Hoja 6.
La voz de Lizz ...
Había conocido finalmente uno de los siete protegidos. Ser un guardián implica muchas responsabilidades y se convierte en el mayor reto. Escuche muchas historias cuando era un ser celestial, habían desde las anécdotas mas bellas hasta las mas tristes; sacrificios; sufrimiento; confusiones; era un sin fin de situaciones y emociones en conjunto.
Cuando las escuchaba pensaba en lo genial que sería si yo fuera un guardián, ahora que lo soy admito que me adelante mucho; creo que fui muy ingenua pensando que sería color rosa a pesar de las dificultades. Comenzando por el hecho de que si me acerco al indicado mi cuerpo sufre y mi mente es cruelmente azotada con un mar de calamidades. Es como si me hubieran dado los protegidos que nadie quería proteger.
Poniendo de lado la parte en la que me quejo de un trabajo que pedí casi a gritos, debo darle el espacio a la parte bella de todo. Estar en la tierra bajo un poco mi positivismo pero no soy del todo pesimista. Tener a alguien para cuidar y proteger es la mejor sensación y la mejor experiencia, me hacía pensar en como serían los demás; si todos eran hombres; si cuidaría de alguna mujer. Llegue a compararlo con el sentimiento de una madre que esta esperando dar a luz para conocer a su pequeña bendición.
Con esa mentalidad quería recibir a Jin, logré conocer una parte de su pasado y asociarlo a su actitud hostil y ruda que muestra como caparazón a su frágil y noble corazón. Él al igual que muchos tiene el don de la nobleza, del querer ayudar a otros y cuidarlos. Sin embargo, se apego a mi mas de lo que yo quería, me esperaba en la puerta del apartamento cuando salía a trabajar y cuando llegaba; me acompañaba de compras; me traía comida cocinada por el mismo, - ¡Y cocina como los dioses!-. No me molestara, pero en exceso era malo.
Seguí teniendo sueños o "revelaciones" como decidí llamarlos. Los patrones eran iguales, rostros que no conocía; sombras espantosas; las personas alrededor sufriendo; nada de nombres; ni direcciones; como cuando debía mudarme.
Uno de aquellos días, Jin tuvo turno completo en el auto lavado, me dejo una nota bajo la puerta avisando que no tendría cena y que lo disculpara. Días antes me había comentado que quería comprar algo especial e iba a trabajar extras para conseguirlo. Trabajar para darse gustos con su sudor y esfuerzo; aunque no tenía necesidad de ensuciarse las manos para ganar el dinero gracias al apellido de su familia, algo que él decidió dejar atrás para ser solo Jin, arrancar desde ceros y ser grande por sus medios. - Me desvíe-.
Ver mi refrigerador, me hizo ver lo mal acostumbrada que estaba en tan poco tiempo a ser alimentada por él, había olvidado hacer mercado. Daba tristeza abrir la puerta del refrigerador, estaba tan delgado y frío. Cogió mi bolsa y la billetera y trace el camino al mercado. Tenía tanta hambre que deliraba con la comida de Jin.
Del mercado traje, carne, huevos, queso, verduras, arroz y jamón, iba a utilizar una parte de cada cosa pero habían muchas promociones y el dinero alcanzaba. Regresando al apartamento por la otra puerta del pensión; escuche peleas; groserías; en cierta parte del camino olía a abandonado y drogas. Una puntada en el pecho me decía lo mucho que esas personas estaban sufriendo.
Mientras estaba de camino, en algún punto de la pensión una gota de agua resbalo por mi rostro. Mire al cielo y en la segunda planta había alguien asomado y otra gota de agua cayó. - Esta llorando -. Me dije. No pude diferenciar si era hombre o mujer porque llevaba una capucha y su rostro era oscuro. Sentí su dolor en esas lágrimas que derramaba y cuando intente decirle algo se hecho hacía atrás y no le vi de nuevo.
Un susurro llego a mis oídos junto con la brisa de ese día, - Tae Hyung ...-, escuche un sonido débil pronunciando ese nombre. ¿Quien era? ¿ Se trataba de la siguiente persona? ¿Tenía que ver con mis visiones? ¿Debía cuidarme de un Tae Hyung?. Levante la mirada al cielo pidiendo respuestas a tantos interrogantes.
