estos pensamientos, con preguntas que probablemente no tendrán una respuesta lógica.
¿Que sigue? ¿Que debo hacer? ¿Como arreglare todo esto? En primer lugar, lo que sucedió con mi alma fue gracias a mis dudas y las ganas de querer abandonar todo, sumado a eso, el sufrimiento que les dí en esos días, los empujo a tomar la decisión de abandonar. ¿Como debería sentirme con esto?
–Se lo que estás pensando–. Jackson sacude mi cabeza con su voz haciéndome levantar la mirada a él. Pero no tiene idea de lo que pienso.
Un zumbido se cola en mis oídos y siento la debilidad apoderarse de mi cuerpo. Llevo días pensando que mi debilidad se debe a mi espíritu y no a mi cuerpo físico; puedo tomar estos indicios como pruebas de que pensaba correctamente. La reacción de Jackson es inmediata, se pone de pie quedando en cuclillas frente a mí.
–¿Te sientes bien? ¿Quieres algo?–.
–Mis medicamentos, trae mi bolso, es hora de mis medicamentos–. Los relajantes ayudaran a que me sienta más ligera, separan un poco mi espíritu de mi cuerpo creando la estabilidad.
Asiente y sale disparado del balcón. Debo verme realmente mal para que quiera brincar del tercer piso al primero.
Siento mis fuerzas escapar de mi cuerpo, quieren dejarme, la cabeza se me hincha. Uso mis brazos de apoyo sobre la mesa y recargo la frente en ellos, trato de regular mi respiración; siento que hasta el aire se me esta yendo. Imaginaba que algo sucedería, escucharlo del señor Bang fue abrumador, pero escucharlo de boca de Jackson es estremecedor. No puedo tomar el sacrificio de ellos como una prueba de bondad o de cariño, siento que si lo hago, estaría engañándome a mi misma. ¿En que momento los papeles cambiaron, porque parece que son ellos quienes deben cuidarme y guiarme? Poco a poco la vista se me nubla, la oscuridad me consume y caigo en la profundidad de un mar.
***
Siento una calidez que me abraza de pies a cabeza, la sensación es agradable, me gustaría sentirme así siempre, no quiero que desaparezca. Alguien me acompaña, el peso a mi costado lo confirma, ¿quien es? Mejor, ¿donde estoy?
–¿Aun no despierta?–. Dice una voz a lo lejos.
–No. ¿La llevamos al hospital?–. ¿Hospital? ¡No! Sea lo que sea que haya pasado no es tan grave, estoy bien.
Muevo mi cuerpo con pesadez, es como si hubiera dormido por un largo tiempo. ¡Eso es! Me quede dormida, no es tan grave quedarse dormido, ¿cierto? Puedo abrir los ojos, no ha pasado nada. Mis parpados empiezan a moverse, a levantarse para dejar pasar la luz a mis ojos. Las borrosas figuras van tomando forma, a mi costado jeans, camisa negra holgada, ese cabello; debe ser Jackson, de pie frente a él la figura de una mujer, vestido vino tinto, cabello atado con una cadena de brillantes, esa es su madre.
–Despertó–. Anuncia ella señalándome con una sonrisa.
Jackson gira su cuerpo, sus ojos llenos de preocupación y angustia, se relajan un poco. Seguro fue él quien hablo de llevarme al hospital. Suerte que desperté a tiempo.
–¿Estas bien?–. Acerca su rostro a mi.
–Sí, siento que dormí un mes–. Bromeo entre dormida.
–Un mes no, pero si unas horas–. Muestra su reloj digital que marcan las 7.30PM.
Mi expresión ahora es de ¡¿DORMÍ TANTO TIEMPO?! A lo que él responde asintiendo.
¿Que sucedió? Mis vagos recuerdos es de él contándome lo que ya sabía de los muchachos, sentir debilidad y luego todo se puso oscuro, en pocas palabras perdí el conocimiento.
–Cocinare algo ligero para ambos–. Dice la señora Wang y sale de la habitación.
–Tremendo susto que me diste–. Dice mi amigo sacudiendo mi cabeza.
–Lo siento. Creo que la conmoción de todo esto me ha afectado un poco–.
–Que bueno que no te lo dije cuando recién despertarte, no se que hubiera pasado–. Acomoda su cuerpo recostado a mi lado.
–Jackson, ¿que debería hacer?–. Se supone que sería un pensamiento, no algo al publico, pero que más daba.
Él se toca el mentón, mira a lo alto, resopla y vuelve su mirada en mi. Acaricia mi cabeza suavemente para después remover mi cabello.
–¡Ey!–. Aparto su mano.
–Piensas mucho las cosas. Haz lo de siempre, apoyarlos, meterte en sus vidas. Habla con ellos–.
–No es fácil. Los veo y siento lastima, culpa, tristeza, pero no por ellos, por mí. En sus corazones no hay odio o resentimiento hacía mí. Sus pensamientos son tan tranquilos cuando estamos juntos–.
Me esta viendo con una ceja levantada. Busco en sus ojos el porque de esa reacción, en ellos hay incredulidad, algo de lo que dije no puede comprender.
–¿Que?–. Cuestiono.
–Hablas como si supieras lo que están pensando o sintiendo. Se que han estado mucho tiempo juntos, pero eso es otro nivel–.