La voz del narrador...
Para Lizz era difícil asimilar su estado actual. Nadie le había explicado claramente lo que sucedería una vez emprendiera su trabajo como guardián terrenal. Su cuerpo se cansaba muy rápido y a veces su salud decaía por la falta de sueño y los terribles dolores que le daban cada vez que estaba cerca de encontrar a uno de los siete. Parecía que el dolor que ellos padecían la atacaba y la afectaba de sobre manera, física y emocionalmente la preparaban para el tipo de persona que se le iba a acercar.
Ese día; después del mercado; mientras iba tarareando camino a su apartamento. Escucho ruidos unas torres antes de su destino. Eran rejas que se chocaban, voces de personas grotescas que se mezclaban con el goteo de algún tejado. Entré mas se acercaba a su apartamento mas claras eran las voces.
Su corazón latía muy rápido y su presión aumento. Se trataba de algo peligroso; ser curioso implicaría un riesgo total, al no saber de que se trataba el complot que dos hombres sostenían con un tercero al que llamaban "inútil".
Llego a la esquina de la torre cerca a su apartamento. A la vuelta estaban situados tres establecimientos donde vendían licor, a esa hora estaban cerrados, con las rejas abajo. Asomo su cabeza cuidando de no ser vista y vio a los dos hombres rudos con voces altaneras que estrellaban a alguien contra la reja del segundo establecimiento. Uno de los hombres lo tenía por el cuelo; mientras él otro lo humillaba y pordebajeaba.
Lizz buscaba un ángulo adecuado para observar y escuchar lo que ocurría, podría tratarse de un ladrón que reprendían pero en su interior alguien le gritaba por ayuda.
- ¡Maldito mocoso! ¿Que no puedes hacer nada bien? ¡Eres igual que tu padre! -. Le decía el hombre gordo que estaba aún lado de su compañero.
Acercándose un poco; logro ver que la persona que maltrataban era un joven, que no tenía la mas mínima intención de defenderse. Su aspecto le era familiar pero por el susto, de momento no podía asociarlo a nada.
- ¿No vas a decir nada?-. Dijo el hombre que lo llevaba por el cuello.
- No tiene que decir. ¡ Es una escoria, como los demás! -.
- No mas que tú -. Dijo el joven con una sonrisa.
El hombre lo golpeo en el estomago con fuerza borrándole la sonrisa.
- ¡ Te crees muy gracioso! -. Le lanzó un puño directo al rostro.
Los dos hombres se arremetieron contra el joven a golpes. Puños; patadas; por doquier. El chico trataba de defenderse pero con dos contrincantes le era difícil sostener una pelea limpia. La reja se estrellaba con mas y mas fuerza y los gemidos de dolor del joven eran cada vez mas y mas fuertes.
Lizz que observaba lo que sucedía, no sabía que hacer para ayudarlo. Si se metía podría salir seriamente lastimada y si lo dejaba no podría vivir con eso en la consciencia. En un momento el chico caía por la reja adolorido y con el rostro golpeado, los hombres lanzaban patadas queriendo herirlo en las piernas. Lizz y el joven cruzaron miradas y una voz llego a ella. - Por favor ... Ayúdame ... -.
Aunque el chico no gritaba por auxilio, esos cortos segundos que se miraron parecía que internamente deseaba que alguien llegara a su rescate. Lizz se estremeció cuando su cuerpo empezó a sentir los golpes que el recibía, le dolían las piernas, los brazos y la cabeza; era leve la sensación pero sentía el dolor propio.
- Ayúdame padre. ¿Que puedo hacer? ... -. Pidió a su hogar.
El chico gemía por cada golpe y ella se estremecía hasta quedar acurrucada en el suelo. - ¿Como puedo ayudarte?-.
Entre los gritos y el desorden; Lizz escucho al vigilante que hay en la pensión, un ex jefe de la policía que cuidaba lo mas que podía de la seguridad en la pensión.
Ella se puso de pie y tomo un pedazo de madera que estaba entre la basura y golpeo una de las rejas del callejón, haciendo el mayor ruido posible y gritando por ayuda. Los hombres al escuchar el silbato del vigilante, se detuvieron y emprendieron la huida por el otro extremo evitando que los encontraran.
El vigilante se acerco a Lizz y le preguntó por lo sucedido. Ella no quería que el vigilante encontrara al joven, pues no sabía si era bueno o malo, solo le indico a donde se habían ido los hombres que "quisieron robarla" y lo guió para que fuera por el otro extremo y los atrapara. Una vez estaba todo despejado, corrió hacía el joven para auxiliarlo. Estaba golpeado en las mejillas; una ceja reventada; y tocia sangre por los golpes en el estomago.
- ... Malditos ... No ... No huyan ... ¡cobardes! ...-. Decía con sus alientos.
- Calla por favor. Estas muy lastimado. ¿ Porque te hicieron esto? -. El corazón de Lizz sufría viéndolo lastimado.
- ... Los voy ... -.
- No digas nada mas. Guarda fuerzas. ¿Puedes levantarte?-. Ella trataba de llevarlo a un lugar seguro.
- ... Déjame ...-. La quito con esfuerzo. - ¿Quien ... eres? ... Auch... -. Se sobaba el vientre.
- ... Eso no importa. Vamos a curarte ... -. Ella insistió y como pudo lo levanto cargándolo en su espalda.
- ... Suéltame ... Auch ... ¿Que haces? ... -.
Lizz no lo escucho y camino utilizando todas sus fuerzas para llevarlo con ella. Llego a su apartamento y abrió la puerta, ella no conocía un lugar mas seguro que su propio apartamento y debía tratar las heridas del joven; no lo iba a llevar a un hospital porque le harían muchas preguntas y no sabía en que problema podría meterse.
Lo recostó en su cama con delicadeza para no lastimarlo mas de lo que ya estaba. El chico seguía hablando lento y se quejaba cada vez que hacía fuerza.
- Ok. Estamos aquí. Iré a preparar las gazas y el equipo de curación. No tardo -. Acomodaba la mesa para que estuviera libre y sacaba las toallas que iba a necesitar para la sangre.
- ... Porque ... ¿Porque ... me ayudas? -. Dijo ya vencido por el dolor.
- ... Tu me lo pediste ... -. Lizz se acerco a la cama. - Resiste-.
El joven se relajo en la cama y suspiro. - Gracias -. Cerro los ojos y se quedo tranquilo.
Para ser la primera vez que se enfrentaba a una situación de tan alto nivel, logro manejarlo lo mejor que pudo. Le curo las heridas del rostro; vendo y trato los golpes del vientre; las piernas y los brazos. Le dio medicamentos, e incluso lo inyecto la evitar una infección. Le cambio la ropa por una mas cómoda evitando ver mas allá de lo permitido; salió un par de veces hasta la farmacia por suero y equipo de intravenosa. Estuvo toda la noche en vela, cuidando la fiebre y las convulsiones que él padeció mientras el medicamento hacía su trabajo.
No quería quedarse dormida y se mantuvo activa todo el tiempo, pero era un ser humano y las energías se le iban agotando. Tuvo tiempo de lavar la ropa del joven y organizar las cosas que traía en la chaqueta y el pantalón de jean.
Sintió curiosidad de saber quien era el chico extraño, de procedencia sospechosa, que fue brutalmente atacado y que estaba durmiendo campante en su cama. Abrió la billetera pidiendo perdón al joven y su creador, por hacerlo sin permiso. Había una foto de él con una señora; tarjetas de trabajos; y su identificación. La saco y dejo la billetera en la mesa.
- Jeon ... Jung Kook ... Asi te llamas ... Jungkook -.
Por su cabeza paso un millar de imágenes, con Jungkook. Lo escucho hablando en una casa, lo vio llorando, peleando, tirado en la calle, y la última en el mercado cuando iban a tomar la sandia. Boto lejos la credencial y se golpeaba en el pecho; un calor le quemaba y le subía por las piernas.