Es normal, natural su pensamiento incrédulo. Es algo de lo que siempre he pensado, nadie creería que una persona puede hacer ese tipo de cosas, sería brujería, una broma o palabras de una persona afectada mentalmente.
¿Jackson sería la excepción? No lo sabría hasta intentarlo. Por primera vez quería decirle toda la verdad, él fue sincero conmigo, tendría que serlo con él. Después de todo había pensado en hacerlo cuando regrese del viaje celestial.
–Claro que es posible–. Alenté la conversación.
Su expresión se agudizo aún más, estaba cerrado a la idea, no iba a creer nada de lo que saliera de mi boca, pero sí me iba a escuchar.
–Esa cara que pones–. Sonrió abiertamente.
–¿Como puede existir algo así?–. Se removió en la cama hasta quedar recostado por completo.
Me acomode a su lado pegando hombro con hombro, relaje mi cuerpo, mi alma, hablaría sin temores, si me cree o no será obra del cielo, porque no encuentro otra explicación a mi paz interior mientras pienso en como contarle sobre mi verdadera identidad.
–Existen. Tienes a tu lado una de ellas–. Digo con orgullo. –Claro, no puedo saberlo con todo el mundo–.
–Sabía que dirías eso–. Empuja mi cien con un dedo.
–No puedo saberlo porque son con personas especificas, seleccionadas–.
–Tienes toda mi atención–. Dice sarcástico.
–Hay más personas como yo, solo que es difícil diferenciarlos. Vivimos como cualquiera, estamos entre ustedes observando su día a día–.
–Digamos que te creo Lizz, que es verdad y no es producto de tu debilidad. ¿De donde vienes?–.
–Del cielo, soy una de las estrellas que iluminan el firmamento en las noches–. Dibujo el firmamento con mis manos señalando las infinitas estrellas imaginarias.
–¿Tu medicamento tiene ese tipo de efectos secundarios?–. Toca mi frente con la palma de la mano, se da cuenta que estoy bien y vuelve a quedarse quieto. No lo estoy viendo pero escucho que ríe incrédulo.
Resoplo divertida, para Jackson será como un juego de niños, no lo tomara tan en serio, lo que viéndolo desde otro punto es muy conveniente para mí; así no lo tendré sobre mí como padre sobre protector.
–¿No me crees? Pregúntame algo–. Le reto.
–Veamos que tienes. ¿A que bajaste?–.
–Somos guardianes. Cada estrella tiene la misión de cuidar a los humanos, se les asigna una persona y solo hasta que cumplan su cometido pueden regresar al cielo–.
Se remueve bruscamente provocandome un mini infarto que no pude disimular, me di la vuelta y él ya se había girado. En su rostro estaba la mirada picara de un niño que esta planeando una pilatuna.
–En ese orden de ideas, ¿eres mi guardián?–. El rayo de ilusión destella en sus ojos. Le escuchaba decir que nuestro encuentro no era casualidad, que estaba destinado. Así hablaba cuando dejaba salir su lado sensible.
Niego con la cabeza.
–Como que no–. Alza la ceja borrando su sonrisa.
–Soy guardián de siete personas. Cada cierta cantidad de años, nace una estrella que tiene la misión de cuidar a más de un humano–.
Su rostro cambia de aspecto, entorna la mirada, tensa la mandíbula y ya no parece una broma cualquiera. Aunque no puedo decir que esta tomándose mis palabras en serio, sí diré que la duda se ha sembrado en su corazón.
–¿Hablas de los idiotas?–.
–Cambia la palabra idiotas, por favor–.
Clava la cabeza entre la almohada y patalea sobre la cama sacudiendo su cuerpo. Me causa gracia verlo actuar tan mimado, es un niño consentido de grandes musculos, mucho gimnasio y tiempo libre.
–No es que crea tu historia, pero de por sí ya los odiaba porque acaparan tu atención. ¡Tan injusto!–.
Sonrió abiertamente mientras sobo su cabeza. No ha creído nada de lo que dije, sin embargo hace una pataleta porque le dije que no era su guardián; nadie más que nuestro Jackson Wang puede ser así, es único en la faz de la tierra. Deja de removerse, alza la vista dejando ver una pequeña y tierna sonrisa, en otras circunstancias se habría asustado, que Jackson sonría dulcemente no sucede si no en sueños, él es de sonrisa coqueta, de hormonas alborotadas, nada que ver con una imagen dulce y aplacada. Pero ahí estaba, esa faceta escondida de Jackson que quedara para mi memoria, quizás nunca más vuelva a verla.
Siento mi alma mas ligera, casi como una pluma. Necesitaba hablar de esto con Jackson, era el último que me faltaba en la lista. Ahora sabía que rumbo tomar, que debía hacer y por donde comenzar. Mi misión como guardián es proteger el futuro de mis protegidos; es exactamente lo que haré de ahora en adelante, nada de arrepentimientos, nada de depresiones, nada de perder el tiempo en cosas sin sentido. He entendido eso gracias a Jackson, aunque él no lo dijo directamente, su pataleta me ha hecho entender lo importante que es mi papel como guardián.
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¿Muy corto?
¿Pensaban que era todo? Pues s... NO.
Aun tenemos más de esto, piquen en NEXT --->
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