Finalmente había encontrado el segundo de los siete. Este era un poco mas controversial que Jin; sus problemas abarcaban mucho mas de ella. Lizz no pudo aguantar tanta presión y lloro un poco mostrando lo afectada que estaba. Sabía que tendría una larga y ardua tarea si los otros cinco eran peores o iguales a los que ya conocía.
Con tantas imágenes y pensamientos en su cabeza, Lizz no logró conciliar el sueño a pesar de que Jungkook no volvió con la fiebre o a quejarse de dolor. Preparo un desayuno con todo lo que necesitaba un enfermo; ligero y con mucha sustancia. Igual que cuando su madre le cuidaba un resfriado.
Sirvió la mesa luego de ir a revisar a su paciente, que también había pasado una noche de perros; los dolores lo atacaban y por la fiebre deliraba. Como si supiera que en breve se iba a levantar, Lizz se quedo sentada en la mesa junto a la cama y tarareaba la canción que cantaba su padre esperando la comida como un niño pequeño.
No tuvo que esperar mucho para ver a Jungkook despierto. Primero se quejo estirando los músculos; seguido dio un gemido de dolor en los brazos; y por ultimo quedó en una esquina de la cama al darse cuenta que no había despertado en su cama.
- ¿Quien eres? -. Dijo consternado mirando la habitación.
- ¡Hasta que despertaste! Que alivio, por poco y llamo a emergencias -. Lizz tomo una toalla y fue a él sacudiendo un medidor de temperatura. - Dejame te reviso -.
Jungkook la esquivo y se levanto de la cama. Estaba a dolorido pero no impedido.
-¿Que me hiciste? ... ¿Porque estoy aquí? -.
- Puedo ver que no tienes fiebre y estas en condiciones óptimas. Desayunemos primero y te cuento -. Ella actuaba neutral, el cansancio la tenia debil y no quería pelear.
Jungkook vio su chaqueta y la tomo, luego fue por su billetera y estaba dispuesto a salir del apartamento. Lizz corrió a detenerlo antes de que llegara a la puerta.
- Mas te vale que des media vuelta y desayunes -. Dijo ella con voz de mando.
- Olvidalo. No tengo nada que hacer aquí. Quitate de mi camino -. Intento hacer fuerza para hacerla retroceder.
Lizz se molesto lo suficiente y lo empujo con fuerza olvidando las heridas.
- ¡Oye! ¡Duele! -. Jungkook de doblo por el dolor.
- ¡Escuchame idiota, no he dormido bien; pase la noche en vela; no se como pude preparar el desayuno y lo único que pido es que esperes y comas! ¿Es eso mucho pedir? -.
- ... ¿Que pasa si me rehusó? -.
- Llamare a la policía. Estoy segura que a ellos no te negaras -.
El chico se quedo viendola molesto y adolorido, en su mirada estaba la desconfianza pero también le daba el beneficio de la duda.
- ¿ Y bien? -. Insistió ella.
Con pocas opciones y un problema por delante, se dio media vuelta y tomo lugar en la mesa, se quedo callado y sereno.
Lizz respiro profundo y pidió ayuda a su creador. Necesitaba templanza y paciencia para tratar con su nuevo protegido. Ella le repartió el desayuno en pequeñas porciones para que pudiera masticar sin problemas, se veía que pensó en todo lo que necesita un enfermo para alimentarse.
- ¿ Como termine aquí? -. Dijo Jungkook mientras probaba el caldo.
- ¿No recuerdas nada? -.
- Tengo imágenes borrosas ... -.
- Venia muy tranquila para mi casa, escuche unos ruidos y vi dos hombres que te estaban golpeando salvajemente. Se me ocurrió llamar al vigilante de la pensión para espantarlos y así te salve y te traje aquí -. Relato ella atacada llenando el estomago.
- Ahora recuerdo. Tu eras la fisgona -.
- ¿Que dices? Gracias a mi, es que estas bien, un " gracias" seria agradable de oir -.
- Solo a una mujer torpe se le ocurre traer un extraño a su apartamento. ¿No sabes lo peligroso que puede ser? -.
- Pero tu no eres peligroso -.
- ¿Como lo sabes? -.
- Sexto sentido. A pesar de esa mirada llena de tristeza y resentimiento. No eres malo, la vida, si -.
Lizz empezó a despertar la curiosidad de Jungkook, se veía de otro planeta que alguien lo recibiera tan amable y sobre todo que hubiera visto atravez de sus sentimientos.
- ¿Como ... como te llamas? -.
- Dime Lizz -. Sonrió amable.
- ... Nunca vuelvas a traer extraños a tu casa. Eres una mujer y corres mas riesgos -.
- Tal parece que te agrado, Jungkook -.
- ¿Quien te dijo mi nombre? -. El bocado de caldo paso grueso por su garganta.
- Lo leí en tu identificación. Lo lamento, pero debía estar prevenida -.
La sesión de preguntas básicas había terminado. Los dos se centraron en comer y recargar energías.
Un profundo silencio se dio hasta que ambos terminaron de comer. JungKook recogió sus platos sucios junto con los de ella y los llevo al fregadero; estaba adolorido así que desistió de lavar los platos. Lizzy lo observaba sin decirle nada, tanta frialdad y crueldad había sido una rabieta de niño pequeño.
Ella tomo sus cosas y se retoco frente al espejo, había terminado su misión con Jungkook, lo siguiente era llegar en punto al orfanato.
Salieron juntos y seguían en silencio. Ella cargaba una bolsa con su almuerzo pero él se la arrebato. Lizz saco las llaves y dejaba con seguridad su apartamento. Con eso listo se dio la vuelta y pidió la bolsa de vuelta.
- Bien. Vamos a tu apartamento -. Sonrió.
- ¿Estás loca? -.
- No. Quiero saber donde vives-.
- ¿Porque?-.
- Me lo debes -.
- No te debo nada-.
- Claro que si. Gracias a mi, tus heridas son cosas del pasado-.
- Pierdete -.
- Que ... -.
- ¡Jungkookie! -. Un chico llego a su espalda pasandole el brazo.
Jungkook se quejo por que su cuerpo estaba adolorido, que el chico lo atacara con un caluroso y activo abrazo era peor que ser golpeado. Le dio un codazo para que lo soltara, sacandole el aire.
- Taehyung, aléjate-. Dijo en tono amenazador.
- Te estaba buscando. Fui a tu apartamento y tu papá dijo que no estabas ... ¿Estaban juntos?-. Los miro al tiempo.
- No te incumbe-. Respondió apenado.
Lizz los observaba hablar, platicaban a golpes pero se sentía el afecto que estaba entre los dos. Se fijo en Taehyung, el chico de la gran sonrisa y el cabello estilo hongo, tenía un carisma único en sus ojos que le daba paz a los que estaban a su alrededor.
- ... Kim Tae Hyung ... -. Le susurraron al oído. - ... ¡Huye! ... -.
Ella se tapo los oídos y retrocedió de los dos. La sensación de ahogo en su pecho apareció y lo único que pensó en ese momento era en salir corriendo y alejarse lo mas que pudiera.
- ... Oye ... ¿Estás bien?-. Taehyung le puso la mano en el hombro y fue aún peor.
Lizz lo apartó asustada de lo que una lluvia de imágenes le mostraban de él, pero lo que mas le aterraba era la sangre que dibujaba esas imágenes.
Estaba tan asustada que el timbre de su celular la hizo pegar un brinco. Lo miro y era un mensaje del Orfanato, la necesitaban de carácter urgente, lo que la salvaba de seguir con los dos.
-... Ya ... Ya tengo que irme ... Cuídate las heridas-. Dejo el polvo en su carrera por estar lejos de los dos.
Mientras llegaba al orfanato su corazón no dejaba de latir con fuerza, sus manos temblaban y las piernas parecían gelatina, estaba aterrada de aquel muchacho de bella sonrisa, que al final tenía un aura tenebrosa a su alrededor.
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Ya saben como es esto. Den sus votos de que les encanto y sus bellos comentarios diciendo que les pareció. Los quiero y los veré en la próxima actualización.
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